La renuncia de cupido
La idea de estar en una nueva escuela no sonaba nada mal, la verdad es que desde hace tiempo que lo había pensado y tener un "amigo" podía ser útil.
—¿Tim pasó algo? —me preguntó mamá confundida.
—No, solo quiero cambiar de escuela —las calmé— siempre quisieron que fuera a la escuela de la montaña entonces no veo el problema.
—Lo platicaremos de acuerdo —Se negó— no tomaremos decisiones con la cabeza caliente.
Suspiré para poner los ojos en blanco e irme a encerrar en mi habitación.
Pensé que llamaría... que enviaría un mensaje pero nada.
Nada en todo el fin de semana lo que dejaba las cosas más en claro.
El lunes por la mañana durante el desayuno vi una buena opción, sacar el tema.
—Entonces cuando empiezo en la nueva escuela —insistí.
—Tim no creemos que sea buena idea —señaló Ma.
—¿Por qué no? —pregunté confundido.
—Cambiar toda tu rutina tan bruscamente...
—Kori lo hizo —señale a la morena.
—Si, y seguramente fue difícil para ella... imagínate para ti —dijo Mamá lo que me suponía.
—Puedo hacerlo —afirme— siempre dicen que puedo hacer todo lo que los demás no.
Mis madre se miraron.
—Lo pensaremos de acuerdo —dieron otra larga.
De camino a casa Grace me miró confundida.
—¿Y Tu porque quieres cambiarte? —preguntó la pelirroja interesada.
—Porque si —contesté.
—¿Y tus amigos? —insistió ella.
—Tengo amigos en la montaña —me excusé.
—Si es el moreno con cara de Dios yo con gusto me cambio a la montaña contigo —acepto Kori de atrevida.
Asentí lo que le sacó una sonrisa a la chica.
—Se van a cambiar por un hombre —dijo Grace como si dijéramos una tontería.
—Si vieras al hombre entenderías la razón —afirmó Kori.
Asentí apoyando la moción, al llegar a la escuela no pasó ni un minuto y ya estaban sobre cupido.
—¡Oye cupido! —me llamó un chico.
—No —me quejé.
—Se que son solo tres pero de verdad lo necesito —pidió desesperadamente.
—No me importa —contesté cerrando mi casillero.
Mientras trataba de irme fui abarcado por más personas invadiendo mi espacio personal, llamándome "cupido"
—¡A la mierda me cansé de ser cupido! —grité con los ojos de los demás sobre mi— renuncio.
Me fui de ahí molesto por la situación, con el bullicio y chisme de ellos sobre mi.
—¿Tim qué pasó? —preguntó Gabo que había visto.
—Que me cansé de ser cupido —aclare— así que renuncie.
—Vamos a tomarlo con calma si —pidió Jess— tranquilo y explícanos qué pasó, porque tomaste esta decisión.
—Porque si —me queje— también ustedes se van a oponer.
—No, pero tienes un compromiso con las personas no puedes decir que ya no quieres y listo —explicó Gabo.
—Me dan igual, además ya me voy a cambiar de escuela —bufé.
Ambos se miraron asustados.
—¿Qué? —preguntó Jess confundida.
—Aja, me iré a la montaña así dejaré de ser el estupido cupido —gruñi.
—Estas bromeando no es así —dijo Gabo riendo.
—Parece que estoy bromeando —lo miré con molestia.
—Parece que estás molesto —asintió Jess— vamos te compraré un panque para que te sientas mejor.
—No espera como que te vas —regaño Gabo— y nosotros que.
—Ustedes que —los mire— los seguiré viendo en las tardes y los fines de semana.
—Ya... pero no es lo mismo —señaló Gabo triste
—Tú solo me quieres aquí para que te ayude con la escuela —me queje— además tu le dijiste a Caleb que ser tu amigo era difícil no, pues te lo haré más fácil.
Se hizo un silencio incómodo.
