36.
— Sí mamá, si recuerdo todo y sé que soy Cupido... Osea junto a una chica o chico con otro chico o chica ¡Sencillo!
— ¿Segura que podrás?
— ¡Claro mamá! Todos tenemos un hilo rojo en nuestro meñique y puedo verlo así que cuando sé que no es el indicado no lo ayudaré pero si buscaré a su extremo ¡Sencillo!
— Bien, le diría a Sana te cuide porque ambas ya volvieron a su estatus normal pero sé que puedes sola.
— Mamá... Ella es mi extremo de mi hilo rojo.
— Lo sé hija, ella me lo dijo y también lo veo.
— Y ¿Qué pasó con el tipo que me reinició el Windows?
— Quién sabe.
Había despertado con el cabello hecho un nido de aves, estaba dudando frío — Joder que sueño tan raro ¡ Escribirle a Jimin!
— ¡Hetero si buscas una silla de ruedas! — exclamó Jimin mientras se acomodaba el cinturón, estaba sorprendido al ver a Jihyo con el cabello rojo.
Se le veía bien el color.
— ¡Me reclamas por lo sucedido te dejé un ratito y ya tienes el cabello de otro color! ¡Joder!
— Tú adelantaste tu cita amorosa, ya no quiero nada — estaba comportándose como una niña, adorable.
— ¿No quieres waffles?
— Con malteada de fresa o nada.
— Lo que la señorita quiera.
— Oye, tengo que decirte algo
— Dímelo Hyo
— Tienes un almuerzo y una cita esta noche, ya tienes la ropa lista en tu departamento para ambas ocasiones, no te preocupes porque será con tu príncipe azul así que espero comas bien — Jimin estaba comiendo un pequeño pan y se detuvo al pensar detenidamente las palabras de Jihyo.
— Eres una sucia.
— ¿Qué? ¡Tú eres el sucio! Malinterpretaste mis palabras ¡Uhh! — solo pudo reírse ante la cara sonrojada de Jimin — Ya, ya, tengo que ir a molestar a Sana... Ve a arreglarte.
— Cierto... ¿Estás en una relación con la doctora Minatozaki?
— Supongo que sí, no lo sé, puede que si le estemos pero yo lo sepa ¡No lo sé! ¿Debería decirle?
— Dejemos el desayuno aquí y vamos por nuestros amores.
*horas después
— ¿Pasó algo, pedacito de azúcar? — preguntó Sana acostándose al lado de ella, se había puesto algo cómodo y ella se ofreció a ver series mientras comían.
— Sana... ¿Qué somos?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro