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009 (FINAL)



Los días comenzaron a correr como agua en cascada. En un abrir y cerrar de ojos, JiMin y JungKook habían cumplido poco más de un mes de relación. Lograron adaptarse a las necesidades de ambos, a su estilo de vida, pero más que eso, a reforzar los sentimientos que ya tenían. Hacían muchas cosas cuando tenían tiempo de estar juntos, aunque en las noches siempre se daban dosis exageradas de afecto y mucho sexo. En este tiempo, su apetito mutuo se mantenía intacto, sino es que hasta había aumentado. Prácticamente ellos ya no querían estar separados, pero Zeus, pese a que les dio un poco más de libertad y prácticamente su aprobación, quería que se mantuvieran al margen hasta tener un conocimiento más profundo de la situación.

Gracias a que Poseidón ahora estaba con Hobi, habían reafirmado sus suposiciones en cuanto al Adelphe Psyche; primero y más importante, aquellas almas destinadas para los Dioses del Olimpo podían acceder a éste sin el consentimiento de Zeus porque ese era su destino. Por esa razón, JiMin cruzó la entrada sin problema alguno. Además, se dieron cuenta que tenía capacidades que facilitaban la labor de JungKook como Cupido. Sin embargo, aunque prácticamente todo estaba a su favor, aún no habían podido concretar su unión y enlace eterno.

La paciencia en ellos jugó un papel importante en este tiempo, pero después de todo, ya tenían una fecha para llevar a cabo la ceremonia donde JiMin sería convertido en un Dios y eso era en una semana. Realmente éste tiempo de espera fue como una prueba para ellos, pero sobre todo para el rubio. Zeus quería reafirmar su lealtad y su capacidad para guardar los secretos que ahora sabía. Genuinamente hizo un buen trabajo y demostró sin mucho esfuerzo que era un buen chico y que merecía el amor de JungKook. Además, necesitaban saber cómo manejarían esa parte humana que no podían quitarle de manera tan abrupta. Podría ser fácil borrarles la memoria a las personas cercanas a JiMin y así terminar con todo esto, pero cuando a éste le dieron esa opción entró en pánico y Zeus entendió que no podía obligarlo a olvidar su vida mortal. Así que después de analizarlo en conjunto con los demás Dioses, decidieron que podría visitar a sus padres y amigos cuando quisiera hacerlo.

Dentro de todo esto, el hecho de que Hobi fuese el Adelphe Psyche de Poseidón y que por encima de eso lo haya aceptado como el Dios que era, servía de mucha ayuda para JiMin, porque así al menos lo tendría a él para cuando sintiera que sus días en Olimpo no eran lo suficiente, aunque claro, JungKook se encargaba todos los días de demostrarle que sería muy feliz con él.

Las cosas tomaron el lugar que les correspondía y el tiempo fluyó de manera correcta, tal y como los Dioses sagrados lo esperaban. Después de un rato, el tiempo de espera se terminó y ahora JiMin se encontraba sentado frente a un espejo siendo maquillado por Jin y Hobi; era el día de su boda con JungKook. A petición de su madre, decidieron hacer la ceremonia en Busan, su ciudad natal.

Los Park tenían una casa, no tan ostentosa, pero tampoco tan decente. Era perfecta para celebrar la boda de su hijo mayor, sólo en compañía de ellos, los abuelos y los Dioses que se hacían pasar por la familia de JungKook, aunque prácticamente lo eran.

No pasó mucho tiempo para que JiMin les hablara a sus padres sobre JungKook. Sorpresivamente éstos lo recibieron de buena manera y lo trataron como si lo conocieran desde hacía mucho tiempo. Por alguna razón sentían que su hijo estaba en buenas manos, tal vez era por la forma en que lo trataba y porque siempre lo hacía sonreír, algo que nunca percibieron con SungWoon, pero ellos decidieron darle la confianza a su hijo. Y cuando les informó que se casaba con JungKook, mostraron felicidad genuina y mucho apoyo a esa causa. Ellos también sentían que su hijo estaba con la persona correcta.

—Después de todo lo que pasó— hablaba Jin aplicando rubor sobre las mejillas de JiMin— aun así se cumplió tu sueño de casarte.

—De alguna u otra forma iba a hacerlo— respondió burlón— Pero me siento feliz de que sea con JungKook— sonrió enamorado.

—Acepto que lo juzgué mal al principio— confesó con timidez— pero ahora veo lo bien que te hace y cómo te trata... me siento feliz por ti— se inclinó para abrazarlo.

—Gracias, Jin-hyung— correspondió al abrazo— Tú también encontrarás algún día a alguien que te quiera de verdad.

Lo cierto era que, durante esos días en que JiMin estaba con JungKook y Hobi con YoonGi, el mayor de ese trío de amigos se sentía un poco melancólico por no tener a alguien que lo quiera como a sus amigos. A veces se culpaba a sí mismo por ser tan exigente y no darles la oportunidad a las personas para que se acercaran a él, pero su miedo hacía que actuara de esa manera, porque no quería salir herido. Y cuando sucedió lo de JiMin estaba aún más a la defensiva. A eso se debía que solía ser un poco frío y crudo cuando hablaba de temas de amor. No tenía la capacidad de abrirse a creer en eso. Todo lo hacía sentir desalentado y ahora que JiMin se casaba se sentía bien por él, pero con ese pequeño vacío en su interior.

—¿Ya está listo?

Entró Ares sin tener la delicadeza de preguntar. Su curiosidad le estaba matando y es que en este mes logró ser muy cercano a JiMin, tanto, que JungKook se mostró un poco celoso al principio, pero con el tiempo se dio cuenta que ellos se llevaban bien y sus intenciones eran amistosas. Además, se sintió tranquilo de saber que Ares también estaba dispuesto a proteger a JiMin y de integrarlo a la vida que llevaban en el Olimpo.

—¿Quién eres tú y por qué entras sin mi consentimiento? —Jin le miró de mala manera.

—Pero qué humor— le sonrió travieso— Soy TaeHyung.

—Es primo de JungKook— completó JiMin sonriendo con nerviosismo.

Jin soltó un chasquido con la boca y devolvió su atención a lo que estaba haciendo. Mientras tanto, Hobi se limitaba a arreglar el cabello de JiMin imaginando cómo sería el día de su boda con YoonGi. Con todo esto y después de enterarse quien era realmente, no había podido inhibir los sentimientos y ese deseo de querer estar todo el tiempo con él. Aunque claro, la idea de vivir bajo el mar no le agradaba mucho y sentía miedo de cómo sería eso. Pero cualquier temor desaparecía con tener a YoonGi cerca de él, porque se sentía protegido a su lado. Al final sabe que lo hará y pronto lo llevará a conocer la Atlántida. Tampoco puede negar que eso le emociona.

—Te hicimos un ramo de flores— habló TaeHyung al tiempo que le entregaba el ramo— JungKook nos pidió que usáramos moradas y rosadas, pero agregamos las doradas— dijo y se acercó a él para susurrarle con una sonrisa— esas las cortamos del jardín principal.

JiMin soltó una risita y llevó toda su atención al pequeño ramo que sostenía en sus manos. Entendía el porqué de esos colores; primeramente porque le había dicho a JungKook que eran sus favoritos y segundo, porque contrastaban a la perfección con su anillo. Cada detalle que le haya contado al pelinegro parecía que lo guardaba en su memoria esperando el momento para utilizarlo. Éste disfrutaba mucho de hacer feliz a JiMin, por eso siempre era muy quisquilloso con lo que hacía por el. Incluso ahora con la boda se involucró demasiado en la decoración, porque quería cumplir todos los deseos de su rubio bonito, hasta el más mínimo.

—Gracias, TaeHyungie— le sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla.

—Gracias a ti, porque haces muy feliz a JungKook.

El castaño acarició la manito de JiMin y salió de la habitación para ir con JungKook. Si no lo hacía, estaba seguro de que, por la forma en que Jin lo miraba, lo sacaría a patadas de ahí.

Si había alguien que estaba sumamente feliz por esta boda, esa era Afrodita. Pese a su pasado, uno de sus objetivos era hacer que JungKook creyera en el amor y su poder. Nunca pensó que ese catorce de febrero él lo encontraría mientras flechaba a los humanos. Aunque al principio temía por él, con el tiempo se dio cuenta de que estaba cumpliendo con su destino. Y no había nada mejor que eso.

Zeus, por otro lado, aunque aún tenía sus dudas con respecto a las decisiones tomadas, prefirió apoyar a JungKook, porque sabía que de ese modo también lo protegía. De igual forma, ya no tendría por qué preocuparse, pues en unos días convertiría a JiMin en un Dios para otorgarle sus poderes y para darle la libertad de vivir en el Olimpo, en cuanto eso suceda, sabe que las cosas estarán mejor. Ahora que ve a JungKook acomodándose la corbata frente al espejo se siente emocionado y a la vez tranquilo. Es el primero de todos los Dioses que va a unir su vida a la de su Adelphe Psyche. ¿Quién diría que sería el más joven y rebelde?

—Te ves muy guapo— halagó Afrodita al tiempo que se acercaba para ayudarlo a acomodar su traje.

—Lo heredé de ti— sonrió.

—Recuerdo que desde pequeño has sabido como persuadirnos para cumplir cada uno de tus caprichos— se acercó Zeus— pero pese a eso y tus constantes travesuras, yo presentía que tu llegada al Olimpo sería para la mejoría de todos— hablaba con una pequeña sonrisa en su rostro— Al final acerté contigo cuando te nombré el Dios del amor. Pienso que sin JiMin y tú, Poseidón tampoco hubiese encontrado a su Adelphe Psyche.

JungKook le dedicó una sonrisa genuina y se acercó para abrazarlo, algo que lo tomó por sorpresa, pero no se negó. Eran muy pocas las muestras de afecto que se daban entre Dioses, pero cuando eso sucedía, eran muy significativas.

—¡Ay, ya nos pusimos sentimentales! — se anunció TaeHyung.

—¿Cómo está mi ángel? —JungKook se apresuró a preguntar.

—Muy hermoso... le encantó el ramo— le sonrió orgulloso.

Enseguida, JungKook escuchó la voz de JiMin agradeciéndole por el ramo y recordándole que lo ama con locura. Fue suficiente para él y para que sus nervios terminaran de disiparse, si es que había rastro de ellos. Teniendo a JiMin en su vida no tenía por qué sentir miedo. Ese rubio de sonrisa brillante había llenado sus espacios y le ayudó a cambiar de opinión con respecto a los temas del amor. Bastó un segundo mirando sus ojos para saber que su vida dependía de él y que no lo soltaría por ningún motivo. Aunque JiMin no fuese su alma destinada, incluso si se hubiesen conocido en otras circunstancias, está seguro de que se habría enamorado de él de cualquier forma. No habría duda para pedirle matrimonio y también hubiese estado encantado de esperarlo en el altar, sólo para mirarlo caminar hacia él como ahora lo hace.

En cuanto sus miradas se cruzaron, sus emociones se dispararon y el destello dorado en sus ojos se hizo presente de mueva cuanta. Ya era algo muy frecuente, pero solía aparecer en ocasiones especiales como lo era ésta, el día de su boda. Sus corazones latían a la par y ambos morían de ganas por tenerse cerca. No se cumplieron ni veinticuatro horas desde que se separaron para antes de este momento y ya sentían que les arrancaron una parte de su alma. Afortunadamente y después de muchos años, por fin unirían sus almas de manera más simbólica frente a un altar y frente a las personas que más los quieren y los apoyan.

Sus manos buscaron tener contacto en cuanto se tuvieron frente a frente. Sus ojos brillaron aún más y sus almas sentían que lloraban de felicidad. No había nada mejor que esto. No había nada que les hiciera ser más felices, sólo su presencia mutua y su amor.

En ningún momento soltaron sus manos y a ratos se dedicaban miradas enamoradas acompañadas de sonrisas. No pusieron mucha atención a lo que el sacerdote decía, sólo podían concentrarse en las sensaciones que les provocaba estar ahí parados, estrechando sus manos. El deseo de terminar con esto y vivir juntos para siempre los mantenía inquietos, pero más que eso, era el hecho de que no tuvieron su dosis nocturna de sexo y amor.

El momento de los anillos llegó y Zeus se levantó de su lugar para entregárselos. Él mismo se encargó de fabricarlos con fragmentos del sol y la luna, además de dejar su propio toque impregnado en ellos. JungKook fue quien los recibió y se dirigió a JiMin para iniciar con sus votos:

—Mi corazón supo desde el primer instante que tú eras mi alma gemela— inició mirándolo con una sonrisa tímida— Tus ojos me mostraron el lado más puro del amor y la veracidad de éste. Me has hecho inmensamente feliz desde el primer momento en que me sonreíste, con eso me di cuenta que mis años de vida en soledad no significarían nada a partir de este presente— tomó la mano del rubio y alineó el anillo a su dedo anular izquierdo donde yacía el que ya le había dado en antelación— Será un largo tiempo, pero yo sé que el destino no se equivocó. Te amaré incluso cuando ni tú mismo lo hagas. Mis días estarán dedicados a ti, a tu paz, a tu tranquilidad, a tu felicidad— terminó de colocar el anillo, besó su mano y luego continuó— Los años dejarán de correr y ya no tengo que buscarte en más vidas, porque te he encontrado en esta... tú y yo ya somos eternos, mi ángel.

JiMin era un ser emocional y muy sensible, tratándose de JungKook y sus siempre lindas palabras, se volvía el doble. Dejó que sus lágrimas escaparan por sus orbes al tiempo que sonreía sin poder ocultar su inmensa felicidad. Sabe que esa mano lo sostendrá en los tiempos más difíciles, porque aunque sea cosa de Dioses, una eternidad no será fácil de manejar. Claro que JungKook hace todo muy fácil y le da ese toque a su vida que lo mantiene a flote y sonriendo todo el tiempo. Entonces, seguía siendo cuestión de la persona, más no del tiempo.

Con firmeza, JiMin sostuvo la mano izquierda del pelinegro. Lo miró a los ojos y se permitió admirar la belleza profunda oscura que yacía ahí mismo. La noche infinita que tanto le gustaba sólo existía en ese par de orbes redondos y grandes. Sólo JungKook tenía la capacidad de revolverle el estómago con esa mirada. Su vida y su mundo entero eran él y agradece que no exista nadie más y que por fin lo haya encontrado, porque tiene la sensación de que lo buscó en otras vidas sin tener el más mínimo contacto. Sin duda, ambos se encontraron en el momento justo.

—Mi JungKookie— lo llamó para iniciar con sus votos— apareciste en mi vida cuando más te necesitaba, lo supe desde que te vi, aunque al principio estaba ebrio— dejó salir risas ligeras— pero cuando te quedaste y cuidaste de mi sin siquiera conocerme, reafirmé lo que sentía— alineó el anillo al dedo anular del contrario— Me salvaste de todas las formas posibles y sanaste a mi corazón herido, con esa sonrisa, con esa forma tan linda con la que me tratas, con todo de ti y es por eso que es tuyo. No importa cuántas vidas he tenido o con cuántas personas he estado, yo he sido tuyo desde siempre— comenzó a colocar el anillo sin dejar de mirarlo a los ojos— Puede que vengan tiempos difíciles, pero estaré ahí cuando sientas que no puedes contigo y todo lo que haces. Mi misión no sólo es acompañarte, también es sostenerte— terminó de colocar el anillo y besó la mano de su casi esposo— Seremos eternos, JungKookie, incluso en otros universos.

No esperaron a que el sacerdote hablara, se dejaron guiar por sus instintos y unieron sus labios en un beso lento, cariñoso y tranquilo. Era el momento de disfrutar su unión definitiva y eterna. JungKook acarició la mejilla de JiMin y con discreción metió su lengua, algo que los vibrar a ambos, pero no sólo de manera sexual. Pegaron sus cuerpos y se dejaron hacer por sus manos hasta que los aplausos los sacaron de su burbuja de amor. Con dificultad se desprendieron de su primer beso como esposos y se dirigieron al público para agradecerles con una reverencia.

En ese momento, sintieron que las posibles ataduras del pasado donde no pudieron estar juntos se liberaban y ahora por fin podrían avanzar hacia su destino prometido. Se tenían el uno al otro y eso era lo único que importaba.

La madre de JiMin se encargó de contratar a los mejores chefs de Busan para que se hicieran cargo del banquete de la boda. Y no se equivocó con su elección.

En el centro había una fuente de chocolate, a petición del rubio, donde ahora se encontraba comiendo fresas bañándolas en esa deliciosa achocolatada cascada y daba pequeñas porciones a JungKook en su boca. Mientras tanto, los demás invitados iban y venían de las mesas que estaban alrededor tomando los bocadillos que más se les antojaban. Los Dioses, principalmente, no se despegaba de ese lugar. No sabían que los humanos podían cocinar tan rico. Poseidón estaba completamente encantado recibiendo comida de la mano de su Hobi al tiempo que coqueteaban descaradamente. Afrodita los observaba con ternura y mucha emoción, mientras que Ares y Zeus los miraban con desagrado. Se preguntaban, ¿cuándo llegaría el momento de conocer a su Adelphe Psyche?

—Me está mareando tanta miel que derraman esos dos— se quejó Ares.

—Ahora tenemos que soportar a dos parejas presumiendo de lo mucho que se aman. Gracias al cielo, Poseidón pasará más tiempo en la Atlántida que en el Olimpo— agregó Zeus.

—Si estuvieran en su lugar seguramente harían lo mismo— Afrodita les dedicó una mirada aburrida.

—Como sea— Zeus rodó los ojos— buscaré más comida, no quiero seguir presenciando su escena romántica.

Tomó su copa de vino y caminó hacia el otro extremo del jardín donde había otra mesa de comida bajo la mirada burlona de Ares y Afrodita. No iba a aceptar frente a ellos que ahora le invadía la melancolía por todos estos miles de años en completa soledad sólo ocupándose de sus deberes. No se había dado cuenta que también necesitaba ese tipo de afecto o esas atenciones. A veces piensa que no tiene un alma destinada gracias a que es el Dios líder y a que su concentración debe estar cien por ciento en sus asuntos. Tampoco puede confesarles que bajó en varias ocasiones a la tierra en busca de su Adelphe Psyche sin tener éxito ni una pista de donde podría estar. Hay secretos íntimos que es mejor guardar en el interior, pero Zeus ha vivido demasiado tiempo soportando esa carga. ¿Por cuánto más?

—¿Quién diría que el Dios de Dioses ahora siente envidia y necesidad por encontrar a su Adelphe Psyche? — habló el castaño al tiempo que tomaba de su copa de vino.

—Tengo un buen presentimiento, ¿sabes? —respondió Afrodita con su mirada clavada en JiMin.

