Extra 1: Llegada Inesperada
Cinco años pasaron.
Cinco años que se fueron como agua en cascada.
Pero no importaba.
Porque su tiempo era infinito.
Habían pasado muchos momentos juntos con una vida completamente diferente a la que hubiesen imaginado. JiMin, por su lado, era más feliz en el olimpo que en la tierra, aunque extrañaba a sus padres. Mes con mes los visitaba para no ser un hijo mal agradecido y ellos siempre lo recibían con los brazos abiertos, a él y a su hermana quien, a pesar de llevar su vida secreta a lado del Dios Ares, continuó sus estudios en la tierra antes de tomar una decisión importante. TaeHyung le dio la oportunidad de continuar con cualquier plan que tuviera y estuvo con ella en cada paso que daba, literalmente, porque la observaba desde cielo.
Por otro lado, YoonGi y Hobi vivían en la Atlántida. Al principio al chico le costó un poco de trabajo adaptarse a esa vida marítima, pero con la ayuda de su Dios todo fue posible. Aún le resultaba increíble poder respirar debajo del agua y luego salir a la tierra como si nada, pero tenía toda una eternidad para ser feliz y adaptarse.
Tal vez los que adoptaron un ritmo más rápido que cualquiera fueron NamJoon y Jin. No pasó mucho tiempo, después de la boda de JiMin y JungKook, para que ellos se casaran también.
El Adelphe Psyche del Dios Zeus tenía un papel importante dentro del olimpo, sabía muy bien cómo comportarse como un buen líder que cuidaba de los demás, aunque esa siempre fue su naturaleza humana. Pero aún mejor, bien sabía cómo controlar los cambios de humor de NamJoon; él podía estar muy enojado por algo, pero en cuanto veía la sonrisa radiante de Jin, olvidaba por completo cualquier problema. Era como un curita a su alma, como una luz cuando todo se volvía oscuro. Lo era todo para él.
Las cosas iban bien. Los Dioses estaban escribiendo un nuevo capítulo en su historia eterna y descubrieron casi todo lo que necesitaban saber sobre el Adelphe Psyche. NamJoon le autorizó a los demás Dioses poder bajar a la tierra para que ellos también pudiesen encontrar a las personas que les correspondían, aunque eso podría tomar tiempo, pero todos merecían ser felices.
JiMin y JungKook lo eran. Sin duda ellos tal vez la pasaban mejor que todos los demás. Cumplían sus tareas cotidianas y se convirtieron en un gran equipo... el del amor. Día con día JiMin acompañaba a su Dios y le ayudaba en su labor de flechar a humanos enamorados, pero ahora cada flecha era con precisión, porque el rubio había logrado perfeccionar su poder y podía ver a través de las personas para saber si sus sentimientos eran genuinos.
Tal vez eso los hacía la mejor pareja del olimpo.
En cinco años su relación se volvió muy sólida y fuerte. Todos los sentimientos que tenían eran mutuos y genuinos. No había día en que no se dieran muestras de cariño y ni que decir de las muchas noches de pasión; ellos eran fuego ardiente que nunca se extinguía. Sus días juntos eran los mejores. Nunca había nada malo ni nada fuera de lo normal, hasta esta mañana de miércoles.
Cuando JiMin se levantó de la cama sintió cómo todo su mundo se movía y cómo su alrededor perdía claridad. Como sus sentimientos y emociones estaban ligados a JungKook, éste enseguida los percibió y se levantó rápidamente de la cama para sostenerlo.
—Mi ángel— lo tomó de la cintura— ¿Estás bien?
—S-sí, sólo... dame unos segundos.
Respiro pausadamente y se concentró en recomponer a su cuerpo de lo que sea que estaba sucediendo, así que no demoró tanto sentirse mejor. Recuperó la sonrisa que tenía antes de levantarse y acarició el rostro de su esposo quien lo miraba sumamente preocupado.
—Ya estoy bien, JungKookie— le dio un pico en los labios— No te preocupes. Vamos a ducharnos.
Sin sentirse muy convencido, JungKook siguió a su Dios rumbo a la ducha para hacer lo de todas las mañanas; una dosis de sexo y amor y luego agua y jabón. Después de un rato, a JiMin se le olvidó ese pequeño episodio de la mañana y continuó con sus asuntos, pero al pelinegro no. Él estaba un poco intranquilo pensando en que eso no era normal y debía apresurarse a averiguar qué sucedía.
Como cada inicio de su día, fueron a la nube de Cupido para flechar a los humanos. Ese trabajo ya no era complicado, pero con la mente de JungKook en otros lados, le resultaba difícil concentrarse. Y pese a eso todo salió perfecto, como todos los días. Lograron concluir con sus labores en cuanto el sol comenzó a ocultarse y emprendieron por le camino largo de vuelta a su hogar que no era para nada humilde.
En cuanto cruzaron la puerta JungKook se dispuso a preparar la cena. Esperó a que JiMin fuese a cambiarse para poder comunicarse con Asclepio y comentarle lo que había sucedido, sin embargo, el rubio volvió más rápido de lo que esperaba. Intentó relajarse un poco y llevó su concentración a la cena que tendría con su bello esposo. Su cita de todas las noches.
—¿Estás seguro que te sientes bien? —preguntó JungKook.
—Ya te dije que sí— le respondió con un tono aburrido— No te preocupes, fue algo muy pasajero.
—Yo sé que piensas que fue algo pasajero, mi ángel, pero no es normal que tengas ese tipo de malestares.
—¿Y por qué no?
Hizo un pequeño puchero, pero antes de que su esposo pudiese contestar, sintió una sensación extraña en el estómago que viajaba rápidamente hacia su garganta. No fue difícil adivinar que se trataba de nauseas que pronto se convirtieron en vómito y corrió rápidamente hacia el baño más cercano. JungKook escuchaba las arcadas mientras sostenía al rubio de sus hombros. Aquel momento le provocó un pequeño deja vú y no pudo evitar sonreír por eso; el día que se conocieron.
—Deja de pensar en eso— le dijo JiMin— Ese día me veía horrible.
—Eso no es verdad— sonrió medianamente y le limpio las comisuras de sus labios con un pañuelo— Te veías muy hermoso y justo ahora luces igual.
—No digas esas co...
Otro mareo involuntario le atacó, pero JungKook fue rápido y lo cargó en sus brazos. Esto ya era demasiado y muy extraño. No dejaría pasar más tiempo para saber qué le sucedía a su esposo, no quería creer que fuese algo grave o que quizá no estaba aceptando sus poderes de Dios, pero en todo caso eso debió ser al principio, no ahora que habían pasado cinco años.
Lo colocó sobre la cama, lo miró por unos momentos y acarició su frente con devoción. Él era lo más hermoso que le había pasado y no permitiría que nada malo le sucediera, pero antes de que pudiera comunicarse con Asclepio para hacerlo venir, JiMin lo detuvo.
—Estoy bien— lo sostenía de una muñeca— Seguramente es algo pasajero, no es necesario que lo despiertes para que venga hasta acá.
—No lo entiendes, mi ángel— nuevamente se sentó en la cama para acariciar su cabellera dorada— Esto no es normal, debe haber alguna explicación y yo quiero saber.
—Pero ya no me siento mal— sonrió con luminosidad— Mira, dejémoslo así por hoy, si mañana me vuelve a suceder lo mismo, te prometo que yo mismo lo llamaré para que me revise.
No muy convencido de eso, JungKook accedió y se limitó a descansar esa noche, aunque no pudo dormir en ningún momento, sólo pudo observar el bello rostro de su esposo hasta que el primer rayo del sol se asomó en su habitación.
Después de ese percance las cosas se calmaron. JiMin no volvió a sentir mareos ni nada por el estilo. JungKook pensó que tal vez no era nada de cuidado y que quizá los efectos secundarios de la transformación hasta hoy decidieron hacer su aparición. Aunque era un hecho que le informaría a Asclepio sobre esto en la siguiente junta semanal.
Todo volvió a ser perfecto como siempre, bueno, casi. JiMin comenzó a comportarse muy perezoso por las mañanas y parecía que a todas horas tenía sueño, en resumidas partes sólo quería dormir. En dos ocasiones se dejó llevar por el sueño y se quedaba dormido sobre la nube de Cupido hasta que terminaba el día. JungKook no tenía ningún problema con cargar a su esposo hasta su hogar, pero no sabía cómo tomarlo, es decir, JiMin tenía mucha pila y siempre estaba muy activo haciendo de las suyas y yendo de un lado a otro, sólo su apetito sexual parecía que estaba intacto, si no es que hasta se había intensificado.
Ahora descansaban de un largo día de flechar a los humanos. JiMin dormía plácidamente a lado de JungKook mientras éste leía un poco de un libro de medicina que hablaba sobre los Dioses y sus condiciones, pero ahí no había nada que le interesara, porque todo se reducía a que ellos no se enfermaban. Simple.
Después de dos horas de sueño, JiMin despertó y se estiró como si fuese un bebé. Talló sus ojos con ambas manitos y luego miró en dirección a su esposo quien lo observaba y le sonreía completamente enternecido. Le devolvió el gesto y luego, sorpresivamente, se incorporó para montarse encima de él e hizo un puchero manipulador.
—Tengo hambre— dijo y comenzó a balancear su caderas— Quiero que mi Dios me alimente.
—Lo que tú desees— respondió JungKook con voz ronca y lo sujetó de las caderas— Te calentaré la cena.
—No quiero eso— hizo un mohín.
—Pídeme lo que quieras, lo cocinaré para ti.
—Quiero helado de guayaba.
JungKook lo miró completamente confundido ante esa petición. ¿Cómo es que se le antojaba helado de guayaba a las ocho de la noche? No sonaba lógico, pero cumpliría su capricho sólo porque lo amaba demasiado y debía servirle en todo, sin importar que las peticiones fuesen absurdas o fuera de lugar. Así que, sin esperar más tiempo, bajaron a la tierra para conseguir el helado de guayaba que JiMin necesitaba con inusual desesperación.
Por lo regular no bajaban a Seúl a menos que fuese para hacer vista a los padres de JiMin, pero éste insistió con que había una heladería en donde posiblemente lo conseguirían... y así fue. Después de rogarle mucho al encargado, por fin lo dejó pasar pese a que ya estaba cerrado.
JiMin parecía un niño pequeño comiendo de su helado con mucho esmero, como si nunca lo hubiese probado. JungKook sólo podía observarlo pensando en que era muy extraño su comportamiento debido a esa petición tan repentina. Además, lo conocía perfectamente y sabía que su helado favorito era el de fresa. En sus citas nunca pidió de otro que no fuese de ese.
—¿Ya estás feliz? —preguntó JungKook acariciando la cabellera dorada de su chico.
JiMin sólo asintió sin dejar de comer de su helado hasta que comió el último bocado. Después de eso caminaron un poco por las calles, pero el rubio tenía una sensación extraña en el estómago e intentó reprimir el malestar y las emociones para que su esposo no se diera cuenta. Hacía mucho que no caminaban por aquí y quería disfrutar de este momento a su lado, porque se sentía como si fuesen novios de nuevo.
—Creo que es hora de volver a casa— anunció JungKook y lo sujetó fuertemente de su mano.
—Espera...— nuevamente JiMin le mostró un puchero manipulador— Todavía tengo hambre— se quejó como un niño pequeño.
—Obviamente que el helado no iba a saciar tu hambre— JungKook sonrió— Dime, ¿qué más deseas, mi ángel?
—Quiero pollo frito y leche de chocolate.
JiMin mostró una sonrisa radiante al tiempo que sacaba chispas alrededor. El pelinegro pudo percibir la ilusión que sentía por lo que le había pedido. No podía negárselo, porque necesitaba darle todo lo que pidiera. Y es por eso que ahora esperaban por una orden de ocho piezas de pollo frito que JiMin miraba con mucho deseo. Tal vez el hecho de quiera comer eso no era extraño, si no que había pedido leche de chocolate también. No era algo que le disgustara, pero por las noches JiMin solía beber té caliente, un sabor diferente cada día. Sin embargo, JungKook no se opuso y antes de subir al olimpo compraron mucha leche de chocolate.
En cuanto llegaron a casa, JiMin se sentó a comer el pollo frito con el mismo esmero que había comido el helado. A ratos bebía de la leche que JungKook le había servido en un vaso, pero no demoraba mucho en beberla toda y pedir más.
El pelinegro pensó que tal vez el lado humano de JiMin no se había desvanecido por completo y eso lo llevó a tener este episodio tan inusual. No tenía otra explicación y ya no quería preocuparse, sólo se concentraba en él y en observarlo comer o, mejor dicho, devorar la comida que le había concedido.
Después de un rato, la saciedad llegó al rubio y dejó salir un suspiro completamente satisfecho de lo que había comido.
—Ahora sí, ¿ya estás feliz? —JungKook volvió a preguntar.
—Sí— sonrió perezoso— Ahora tengo sueño— bostezó un poco.
La expresión de cansancio de JiMin cambió a una de asco y JungKook vio como nuevamente corría hacia al baño para vomitar. Estuvo detrás de él sosteniéndolo hasta que sacó todo. Ambos pensaron que tal vez se debía a que comió demasiado y muy rápido, pero un nuevo mareo atacó al rubio, fue entonces que JungKook decidió que ya no esperaría más tiempo.
—Pero me siento bien— JiMin hizo un puchero.
—Por favor, mi ángel, entiende que esto no es normal— le expresó con preocupación y lo tomó de sus manitos— Somos Dioses, nosotros no nos enfermamos ni mucho menos tenemos malestares de humanos.
JiMin dejó salir un suspiro pesado y se tomó un momento para pensar en lo que JungKook decía. Él tenía razón, últimamente no se sentía bien, de pronto su cuerpo se sentía agotado y con mucho sueño. Ni que decir de los mareos constantes, las náuseas y los vómitos repentinos. No era normal y también quería saber qué estaba sucediendo.
—Aunque no estés de acuerdo, voy a llamar a Asclepio.
Fue lo último que JungKook dijo antes de salir de la habitación para ponerse en contacto con el Dios de la curación.
Cuando Asclepio llegó, hizo una revisión pequeña al cuerpo de JiMin mientras JungKook le explicaba lo que había sucedido últimamente. Por lo regular sólo revisaba el corazón y la parte de donde provenían sus poderes, pero después de saber los detalles, tuvo que hacer una revisión más exhaustiva.
Extendió un manto de luz sobre el cuerpo de JiMin e invocó sus poderes para dar con el diagnóstico exacto. Pasaron unos largos minutos mientras revisaba cada parte del pequeño cuerpo del rubio descartando una a una las ideas que tenía en su cabeza hasta que llegó a la última...
No lo podía creer.
Esto era imposible.
Miró en dirección a JungKook quien ya temía lo peor y luego miró a JiMin con mucha sorpresa en su mirada. Pero no había dudas, lo reviso completamente y podía verlo...
—Mi querido Dios JiMin... estás en cinta.
—¿Qué? —los ojos del rubio se abrieron como platos— P-pero ¿qué estás diciendo? ¿Yo? ¿Embarazado? Soy un hombre... yo no...
—Lo sé— asintió tranquilamente— Es biológicamente imposible, pero por alguna razón lo estás— colocó una mano en el vientre del chico sin tocarlo directamente— Puedo verlo y también puedo escuchar su corazón. Tienes dos meses. Y está en perfectas condiciones... —se detuvo abruptamente y frunció su seño, después su rostro cambió a uno de pánico— ¡Por todos los Dioses Sagrados! —expresó con suma sorpresa— ¡Son dos! ¡Escucho dos corazones! —hizo una pausa y se concentró un momento— Ya puedo verlo... efectivamente... serás padre de dos bebés.
Se escuchó un golpe de repente, algo que caía al suelo, o más bien alguien; JungKook se había desmayado de tanta impresión.
—Tsk... vaya Dios... tan cobarde— se burló Asclepio— Estará bien— devolvió su atención a JiMin quien estaba palideciendo— Tranquilo, no veo ninguna anomalía. Tú y tus bebes están bien.
—Entonces, ¿los síntomas que presenté eran... normales?
—Por supuesto, es como un embarazo común— asintió— Realmente esto es algo nuevo para mí... y para todo el Olimpo. Debo llevarte conmigo a mi consultorio para revisarte a detalle e intentar descubrir todo sobre esto. Necesito descartar cualquier peligro.
—¿Quieres decir que le puede suceder algo? —JungKook despertó de repente y se acercó a ellos con mucha preocupación.
—Yo supongo que no corre ningún riesgo— respondió— Es un Dios y ya domina sus poderes, además, el lazo y la fusión de sus almas puede ayudarle bastante— miró al pelinegro con seriedad— Tú eres su fuerza, Eros, así que compórtate como tal— se levantó de la cama y se preparó para irse— Convocaré a los Dioses para una junta de emergencia en mi consultorio. Lleva a JiMin.
Sin más desapareció.
—JungKookie— el rubio lo llamó con un hilo de voz.
—Asclepio sabe lo que hace, así que no te preocupes— lo abrazó con fuerza— Yo haré cualquier cosa por ustedes.
En el consultorio del Dios de la sanación se respiraba mucha tensión. Los Dioses estaban a la expectativa de lo que pudiese suceder. Cuando se enteraron el porqué de esta junta tan repentina quedaron conmocionados, de hecho, aún no podían creer que esto estuviese pasando. Nunca se había registrado un acontecimiento como este en toda la historia del Olimpo. Es que todo era inusual, extraño e imposible y les preocupaba mucho la situación de JiMin, más que nada saber si eso ponía su inmortalidad en riesgo, porque evidentemente no tenía el cuerpo biológico para traer dos hijos al mundo. Incluso JiSoo sufrió mucho con el parto de JungKook, no imagina como la pasará JiMin.
Habían pasado dos largas horas desde que Asclepio se había encerrado para poder revisar al pequeño rubio. Necesitaba información detallada, al menos ahora sólo lo básico para entender un poco y para saber si todo podría salir bien. Usaba todo lo que tenía a su alcance y revisó a los bebés. Todavía eran muy pequeños, pero le sorprendía ver que crecían como cualquier bebé humano normal y ni que decir de JiMin, no tenía ni una señal de anomalía o algo preocupante, parecía que todo estaba bien.
—Ya pueden pasar— abrió la puerta después de una exhaustiva revisión.
Enseguida, JungKook se acercó a JiMin para sostenerlo en sus brazos y así brindarle un poco de tranquilidad, aunque él podía estar peor. Tenía mucho miedo de perderlo y definitivamente no quería que eso sucediera.
—Bueno... me tomará más tiempo determinar la evolución de los embriones y cómo pueden afectar al cuerpo de JiMin aun siendo un Dios, aunque espero que no suceda nada— explicó con tranquilidad.
—Pero... ¿cómo es posible que siendo un ser masculino haya podido quedar en cinta? Evidentemente no está hecho para esto— habló Zeus sin poder ocultar su preocupación.
—Sonará muy descabellado lo que diré, pero...— Asclepio vaciló un poco— su aparato reproductor masculino se convirtió en uno femenino, aunque sólo por dentro.
—¿Es eso posible? —preguntó Afrodita.
—Al parecer sí— respondió— Por lo que pude ver, su cuerpo comenzó a cambiar desde que recibió sus poderes de Dios. El proceso le demoró cinco años hasta que pudo perfeccionar un útero adecuado para el desarrollo de un bebé... en este caso... dos— miró en dirección a JiMin y JungKook y luego continuó— Y en vista de que este par seguramente tienen mucho sexo, pues la probabilidad de un embarazo fue casi del cien por ciento... la prueba está ahí.
—¿Seguro que no te estás equivocando? — TaeHyung inquirió con cautela.
—Yo jamás me equivoco— lo miró ofendido.
—Pero...—se integró YoonGi— ¿sus poderes de Dios influyeron en la transformación de su cuerpo?
—Efectivamente— asintió— Su condición humana no desaparecerá del todo y eso contribuyó a que esto sucediera, porque bien puede sacar ese lado maternal que los bebés pueden necesitar.
—Alguno de nosotros, ¿podría quedar en cinta? —preguntó Zeus.
—No, definitivamente, los Dioses masculinos, no estamos hechos para tener bebés. Sólo las Diosas, como ya fue el caso de Afrodita— respondió y luego agregó— Ustedes como hombres Dioses no tiene esa habilidad porque no tienen antecedentes humanos. Y como el fin de este Olimpo es preservar nuestra existencia para el cuidado de la tierra, a las Diosas se les concedió esa habilidad.
—Se supone que es una cuestión biológica— YoonGi volvió a hablar— ¿por qué JiMin adoptó esa situación?
—Ya te lo dije, es por su condición de humano— respondió y luego continuó— El Adelphe Psyche de Eros fue elegido como un humano hombre y desde ese momento su destino se escribió y por esa razón su cuerpo se preparó. Se supone que los Dioses hombres estamos hechos para dominar y proteger, nuestro deber es cumplir con esos papeles importantes, además de nuestras misiones de Dioses. Eros no podría cuidar de un bebé porque debe flechar a los humanos, mientras que JiMin sí puede hacerlo, así que esa también es su misión en este Olimpo.
Era demasiada información que debían procesar y todavía faltaba mucho por descubrir. Nadie ahí sabía como sentirse al respecto, no sabían si debían festejar o preocuparse. Para Zeus era importante saber si JiMin corría riesgos con esto, no quería creer que podría perder su vida inmortal y con ello también a JungKook, porque si su Adelphe Psyche de éste llega a faltar, todo se convertirá en una tragedia. Necesitaba trabajar en conjunto con Asclepio para saber si podía servir de ayuda el hecho de que era el Dios de Dioses. En verdad espera que sí. Y si esto pone en riesgo la integridad de ambos Dioses, entonces sólo habría una solución.
—No quiero sonar impaciente— nuevamente habló Zeus— pero, ¿cuánto tiempo tardarías en determinar si esto es riesgoso para él?
—No hay forma de que pueda saberlo ahorita— respondió con un gesto pensativo— Iré determinando su situación conforme vayan avanzando los meses.
—En ese caso— suspiró pesadamente— sugiero que se interrumpa el embarazo, estamos a tiempo, ¿no?
—¡No! —JungKook y JiMin respondieron al unísono.
El pelinegro abrazó a su esposo con mucha posesividad colocando sus manos en el vientre de éste, una señal muy clara de que no permitiría que tocaran a sus bebés. Si antes era celoso y medianamente posesivo con JiMin, ahora lo sería aún más.
—Pero JiMin...
—¡No voy a permitir que toquen a mis bebés, ¿me escuchaste, Zeus?! —el rubio le gritó.
—Sólo estoy considerando lo que es mejor para ti...
—¡Pues no te lo he pedido! —refutó y luego intentó relajarse un poco— Es mi cuerpo y son mis bebés, así que yo decido qué es lo mejor para mí y para ellos.
—Esto puede ponerte en riesgo— intentó persuadir.
—¡Pues no me importa! —exclamó— No tienes derecho sobre mí.
Tal y como Asclepio lo había predicho, el instinto maternal de JiMin se había activado, pero muy intensamente. No va negar que hace unos instantes estaba asustado y consideraba abortar, pero después de que Asclepio le mostrara como se escuchaban los latidos de sus bebés cambió de opinión. Se enamoró de ellos y les prometió que los cuidaría contra viento y marea. JungKook, al percibir sus emociones, también pudo entenderlo y compartir el mismo sentimiento sobreprotector con el que ahora sería el padre de sus hijos.
—Zeus— el Dios Asclepio intervino— Confía en que todo saldrá bien. JiMin ahora es un Dios y se preparó para esto durante cinco años. Es su destino, así lo mandaron los Dioses Sagrados por alguna razón poderosa. Debemos confiar en ellos y en el poder que tienen. Te prometo que le daré un seguimiento exhaustivo y me encargaré personalmente de que todo salga bien.
Se hizo un silencio donde NamJoon miraba hacia el suelo pensando y tratando de tomar una decisión concisa y acertada, pero evidentemente no podía ir en contra de JiMin. Era demasiado obstinado al igual que JungKook. Y al parecer todos estaban a favor de esto, así que no tenía más opción.
—De acuerdo— respondió un poco más relajado— Los apoyo y es nuestro deber... de todos... proteger a JiMin y a los bebés.
—Yo estaré al pendiente— se ofreció Afrodita— Me mudaré con ellos para que todo sea más fácil.
—Perfecto— sonrió NamJoon— En ese caso— miró en dirección a JiMin y JungKook— Felicidades por esta grata noticia.
—¡Seremos padres, JungKookie!
—¡Mi ángel, me haces muy feliz!
Todos aplaudieron y felicitaron a los nuevos padres, aún con esa incertidumbre de todo lo que podría suceder.
Sin duda, un acontecimiento histórico para el Olimpo, pero sin duda también, un momento de felicidad.
La exhaustiva investigación de Asclepio estaba rindiendo frutos. Después de que JiMin cumplió el primer mes de embarazo, entendió que se trataba de uno completamente normal. Ya tenía registrado todo lo que debía saber y llegó a la conclusión de que no debía preocuparse por nada. Lo único que debía hacer todos los días era monitorear el crecimiento de los pequeños y sólo asegurase de que no hubiese cambios extraños.
Afrodita estaba muy pendiente de él mientras JungKook estaba fuera cumpliendo con sus labores de Dios. Aunque ellos se comunicaban todo el tiempo a través de sus pensamientos, así que a JiMin no le hacía falta nada.
Otras veces, Afrodita cubría a su hijo para que él pudiera pasar tiempo con JiMin, porque ella bien sabía cómo era estar embarazada y todo lo que conllevaba esa situación. Como el embarazo del rubio se catalogó como uno promedio y sumamente normal, los cambios empezaron a aparecer en su cuerpo, esos detalles que acreditaban lo que sucedía dentro de él. Al principio se asustó y comenzó a entrar en pánico, porque su trasero crecía y él se veía un poco más llenito, incluso sus mejillas se habían abultado y eso no le estaba gustando para nada. Había comenzado esa batalla contra las inseguridades que nunca tuvo, pero con JungKook a su lado, todo lo que podría ser malo, dejaba de ser relevante.
Ahora debía acostumbrarse a muchas cosas, por ejemplo y algo que seguía siendo muy extraño, es que sus pechos estaban creciendo porque su cuerpo se preparaba para fabricar leche. Todo eso le causó muchas crisis en cuanto a su personalidad se refiere y su fisionomía, más que nada, pero logró enfrentarlo, además, su esposo halagó, en más de una ocasión, ese par de atributos a parte de los que ya tenía.
Ahora disfrutaban de un domingo de descanso. JungKook decidió que no quería salir de la cama y se recostó con el cuerpo de JiMin encima. Acariciaba su pancita abultada de cinco meses mientras repartía besos en su cabellera rubia.
Sin duda era una sensación que disfrutaba mucho. Algo que no imaginó, pero que no cambiaría por nada.
—JungKookie... consiénteme.
—La última vez que dijiste eso terminamos haciendo el amor— sonrió con picardía.
El apetito sexual de JiMin no se había inhibido. JungKook pensó que tal vez no tendrían oportunidad de brindarse placer, sin embargo se equivocó, porque parecía que su esposo siempre estaba caliente para él y no podía evitar caer ante sus encantos, mucho menos con ese trasero que crecía día con día. Para él seguía siendo una bella obra de arte.
—Es que eres mi adicción— lo miró por encima del hombro.
—Pensamos igual— sonrió seductoramente.
Bajó el rostro para aspirar el dulce aroma de su esposo, podía jurar que sólo necesitaba eso para excitarse, pero unas cuantas caricias también estaban bien. En este punto él también disfrutaba de brindarle atención a JiMin, porque su mejor recompensa era la sonrisa que le mostraba, no importaba si se había vuelto más caprichoso, más juguetón, más berrinchudo o más sentimental, lo amaba de cualquier forma y estaba completamente agradecido con él por darle la dicha ser padre, algo que nunca imaginó que pasaría pero que sin duda lo hacía muy feliz.
Ambos eran felices.
Su pequeño momento caliente se vio interrumpido por las pataditas de dos personitas que también necesitaban de atención. Parecía que ambos bebés se sentían desplazados cada vez que sus papás hacían eso, por eso creían conveniente despertar en ese momento.
—Alguien se muere de ganas por salir, ¿no es así? — habló JungKook y comenzó a dar caricias en la pancita de su esposo— Tranquilos que los estoy amando con locura y me muero de ganas por tenerlos en mis brazos.
Sintió otra patadita y sonrió emocionado sin poder evitar derramar unas cuantas lágrimas en el proceso. Lo que le hacía sentir aún mejor es que sus hijos tendrán a sus padres, algo de lo que él no pudo disfrutar, no era algo de lo que se arrepentía, pero se sentía mejor al saber que, tanto él como JiMin, estarán para sus hijos y para verlos crecer.
—Creo que ellos también se mueren de ganas por conocerte, JungKookie— dijo JiMin y también comenzó a acariciar su pancita— Los amo con todo mi corazón. Me hacen muy feliz y les prometo que siempre los voy a proteger.
—Hola, JiEun, soy papá— le habló el pelinegro con voz melosa— Mi pequeño JungWon, papá también te habla a ti— completó— Su papi JiMin está haciendo un buen trabajo, déjenlo descansar un poco.
La mejor parte del día era cuando JungKook les hablaba a los bebés como si ellos ya estuviesen aquí. JiMin se sentía tan querido, tan mimado, tan protegido que parecía un sueño. A veces no creía que de verdad vivía en el Olimpo y que se había casado con el Dios más sexy que pudo existir. Su Eros... su JungKookie. Y aún más increíble es que era el padre de sus hijos, mismos que podía sentir en su interior.
Algo que en la tierra podría ser imposible, pero que para él era una realidad. Su bendita realidad.
Esa era su vida en el Olimpo y todo sería mejor con el pasar del tiempo. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba en su último mes de gestación con todos los cambios que eso implicaba. Sus pechos crecieron un poco más y parecía que estaba listo para convertirse en padre.
Una madrugada ligeramente fría las contracciones se hicieron presentes. JiMin jamás se imaginó que los dolores serían casi insoportables, pero aguantó e intentó no mostrarse débil. Enseguida fue trasladado al consultorio donde ya se encontraban todos los Dioses. También estaban Jin, Hobi y Roseanne para brindarle el mayor apoyo posible.
Asclepio ya tenía todo listo para el parto y sólo le permitió la entrada a JungKook y a JiSoo para que sirvieran de soporte para JiMin.
Sin más tiempo que perder comenzó con la operación. Obviamente no sería un parto natural por las evidentes razones, así que el deber de Asclepio era abrir el vientre de JiMin para poder sacar a los pequeños bebés. Esta era la primera vez que practicaba algo como esto, así que estaba llevando toda su concentración y poder para que no ocurriera ninguna falla. Jamás se lo perdonaría.
—N-no te v-vayas, JungKookie— pedía JiMin con voz débil y entrecortada.
—Por supuesto que no me iré, mi ángel— besó la frente del chico— Estás siendo muy valiente, no te imaginas lo orgulloso que estoy de ti.
JiMin intentó sonreír, pero los dolores eran cada vez más intensos y eso, combinado con el hecho de que le estaban abriendo el vientre, era peor. Pero por fortuna la anestesia surtía efecto gradualmente, así que no hubo complicaciones después de un rato.
Después de varios minutos de espera, el primer llanto se escuchó en toda la sala de operación, incluso llegó hasta el pasillo donde todos los Dioses gritaron de emoción.
—¡Es una niña! —exclamó Asclepio— Es la bella JiEun.
JiMin sostuvo a su pequeña niña en sus brazos casi al instante de que las lágrimas corrían por sus ojos. Estaba experimentando ese sentimiento del que muchas veces escuchó, pero del que nunca tuvo una posibilidad de poder probar. Ahora podía sentirlo; esa dicha de poder cargar a su hijo de sangre con sus propios brazos. Era todo lo que estaba bien en ese momento.
Un segundo chillido se escuchó en la sala y entonces afuera en el pasillo todos explotaron de emoción.
—Es el gran JungWon— anunció Asclepio.
Ahora sí, la familia estaba completa. JiMin sostenía en sus brazos a sus dos pequeño hijos quienes habían sacado toda la genética suya y la de su esposo. Por un lado, JiEun era el vivo retrato de JungKook con ese cabello oscuro como la noche y con ese ceño dominante. Por el otro, JungWon lucía un cabello dorado que podía deslumbrar a cualquiera, así como JiMin era muy parecido a él y eso lo hacía muy feliz.
Los pequeños habían heredado todas las características perfectas de sus padres, así no quedaba ninguna duda de que eran sus hijos.
Después de un rato, Afrodita se llevó a los bebés para limpiarlos y vestirlos adecuadamente. Tal vez ahora tenían una extensa colección de ropa de bebé, todo cortesía de los Dioses. Al ser los primeros bebes que son concebidos por un Dios y su Adelphe Psyche, prácticamente, eran los consentidos de todos y querían darles lo mejor. No cabía duda de que crecerían en un lugar lleno de amor y de muchos cuidados.
—Son hermosos, JungKookie— decía JiMin mientras observaba dormir a sus bebés en sus cunas.
—Lo son, mi ángel— sonrió haciendo lo mismo que su esposo— Somos muy afortunados— luego lo miró a él— Y tú hiciste un buen trabajo. Gracias por este hermoso regalo.
—Sólo dime que me amas y ya— se burló.
—Te amo mucho, más de lo que te puedes imaginar— besó la mano del chico— Ahora vivo para ti y para nuestros hijos.
—Ay, JungKookie— le sonrió con los ojos ligeramente cristalizados— Yo también te amo mucho. Gracias por haberme rescatado esa noche en el bar.
—Lo volvería hacer con gusto.
El pelinegro se acomodó en la cama con su esposo para así iniciar un beso tranquilo, cálido y lleno de amor, como una promesa eterna de que siempre se cuidarían ahora que son una familia.
Una familia eterna.
Las primeras noches fueron de insomnio involuntario. Los bebés inmortales crecían como cualquier ser humano; lloraban, se alimentaban, hacían sus necesidades y luego dormían, así sucesivamente. Cada día.
JungKook se tomó un descanso de sus deberes como Dios durante dos semanas. Estaba completamente fascinado con la llegada de sus dos pequeños. Ayudar a JiMin no era obligación, era un verdadero placer. Por las noches despertaba para atender a los bebés, si es que ellos también despertaban. Aunque él no pudiera hacer mucho, simplemente acompañaba a su rubio. Disfrutaba mucho de verlo alimentar a los pequeños y en tanto hacía eso platicaba con él y le brindaba mimos para hacerlo sentir especial.
Eran noches que JiMin no podría olvidar y, aunque a veces se sentía muy cansado, disfrutaba mucho de esta etapa que se le había concedido. El hecho de tener a JungKook quien siempre lo cuidaba, lo consentía, incluso lo alimentaba, que prácticamente hacía todo por él para que no tuviera tantas preocupaciones, lo reconfortaba demasiado. Lo hacía sentir muy afortunado.
Definitivamente esta sería una buena eternidad, juntos.
Los días de descanso del pelinegro estaban por terminar, no le agradaba mucho, pero sabía que sus responsabilidades como Dios no podía dejarlas. Y hoy quería un día tranquilo a lado de su hermosa familia. Los bebés estaban descansando en sus cunas mientras JiMin los cuidaba y él preparaba el desayuno. Pensaba en todo lo que ha vivido desde que lo vio por primera vez; ese remolino de emociones que percibió en su interior aún puede sentirlo cada vez que lo ve, cada vez que lo besa, cada vez que le hace el amor.
De pronto, siente como unos brazos pequeños lo envuelven por la cintura y al instante un aliento cálido choca contra su dorso desnudo; es su esposo. Su tacto y aroma son inconfundibles, no hay nadie similar a él y es que es él único que puede tener en su vida inmortal.
—¿Y los bebés? —preguntó al tiempo que se giraba para verlo de frente.
—Están dormidos— respondió con una sonrisa enamorada— Parece que ya se están adaptando a esto.
—El verdadero reto será cuando sus poderes comiencen a hacerse presentes— dijo y lo abrazó por la cintura— Pueden llegar a ser muy traviesos.
—Supongo que ese es el lado tuyo que heredaron— se burló— Tu mamá dice que siempre fuiste un niño rebelde.
—¿Qué te puedo decir? —sonrió orgulloso— Yo vine a cambiar las reglas del Olimpo— se regodeó.
—No tengo dudas de que mi hombre es el mejor Dios de todos.
El deseo que JungKook sentía por los labios de JiMin era inmenso, casi imposible de frenar, por eso no se resistió a él y lo besó con un poco de pasión. Estos días que han estado cuidando de sus bebés no habían tenido tiempo suficiente a solas. Extrañaban besarse así y tocar sus cuerpos mutuamente, aunque fuese por encima de la ropa. Las sensaciones que esto les provocaba no han cambiado, pues su atracción seguía siendo muy poderosa e intensa.
Habían llegado hasta la encimera donde JungKook sentó a JiMin para después meterse entre sus piernas. Tal vez llegarían un poco más lejos en este momento, porque otras ocasiones el llanto de sus hijos los detenían en sus fechorías lascivas.
Los labios del pelinegro viajaban por el cuello níveo de su esposo dejando pequeñas marcas que hacía mucho tiempo no podía hacer. Lo escuchaba gemir y sentía como se retorcía en sus brazos, incluso sus piernas lo tenían apresado y ejercían fuerza para pegarlo más a su cuerpo.
—Extraño hacerte el amor— habló JungKook con voz ligeramente agitada y excitada— Muero por hundirme en tu interior.
—¿Crees que el método anticonceptivo de Asclepio funcione? —habló entre jadeos.
—Ojalá no— se burló— Quiero tener más hijos contigo.
—Esperemos un poco más de tiempo— sugirió.
—En diez años.
JiMin se rio un poco de esa expresión, porque si hablaban de tiempo era como burlarse de él, porque no estaba en su contra. Tal vez podrían tener muchos hijos en distintos momentos y aquí los años no correrían. Vaya suerte.
—Tenemos tiempo suficiente para intentarlo— el rubio sonrió.
—Toda una eternidad para hacerte el amor— mordió el labio inferior del chico— Eres mío para siempre.
—Siempre tuyo.
El sonido de un llanto los sacó de su momento caliente y romántico; era la hora de volver a su rol de padres, así que se desprendieron con dificultad y recobraron la compostura. Ahora, más que ser Dioses o esposos, debían ser buenos padres para sus bebés.
—En la noche no te vas a escapar— dijo y apretó descaradamente el trasero del rubio.
—No pretendo hacerlo— coqueteó.
Caminaron juntos con las manos entrelazadas hasta que llegaron a la habitación de los bebés. Ambos lloraban desconsoladamente y sólo pudieron sentir tranquilidad cuando los brazos de sus padres los sostuvieron; JungKook cargó a JiEun y JiMin tomó en sus brazos a JungWon. Se tomaron un tiempo para consentirlos y darles mimos para que dejaran de llorar. Después de eso bajaron para poder desayunar como familia.
Aunque disfrutaron esos cinco años como pareja, sin duda, esto era mil veces mejor. Ser padres era algo que nunca hubiesen imaginado, pero que ahora no cambiarían por nada del mundo.
Para una eternidad juntos, tal vez las risas de dos pequeños era algo que podía complementarla. Era lo que necesitaban para ser inmensamente felices, porque ellos no serían un matrimonio normal, aunque tuviesen su lazo de almas gemelas muy bien cimentado, era su deber de ellos sostenerlo también. Pero no lo veían como una obligación, sino como un placer poder acompañarse mutuamente en este camino de vida inmortal. Ahora acompañados de sus hermosos hijos que los Dioses Sagrados les concedieron.
Ellos eran la familia perfecta.
Estoy llorando brillitos. 😭
Sinceramente, para esta historia no tenía ningún extra planeado, mucho menos uno como este jaja. Tenía un pequeño tema con esto del m-preg, pero me he adentrado tanto en este mundo, que ahora no concilio la idea de una vida real donde JiMin no sea un omega panzón jajaka. Al principio me causaba un poco de conflicto, porque no lo imaginaba de ese modo, era extraño para mi, pero ya lo superé... ahora me encanta jajaja. Así que para esta historia, que tiene ese toque de fantasía, creí que sería buena idea agregar esta parte. Y espero que haya valido la pena, porque fueron más de 6500 palabras.
Supongo que con esto ya está concluida. No habrán más extras en el futuro, sólo el especial de navidad, ahí hablaré un poco más de los bebés, pero hasta el 25 de diciembre jsjsjs.
Pues nada, espero que les haya gustado.
Mili, espero haber cumplido tus expectativas jsjsjs.
No se olviden de votar y comentar.
Las tkm 💜💘
Hoy sale Layover!!!!!
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