—Eres un imbecil —se quejó empujándome— haz lo que quieras.
El moreno se fue molesto, Jess me miró para suspirar y verme.
—Date un respiro si, nos vemos después —dijo para ir tras su novio.
No tenía ganas de hacer nada hoy, e ir a clases significaba que tendría que estar con alguno de los dos por lo que decidí saltarme clases.
Me fui a tirar con el arco pues solo así me podía despejar un poco, pero el picor de la camisa no me dejaba concentrarme.
—Tim —me saludó el entrenador— ¿cómo estás? Recuerda que tendrás un encuentro pronto.
—Me cambiaré de escuela —contesté irritado.
—¿Qué? Timothy no puedes irte y dejar el equipo solo por una rabieta, eres el único miembro —señaló.
—Y ese de quien es problema —le contesté al hombre.
Sus rasgos físicos me decían que me quería golpear así que sólo dio media vuelta para irse.
Todo el día me estuve ocultando de todos pero no funcionó al parecer pues Cal me encontró.
—Hola Tim —me saludó— yo... quería disculparme por lo de ayer.
—No tienes que disculparte —señalé.
—Si tengo que, y lo siento —suspiró sentándose a mi lado— solo que estoy en una posición muy difícil y...
—Tranquilo me cambiare de escuela así no tendrás que estar en posiciones difíciles—señale.
—Tim no —balbuceó confundido— yo no quiero que...
—Nos vemos —me despedí levantándome para huir.
Me fui para dejarlo ahí porque no quería hacer esto... no quería seguir hablando con él.
Me fui a casa agotado.
—Hola Tim podemos hablar —dijo Ma.
—Espero buenas noticias —asentí.
—Am cariño nos hablo tú entrenador, dice que fuiste muy grosero y que amenazaste con irte del equipo—señaló.
—No fue una amenaza, fue un comunicado—expliqué.
—Está bien Tim solo... con calma —señaló.
Asentí irritado.
—Y va a venir George a comer —anunció Ma.
—Dije buenas noticias—gruñi.
—No seas grosero con el de acuerdo —pidió mamá— anda ve a comer.
George era un amigo de mis madres, también era el donador de esperma que habían utilizado para mi y para Nini.
Y era simplemente... imposible pensar que yo había salido de él.
Solía visitarnos de vez en cuando y siempre traía obsequios, pero eso no quitaba que era una molestia, hablaba muy fuerte, escupía al hablar y siempre vestía desalineado.
Pero bueno nadie elige donde nacer.
Después de un rato lo escuché llegar con su risa sonora.
—Mamá dice que bajes —dijo Jade.
—No gracias —me queje.
—Dijeron que si no baja no considerarán lo de tu escuela —señaló burlona.
Quien diga que las madres no chantajean es porque nunca tuvieron una al parecer, en mi caso dos.
Al bajar ahí estaba George vestido como el hippie que es, odiaba decirlo pero físicamente si tenía parecido con el hombre.
—Timbo mirate —dijo el hombre abrazándome con fuerza.
Me separé del hombre molesto de su abrazo.
—George ya sabes que no le gustan los abrazos —dijo mamá apaciguándome.
—Lo siento chico —revolvió mi cabello— ¿cómo estás?
—Bien —dije acomodando mi cabello.
Nos sentamos a comer la cena mientras el hombre no paraba de contar sus historias, me seguía picando la ropa sin importar cuantas veces me la cambiara.
—La nieve es hermosa, sabes Timbo porque no vienes este año a las montañas con tu padrino favorito, ya sabes y te enseño a patinar —me animó.
—No gracias —dije comiendo.
—Vamos te divertirás —sonrío.
—Se esquiar lo hago con mi mamá todos los años —señale— así que no gracias.
—Tim, tranquilo amor no hay porque alzar la voz —me calmó Ma.
