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Capítulo 10: Déjame ayudarte

Sara Castillo

Son las 12:00hs, ya vi varios locales, aunque entré a pocos, pues no sé hablar en Francés y no me puedo comunicar con la gente. Justo entro a un local de ropa, en donde veo y escucho a dos chicas hablando en castellano sobre unas prendas y me acerco a ellas para preguntarles algo.

— Disculpen ¿Saben si hay un parque cerca de aquí? — Quería estar en paz por un rato antes de volver al hotel.

— Si, está a unas 4 cuadras siguiendo esta calle — Me dijo una de las chicas rubias.

Les di un "gracias" y me voy a esa dirección.

El parque realmente es hermoso, pasto por todos lados, bancos con linda decoración de flores y unas cuantas fuentes de agua.

Me siento en uno de los bancos del medio del parque, lo raro es que está una manta sobre el, al parecer alguien estuvo acá cuando dejó de llover y se olvidó llevarla. No creo que los demás bancos estén totalmente secos así que me quedo aquí.

Me acuesto en la manta, pongo una playlist en mi celular y me dejo llevar por la música con el auricular. Por fin estoy "bien", por fin puedo tener un poco paz y de tranquilidad. Cierro los ojos y suena el álbum "Sour" de Olivia Rodrigo, canto el estribillo de las canciones a mi forma de entender, no sé hablar mucho en inglés, solo lo básico pero lo mismo lo disfruto.

                         ••• ❤️ •••

Abro los ojos para ver la hora y me levanto de golpe al ver que son las 13:00hs, pasó una hora desde que estoy aquí y debería estar el hotel, seguro Gabriel estará preocupado. Decido enviarle un mensaje, para que sepa que estoy bien.

✉️Sara: Hola Gabriel, voy de camino al hotel, se me pasó la noción del tiempo pero ya pido un taxi.

Quiero esperar su respuesta, aunque luego recuerdo que debe estar en algo importante así que mejor voy a esperar en la calle a que pase un taxi.
Cuando voy saliendo del parque veo a un chico parecido a Gabriel con la campera que tenía puesta hace un rato y de espaldas tiene un parecido.

Mi curiosidad me gana así que decido ir hasta una de las fuentes, en donde está el chico, éste está sentado en el banco, frente al agua que cae.

— Gabriel ¿Sos vos? — Le pregunté al llegar a el, sin dudas lo es.

— Sara ¿Qué haces aquí? — Me dijo, su mirada me dio a entender que estuvo llorando.

— Quise venir a despejarme un momento ¿Estás bien? — Le hablé sentándome a su lado.

— No es importante, tranquila — Aunque sus ojos dicen lo contrario, esa es su respuesta.

— Mira, sé que nos acabamos de conocer y me veas como una extraña pero me has ayudado en muchos aspectos y quiero poder compensar todo eso, déjame ayudarte, por favor Gabriel — Me paré frente a él, me preocupa que esté triste y quiero hacer algo, así como lo hizo conmigo.

— ¿Te puedo dar un abrazo? — Lo que dijo Gabriel me dejó sin palabras, está tan vulnerable, como yo lo estaba hace poco, me estoy sintiendo mal por el, no me gusta verlo así.

— Si puedes — Le respondí, se levantó y me abrazó, es un abrazo de contención que el necesitaba, Gabriel empezó a llorar, lo abracé más y dijo "No puedo más".

¿Qué pasó para que esté triste? No me dejo de preguntar.

"Tranquilo, saca todo eso dentro tuyo y te sentirás mejor" Fueron mis palabras para que se tranquilice, nadie estuvo para mí cuando me enteré de la verdad sobre la muerte de mis padres, pero llegó Gabriel y en cierto modo fue mi salvación para no caer en la depresión, no quiero que él también sufra, no sé sus problemas pero verlo así me destroza.

Se fue calmando poco a poco y sus brazos fueron deslizándose de mi espalda, bajando hasta mis manos, que yo luego sostuve las suyas.

— ¿Estás mejor? — Le pregunté, ambos nos sentamos de nuevo, teniendo todavía nuestras manos juntas.

— La verdad sí, perdón por dejarte verme así, involucrándote en mis problemas, mientras que tienes los tuyos — Me dijo Gabriel, soltando mis manos para secarse las lágrimas que aún están en su rostro.

— No pasa nada, recuerdo que yo también estaba así cuando nos conocimos y me ayudaste a estar mejor, así que estamos a mano —

— No soy una psicóloga, sin embargo puedo ayudarte en lo que pueda si me cuentas que pasa —

— Es una larga historia pero te la resumo en pocas palabras, esta vida no es la que quiero vivir, estoy atado aquí, lejos de mis amigos y de mis sueños, ahora menos seré libre, mi padre quiere casarme con una chica que ni siquiera me gusta y solo por cerrar un acuerdo con el padre de ella, mi vida es un desastre — Me contó Gabriel y luego se tapó su cara con sus manos.

Ese sentimiento lo conozco perfectamente desesperación, no saber qué hacer con la vida misma.

— Tranquilo, sé lo que te pasa y seguro quisiste escapar de los problemas, pero no hay que desesperarse o terminarás en un país que no conoces como yo —  Lo último que dije logré sacarle una sonrisa, era verdad, estoy aquí por mi desesperación y el sentimiento de culpa que aún no saco de mi interior.

— Tienes razón, perdón por preocuparte con lo que me pasa — 

— No es nada, bueno ya tengo hambre, qué mejor que comer algo rico para olvidarse de todo ¿no? — Se me ocurrió eso para distraerlo, aparte de que ya es hora de almorzar.

— Claro que sí, vamos te llevaré a mi restaurante favorito —  Me respondió Gabriel.

Juntos salimos del parte, yo al lado de el, yendo a su lugar favorito para comer, quién diría que por cosas de la vida esté con alguien tan bueno que a la vez necesite contención como yo para seguir adelante.

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