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032(Más allá)

Su cuello dolía como el infierno y sus ojos no querían abrirse, era obvio que no estaba en su casa, es que ni estaba acostada.

Cuando logró acomodarse sintió un ¡clic!, de su cuello y luego un largo quejido salió de sus labios, se sentó mejor apoyando su espalda en la dura silla y paso sus manos por la mesa hasta llegar a su rostro el cual restrego con lentitud.

— ¿Señorita Myoui? —Irene abrió la puerta que sorpresivamente no tenía seguro y al entrar se encontró a su jefa.

— Irene —Levantó la mano que previamente estaba en su rostro y la sacudió en modo de saludó— Ya hice tu trabajo y el mío, hablé con el jefe ayer en la noche, me dijo que tenemos el día libre —Contó y la mayor sonrió.

— Muchas gracias señorita Myoui pero creo que la que debe volver a su casa es usted, yo me tengo que quedar porque Seulgi me viene a buscar a las dos —Comentó y se sentó en la silla— No me iré sin ella.

— Son las...nueve de la mañana —Abrió los ojos como platos y miró a su secretaria que asintió con los hombros encogidos.

— Solo la esperaré cinco horas, si gusta vaya a ducharse, descanse un poco, coma y venga —Mina negó, necesitaba una ducha y comida pero no quería ir a su casa.

— Estoy bien así —Mintió y cuando se movió para sentarse mejor pegó un grito de dolor.

— ¿Se encuentra bien? —Apoyó la cabeza en sus manos y retuvo lo más que pudo el llanto.

— Si estoy bien, tendré que ir a mi casa, saludame a Seulgi y ya no me trares de usted, dime Mina —Irene sonrió y no quiso decir más nada.

Dejó ir a la rubia que chocó contra la puerta, causando que se dieran por uno minutos antes de que la nipona decidiera marcharse de una vez por todas.

Miró el ascensor y prefiero bajar por ahí que por las escaleras, le dolía todo el cuerpo y no estaba dispuesta a sufrir como ayer.

Lo primer que deseo es que hiciera un gran sol alumbrando el día, el cielo completamente despejado y pocas personas, pero se consiguió todo lo contrarío, seguía lloviendo, las personas corrían con sus sombrillas y el cielo estaba repleto de nubes grises.

Salió corriendo como las demás personas, se cubrió la cabeza con el maletín para poder llegar, porque el agua no la dejaba ver y su cabello vuelto un desastre tampoco la ayudaba.

Solo faltaba una calle tenía que cruzar para ver su casa y al hacerlo se encontró a tres híbridas tocando la puerta de su casa, bajó la lluvia, logró distinguir a dos pero una se le hizo casi imposible saber quién era.

— ¿Mina? —Preguntaron.

— ¿Chicas? —Abrió la puerta y todas entraron— Jihyo no estoy para que vengas a regañarme o gritarme, porque no me siento bien, he estado pasando por problemas bastante difíciles, bueno tu sabes y lo que menos quiero es que otra híbrida me cague la vida —La mayor frunció los labios y la abrazó, así, sin más, un abrazo que sorprendió a todas, y es que Jihyo aunque no lo decía muy seguido le temía un cariño enorme a la chica que hizo que su hermana sonriera.

El problema era que ahora en vez de sonrisas y risas había llanto por parte de Chaeyoung porque Mina todavía no había botado ni una sola lágrima por el simple hecho de que ella creía que tenía que ser fuerte, así la habían criado sus padres, tenía que hacerle frente a la realidad sin llorar, sin derrumbarse, siempre con la cabeza en alto y una sonrisa que aunque fuera de mentira estuviera impresa en su rostro.

Una muy mala manera de sobrellevar el dolor pero buena en cuanto a problemas, eso no quitaba que Mina luchará, desde lo acontecido, con las lágrimas que estaban apunto de salir como una cascada.

— Aquel chico que vimos ¿era tu ex novio? —Jihyo tenía un par de preguntas, Mina asintió— ¿Lo amas? —Negó con una mueca de asco.

— No lo amo, porque desde que Chaeyoung llegó a mi vida se volvió mi todo —Se sentó en el sofá— Yo a ella la amo, más allá de todo, de que somos chicas, de que es una híbrida, la amo, porque nadie se compara con ella —Murmuró y las chicas se vieron sin decir nada— La amo porque es ella, es Chaeyoung, mi Chaeng y sintió que estropee todo porque el miedo me consumió al verla frente a mi...Él no pasó la noche, llego cinco minutos antes que ustedes y me jode...disculpa la palabra —Se disculpó con Sana que tapaba sus oídos para no escuchar más groserías— Que haya confiado en él y no en mi, le he demostrado que es mi todo pero parece que todavía no lo entiende y no se que hacer, ya no se.

— ¿Quieres recuperarla? —Momo preguntó con una pequeña sonrisa.

— Es lo que más deseo en este mundo pero no ahora, quiero darle una lección por no confiar en mi —Jihyo asintió no muy segura de en lo que se estaba metiendo.

— Tengo un plan —Levantó la mano y movió las orejitas.

— ¿Cual plan?, cuenta —Sana estaba interesada en participar.

— Tenemos que esperar hasta la despedida de soltera de Nayeon —Mina negó en cuanto escucho aquello, un mes sin su pequeña, no estaba dispuesta a pasar tanto.

— Estas loca, no, es mucho tiempo.

— ¿Cuanto tiempo esperabas para ir con ella y abrazarla? —Momo entre cerro los ojos.

— Dos días —Bajó la cabeza.

— Eso ni se consideraría lección —Jihyo reía con las otras dos híbridas.

— Es tu hermana de la que estamos hablando —A la rubia como que ya el jueguito la estaba molestando.

— Por eso lo digo, una vez mamá no le hablo por una semana y ella entendió que debía dejarme comida —Momo dejó de reír.

— ¿Donde hay comida?  —Sus orejas se levantaron y su cola empezó a moverse.

— No, es...nada Momo, no hay comida —Sana se reía de la expresión de su mayor— Esta bien, te invito a comer.

— Vas a gastar mucho dinero —Jihyo las miro con una ceja alzada.

— Tu también irás, además, Tzuyu paga —Mina sonrió y les abrió la puerta— ¿No quieres venir?.

— No, gracias —Cerró la puerta y camino hasta el baño, tal vez una lección era lo que necesitaba.

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