Y en tanto ellos hablaban sobre cómo ese rubio cambió la vida inmortal de JungKook y la perspectiva que tenía como el Dios Eros, NamJoon había llegado a la mesa de comida en busca de algo que le ayudara a distraer su mente. Ante sus ojos todo se veía apetecible, pero no sabía qué escoger. Sólo estaba ahí parado observando sin estar muy consciente de lo que sucedía a su alrededor. Al final se decidió por tomar algo muy poco convencional y tradicional.

—El tteokbokki sabe muy bueno— habló Jin con un poco de comida en la boca— Deberías probarlo— sugirió metiendo más comida en su boca.

Zeus lo sopesó por unos segundos antes de tomar una buena ración para ponerla en su plato, algo en su interior le decía que escuchara la opinión de aquel chico. Con esa intriga rondándole la cabeza, probó un poco y sintió que su paladar se deleitaba con eso. Definitivamente tenía razón; sabía delicioso, tanto, que probó dos bocados más antes de girarse para agradecer la sugerencia.

—Usted tenía razón— dijo limpiando la comisura de sus labios— muchas gra...

Las palabras y la respiración se le cortaron en el momento en que sus ojos se encontraron con los de Jin quien tenía formado un gran puchero en su boca por la gran cantidad de comida que traía en ella. Al instante éste se sintió avergonzado por ser visto en ese estado, pero jamás se imaginó que se encontraría con un hombre tan guapo, alto y musculoso de cabello blanco. ¿Por qué no lo había visto? ¿Y quién era? Por extraño que pareciera, sentía que esa pregunta era innecesaria, porque tenía una sensación de que ya lo conocía. Su rostro y su aura le resultaban familiar, como si en otra vida hubiesen sido cercanos.

Una atracción poderosa se había implantado en cada uno de los rincones de su ser. Los pensamientos de Zeus se estaban saliendo de control y algo en su interior le exigía que besara esos labios rosados y pomposos. Por un momento olvidó lo que esas sensaciones significaban, hasta que en los ojos del chico se asomó un destello dorado ligeramente intenso. Eso lo hizo vacilar en su lugar sintiendo que sus pies estaban demasiado inestables como para sostenerlo. Y al igual que él, Jin lo vio y una sensación de felicidad le invadió, como si hubiese hecho un hallazgo importante, uno del que dependía mucho para sus siguientes días. Sin darse cuenta, había terminado de masticar y tragar toda la comida, ahora se dejaba envolver por la profunda mirada de ese hombre peliblanco tan hermoso y... sexy. No pudo evitar pensar en ello y el contrario pensaba lo mismo. Entonces NamJoon lo supo... ese pelinegro bonito era su Adelphe Psyche. Pero ¿de verdad será él? Tiene que serlo, porque siente que la vida se le va si no lo besa. Necesita acercarse y sentirlo. Necesita hacerlo suyo y que no se escape.

—Gracias— Zeus consiguió decir después de aclarar su garganta— Estaba delicioso— sonrió con gracia.

—N-no hay d-de que— titubeó y comenzó a vacilar en su lugar— El tteokbokki es mi f-favorito.

—Tienes buenos gustos— halagó al tiempo que se acercaba a él— De ahora en adelante será mi favorito también— volvió a sonreír.

Jin sintió que los pies ya no le respondían del todo, es por eso que aferró una de sus manos a la mesa, aún sin dejar de sostenerle la mirada al hombre que tenía frente a él. Se dio cuenta que sus ojos desprendía ese destello dorado cuando sonreía y el contrario notaba lo mismo. Se habían perdido en sus miradas, tanto, que el resto del mundo dejó de existir. Sus corazones latían frenéticos y podían sentirlos mutuamente. Sus emociones comenzaban a mezclarse al igual que sus pensamientos. La necesidad aumentaba a tal grado de compartir los mismos deseos. ¿De dónde venía tanto? Sólo Zeus lo sabía, pero aunque Jin no estuviera al tanto de las razones, él se sentía cómodo con todo lo que le provocaba. Se sentía como si estuviese frente a la persona correcta.

—Lo siento mucho— se disculpó el peliblanco— Mi nombre es NamJoon— hizo una reverencia y sonrió.

—Jin.

La voz del chico apenas salió en un hilo aún tratando de procesar en su cabeza lo que este encuentro le provocaba. Sin esperarlo, sintió como la mano de NamJoon tomaba la suya para besarle el dorso de manera delicada y suave. Un escalofrío invadió todo su ser y sus pies vacilaron un poco, pero pudo controlarlo. No iba a dejarse caer en el suelo frente a ese hombre tan sexy. Aunque bien podía echarle la culpa al vino.

—Disculpe el atrevimiento, pero debo decirle que usted es muy hermoso. Jamás he visto una belleza igual a la suya.

