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Merecedores de amor

Para muchos tal vez sea desconocida la historia de amor de cupido, resumida se enamoró de una mortal llamada Psique, Venus madre de cupido no lo acepto y por una infinidad de situaciones psique se vió forzada a cumplir miles de retos difíciles para volverse digna de cupido a los ojos de Venus.

De cierta forma es lo que todos buscamos, un amor que luche por ti hasta el final... seamos honestos muy pocas veces se consigue algo así porque las personas tienden a huir a los problemas.

En estos momentos huir era lo que yo quería hacer, pero al parecer tenía cita con Meli y no la iba a desaprovechar al parecer.

—Amelia no me pagas por ser psicólogo así que podemos dejar tu encantadora historia de como lo conociste cuando vomitó sobre ti en la primaria y pasar a lo importante—establecí algo irritado.

—Pensé que sería de importancia —señaló poniendo los ojos en blanco.

—No —negué— dijiste que tenías una pregunta que hacerme.

La chica asintió feliz para mirarme.

—Cierto —retomó el tema.

Ahora entendía porque Cal y ella se llevaban tan bien, ambos hablaban saltando de un tema a otro, demasiada energía cuando los juntas a decir verdad.

—Quería saber si un cambio de estilo ayudaría a este proceso —sugirió nerviosa.

—¿Cómo? —pregunté confundido.

—Si bueno ya sabes, sé que no soy la chica más linda del mundo y en cierta forma mi pelo es un desastre entonces estaba pensando no sé un nuevo corte de pelo, tal vez arreglarme más y bajar un par de kilos tal vez ayuden —explicó nerviosa.

Y ahí estaba el error que todos cometen: pensar que solo puedes recibir amor si eres una persona atractiva.

—No te voy a negar que para los estándares de belleza no eres tan atractiva, y si ese cabello es un desastre pero te voy a decir algo que jamás debes olvidar —señalé a lo que la chica sacó pluma y papel para anotarlo— eres merecedora de amor tal y como estás, no necesitas ni arreglarte más, ni vestirte mejor y mucho menos perder peso para conseguir amor.

—Pero...

—Pero nada, el mundo te dirá que sí pero el amor, el amor de verdad, el que todos merecen no se fija ni cuánto pesas, ni como vistes ni como te ves me entendiste —insistí en mi punto— si alguien te va a querer es como eres y si no quiere decir que no merece un amor recíproco de tu parte de acuerdo.

La chica me sonrió para aventarse a mi en un abrazo, sujetándome con demasiada fuerza.

—Amelia —me queje, estaba ahorcandome.

La chica se apartó de mí para dejarme respirar.

—Lo siento es que... de verdad necesitaba escucharlo —señaló limpiando la lágrima traicionera.

—Está bien —me acomodé la ropa.

—Bien sólo quería preguntar eso —asintió guardando sus cosas.

Me quedé pensando por un segundo, era mi oportunidad para sacar información.

—De hecho quiero preguntarle algo —me aventuré— ¿Cal a tenido alguna pareja?

—No, no, mi niño es Virgen en eso —contestó riendo.

—Ya pero eres algo así como su mejor amiga, no te ha dicho nada de ya sabes sobre alguien que le interese —insistí, necesitaba saber si tenía algún tipo de persona que le atrajera.

—No, bueno aparte del baloncesto no tiene muchos intereses —negó pensando— am, él es un chico muy sensible sabes le apasionan más otras cosas que el mismo amor, ni siquiera a dado su primer beso, él dice que esperará a que llegue.

Esperar y hacerte cargo son dos opciones en el amor, por un lado puedes esperar a que llegue y te puede dejar sentado esperando, por el otro lado hacerte cargo puede ser algo muy invasivo, considerando que cada quien lleva un ritmo diferente en el amor.

—Ya veo —asentí.

—Tim... me gusta desde que tengo memoria pero no quiero forzarlo a nada —se abrió conmigo— solo me gustaría decir que llegamos a tener algo.

