Octavo capítulo
Arreglos y compartos
Apenas habías despertado del sueño profundo del que habías disfrutado toda la noche. Tras tratar al Padre habían cenado de las gachas porque no habían encontrado otro alimento, después de eso te acostaste y soñaste con que eras una especie de chimpancé sin pelaje más que en la cabeza.
-Qué cosa más rara... - bostezaste.
Nuevamente te encontrabas guardando tu casita de acampar y tus cosas para estar lista de antemano. Al terminar volteaste a los alrededores buscando la tienda de Achuchones para hechar otro vistazo a su pierna antes de salir.
Caminaste hasta esta y palpaste la carpa en forma de saludo.
-Buenaaas, estas ahí Achubeibe? - saludaste con más confianza.
No escuchaste respuesta, bufaste creyendo que te hacia una broma.
-Bueno... Voy a entrar eh- dijiste y abriste de a poco la puertita.
Asomaste la cabeza sintiendo el típico cambio de temperatura, afuera estaba fresco pero dentro estaba considerablemente más calientito.
Ahí estaba tu querido amigo y paciente metido en su saco todo acomodado y bien dormido. Tenias que admitir que era un poco temprano para andar por ahí palpando carpas.
Escuchaste un leve ronquido, el oso de pelaje rizado se movía de un lado a otro probablemente buscando una buena posición de descanso.
Rodaste los ojos y gateaste hasta tu amigo, te sentaste a su lado y colocaste tu mano suavemente sobre su hombro.
Dió una gran bocanda de aire visiblemente asustado, tal y como hacen las mamás.
Como lo sabías? Conocimiento básico.
-Mmmgh... Qué... - se sentó dejando ver el antifaz que traía puesto.
Se lo quitó y te miro confundido.
-Tn? Qué pasa? - se rascó el ojo.
-Pues venía a hacerle un vistazo a tu pierna, pero no me esperaba verte así jajaja- te reiste.
Pues a parte del antifaz negro también tenía puesto pequeños rollos en la cabeza usados para mantener los rizos del pelo.
-Ey! Que la belleza no se consigue de la nada- dijo mientras que por dentro se moría de pena.
-Ya, ya, pero no te enojes- dijiste para volver a soltar una risita.
Este sacó su pie de entre el saco de dormir y lo posó al frente tuyo.
-Pero que sea rápido, quiero ver si me queda tiempo para una siesta- rodaste los ojos de forma juguetona.
-Sí bello durmiente- dijiste mientras inspeccionabas el pie.
-Exacto, espero a que llegue mi princesa azul y me rescate- posó su mano en la frente como si actuara en una obra.
-Pues no lo necesitas, que ya estás perfectamente bien-
-Enserio?! -
-Sep-
-Genial! Gracias! -se abalanzó contra tí envolviendote en un abrazo de oso y dándote un sonoro beso en la mejilla.
-Ay... - soltaste en silencio posando tu mano en aquella área mientras que el oso menta seguía con su festejo.
Estabas a punto de decir algo, pero te tragaste las palabras porque ni sabias que hibas a decir en primer lugar.
-Empaquen sus cosas! Salimos en diez minutos! - gritó el sargento.
Tu y Achuchones soltaron un quejido de flojera pura y dura.
-Otra vez no! - dijo mientras daba un grito ahogado en su saco de dormir.
-Pues hay que salir... - dijiste.
Ya que tenías tus cosas ya guardadas decidiste ayudar con las de tu oso menta favorito.
Al terminar ambos tomaron caminos distintos, él llendose con alguno de los cadetes mientras que tu te devolvias a tu lugar junto al Sargento.
-Buenos días teniente, err- que diga, Tn- este corrigió al ver tu mirada intensa.
-Buenos días Caricias- respondiste.
Con la pequeña amistad entre ustedes recobrada, nuevamente se encontraban hablando tranquilamente de cosas triviales mientras se dirigían a su destino.
Esto era algo que no le gustaba mucho al otro oso morado, el cual no estaba seguro de porqué del sentimiento.