Los ojos de Jin se iluminaron y boqueó a causa de esas palabras tan perfectamente articuladas. Ese hombre peliblanco no podía ser de esta época, era tan perfecto y tan guapo que resultaba irreal.

No hubo más palabras que decir, sólo miradas y sentimientos que se enlazaban rápidamente. No se daban cuenta que unos ojos curiosos y emocionados los observaban a la distancia; JungKook estaba seguro de que, por la forma en que actuaban Zeus y Jin, eran almas destinadas. JiMin, por otro lado, se siente un poco inquieto. No hubiese creído que Jin sería la Adelphe Psyche del Dios líder del Olimpo. ¿Será que es adecuado? Es decir, ha logrado llevar una relación más amena con Zeus, pero sabe que a veces se pasa de autoritario y no es algo que el espíritu libre de Jin necesite en un momento así.

—Yo creo que se ven bien— opinó JungKook tomando la mano de su esposo en el proceso— No pienses que Zeus puede dañarlo, porque eso no va a suceder. Será el primero en protegerlo.

—Es que Jin es tan...— mordió su labio inferior— tan Jin. Dudo mucho que su personalidad encaje con la de él.

—Pero no se trata de eso, ángel— lo tomó de la cintura para girarlo y quedar frente a él— Tú alma gemela es un complemento, si bien hay similitudes, lo demás no tiene que encajar, ¿sabes? —miró en dirección a Jin y NamJoon quienes ahora platicaba y reían sin importar el hecho de que se acaban de conocer— Yo creo que él es perfecto para Zeus, tal vez...— sonrió burlón— le ayude a tener un mejor humor.

JiMin también miró en dirección a la pareja para meditarlo un poco. Tal vez JungKook tenía razón; ser almas gemelas no significaba que debían tener la misma personalidad. Iba más allá de lo que parece evidente. Se dio cuenta que Jin no sonreía así con nadie ni mucho menos lo vio sonrojado de las mejillas o ponerse tímido. Quizá NamJoon le haría bien a la vida de su amigo. Quizá ambos terminaban por complementarse. Pero sólo para asegurarse decidió usar su don en Zeus, para ver si sus sentimientos eran genuinos, entonces pudo sentir alivio.

—¿Era necesario hacer eso? —interrogó JungKook.

—No quiero que Jin sufra por toda una eternidad— justificó con un puchero.

—Eso no pasará— acarició una mejilla de su esposo— dale la oportunidad a Zeus, no es tan malo. Es verdad que se pasa de estricto en algunas ocasiones, pero por dentro es un ser muy sensible.

—Casi te arranca las alas— masculló y luego dejó salir un suspiro— De acuerdo— asintió— pero si se atreve a herir a mi amigo, yo mismo me encargaré de quebrar una flecha para castigarlo.

—Pero no puedes hacer eso— rio ligeramente— Mis flechas no tienen efecto en los Dioses, naturalmente, los castigos tampoco.

—Pero qué tontería— rodó los ojos.

—No es algo necesario, ¿sabes? —le dio un beso fugaz— Ninguno de nosotros puede herir o romper el corazón de nuestras Adelphe Psyche, porque nuestros sentimientos son puros y genuinos. Nos consagramos a ustedes, para protegerlos. Si ustedes mueren, que es prácticamente imposible, nosotros también. Es por esa razón que las emociones están ligadas. Somos una sola persona.

JiMin no aguantó las ganas y se lanzó a los labios de JungKook para besarlos con fuerza y mucho amor. Se sentía bien ser su esposo y estaba agradecido con la vida por haber sido elegido como su Adelphe Psyche.

Al cabo de unos minutos y por falta de aire, se separaron y unieron sus miradas para hacerse más promesas de amor. Ambos morían de ganas por ir a su luna de miel, pero decidieron que sería después de la ceremonia en el Olimpo. Por ahora todo estaba bien. Disfrutaban de su boda y de la compañía de sus invitados, de la comida, de las muestras de afecto que se daban y ahora de su primer vals como esposos.

JiMin sentía mucha tranquilidad al estar recargado sobre el pecho musculoso de JungKook donde podía oír claramente su respiración y los latidos de su corazón. Había ocasiones como esta en las que sentía que todo era un sueño y que pronto despertaría de él, pero el tacto del pelinegro, combinado con su calor, son esa prueba viviente que necesita para sentirse seguro de que es suyo y que no lo abandonará.

Aunque el tiempo ha transcurrido desde siglos atrás, fue sólo cuestión de días para que ellos se encontrarán y se amaran a primera vista. Sólo hizo falta ese catorce de febrero del dos mil veintitrés para que sus almas se encontraran. Pese a que hubo un corazón roto, la ilusión lo salvó y ahora lo mantiene con vida, porque JungKook es real y está ahí para él, para amarlo durante toda la eternidad.