—Ya tienen algo —le recordé— una gran amistad.

La chica asintió feliz para irse.

Me fui a mis clases donde ya me esperaban mis amigos.

—Viejo tu nueva hermana es genial —se sentó Gabo a mi lado.

—No lo sé, no me a dejado ver esa forma suya —corregí algo abrumado.

—Dale tiempo, debe ser difícil tener una nueva familia de la nada —señaló Jess.

—No la presiono —aclaré— me da igual.

—No lo creo —dijo Gabo rodeándome con su brazo.

Lo miré con esa mirada que me conocía bien.

—No fuera Caleb porque a él si lo dejas —se quejó cruzándose de brazos.

—Celoso —dijo Jess burlona.

—Para ser honestos si —asintió para verme.

—Blasfemias —negué para tomar mis cosas.

—¿A dónde vas? —me cuestiono el moreno.

—Necesito cinco, tal vez diez —respire tomando mis cosas.

—No huyas cobarde — se quejó Gabo.

Pero me habían sobre pasado con demasiado hoy, cuando no me zampaba media caja de panques de chocolates cremosos me gustaba limpiar mis flechas

—Aquí estas —me llamó Caleb sentándose frente a mi— eres muy escurridizo.

—Soy cupido que esperabas —suspiré— estoy en mis diez minutos puedes volver después.

—Alguien no está de buen humor no es así —se burló.

—Tu no necesitas alejarte por lo menos diez minutos de las personas cuando sientes que todo te revasa —señalé confundido.

—Nop, solo como para revertir ese sentimiento—asintió— lo normal.

—Se les llama atracones y no es normal —corregí, algo muy común que hacen los adolescentes ara luego sentirse mal.

Él levantó lo hombros a manera de respuesta para observarme.

—Sabes hable con Kori por un rato, es una buena chica y no te preocupes se siente bien en tu casa —me trató de animar.

—Bien por ella —asentí sin tomarle importancia.

—¿Tú como te sientes? —preguntó interesado.

—¿Yo? —pregunté inseguro— para qué quieres saberlo.

—Bueno claro que es importante que ella se sienta bien en su nueva casa sin embargo también es importante saber como te sientes tú —explicó— después de todo es un gran cambio y sé que querías mucho un hermano.

Me quedé pensado unos segundos.

—No quería más hermanas en general —confesé— no quise a Jade y menos a Nini, tampoco quería esta nueva adopción y otro embarazo.

—Entiendo creo —dijo algo confundido.

—Aunque la verdad es que después de un tiempo les agarras cariño y ciertamente sirven bien como esclavas —le miré el lado positivo— el problema es que... no suelo llevarme bien con las personas de mi edad.

Más bien las personas de mi edad no me soportan.

—Yo creo que solo necesitan conocerte bien —afirmó.

—Eso sería todo lo contrario a hacer si quiero caerle bien —reitere.

El moreno negó para verme risueño.

—No eres tan malo como crees que eres —negó viéndome con sus ojos castaños.

—O solo me miras desde una perspectiva diferente a la realidad —expliqué lo que pasaba.

—También —asintió— mamá dice que soy muy inocente al creer en las personas, pero mi abuela dice que soy bueno escogiendo amistades así que eso es un punto a tu favor.

Bufé para negar y continuar con mis flechas, esperando que ignorándolo un poco me dejara a solas como quería.

—Sabes yo tengo dos medios hermanos —contó— tenemos prácticamente la misma edad.

—Te llevas bien con ellos supongo —me adelanté.

—No la verdad no —negó riendo— ahora que lo digo tal vez no era un buen ejemplo —se quedó pensando.

—A algo querías llegar sacando el tema no —insistí.

El moreno se quedó pensando hasta asentir.

—Ah si —sonrió— tal vez nuestra relación podría ser peor si no les hubiera dado una oportunidad, así que porque no lo intentas.

