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¿Gustar?

Gustar... ¿Qué significa que alguien te guste?, bueno según mi experiencia podría definirlo como el interés hacia una persona que se acompaña de acciones relacionadas a esa persona.

Más simple de explicar, te gusta pasar tiempo con esa persona, compartir momentos juntos, estás feliz después de verle y claro verte a futuro con esa persona.

Gustar es un sentimiento que si bien a veces se puede confundir con amistad, un sentimiento raro y confuso que les encanta a la persona sentir.

Escuchar esas palabras de mi amigo resonaron en mi cabeza, pero claro gustar no es un sentimiento que yo experimento por lo que era imposible.

—No digas estupideces si, estoy trabajando en un caso —me negué de inmediato.

—Tim por favor, nunca te involucras más de lo necesario —me recordó.

Suspiré para cruzarme de brazos.

—Tal vez quiero ver hasta donde funciona este don mío —me excusé.

—O quieres engañarte haciéndote pensar que es trabajo —me atacó el desgraciado.

Me crucé de brazos para suspirar, Gabo se acercó a mí para presionar mi hombro.

—Yo sé que esto del amor puede ser un poco confuso para ti —mencionó.

—Le estás intentando dar consejos de amor a cupido, por favor —me quejé.

—En la teoría eres experto pero en la práctica eres un desastre —remarcó lo que era verdad— no te voy a presionar, solo piénsalo.

—Sili pinsilo —arremede con molestia.

Gabo solo negó para darme unas palmaditas en mi hombro.

—Te traeré tus taquitos y un te lo dije después de que lo pienses —sonrío burlón.

—Una de los dos te lo puedes meter por donde te quepa —ataque— y mis taquitos no van a ser.

—Ah no debí enseñarte eso —suspiró, él solo se mataba por enseñarme sus groserías — piénsalo bien cupido.

El chico se fue riendo el cínico, a la salida ya me esperaba el moreno con su camioneta.

—Nos vamos cupido —sonrió feliz.

—Claro —acepté subiéndome.

El chico puso su música a todo volumen a la que le bajé de inmediato.

—¿Qué no te gusta la música? —preguntó asombrado.

—Claro que si, a un nivel normal y consciente de volumen —establecí lo razonable.

—Eres todo un abuelo —negó riendo.

—Agradécemelo después cuando no estés sordo —señale.

A un nivel considerable de música y él hablando sin parar llegamos a su casa.

Al llegar estaba la típica escena de la abuela tejiendo mientras miraba la televisión, por otro lado estaba un hombre quien supongo era su abuela.

—¡Abues ya llegué! —gritó al entrar a la casa.

—Ya te vimos hijo, no tienes que gritar —regañó su abuelo riendo.

—Pero me gusta —sonrió para besar la mejilla de su abuela.

—Que bueno verte otra vez Tim —saludo ella.

Le extendí la mano pero como típica abuela besó mi mejilla... ni mis abuelas se habían atrevido a tanto.

—Abue él es mi amigo Tim, vino a estudiar conmigo —me presentó.

—Más bien a ser tutor —corregí extendiendo la mano a lo que respondió con un apretón.

—Suerte, mi nieto es medio tonto —dijo sin malicia.

—Solo tengo malos tutores —negó herido— vamos Tim antes de que me pongan más en vergüenza.

Asentí siguiendo al moreno a su habitación, las habitaciones de las personas puede mostrar más de lo que uno piensa, el cuarto de una persona es su lugar especial donde se siente seguro, el decorado habla de lo que le gusta y a veces también muestra aspectos que se creen ocultar... los sucios secretos diría mi abuela.

La habitación del moreno era... un desmadre.

—Ah que raro según yo la había recogido esta mañana —miró el suelo lleno de ropa— deja arreglo un poco.

El chico se puso a levantar la ropa y tender la cama mientras yo observaba su habitación, varios carteles de  equipos de baloncesto, las parede pintadas de tonos otoñales, una alfombra bastante peluda y si cómo buen vaquero un par de sombreros.

Pero ahí en uno de los muebles encontré un par de frascos, ritalin, adderal y algunos otros más.

—Tienes TDAH —concluí más para mí aunque tal vez lo escucho.