Este se encontraba al final de la fila, en donde incluso ahí podía verlos a ustedes dos comentando de temas que no podía escuchar.
Dedujo que la molestia era porque sabía que el sargento era demasiada mala maña como para juntarse contigo, quiere decir, ¿como era que preferías pasar el rato con un gigante agresivo en vez de con él? Un predimicador muy educado y amable.
Bufó haciendo un puchero tal y como un niño lo haría al no obtener la atención que desea.
-Teniente! Sargento! Miren! - gritó uno de los gemelos mimosin.
Ambos voltearon a donde apuntaba, era el camino que debían de haber estado siguiendo desde hace dos días. Sonreiste y te dirigiste hasta ellos para darles unas palmadas en la cabeza.
Estos rieron bastante felices por tener aquel gesto de reconocimiento.
-Venga! Que somos adultos ya! - río Mimoso.
-Eso! - siguió el otro.
Siempre olvidabas que apenas tenían dieciocho años, pero enserio parecían de diez, ósea es que son dos ositos chiquitos, regorditos y risueños.
-Ya, ya, pues, no más mimos- rodaste los ojos con un tono de juego.
Ambos jadearon de sorpresa ante esto, se lanzaron hacia tí colgando y ocupando tus dos brazos.
-NoOoo! Era bromita! - ambos gritaron hechando lagrimitas al aire.
-También bromeaba Mimosos!- reiste al verlos en ese estado.
Ambos inflaron los mofletes, rápidamente se quitaron de encima tuyo haciéndose los ofendidos.
Volviste a reír ante ellos, la situación era muy linda, demaciado como para que se estuviera dando en medio de una guerra en territorio enemigo.
-Dejen sus jueguitos tontos y vámonos- dijo Azulín quien pasaba detrás de ustedes de brazos cruzados.
El negaba que estuviera celoso, lo que le molestaba era que atrasaban al equipo, claro, eso era.
-Ya déjalos gruñon de mierda- soltó Coco de forma casual.
No habías interactuado mucho con el, pero sabías que era un tipo calmado y fuerte que se metía para parar al oso azul cielo, algo que a este no le simpatizaba.
-Mmfj!- respondió y se fué.
Volviste a reír ante su reacción y todos siguieron caminando, ahora estabas al lado de aquel oso amarillo.
Ambos estaban sin hablar, simplemente disfrutaban del silencio que se daban el uno al otro a pesar de que realmente no se conocieran.
Un rato pasó, y de golpe todo era demaciado silencioso para tí, pero lo que activó tus alarmas fueron los sonidos de cascos golpeando el suelo acercándose a ustedes a una alarmante rapidez.
Miraste a los alrededores con rapidez llamando la atención de tus compañeros, quienes estaban a punto de preguntar si estabas bien.
-Cuidado! - alcanzaste a gritar.
Te tiraste a un lado junto a Coco para esquivar la embestida de un unicornio quien se veía muy decidido a acabar con ustedes.
-Azulín! NO! - se escuchó a Gordi gritar.
Este había saltado hacia el cuadrúpedo con arma en mano, le dió una cuchillada en una pierna pero fué rozado por el cuerno de este mismo en un costado.
Este fue lanzado al piso y sostenía su herida con dolor.
-(Oh mierda ahora qué?!) - trataste de pensar, el unicornio tenía una cojera horrible que impedía que hiciera movimientos bruscos, pero nadie se atrevía a acercarse, mucho menos después de ver a Azulín herido.
Era obvio que nadie había visto un unicornio antes.
Tuviste una pequeña idea, oíste otros cascos a lo lejos y corriste hasta donde había un unicornio más pequeño, probablemente esperando al otro.
Esto te hiba a saber muy mal.
Te escabulliste por detrás del infante y te avalanzaste hacia el, tomándolo por sorpresa y soltando un sonoro chillido de desesperación.
-Eso es! Llama al grandote! - dijiste mientras aún lo tenias en tus brazos.
Oíste nuevamente los cascos más grandes llendo hacia ti, era tu señal de partida, dejaste al pequeño unicornio en el piso y cada quien salió corriendo a lados distintos.