—Entonces...— JiMin rompió el silencio— tú y yo, ¿somos uno solo, JungKookie?

—Una sola alma, mi ángel— asintió y depositó un beso sobre la cabellera rubia de su esposo.

JiMin abandonó el pecho de JungKook para alzar la vista y así poder mirarlo a los ojos. Le sonrió con gracia y recibió una caricia en la mejilla de su parte, un tacto muy simple pero que le hacía sentir un sinfín de emociones y mucha felicidad. Segundos después alzó una de sus manos con el dedo índice al aire y lo colocó frente a la vista del contrario externando a través de sus pensamientos lo que pretendía hacer.

—Tú eres yo.

Dijo con sus ojitos brillando y esperando pacientemente a ser correspondido. Naturalmente, el pelinegro entendió las intenciones de su bello esposo e imitó su acción para corresponder a su deseo. Entonces unió su dedo índice con el contrario creando chispas a su alrededor y su destello dorado en los ojos para después completar la frase:

—Yo soy tú.

Unieron sus labios de nueva cuenta de una forma muy tierna y suave. Una de las manos de JiMin subió al rostro de su esposo para acunarlo, mientras que éste lo sostenía de la cintura, ambos sin perder el ritmo del vals que bailaban.

Ares los observaba desde uno de los rincones mientras bebía de su copa de vino. Se fijó en la hora y creyó que era momento de irse, de cualquier forma, JungKook iba a quedarse con JiMin. Buscó a Zeus con la mirada y lo vio salir de la mano con Jin. ¿Acaso él...? Como sea, no le dio importancia y se acercó a Afrodita para avisarle que se iba.

Dirigió sus pasos a la salida despidiéndose de los invitados y cuando se giró para continuar con su camino, sintió como su traje se humedecía a causa de un vino derramado, algo completamente accidental. Como primer reacción, sacó un pañuelo de su bolsillo para secar lo poco que se pudiera, pero una mano pequeña y delicada se le adelantó en el acto.

—Lo siento mucho— expresó una voz tenue y muy dulce, tan dulce como la miel— No ha sido mi intención.

—Está bien, descuide, los accidentes pasan— consoló TaeHyung— por favor— pidió al tiempo que detenía esas bellas manos— no se moleste en hacerlo, yo lo hago.

Cuando aquella chica rubia alzó la mirada, Ares sintió que volaba a través de sus ojos y ese destello dorado en ellos. Con su sonrisa lo envolvió e infinitamente lo hechizó. De pronto, el sonido de la música se hizo lejano y ambos se dejaron envolver por su pequeña burbuja, creando así el enlace de sus almas y emociones en una sola persona. TaeHyung, principalmente, podía sentir los latidos del corazón de esa bella chica.

—Siento que lo conozco— expresó la rubia.

—A decir verdad— mordió su labio inferior— comparto ese sentimiento con usted y, ahora que estamos frente a frente, podemos conocernos.

La chica sonrió con mucha gracia y luminosidad. Ares sintió que ya había visto esa sonrisa en algún lugar, pero tal vez se debía al hecho de que ella era su Adelphe Psyche, porque estaba seguro de que lo era, sino ¿por qué otra razón sentía que el corazón se le salía? Además, no cualquiera tendría el destello dorado que él necesitaba ver.

—Soy TaeHyung— sonrió e hizo una reverencia— es un placer poder conocerla, bella dama.

—Gracias— correspondió a la reverencia— mi nombre es Roseanne, el placer es mío— sonrió con timidez.

Ahora ese rostro le resultaba tan familiar, no sólo era el hecho de que era su destinada, ella era la hermana de JiMin... ¿su hermana? ¿Su Adelphe Psyche era esa chica? Le resultaba sorprendente que justo en este momento tuviera que encontrarla. A eso se refería Afrodita cuando dijo que tenía un buen presentimiento. Tal vez la llegada de JiMin tenía más motivos de los que se creía.

—¿Iba a marcharse? —la rubia inquirió con timidez.

—Me sentía un poco fuera de lugar, así que decidí salir a tomar un poco de aire— respondió con sus ojos clavados en los contrarios.

Roseanne observó a su alrededor por unos segundos como si intentara tomar valor para sus siguientes movimientos. Nunca antes sintió un impulso igual, pero tenía la sensación de que debía seguir a sus instintos, de lo contrario, podría arrepentirse.

Pocas veces sintió atracción por otras personas, la mayor parte del tiempo la pasaba ocupada estudiando o leyendo. Nunca nadie le provocó ese repentino interés que ahora siente por TaeHyung o por hacer lo siguiente.

—¿Le gustaría bailar? —preguntó al tiempo que extendía su mano— Tal vez yo pueda ayudarlo a sentirse mejor.

—¿Bailar? —sonrió con gracia y vaciló un poco— No desearía hacer eso con nadie más, sólo con usted.