—Ah si es de familia —asintió— pero tranquilo estoy bien controlado.

—Explica muchas cosas —entendí partes de su comportamiento tan energético.

El chico asintió sonriendo.

—Tu también eres... especial no —murmuró inseguro.

—Especial —dije arqueando la ceja— si te refieres a los tipos de trastorno...

—Eso... ya sabes —negó apenado.

Claro a nadie le gusta preguntarle a otra si tiene algún tipo de trastorno o afección, eso si la curiosidad siempre gana.

—Estoy dentro del espectro autista pero no por eso soy especial —remarqué la palabra que tanto odiaba.

—De acuerdo —asintió apenado— lo siento.

—No tienes porque sentirlo, no es nada malo —calmé la situación— muchas personas están dentro dé y ni siquiera lo saben.

El chico asintió para proseguir con lo suyo, continué con mi investigación de su recámara mientras él terminaba de limpiar.

—Listo —miró su cama mal tendida orgulloso.

—Bien empecemos con tus apuntes —me senté en la cama.

—¿Tenía que tener apuntes? —preguntó confundido.

—Ah empecemos por ahí —suspiré, iba a ser más difícil de lo que creí.

Lo puse a pasar apuntes mientras yo me ponía a jugar con un cubo de rubik.

—Debe ser divertido ser cupido —sacó el tema de la nada.

—Agotador diría yo —suspiré.

—Pero debe haber algo que te guste de ser cupido —insistió— si no porque lo harías

Y la verdad... es que ya no me gustaba, por un tiempo de mi vida amaba ser cupido, hacer feliz a las personas, verlas enamorarse... hasta que un día dejo de ser así, eso que todos querían de mi yo también lo quería, pero simplemente no podía.

—Por pendejo yo creo —evadí el tema.

El chico soltó una pequeña risita.

—Tu nunca me has pedido ayuda como cupido —mencione sacando el tema.

—Mm es que no quiero hacer trampa —dijo anotando los apuntes.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Ya sabes si me enamoro quiero que sea por mérito propio, a mi tiempo sin atajos, amarres o la magia oscura que ocupes —explicó riendo.

Me quedé pensando... nunca lo había visto de esa manera.

—Además no hay nadie que me interese —añadió.

—¿Nadie te a gustado nunca? —insistí.

El chico me miró para suspirar.

—Se que para ti es algo patético lo que te diré pero ni siquiera e dado mi primer beso —confesó— solo... no lo sé, nunca se me ha presentado la oportunidad, tal vez espere por algo que no llegara, o no sé tal vez muera virgen y solo con muchos animales.

—Tal vez —asentí.

El moreno tomó su almohada para lanzarmela a la cara.

—Algún consejo señor cupido —bufo molesto.

—No te presiones por no seguir las reglas que marcan la sociedad, ve a tu ritmo, ama a tu manera —aconseje— el amor es algo que todos sienten de diferente manera, no esperes sentirlo igual que los demás.

El chico me dió una sonrisa para taclearme en un abrazo quedando sobre mi.

—Ya veo porque te llaman cupido —sonrió.

—Deja de dudar de mi entonces —pedí serio.

El moreno se encontraba a centímetros de mí, y una vez más esa cosa en mi interior se sintió como una puñalada en el estómago.

—¿Qué hay de ti cupido? —se levantó por fin, dándome la mano para levantarme— alguna vez te haz enamorado.

—Cupido no se enamora —repetí el lema de mi vida.

—Entonces tu nunca...

—Lo siento el único virgen de esta habitación eres tú —me burlé.

—Malvado —negó— sabes tal vez cupido no se pueda enamorar, pero eso no significa que Tim no pueda.

¿Y si tenía razón? tal vez debía darle una oportunidad a Tim de sentir amor.

—Que te parece si en vez de andar de metiche en mis cosas te pones a pasar los apuntes —corte el tema— que a este paso pasaré la noche aquí.

—Quédate por mi no hay problema —sonrió— si no te molesta compartir cama claro.

Negué, aún no estaba listo para eso.

Después de regañarlo varias veces por cometer el mismo error en la cuenta de los carbonos por fin nos llamaron a comer.

