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XV

Habían pasado dos días intensos, días en los que Jungkook no había permitido que nadie se acercara a Taehyung. Era imposible ignorar la intensidad de su presencia, lo dominante de su aroma: esa mezcla de lluvia y tierra mojada que dejaba claro a cualquiera que Taehyung no era alguien a quien pudieran tocar, mucho menos acercarse. Con cada mirada, con cada gesto posesivo, Jungkook proclamaba que Taehyung era suyo, completamente suyo. El ambiente se sentía denso, electrizante. El aroma de Jungkook, que Taehyung había aprendido a reconocer como su refugio, estaba ahora cargado de algo más profundo, algo más primitivo. Era su celo.

Taehyung estaba junto a la ventana, con sus alas blancas y suaves extendidas, cada pluma irradiando una ligera vibración de emoción. Sabía que Jungkook lo observaba, y era imposible ocultar la emoción que esa mirada encendía en él. Sus alas parecían responder a esa energía, moviéndose suavemente, como si quisieran invitar a Jungkook a acercarse, a tomar lo que era suyo.

El alfa avanzó con pasos firmes, cada movimiento suyo irradiando esa presencia inconfundible de su instinto dominante. Taehyung sintió cómo la temperatura de la habitación subía conforme Jungkook se acercaba, hasta que finalmente estaba justo frente a él, llenando sus sentidos con el aroma de su celo. El simple hecho de estar tan cerca lo hacía sentir vulnerable, y al mismo tiempo intensamente deseado.

-Han sido dos días... -murmuró Taehyung, con un tono de voz bajo y seductor, sin apartar la vista de Jungkook-. Dos días donde me has marcado de todas las formas posibles. -Una sonrisa juguetona se asomó en sus labios-. Me pregunto qué es lo que planeas ahora.

Jungkook esbozó una sonrisa cargada de deseo y desafío. Sus manos recorrieron las alas de Taehyung, acariciando cada pluma suavemente, hasta que llegaron a la base, donde su toque fue más firme, casi posesivo. Los ojos de Jungkook brillaban con una intensidad oscura, y la lujuria en su mirada era palpable.

-Lo que planeo, Taehyung, es hacerte mío de una vez por todas -murmuró, su voz ronca, casi un susurro. La fuerza de su alfa era tan evidente que Taehyung sintió que todo su cuerpo reaccionaba a su presencia.

Cada caricia de Jungkook lo hacía temblar, y su aroma a lavanda se volvía más fuerte, mezclándose con el olor a tierra mojada de Jungkook, creando una combinación embriagante. Jungkook envolvió la cintura de Taehyung con sus brazos, acercándolo hasta que sus cuerpos apenas tenían espacio entre ellos. Con un leve movimiento, hizo que Taehyung mirara hacia él, su rostro muy cerca, lo suficiente como para que Taehyung pudiera sentir su aliento cálido contra su piel.

-¿Es eso lo que quieres, Tae? -preguntó Jungkook, su tono bajo y cargado de deseo-. Que este alfa finalmente te haga suyo.

Taehyung sintió su pulso acelerarse, y sus alas temblaron a su alrededor, reflejando su deseo. La mirada de Jungkook se desvió momentáneamente hacia sus alas blancas, tan suaves y tan perfectamente extendidas. Parecían rodearlos, creando un espacio privado donde no existía nadie más que ellos dos.

-No tienes idea de cuánto lo quiero, Jungkook -respondió Taehyung, dejando que sus propias manos recorrieran el pecho de Jungkook, sintiendo el calor de su piel a través de la tela. A medida que sus manos subían hasta sus hombros, sentía cómo la presencia del alfa se volvía aún más dominante.

Con un movimiento lento, Jungkook inclinó su rostro, y sus labios encontraron los de Taehyung en un beso profundo, posesivo, como si quisiera dejar una marca en él. El beso era todo lo que Taehyung había deseado: lento, apasionado, y lleno de una intensidad que lo hacía olvidar todo lo que no fuera la sensación de los brazos de Jungkook a su alrededor. Sentía su propio olor a lavanda mezclarse más y más con el de Jungkook, y eso solo hacía que el deseo entre ellos creciera.

-Eres mío -murmuró Jungkook entre besos, sus palabras llenas de una seguridad que hacía que Taehyung se estremeciera.

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