—Pues no me obliguen a pasar tiempo con él —me queje— salí de este hombre pero no tengo ningún compromiso ni obligación.
—Tim tranquilo no hay necesidad de hablar así — me regañó Ma.
—Tranquilas tiene razón —dijo George tranquilo— no te voy a forzar a nada que no quieras Tim, pero me gustaría pasar más tiempo contigo.
—¿Por qué necesito más influencia masculina? —bufé lo que alguna vez lo escuché decir.
—Tim ya —regañó Mamá.
Bufé para rascarme más, estaba irritado.
—¿Tim porque te estás rascando tanto? —insistió mamá confundida.
—No sé el detergente —me quejé.
Mamá se acercó para inspeccionar mi cuello, recayendo en el sarpullido que estaba en mi cuello.
—Comiste algo que no...
—Si lo hubiera hecho estaría muerto —señalé.
Mama asintió, para tomar las llaves, otro viaje al hospital.
Estaba a dos visitas de tener un estacionamiento con mi nombre.
Al llegar me hicieron varios estudios.
—Bien campeón no es una alergia pero si un efecto secundario de uno de tus medicamentos —explicó la doctora.
—A estado irritable y con cambios de humor —añadió mamá.
—Ya pero esos también son síntomas de ser adolescente estupido —señaló Grace.
—Si es así creo que ella también tiene una reacción secundaria —señale molesto.
Mamá nos miró a los dos para que cerráramos la boca.
—Está vez si es culpa del medicamento —explicó élla— bien Tim te cambiare el medicamento y te quiero en reposo de acuerdo, por lo menos esta semana.
—Bien, por mi mejor —suspiré.
Quien lo diría, al parecer mis cambios de humor no eran más que una respuesta a uno de mis medicamentos.
Pero la semana de descanso me caería bien pues no quería ver a nadie.
Pasé tres dias en cama con los mimos de mis madres, siempre lo hacían cuando me ponía mal.
Desperté por el peso de alguien sobre mi.
—Déjame dormir —me queje reconociendo ese perfume.
—Ya son las tres de la tarde, despierta de una vez —dijo Gabo sobre mi.
—Estoy malito —me queje.
—No seas chillon tus madres dijeron que estás bien —señaló él.
Bufé cansado para asentir, el chico rodó para quedar a mi lado.
—¿Cómo estas? —preguntó preocupado
—Cansado, pero ya casi se me quita la irritación —asentí— ¿ya no estás molesto conmigo?
—Sabes que no puedo enojarme contigo —dijo golpeando mi frente como acostumbraba— ¿ya dejaste la idea de cambiarte de escuela?
—Mis mamás no me dejaron —bufé— que porque tengo un compromiso con la escuela.
—Que bien que te hicieron entrar en razón— asintió feliz— porque yo, no me imagino ir a la escuela sin mi mejor amigo.
—Que cursi —contesté burlón.
El chico negó para pegarme.
—Aunque me la pongas difícil te quiero cabron —sonrío— eso no va a cambiar.
—Está bien —asentí— yo también te quiero.
El chico sonrió triunfador.
—Sabes vi a un moreno muy interesado en ti —me animó.
—Lo dudo, ya tomo un lado —conté molesto.
—Ya veo —señaló inseguro— ¿cómo estás con eso?
—No lo sé —suspiré— era muy pronto para llamarlo amigo.
—Pero era tu amigo, y duele cuando te cambian por otro —me miró resentido.
—No te cambié —establecí— estaba haciendo trabajo de investigación
—Excusas y más excusas —se quejó.
Negué para palmear su espalda, el chico suspiró para levantarse.
—Me tengo que ir, quedé de ir con Jess a comprar unas cosas —explicó revolviendo mi cabello.
—Quien cambia a quien —me burle.
El chico asintió para sonreír.
—Dale tiempo, yo creo que si le gustas —menciono.
—Yo también... —susurré.
De verdad creí... que esta vez si me iba a corresponder.
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