Mientras bajaba las escaleras visualicé la foto de un pequeño Caleb junto a lo que suponía eran sus padres, ambos con ropa de militares.

—¿Y vives solo con tus abuelos? —me aventuré.

—La mayor parte del tiempo, mis padres están de servicio seguido —contestó sin darle importancia.

—Debe ser difícil tenerlos lejos —supuse.

—No uno se acostumbra, además siempre están cuando los necesito —se calmó a sí mismo— y mi abuela cocina mil veces mejor.

—Lo importante —resté importancia.

Bajamos al comedor donde ya nos esperaban sus abuelos para centrarnos a comer, un pollito simple con verduras.

—Con tantas cosas en la lista solo pude hacerte esto, pobrecito de ti no puedes comer nada —dijo su abuela indignada.

—Abuela —lo regañó.

—Tranquilo, ya me acostumbre —lo calmé— gracias señora.

—No hay de que, ahora coman —sonrió.

Después de rezar claro procedimos a comer, para ser un pollo sin nada estaba rico, sus abuelos eran como él, hablaban mucho pero era especialista en desconectarme y asentir cuando era necesario.

Al final el moreno me llevó hasta mi casa.

—Gracias Tim, de verdad me salvaste el culito —asintió  agradecido.

—A la otra has apuntes desde un principio —regañé.

—Lo haré —sonrio —te debo una.

—Me la cobraré después —aclaré, no hacía favores por nada.

—Adiós cupido —se despidió revolviendo mi cabello.

—Adiós Cal —le pegué en la mano para que dejara mis rulos.

Llegué a casa donde mamá estaba lavando los platos mientras Ma cepillaba el cabello de Nini.

—Tim que milagro que nos acompañes —regañó mamá— pudiste avisar que no ibas a venir a comer.

—Le dije a Grace —me defendí.

—¿Y grace es tu madre a caso? —se unió Ma al regaño.

—Con tantas personas en esta casa y las que vienen  dudo que mi presencia sea necesaria —ataque.

—Tim —regañó Ma—¿Ocurre algo cariño?

—No, estoy bien fui a comer con un amigo solamente —dije para irme.

Al llegar a mi habitación ahí estaba Kori en su puerta.

—El niño perfecto de mami se portó mal al parecer —mencionó burlona.

—Tal vez por eso no soy el hijo perfecto —contesté entrando a mi habitación para cerrar la puerta detrás de mí.

Un par de minutos después mis madres entraron a mi habitación.

—Algo que quieras decirnos— pidió mamá cerrando la puerta tras de ellas.

—No y ustedes —la miré serio— espero no sea que son gemelos —mire a Ma

Ella negó riendo, Mamá suspiró para sentarse frente a mi y tomar mi mano mientras Ma hacía lo mismo del otro lado.

—Que pasa cariño puedes decirme lo que quieras —aseguró Ma— ten por seguro que no nos vamos a molestar lo sabes, tú y Kori se están llevando mal o...

—No —interrumpi— bueno no es eso.

—Entonces— me miró Mamá preocupada.

—Me he dado cuenta que ya no quiero más hermanas —confesé— mi límite para soportar personas ya se fue hace cuatro personas, así que por favor consideren ya no tener más hijos.

Mamá asintió con una pequeña sonrisa.

—Si bueno tu madre y yo ya lo hemos hablado y creo que  seis es un número bueno para cerrar —acepto mamá riendo.

—Me parece justo —asentí más calmado.

Ma sonrió para abrazarme y besar mi mejilla.

—De todas maneras si no te sientes cómodo o necesitas decirnos algo sabes que aquí estamos —me animó mamá.

—Lo sé —asentí— debí decirlo con Jade.

Mamá negó divertida aunque a Ma no le dió tanto gusto.

—Bueno una vez aclarado eso —señaló ma— ¿Cómo está eso de que tienes un nuevo amigo?

—Si cuéntanos, ¿como se llama? ¿quien es? ¿cuando lo traes a la casa? —insistieron ellas.

Ya no había vuelta atrás, una vez enterada mis madres esta amistad se podía confirmar.

Lo que aún no podía confirmar era ese supuesto sentimiento "gustar" dentro de mi

Tarde pero seguro 💕

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