039(Una pregunta, una respuesta y mil mariposas)
— Tenemos casi dos años conociéndonos, he pensado tanto en este momento amor que...ya no se que decir, aquí delante de todo el mundo te pido que.... —Chaeyoung bajó el cubierto y cerró la boca mientras subía la mirada.
— ¿Que? —Las chicas mordian sus uñas y la peli rosa no entendia muy bien lo que sucedía.
Sus manos se movían con ansiedad sabiendo lo que le iban a preguntar, por un segundo subió tocó las nubes y volvió a tocar el cielo un par de veces más antes de caer a la tierra encontrándose con la sonrisa más hermosa del mundo.
Hasta cerró los ojos de la emoción, extendiendo su mano izquierda— Me pases la ketchup —Todas las chicas resoplaron, tenía una semana haciendo la misma broma.
Nayeon le soltó las manos a Jeongyeon, Tzuyu abrió los ojos con molestia, Dahyun se goloeo la frente una y otra vez, Momo apartó la comida, Sana rodó los ojos y Jihyo se río disimuladamente.
Pero la reacción más fuerte la tuvo la híbrida de tigre que se levantó lanzando la servilleta que tenía en la mano al plato y subió las escaleras.
— Es una delicada —Caminó hasta la habitación dejando de las chicas expectantes de lo que sucedería.
Mina entró y cerró la puerta, con seguro, porque sabía que las chicas abrirían la puerta para saber que pasaba, hoy solo podía aguantar ver la sombra de los pies bajo la pequeña hendidura de la puerta.
Sus pasos fueron rápidos y sus manos picaban por tocar el cuerpo hecho bolita a un lado de la cama, su respiración era lenta contradiciendo los latidos apresurados de su corazón ¿a caso ella había hecho llorar a su bebé?, negó con la cabeza a sabiendas de que eso fue lo que ocurrió, lo que provocó por las bromas en toda la semana.
El valor de decirle que se casara con ella no había llegado y cuando estuvo cerca lo primero que pensó fue "y por eso te pido que me permitas comprarte un collar" otros cientos de wones gastados, pero valía la pena, total eran regalos para su hermosa híbrida.
Se los merecía por tener que aguantar sus amargura y excentricidades, sus toques de fábrica, mejor dicho, la locura que corría por sus venas y tener que soportar horas, meses y años de minecraft el juego favorito de la mayor.
Se merecía hasta un auto si es que era posible, obviamente no, porque no sabía conducir, tampoco es que Mina ganaba este mundo con el otro y porque no quería regalarle uno, sentia que en el primer día Chaeyoung llegaría con una puerta, un montón de multas y varias personas en el hospital.
Volviendo al tema, la menor movió la cabeza en negación cuando Mina empezó a zarandearla para que la dejará ver su rostro.
— No quiero —Hizo un mohín y limpió las lágrimas que tenía acumuladas en sus mejillas, sentirse débil no era algo de tigres grandes.
Llorar no era de tigres respetables, sentirse vulnerable no era algo común en Chaeyoung y ahora lo que sentia eran una ganas inmensas de sostenerse del único cuerpo que alguna vez le beindo calidez.
Y no, no era el de Mina si no el de su madre, pero por las malas circunstancias se encogió cada vez más en su posición simulando que su madre la apretaba tanto que tenía que adoptar esa posición tan incómoda.
Mina veía la escena con confusión, sus ojos divagando por el cuerpo ajeno sin tener la más mínima idea de que hacer.
— Chaeyoungie —Solo bastó ese apodo para que la nombrada saltara que los brazos que la protegían y manos frías bajo el suerter de la mayor en busca de algún contacto con la piel, quería sentir que era real— Lamento hacerte tantas bromas.
— Ca-cada que dices ese tipo de co-cosas siento que dirás algo muy lindo y que llegara ese día... —Dijo viendo el rostro levemente sonrojando de su novia.
— ¿Que día? —No era más lenta porque no podía.
— El día que me casé contigo, porque no hay un minuto en el mundo en el que no piense verte con un vestido blanco y yo esperarte en el final, sonriendo como una idiota, pero parece que tu nos quieres y lo entiendo, solo quiero que dejes de...
— ¿Quieres casarte conmigo? —Preguntó de la nada tomando por sorpresa a la híbrida y las siete chicas que escuchaban todo desde la puerta.
— ¿Que? —En shock, así estaba, con los ojos muy abiertos, las orejas levantadas y su colita esponjosa erizada.
— ¿Tengo que pedirlo mejor?.
— ¡Si! —Sin duda alguna la voz de la coneja.
— Son Chaeyoung te conocí un día en el que necesitaba a alguien aquí...conmigo —Sonrió— Nunca he admitido que cuando vi tus ojitos marrones sentí que... —Mina miró hacía arriba los nervios la estaban traicionando— Supe que serías lo más importante para mi, porque te ame desde el primer momento, se que parece que no, que a veces pensaste que te odiaba porque yo en algún momento lo pensé —Lo último lo murmuró con una sonrisa incomoda— Los días pasaron y nuestro amor fue creciendo, poco a poco, la curiosidad creció en ti y tu hiciste que creciera en mi, gracias a eso estamos aquí, hemos pasado por momentos un poco difíciles y por momentos en los que quiero abrazarte y gritar en medio de un centro comercial lo mucho que te amo —Chaeyoung la miraba con asombro— Son Chaeyoung aquí, delante de este lugar que ha sido testigo del amor que nos tenemos, quiero pedirte que...
— Yo no existo —Nayeon entró con la cajita y se la pasó a Mina que sonrió como muestra de agradecimiento.
— Seas mi esposa, mi mujer y la única chica que este a mi lado, en las buenas, en las malas...¿Chaeyoung te encuentras bien? —La peli rosa se agarró fuertemente de los hombros de Mina estaba pasando, ¡estaba pasando y no estaba preparada!.
— Si.
— Son Chaeyoung mi chica favorita, mi tigresa curiosa ¿quieres casarte conmigo? —Elevó ambas cejas esperando una respuesta.
— ¡Dile que si! —Ese gritó venía de una loba molesta.
— Eso fue tan hermoso que nos hiciste llorar a todas —Sana sollozaba en los brazos de su novia.
— Si...
— ¿Si? —Mina estaba perdiendo el hilo.
— Si quiero casarme contigo —Gritos y risas se escucharon al otro lado de la puerta.
— Bueno señorita, dentro de poco será una Myoui.
— Y tu una Son.
— No, tu una Myoui.
— No, tu una Son.
Luego de discutir por media hora decidieron que serían Myoui Son, decisión que todas tomaron.
Porque solo necesitaban, una pregunta, una respuesta y miles de mariposas revoloteando en sus pancitas para saber que estaban en el camino correcto.
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