—El problema es que no se por dónde intentar —me queje tirándome en el suelo.

El moreno se recostó a mi lado.

—Solo se tu mismo —dijo lo que dicen todos.

Ser tu mismo no te garantiza muchas amistades pero si te garantiza las más sinceras.

—Y a todo esto porque me buscabas —regrese al tema principal confundido.

—Ah ya lo olvide —suspiró mirando el árbol— es un lindo lugar, planeo robártelo... ya sabes cuando me sobrepasen las cosas —se burló.

—Tu ve a comerte toda la cafetería este es mi lugar —me quejé.

Una pequeña risa de su parte fue lo que recibí.

—Ah ya me acorde, quieres ir a comer a mi casa hoy —soltó de la nada.

Le miré interesado en sus intenciones.

—Este es una clase de estrategia para que vaya a entrenar y luego me alimentes —vi sus sucias intenciones.

—Es una clase de estrategia para que me ayudes a estudiar química ya que soy terrible y el examen se acerca así que puedes —insistió.

Suspiré, no tenía ganas de volver al drama de casa así que era un buen escape, tomé mi teléfono para enviarle un documento.

—¿Qué es esto? —preguntó confundido.

—Una lista de mis alergias, si la comida se prepara con algo de esa lista podría morir —establecí.

—Eso es un si —dijo feliz— le enviaré la lista a mi abuela tu tranquilo no dejaré que mueras.

Asentí para despejarme mirando el árbol sobre mi, después de un rato nos fuimos a nuestras respectivas clases.

Para el almuerzo me senté con Gabo como siempre.

—Vienes a mi casa a comer hoy, mamá hizo tacos —sonrió orgulloso.

—Lo siento no puedo —dije pasando mis anotaciones de la mañana.

—Si es por tus madres no te preocupes yo hablo con ellas —se animó.

—Ya quedé con Caleb para comer en su casa y ayudarlo a estudiar —expliqué sin tomarle importancia.

—Es broma cierto —dijo muy serio, moviendo mi cuaderno para ponerle atención.

—Él me lo pidió primero, me hubieras dicho en la mañana —establecí.

—¡Cómo te iba a decir su huiste de mi! —se quejó.

Me quedé pensando para levantar los hombros.

—No entiendo porque últimamente pasas tanto tiempo con él —se quejó.

—No pasó tanto tiempo con él —corregí— además no siempre estás diciendo que debo hacer más amigos.

—No en día de tacos, me pasé la tarde convenciendo a mi mamá que te hiciera tus tacos especiales— se quejó.

—Pues me los guardas para mañana —arregle— no entiendo porque haces un drama de esto, ese es trabajo de Jess.

—No es drama solo... has estado actuando raro últimamente —señaló— soy tu mejor amigo deberías contarme lo que sucede.

—¡Es que no sucede nada! —levante la voz.

Un par de personas me miraron, suspiré para tomar mis cosas y salir.

—Ves huyes otra vez —se quejó.

—No huyo, me apartó de tu ambiente tóxico —corregí molesto.

El moreno me detuvo del brazo a lo que me giré molesto soltándome de su agarre.

—Lo siento no debí sujetarte así —se adelantó— es solo que has estado muy pegado de Caleb.

—Ya entiendo estás celoso, no te quitará tu lugar si eso te preocupa —lo tranquilice.

—No estoy celoso —se cruzó de brazos haciendo puchero cual niño pequeño —lo que me molesta es que ocultes las situaciones de mi.

—¿De que hablas? —pregunté fastidiado.

—Pasas los fines de semana con él, de repente tienes un gran interés por Caleb y ni hablar de qué haces cosas que jamás harías —señaló— y cualquier contacto físico con él no lo intentas evitar, Tim... a caso te gusta Caleb Blue.

¿Gustar? Era a caso ese sentimiento que se había presentado en mí.

Uy, nuestro cupido ya está entendiendo la cosa 🥰

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