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¿Dios griego?

Ahí estaba ese moreno con cara de Dios frente a mi, con esa sonrisa que enamoraba más rápido que una de mis flechas.

—¿Oti? —le miré confundido.

—Hola Tim —saludó abrazándome, según Cal así saludaba él.

En cualquier momento me hubiera alterado por algo así... pero a él se lo permitiría.

Me giré para ver a Cal, seguía peleando con su madre.

—Deberíamos dejarlos a solas no —me sonrió— ven te invito una galleta.

Sin darme tiempo hablar me rodeo con su brazo para llevarme, si bien tengo una estatura promedio para un canadiense... pero este hombre era enorme.

—Solo quieres ir por galletas verdad —me adelanté para negar.

—Son mi debilidad —asintió feliz.

Nos fuimos a los comedores que estaban llenos de gente, me compré un refresco para sentarme a platicar con él.

—¿Estás algo lejos de tu montaña no? —pregunté mientras se comía su sándwich helado de galletas.

—Trajimos a los hijos de mi tío al acuario pero me escapé de ellos —contó sin poner mucha atención— ¿Tú qué haces aquí? Cali dijo que te pusiste mal ayer

—Me gustan los acuarios—afirmé— aunque... creo que era de más contarte lo de ayer.

—No te enojes con él por contarme, le dije que te invitara —continuó comiendo su postre sin dejar de mirarlo— por eso me contó, aunque yo creo que no quiere que conozcas a su mamá.

—¿Por qué no? —pregunté confundido

—Pues... —dijo viéndome— no creo que deba decirte.

Saqué la galleta que tenía para deslizarla por la mesa hacía el.

—Me siento ofendido si crees que me puedes comprar con...

—Tiene relleno de chocolate —di el punto de gracia.

—Buena jugada —dijo tomando la galleta— tiene problemas familiares, por eso vive con sus abuelos.

—Pensé que porque su madre estaba en servicio —insinué confundido.

—Hace un par de años que dejó el servicio —miró la galleta a medio comer— rayos ya me sentí mal por contarte —se quejó— soy un fácil.

Asentí divertido, el moreno me miró con esos ojazos azules que se cargaba.

—Sabes Cali es un libro abierto —mencionó— solo debes preguntarle.

—Cuando si quiera tocó el tema él lo cambia —expliqué.

—Quiere decir que aún no está listo, pero no creo que sea por ti —me calmó— a tenido años difíciles, por eso me alegra de que seas su amigo.

—¿Por? —pregunté confundido.

—Bueno es que él...

—¡Aquí estas! —exclamó Kori llegando con mucha mercancía de la tienda de regalos— te busqué  por todos lados.

—Ya veo que me buscaste en la tienda de souvenirs —me burlé.

La chica se giró para ver a Oti casi dejando caer su bolsa de palomitas.

—Ho... Hola —saludo al moreno embelesada.

El chico sonrió para extenderle la mano, si, Oti solo abrazaba a quien conocía, no iba por ahí abrazando a cualquiera.

—Soy Autumn pero puedes llamarme Oti —se presentó.

—Yo soy... Kori —asintió estrechando su mano.

—Vive conmigo —expliqué mirando a Kori para que soltara la mano del moreno.

Un bebito llegó corriendo para lanzarse a él.

—Te enconte Oti —pronunció el niño abrazándolo— te buque mucho y no estabas.

—Debiste iniciar por aquí Harry —se burló besando la mejilla del niño, que no pasaría de los tres añitos.

El chico nos saludó emocionado para recargarse en el pecho del ojiazul.

—Vamos, vamos con tiburones —pidió el niño.

Oti asintió para sonreír.

—Bueno me han encontrado así que me debo ir —se disculpó— nos vemos el fin de semana Tim —se despidió dándome medio abrazo— un gusto conocerte Kori.

El moreno se fue con el bebé en brazos hasta llegar con un señor que probablemente era su padre... y lo digo porque era igualito a él... jodidamente sabroso.

—Tim, me puedes flechar con ese dios griego —pidió de inmediato.

—Si pudiera me flecharía a mi mismo —asentí— pero algo me dice que su corazón ya está ocupado.