Obviamente no querias hacerle daño, solo hacer que el grande se alejara de tu equipo.
Escuchaste a estos mismos hacer comentarios alarmados y desesperados. Saliste de los arbustos y te acercarte a ellos quienes rodeaban a dos osos.
-Están bien?! - gritaste tras bajar tu velocidad.
Tenias la respiración brusca y el corazón a mil, todo había sucedido demaciado rápido y aún no te creías que tu plan funcionara.
Lo que no sabías era que habías evitado que cierto religioso diera la vida por el equipo, a ver que el enemigo de repente se retiraba.
-Tn! Azulín y Coco están heridos! - te informo Gordi quien se colocó al lado tuyo, tenía una cara de preocupación increíble.
Te acercaste rápidamente hasta ambos de ellos, Azulín estaba recostado en la sombra de un árbol sujetando su herida sangrante, hechaste un vistazo a Coco quien simplemente tenía raspones.
-Trataré al azul, ustedes encuentren donde quedarnos- dijiste mientras sacabas tus cosas.
El sargento quiso reprochar con que aún quedaba mucho tiempo de sol, pero hacia sentido, este ataque parecía premeditado y había que reagruparse.
Todos incluyendo el osos dorado se retiraron dejandolos a ustedes dos solos.
-Dios mío contigo- suspiraste.
-Yo que- Ugh! - cortó su reproche para sostener con más fuerza su herida.
-No hagas eso, te va a hacer daño- tomaste su mano con delicadeza.
Lo que menos quieres es alterarlo en un momento así. Pero de igual forma lo habías logrado, solo que en otro sentido ya que ahora lo tenias sonrojado, afortunadamente para él no lo habías notado.
Desabrochaste y quitaste su camisa de a poco para evitar dañarlo, y sí, suena muy mal, y Azulín se hacía mil y un escenarios en contra de su voluntad.
Como siempre desinfectaste la herida con alcohol y agua haciendo que el oso soltara un gemido doloro.
-N-no tan fuerte- susurro apenado.
-Ya, ya Chillón- seguiste.
Seguiste limpiando esta misma haciendo que siguiera quejándose.
-Tómalo como venganza de tus babosadas- riste ante su sufrimiento.
-Ya pues, ugh! p-perdon- susurro lo último.
-Como dices? -
-Que perdón sí?! - soltó después de que hicieras más presión- no lo vuelvo a hacer-
Sonreiste ahora comenzando a aplicar más delicadeza.
-Muy bien, sabes que necesitas puntadas verdad? -
-Eh-
Te miro de una forma muy única, como cuando le sueltan a un niño pequeño la noticia de que lo van a vacunar.
-Pero como te has disculpado, te pondré esta pomada- dijiste mientras sacabas esta misma.
-Y eso qué? -
-Es para que, pues, digamos que duerme parte de tu cuerpo para que no sientas nada- al terminar de decirlo su rostro se había relajado notablemente.
-Bueno-
Indicaste que volteara la mirada y esto hizo, aplicaste la crema cuidadosamente, tardaste unos minutos tratando de meter el hilo en la aguja y comenzaste a hacer los puntos de a poco, de vez en cuando compartiendo comentarios con el oso azul quien ahora se veía más acostumbrado a tu presencia.
-Ya está, solo procura no hacer movimientos bruscos- dijiste tras parchar la herida.
Este te miro atentamente sin decir nada en lo que guardabas tus cosas mientras silvabas alguna melodía que el desconocía.
-Gracias teniente...- soltó antes de que te fueras.
Le sonreiste de lado.
-Dime sólo Tn- dijiste y te fuiste caminando para poder poner tu casita de acampar.
-Tn...- susurró para el mismo, sintiendo un pequeño calor en el pecho, similar a aquellos tiempos en los que sentía que le importaba a alguien.
Parecía que empezaba a encariñarse contigo.
Habías visto al oso dorado sentado por alguna parte más no podías encontrarlo.
-Cooooco? Dónde estaaaas? - llamaste alargando vocales.
Oíste unas risitas a un lado y volteaste, entre el montón de casitas de acampar ahí estaba este mismo afuera de una sentado.
-Qué pasa teniente? Sucede algo? - te sonrió.
Te acercaste a él.
-Pues pasa que, la última vez que te vi estabas un poquitin golpeadín sabes? - dijiste de forma amistosa haciendo que volviera a reír en lo que te sentabas a su lado.
-Ah, y no me llames así, dime sólo Tn-
-Bueno, Tn, me daría el honor de ser atendido? - respondió mientras levantaba las cejas.
Rodaste los ojos y pusiste tu mano sobre tu boca haciendo como que te sonrojabas.
-Ayy~ por supuesto- seguiste.
Ambos rieron al unísono y sacabas tus cremitas en lo que el quitaba su camiseta quedando sólo con la de tirantes, mostrando únicamente moretones.
-Lo bueno es que no es nada grabe, solo golpes- dijiste mientras untabas pomada en un golpe en el hombro.
-Sí, ese unicornio me aventó muy feo heh-
-Pues eso te pasa por no cuidarte rubio- bromeaste.
Este se quedó en silencio como si recordase algo, escuchaste un suspiro de su parte, lo miraste y notaste sus orejas hacia abajo de forma ligeramente depresiva.
-Pasa algo? - dijiste sin mirar a verlo.
-Acaso también eres psicologa? - soltó a forma de chiste.
-Sólo si quieres que lo sea-
Oíste como tomó aire y pensaba unos segundos, casi llegando al minuto.
-Bueno, pues. Ugh... - puso una mano sobre su cara tallando sus ojos.
-Está bien si no quieres decir nada-
-No, es sólo que, necesito sacarlo- susurró lo último.
-Sé que no nos conocemos bien, pero que sepas que puedes confiar en mi-
Pasaste a otro moretón ubicado en la espalda alta, Coco pensaba en lo que tu trabajabas.
-Me divorcié- soltó de repente.
-Hace algunos meses, antes de que naciera mi hija, tuvimos una pelea bastante fea- respondiste con un "mhm" para indicar que continuara.
-Ahora mismo ella está con alguien más, y- digo genial por ella, sólo que. Extraño a Morita- susurró.
-Supongo que es tu hija? - dijiste.
-Sí... Es la pequeña más perfecta que ha existido- sonrió.
-Debería estar con ella, pero encambio estoy aquí sabes? - tomó aire para tranquilizarse.
Terminaste con los golpes y te colocaste a su lado.
-Sabes que esta bien sentirse mal a veces- comenzaste, realmente sin tener idea de cómo confortar a alguien.
-Pero, tal vez todo salga bien, no sé qué decirte- dijiste con una sonrisa apenada.
-Lo sé, pero... Me siento mejor sabes? - respondió mientras miraba el cielo cubierto de las copas de los árboles de forma nostálgica.
-Cuando vuelva, seré el mejor padre que Morita merece-
-Ese es el espíritu- dijiste tras mirar igualmente al cielo.
-Hora de comer! - gritó el sargento.
Te paraste de golpe soltando un "oof! " y te volteaste hacia Coco para ofrecer tu mano, este gustoso la tomó y fué fuertemente jalado hacia arriba.
-Uy! No sabía que tenías esta fuerza? -dijo.
-Pues ahora lo sabes- giñaste un ojo.
-Pues sí- revolvió tu cabello y comenzó a caminar hasta donde estaban los demás.
-Ey! Hehe- reiste y lo alcanzaste.
Ambos siguieron caminando en dirección a la fogata en silencio.
-Gracias por escuchar-
-Denada-
Llegaron y se sentaron uno al lado del otro, el sargento paso al frente de ustedes brindándoles unas frutas de las cuales presumía que él mismo había conseguido.
Fin del capítulo
Para que lo sepan, oficialmente el Padre y Caricias han caído.
Achuchones, Gordi y Sonrisas te tienen como crush.
Azulín y Coco como mini crush.
Pandi, Fredd, Mimoso y Mimosin como amigibis.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro