1 + 1 no siempre son 2
Ahí estaba ella mirándome con esos ojitos castaños llenos de desesperación y frustración.
—Pero tú dijiste...
—Pues estaba equivocado, también soy humano sabes —dije guardando mis cosas.
—Prometiste ayudarme —insistió triste.
—No, no lo hice —me negué— hicimos un contrato en el que establece que puedo dejar de ayudarte si así lo amerita, tranquila si quieres tu dinero te lo devolveré.
—¡A la mierda mi dinero crees que esto es un juego! —me atacó.
—Si, lo era hasta que todo el mundo empezó a tomárselo en serio —me quejé— no puedo ayudarte porque él no siente lo que esperas que sienta.
Yo estaba hablando tranquilo pero a este punto su voz ya estaba siendo elevaba.
—¡Entonces porque pasas tanto tiempo con él si sabías que no iba a funcionar! —me gritó acercándose más a mi invadiendo mi espacio.
—Nos hicimos amigos, no todo gira en torno a ti —establecí retrocediendo incómodo— lo siento pero yo no puedo ayudarte más.
—Entonces yo... yo lo haré por mi —afirmó para darse vuelta e irse.
No se porqué pero algo dentro de mi no se sintió bien.
Jess llegó observando a la chica irse molesta.
—¿Estas bien guapo? —me preguntó a la defensiva— necesitas que le parta la madre.
—La violencia no es la solución —le recordé.
—Pero que bien se siente —asintió tronando los huesos de su mano— ¿entonces?
—Está molesta porque no le ayude con su flechazo —expresé.
—Ah porque te gusta Cal —asintió— un poco malévolo de tu parte darle esperanzas si sabias que no había nada, pero esta bien que seas egoísta en el amor.
—¿Lo es? —pregunté confundido.
—Claro, todos merecemos amor —asintió— si dejarás el camino porque sabes que le gusta a alguien más, te quedarías solo, todos le gustamos a alguien y siempre hay que hacer algo al respecto.
Bufé para asentir.
—A ti te la puse fácil —me queje.
—Fácil Aja, nos juntaste cuando aún vestía como hombre — me recordó.
—Te di un buen hombre para tu transición no te puedes quejar —señale.
Jess asintió, cuando éramos pequeños y a ella la solían llamar Jason fue mi primer amigo.
Ella siempre a sido ella sin importar qué ropa usara, o porque pronombres se identificara, siempre a sido ella... y a la pequeña Jess le gustaba el pequeño Gabriel, así que no le vi él problema y los junté.
Nos fuimos a clase sintiendo algo raro dentro de mi, al llegar al salón todos estaban vueltos locos por él examen, para mi sorpresa Gabito estaba tranquilo.
—Listo para pasar el examen —traté de animarlo.
—Estudiamos mucho así que nos irá bien —dijo demasiado tranquila.
Mire a Jess extrañado.
—Está drogado no —señalé lo obvio.
—Le di un calmante solamente —sonrió.
Negué pero parecía que le hacía bien.
—Sobre lo de ayer —le pedí— que fue lo que viste.
—Pues muy hetero no se ve —señaló riendo.
—Y sobre lo otro...
—Yo digo que si —asintió— o tal vez no, no lo sé.
Negué, no se podía hablar con él en ese estado.
Me senté en mi lugar sacando mis cosas para el examen, Cal llegó para sentarse en su lugar a mi lado.
Una inquietud y unas sabias palabras recayeron en mi cabeza, "Yo lo haré por mi"... tal vez era tiempo de que hiciera algo por mi para tratar de saber que es lo que sentía.
—Te irá bien —lo anime.
El moreno asintió, se transpiraba decepción y angustia en este salón.
—Oye te gustaría hacer algo el fin después de la práctica —sugerí.
—Lo siento tengo un compromiso —mencionó centrado en su cuaderno.
—Bueno qué tal el viernes — traté de arreglar.
