XII
El silencio entre ambos era cargado, pero no incómodo; era más bien un espacio íntimo que ambos compartían, como si el universo hubiera dejado de girar por unos instantes, en honor a su amor. Jungkook, sintiendo que el peso de las palabras aún lo sostenía, apretó las manos de Taehyung, y los dos permanecieron así, conectados, bajo el brillo de las estrellas.
Finalmente, Taehyung lo llevó a través del sendero hasta un claro en el bosque, iluminado por la suave luz de la luna que se colaba entre las ramas. En el centro del claro, había una pequeña mesa adornada con pétalos de flores y velas encendidas, cuyo resplandor cálido hacía que todo pareciera aún más mágico. Taehyung sonrió, complacido al ver la expresión de sorpresa y asombro en el rostro de Jungkook.
—Quería que esta noche fuera especial para ti, —dijo Taehyung, caminando hacia la mesa y tirando suavemente de la mano de Jungkook para que lo siguiera—. Es nuestra primera velada oficial… y también mi forma de demostrarte que estoy completamente comprometido contigo.
Jungkook se dejó guiar, aún con la sonrisa de alguien que no puede creer lo que está viviendo. Taehyung siempre encontraba una forma de sorprenderlo, de hacerle sentir que cada momento era único y digno de ser recordado. Se sentaron juntos, y Taehyung tomó una copa con un néctar dorado y burbujeante que servía especialmente en el Olimpo, ofreciéndosela a Jungkook.
—Por nosotros, —brindó Taehyung, sosteniendo su propia copa y chocándola suavemente contra la de Jungkook—. Por esta noche y por todas las noches que vendrán.
—Por nosotros, —respondió Jungkook, sintiendo el suave calor del néctar recorrer su cuerpo al beberlo. En ese instante, las dudas parecían disiparse, y lo único que quedaba era la certeza de que, junto a Taehyung, el mundo era mucho más hermoso y brillante.
Mientras cenaban, Taehyung lo escuchaba atentamente, fascinado por cada detalle que Jungkook le contaba sobre su vida mortal. Cada pequeña historia parecía capturar toda su atención; a veces se inclinaba hacia adelante, apoyando la barbilla en la mano, o reía con suavidad ante alguna anécdota divertida. Había algo muy humano en Taehyung en esos momentos, una sencillez que lo hacía aún más encantador y misterioso.
—¿Sabes? —dijo Taehyung, sonriendo de lado—. El tiempo en el Olimpo pasa de una forma diferente. Puede que aquí haya pasado una semana, pero en mi mundo han sido apenas unas horas. Así que cada segundo contigo, en realidad, es como si estuviera viviendo años a tu lado.
Jungkook lo miró con una mezcla de ternura y sorpresa.
—¿Entonces, realmente piensas en todo esto como algo… eterno? —preguntó con una voz suave, casi temeroso de la respuesta.
Taehyung asintió, su mirada profunda y sincera.
—Así es, Jungkook. Y cuando llegue el momento de que me acompañes al Olimpo, solo si tú lo deseas, no habrá barreras para nosotros. Podremos estar juntos, más allá del tiempo y de la mortalidad.
Jungkook se quedó en silencio, con el corazón latiendo rápidamente en su pecho. La idea de compartir la eternidad con Taehyung era abrumadora, pero también increíblemente hermosa. El dios lo miraba como si fuera lo más valioso del universo, y cada gesto, cada palabra, le dejaba claro que ese amor era algo que iba más allá de lo efímero.
Después de cenar, Taehyung se levantó y extendió su mano hacia Jungkook.
—¿Bailamos? —preguntó con una sonrisa suave.
Sin dudarlo, Jungkook aceptó, y pronto ambos estaban en el centro del claro, rodeados de la suave luz de las velas y las estrellas que parecían acercarse para observar. Taehyung lo sostenía con firmeza, guiándolo en un suave vaivén al compás de una música imaginaria que solo ellos podían escuchar. Jungkook apoyó su cabeza en el hombro de Taehyung, cerrando los ojos y permitiéndose sentir cada segundo, grabando la sensación en su memoria.
—Nunca había tenido algo como esto, —murmuró Jungkook, sin abrir los ojos—. Siempre pensé que el amor era algo pasajero, algo que se desvanecía con el tiempo… pero contigo siento que es eterno.
Taehyung le acarició suavemente la espalda, inclinándose para susurrarle al oído.
—Entonces nunca dejes de sentirlo. —Le besó la mejilla, cerca del oído, en un gesto que hizo que Jungkook se estremeciera—. Porque pase lo que pase, siempre seremos tú y yo.
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