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XI

Desde que compartieron aquel momento en el estanque, Taehyung y Jungkook habían pasado cada día juntos, sumidos en un ir y venir de coqueteos, risas, y paseos bajo las estrellas. Taehyung, siendo un dios y con su encanto natural, no perdía oportunidad de mostrar su afecto a Jungkook, siempre añadiendo algún comentario coqueto o provocador que hacía que el alfa se sonrojara, aunque intentara no mostrarlo.

Esa noche en particular, Taehyung había preparado algo especial, pero antes de revelarlo, decidió tomar un camino largo. Lo llevó de paseo por un sendero rodeado de flores, entre los árboles susurrantes y el aire perfumado con sus propios aromas de lavanda, bosque y lluvia. De vez en cuando, se detenía en medio del sendero, giraba sobre sus talones para enfrentar a Jungkook y lo miraba con una sonrisa traviesa.

-Dime, Jungkook -dijo en un tono despreocupado, aunque sus ojos brillaban con picardía-, ¿qué harías si un dios te pidiera que fueras su pareja?

Jungkook soltó una risa nerviosa, tratando de parecer despreocupado. Sabía que Taehyung se refería a él, pero el omega tenía una forma de decir las cosas que hacía que todo pareciera un juego.

-¿Un dios, dices? Bueno... -respondió con una sonrisa fingidamente indiferente, mirando a Taehyung de reojo-. Supongo que dependería de qué tan en serio lo diga ese dios.

Taehyung se acercó más, hasta que quedaron muy cerca, tanto que Jungkook pudo ver cómo sus ojos reflejaban la luz de las estrellas.

-Oh, cariño... Si fuera yo, créeme, no diría esas palabras a la ligera.

-Jungkook... he querido pedirte esto desde hace algún tiempo -empezó, su voz suave y cálida-. Quiero que seas mi novio.

Jungkook se quedó en silencio por unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. Había deseado estar con Taehyung desde el primer momento en que lo vio, pero aquella propuesta le trajo un torrente de pensamientos y dudas. Lo miró con una mezcla de emoción y nerviosismo en sus ojos oscuros.

-¿Estás seguro? -preguntó finalmente, soltando una leve risa nerviosa mientras desviaba la mirada-. Es solo que... yo no soy un dios. Soy un mortal y tú... -se interrumpió, sintiéndose un poco inseguro de expresar todo lo que pensaba.

Taehyung le sonrió con ternura y apretó sus manos con suavidad. Luego, en un tono dulce y tranquilo, le dijo:

-Oh, cariño, te elegí a ti por lo que eres, no por lo que no eres. -Taehyung le miró directamente, con una sinceridad que hizo que el corazón de Jungkook se acelerara aún más-. No hay nadie más en este mundo ni en el Olimpo que podría ocupar el lugar que tienes tú en mi vida.

-Si realmente quieres estar conmigo, en cuerpo y alma, tengo una propuesta. -Se acercó un poco más, sin soltar sus manos-. Cuando llegue el momento de tu primer celo, te convertiré en alguien tan eterno como yo, y te llevaré conmigo al Olimpo, donde podremos estar juntos siempre. -La voz de Taehyung era serena, como si ya pudiera ver ese futuro-. Y, para sellarlo, haremos una ceremonia. Un juramento de lealtad a mí y a mi mundo, una promesa de eternidad y devoción.

Jungkook lo miró, sorprendido y, al mismo tiempo, conmovido por la idea. El solo hecho de imaginarse compartiendo la eternidad con Taehyung, sin el miedo al tiempo o la mortalidad, le hizo sentir una mezcla de alegría y vértigo. Había algo increíblemente hermoso en la imagen de él y Taehyung, viviendo para siempre entre las nubes del Olimpo, pero también sentía el peso de lo que aquello implicaba.

-¿Y si... y si no soy lo suficientemente bueno? -preguntó en voz baja, casi como si fuera un pensamiento en voz alta.

Taehyung negó suavemente, sus ojos llenos de dulzura y seguridad.

-Jungkook, para mí ya eres más que suficiente. No podría imaginar a nadie más digno de ese honor que tú. -Se inclinó un poco más, acariciando suavemente la mejilla de Jungkook con su pulgar-. Además, no sería el Olimpo sin ti. Tú ya eres el rey de mi corazón.

Jungkook no pudo evitar sonreír, bajando la mirada para que Taehyung no notara el leve rubor en sus mejillas. Pero Taehyung, siendo observador, levantó su barbilla suavemente para mirarlo directo a los ojos, y ambos compartieron una sonrisa.

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