—No puedo lo siento —susurró.
—Bien si no quieres no —acepté, tampoco le iba a estar rogando.
—Otro día de acuerdo —murmuró distante.
La profesora entró con los exámenes por lo que no dijimos más, la mujer siempre me ponía adelante para que no me copiaran, en un par de minutos acabe el examen para irme como siempre.
Mientras desayunaba sentía las miradas juiciosas de las amigas de Amelia.
Vi al moreno salir, quería preguntarle como lo había ido... pero al verme se siguió de largo para desaparecer, no sabía que estaba pasando pero si sabía que había sido un día estresante para todos así que lo dejé pasar.
Bueno no para todos pues Gabo iba hasta el tope de drogado.
A la salida tenía que avisarle a Kori que venían por nosotros, para mi suerte ahí estaba él hablando con ella.
—Kori —la llame— mamá llegó por nosotros.
—Ah genial, vamos entonces —asintió— nos vemos Cali.
—Adiós Kori, Tim —dijo para despedirse e irse.
Usualmente suele revolver mi cabello o chocar puños al irse pero esta vez no fue así.
—¿Está enojado conmigo? —pregunté confundido.
—Mn no lo sé, hiciste algo para hacerlo enojar —preguntó mientras nos íbamos al carro.
—No... no que yo sepa —dije inseguro.
—Pues entonces no —me trató de calmar.
Bufé irritado para negar.
—Ahora parece que cambiaron de papeles ya decídanse —me queje.
—¿Quieres que vuelva a ser mala contigo? —preguntó confundida.
—Quiero constancia —pedí lo que de verdad quería.
—Tim las personas no son constantes —negó riendo.
—Por eso me caen mal —me queje.
Al llegar a casa no había la comida que me gustaba lo que no mejoro mi día y encima traía las alergias molestando y medio frasco no iba ayudar.
—Tim... Tim —me llamó Jade mientras yo estaba "haciendo drama" como diría mi madre.
—No me molestes —me quejé.
—Es que yo... yo... tengo una duda —pidió.
—pregúntale a mamá —me quejé.
—Es que son cosas en las que tú eres un experto —señaló— como que uno más uno a veces no son dos, ya hice el cálculo mil veces, incluso en la calculadora y siempre son dos.
—Por qué la posibilidad de A más B se gusten muy pocas veces es de cero, siempre habrá un C en la ecuación, y si eres muy guapo pude que hasta D, E y todo el puto alfabeto —explique— entendiste.
—No —negó— me quedo con mis píxeles entonces.
La niña se fue corriendo para irse, lo entendería cuando fuera más grande.
Toda la semana fue así, trataba de acercarme a él y se iba o estaba muy ocupada para mi.
El fin de semana llegó rápido por lo que significaba que me tocaba entrenar con su equipo, al llegar ya estaban todos ahí.
—Tim... ¿Qué haces aquí? —me preguntó confundido.
—Pues entrenar supongo —señale— no hay entrenamiento o...
—No, solo que pensé que como no había sido tu recogedor de flechas no íbas a venir —expresó.
—Soy hombre de palabra —le recordé— pero si no me quieres aquí me puedo ir.
—No... no para nada —negó— vamos.
Oti sonrió para venir a saludar con su fiel abrazo, al menos a alguien aquí si le daba gusto verme.
—Yo que tú no habría venido —dijo Oti ya sudando— nos quiere matar Tim.
—Me arrepentiré después —asentí.
Nos pusimos a practicar lo que fue agotador, sin embargo Caleb no me pasaba la pelota, ni siquiera me miraba, incluso en el partido quie hicimos contra unos chicos de por ahí que ganamos gracias a mi no fue para decirme nada.
Mientras guardábamos las cosas tomé el balón y no se porqué mi mano lo lanzó contra su cabeza.
—Auch Tim que te pasa —se quejó.
—No, que te pasa a ti —me quejé— porque estás actuando tan raro.
—¿Qué? yo no —dijo negando— no es así.
—Claro que si, te alejas de mi cada que me vez, ya no me hablas como antes y ni siquiera me ves a los ojos —señalé.
—No te puedo dar toda mi atención todo el tiempo de acuerdo —atacó— no eres el centro del mundo.
Me estaba irritando y no sabía porque.
—Ya, lo entiendo —me iluminé— como ya te ayudé ya no te importo no es así.
—¿Qué? —preguntó confundido.
—Claro todo iba bien pero después de que te ayude a estudiar para el examen me desechaste, me usaste... como todos —me queje.
Era como me sentía al ser cupido... usado.
—Que clase de persona crees que soy —me miró molesto— esto no es por el estupido examen que te agradezco es porque no quisiste ayudar a Meli.
Me quedé mirándolo para negar y reír.
—Porque no quise ayudar a tu amiga te pones así —dije incrédulo— que querrías que hiciera un amarre, esto es amor no una ciencia.
—No es por no ayudarla... entiendo que no siempre se puede pero darle falsas esperanzas, eso es lo que me molesta —dijo irritado— la lastimaste Tim, no lo entiendes... incluso yo te ayudé para que la juntaras con Matt y...
—Ella no... —no podía decirle, ella tenía que hacerlo— no te dijo toda la historia, pero no importa que te diga yo... tu ya escogiste un lado.
—Tim...
Me di media vuelta para irme, tendría que irme caminando pero mi orgullo era más.
—Tim —escuché una voz llamarme.
No me giré hasta que tomaron mi hombro.
—Tranquilo Tim, yo te llevo —dijo Oti.
Asentí, la verdad es que algo de mi se sintió como si me estuviera ahogando... estaba decepcionado, porque creí que al menos él vendría tras de mi.
—Puedo pedir un taxi no tienes que preocuparte —lo calmé.
—Ah está bien, hoy debía volver a casa temprano de todas maneras y me quedas de paso —se ofreció.
—¿Te irás antes de desayunar? —dije asombrado.
—Yo siempre desayuno —afirmó— en casa de Cal solo es mi segundo desayuno.
—Algo me dice que comes más de uno —supuse.
El chico solo sonrió para asentir, su voz no era tan definida y a veces podía ser un poco confusa como la de una persona oyente pero se notaba que había tomado mucha terapia para poder hablar mejor.
—Veo que Cal y tú tienen problemas —sacó el tema— espero que se arreglen sé que son buenos amigos.
—En este momento no sé si seamos amigos —me queje.
—No digas eso, creo que eres su primer amigo en años —contó— sabes... no, ay no sé si hablarte de esto.
—Tengo galletas —le miré.
El chico se lo pensó.
—No me venderé esta vez de acuerdo —dejo en claro— solo te dire que Cal paso por algo hace un par de tiempo, estuvo mal por un rato y se cerró en si mismo y de los muchos amigos que tenían solo quedamos nosotros... es por eso que puede ser muy sobreprotector.
—Pues creo que ahí está claro que no somos amigos —dejé en claro.
—No digas eso —negó.
El moreno me vio con esos ojazos.
—Estoy cansado Oti, de todo... de ser cupido, de ser arquero y de las personas de aquí —me queje.
—Siempre puedes iniciar de cero en otra escuela —me animó.
—Si tratas de decirme que me vaya contigo a la montaña me estás convenciendo —acepté.
—Por mi estaría bien —sonrió— te caerán bien mis amigos, tienen nombres raros pero te encantarán... tal vez.
Asentí, no se me hacía mala idea, la escuela de la montaña era mil veces mejor que aquí, y tendría menos presión que acá.
Al llegar el chico me dejó en la puerta para irse.
Llegué a casa mientras mis madres preparaban el desayuno.
—Mamás me quiero cambiar de escuela a la montaña —notifique.
Ambas se miraron sin decir nada.
No sabía que pasaba dentro de mi pero quería que acabara.
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