Otra parte de mi don, podía sentir cuando una persona estaba enamorada de otra.

—Amm y con su papá entonces —insistió.

—Tiene esposo —negué.

La chica maldijo por lo bajo, que se le podía hacer.

—¿A donde vas? —preguntó mientras íbamos caminando.

—A las medusas —me adelanté sin más.

—Tim por favor vamos a ver otra cosa —pidió— ya las viste demasiado y no hacen nada.

—Por eso las seguiré viendo —me negué.

Volvimos al estanque de medusas para que pudiera verlas.

—No entiendo tu obsesión con ellas —bufó irritada.

—No es a las medusas —afirme— en general es al acuario, pero las medusas son las que mejor proyectan las luces de los acuarios en ellas —expliqué.

Ella asintió pero solo aguanto otros veinte minutos para desaparecer con la excusa de que iba a ir al baño.

Me quedé mirándolas por un largo rato en calma, las medusas estaban en un gran estanque circular que te rodeaba por completo y en medio había bancas para relajarte un rato, o en mi caso poder estar ahí todo el tiempo que quisiera.

—Son muy lindas —dijo una voz sentándose a mi lado.

—Lo son —asentí sin prestar atención.

Me tomó casi cinco minutos caer en cuenta que era Caleb, me giré para verlo y ahí estaba riéndose de mi.

—Igualito a Oti cuando ve una galleta —se burló.

—Te has visto cuando juegas basketball, es casi igual —asentí.

El chico negó divertido para verme.

—¿Cómo estas? —preguntó preocupado— no deberías estar descansando.

—Te pareces a mis madres —negué poniendo los ojos en blanco— estoy bien.

—Es bueno —asintió— si te hubiera pasado me hubiera odiado de por vida por decirle a Kori que te cocinara.

—Si es en parte tu culpa —apoye la moción.

El chico asintió para suspirar.

—Te encontraste con Oti no —me sonrió

—Si, estuvimos un momento juntos —afirmé— tú encontraste a Kori.

—Así es, dijo que llevas una hora aquí metido —negó divertido.

—Mi récord es seis —presumí orgulloso.

El chico me miró asombrado para negar.

—Que aguante —se burló.

—Dile eso a mis madres —sonreí recordando.

Cal asintió mirándolas, era mi actividad favorita porque podías despejarte bien.

—Hace rato te vi con una mujer —murmuré.

—Oh —dijo— no era nadie.

Asentí, no quería presionarlo.

—No te trajeron de niñera —le miré riendo.

—Si pero me escapé —sonrió burlón.

Asentí, yo también huía de mi hermana... la mayor parte del día.

—Yo...

Le miré, se mostraba indeciso.

—La verdad es que esa mujer... era mi madre —contó.

—¿Ella volvió de servicio? —pregunté.

—Si... bueno no —corrigió—  ella ya no se va de servicio desde hace un par de años, pero tampoco vive conmigo.

Asentí para girarme y verlo.

—Está bien si no quieres contarme, todos nos guardamos cosas, ademas no te voy a presionar —lo calmé.

El moreno asintió para darme una sonrisa fingida.

—¿Tu te guardas cosas para ti? —preguntó burlón.

—Mm te ocultaba mis calzoncillos de tiburones pero ya los viste —me burlé.

El chico negó riendo para verme.

—Yo creo que si me ocultas algo —señaló guiñándome un ojo.

Que podía decirle, nada así que me giré para ver a las medusas.

—Tu no tienes remedio —me dijo riendo.

—Tal vez —susurré.

A cualquier persona le diría que en esta situación se atreviera a dar el siguiente paso, confesarse... pero como podía confesarme si no sabía que es lo que sentía.

Nos quedamos así por un rato hasta que llegó Kori.

—Muy bien es hora de irnos —ordenó Kori llegando.

—No lo creo —me negué.

La chica me lanzó un pequeño llavero de medusa que vendían aquí.

—Muy bien hora de irnos —acepté.

—Tu madre tenía razón —asintió feliz — lo hubiera hecho hace tres horas.

Cal negó riendo para revolver mi cabello.

—Nos vemos cupido —sonrió.

—Adiós Cal —me despedí concentrado en mí medusa azul con dorado.

Llegamos a casa donde ya nos esperaba mamá.

—¿Como les fue? —preguntó abrazando a la chica— te divertiste.

—Claro, las primeras dos horas —bufó para negar.

—Terminaron temprano hoy —dijo Ma comiéndose mis chocolates

—¿Temprano? —cuestionó Kori asombrada.

Habíamos llegado a las diez de la mañana y ya eran cerca de las seis... había estado muy poco tiempo, solo porque estaba algo cansado.

—Por cierto te esperan es tu habitación —mencionó mamá— si Nini no lo a secuestrado aún.

Asentí para ir a su rescate, después de claro tomarle varías foto de él maquillado y con un cuerno de unicornio lo rescaté.

—Me veo encantador —afirmó pegándome con la boa de plumas para pasar a mi lado.

Asentí para irnos a mi cuarto, mientras colgaba mi medusa con las demás mi mejor amigo se quitaba el maquillaje.

—¿Que haces aquí? —pregunté— deja adivino te peleaste con tus padres, hermanos y con Jess.

—Que comes que adivinas —dijo su frase de abuelito.

—Soy tu última opción de escape —concluí.

El chico bufó para tirarse en la cama agotado mentalmente.

—Jess se enojó conmigo porque la defendí de unos imbeciles, y luego llegué a casa y el imbecil de Damian tomó mi dinero para comprar uno de sus estupidos libros y mis papás en vez de regañarlo me regañaron a mi —se quejó— que debo ayudar a la familia pero dime cuando están ellos para ayudarme.

Me senté a su lado para poner mi mano en su hombro.

—Ánimo —dije como norma social.

El chico bufó para negar y reírse.

—Eres pésimo en esto —negó— y ya puedes quitar tu mano.

—Por fin —dije incómodo— como lo hacen.

—No fuera Caleb verdad —murmuró burlón.

—Ya vas a empezar de celoso —regañé— tranquilo tú eres mi mejor amigo.

—Aww gracias —me abrazó, se lo permití un par de segundos para luego soltarme.

Aún con eso se veía desanimado.

—Sabes que Jess es una mujer fuerte que se sabe defender —señale— y odia que los demás la defiendan.

—Pero eran unos hijos de puta homofóbicos y...

—Ella puede, es una orgullosa chica trans que se me puede defender ella sola —le recordé lo que siempre nos decía— además es mejor soltando golpes que tú.

Mi amigo asintió recordando, mi amiga no se andaba con juegos, sabía muy bien soltar buenos golpes.

—Lo del dinero... —mencionó— era parte de tu dinero de san Valentín, yo... te lo pagaré después si, solo deja me pagan en el trabajo y...

—No quiero el dinero —me negué— era todo para ti.

—Tim...

—Tim nada, considéralo tú pago por ser recogedor de flechas —lo calmé.

El moreno asintió, no le iba a decir nada de su familia porque se alteraba y hoy estaba algo cansado para pasar otro dama familiar.

—Me puedo quedar a dormir, no quiero volver —pidió él.

—Claro —asentí.

El chico sonrió para prender la televisión y ver lo primero que encontrará.

—Am Gabo —me atreví— crees que... crees que le guste a Cal.

El chico apago la tele de inmediato para acorralarme.

—Te dije, no te lo dije, te gusta —sonrió feliz.

—No... no sé qué siento por él —me adelanté— pero tal vez si le gusto podría entender mejor mis sentimientos mejor, creo.

Gabo asintió para pensarlo.

—Sabes por qué Cal le gusta a muchas chicas —me preguntó.

—Estéticamente es lindo —asentí— para los estándares de belleza.

—Si, pero aparte es muy amable y atento —explicó— tanto que a veces se puede confundir con otro sentimiento.

—Ya veo... entonces no le gusto —comprendí.

—No... no lo sé, la verdad es que no lo conozco tanto como tú —explicó— pero usa ese don tuyo para averiguarlo.

Suspiré para asentir.

—Gracias por nada —me queje.

El chico me atacó a lo que correspondí con lo mismo.

Creo que le gustaba... y creo que me gusta... ¿Pero que mierda significa eso?

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