Correspondió a la invitación y tomó la mano de la rubia para dirigirse a la pista de baile. Y casi enseguida logró acoplarse a ella y a sus movimientos delicados. Sus manos no se soltaron en ningún momento y se dejaron llevar por la música, por sus emociones y sentimientos que amenazaban con estallar. Tal vez pensaban en más cosas de lo normal, pero por ahora se concentrarán en disfrutar uno poco de la noche. La primera de muchas.

Mientras tanto, en algún lugar, Jin se dejaba acariciar por las manos de NamJoon al tiempo que le da estocadas duras y certeras. Nunca nadie le provocó ese apetito tan feroz ni mucho menos le hizo sentir demasiado con un simple beso. Rozar sus labios fue como la llave que abrió las puertas del deseo. Así que no fue difícil escapar para ninguno de los dos, sin importarles que su ausencia sí sería muy notoria. Sólo se dejaron llevar por sus instintos y por esa voz interna que les exigía consumar sus caprichos.

La pareja de recién casados decidió que querían un poco de privacidad, así que se escabulleron a la salida y se sentaron sobre la fuente que estaba frente a la entrada de la casa. JungKook no había tenido tiempo de detallar la casa de los Park; era una especie de mansión, pero un tanto decente. Había espacio por donde quiera que miraras, incluso en el interior de la casa.

Estando ahí sentados en esa fuente, observando la luz de la luna y las estrellas que le acompañan, todo se sentía bien y con la calma abrazándolos. El frío ni siquiera podían percibirlo, no mientras estén juntos.

JiMin estaba sentado en las piernas de su esposo recibiendo besos cariñosos en su cuello que, de alguna forma lograban encender a su cuerpo.

—Tengo una sorpresa para ti— confesó el pelinegro.

—¿Ah si? —giró su cuerpo para poder mirarlo— ¿Qué es?

—Después de la ceremonia, lo vas a saber— sonrió y se acercó a los labios del rubio— y sé que te va a gustar.

—Me gustas más tú— sonrió con picardía.

Terminaron por juntar sus labios de manera armoniosa y delicada, haciendo ruidos ligeros y deslizando sus manos sobre sus cuerpos mutuamente. JiMin suspiraba en medio del beso y aferraba una manito al rostro de JungKook como si no quisiese soltarlo.

El tiempo era insuficiente cada vez que se besaban o cada vez que hacían el amor, incluso una eternidad parecía poco, pero al menos tenían la certeza de que estarían juntos. Si en algún momento se separaban, eso no importaba, porque sus almas se habían funcionado y ahora conformaban una sola. Si iban al otro lado del universo de igual forma se buscarían, porque eran imanes que se atraían con fuerza descomunal, como desde el primer momento en que sus ojos tuvieron contacto. Como desde el primer beso. Como desde la primera vez que se entregaron a ese amor genuino que nació segundos después de conocerse. Todo, absolutamente todo los hacía destinados. Sin importar las diferencias que pudieran tener, de alguna forma, ellos se complementaban y se amaban sinceramente.

Más que un destino trazado, ellos se deseaban en gran medida. Se necesitaban.

Eran como el Jing y el Jang... negro y blanco... sol y luna... almas diferentes, pero con los mismos sentimientos.

Ellos lo eran todo.

Eran su propio universo.
















A veces, la llegada de una persona puede cambiar más de una vida. Cuando los Dioses creyeron que estaban condenados a pasar toda una eternidad en completa soledad, sólo cumpliendo con sus deberes, llegó JiMin a la vida de uno de ellos quien era el más rebelde y obstinado. Nada de eso le sirvió porque cayó completamente rendido a sus pies y ahora era suyo para siempre y por siempre.













Cupido no creía en el amor, pero al final se enamoró.








💘💘💘💘

F I N

💘💘💘💘





Okayyyyy!!!!!

Este es el final. Espero que les haya gustado.

Todo esto empezó como un OS jsjsjsjs, pero terminó con 9 capítulos jaa.

Agregaré un Prólogo para las futuras lectoras que vengan por aquí. Les aviso para que vayan a dejar su voto 😆

Todavía voy a agregar el epílogo, ese lo subiré el viernes.

Pues nada, más que agradecerles por haber leído al tiempo desde el primer momento en que lo publiqué. Recibió mucho amor desde ese instante. Incluso, en Facebook, me bloquearon los comentarios porque sobrepase el límite jajaja. Para mi fue muy loco, nunca esperé que recibiría tanto apoyo. En fin, me hicieron muy feliz.

No se olviden de votar y comentar.

Las tkm!!! Siempre!!!💜💜💜💜







Bueno, despertamos con malas noticias. En lo personal, no escucho la música de Astro, pero los conozco por EunWoo. A todas sus fans les mando un fuerte abrazo. Es una perdida muy grande y con esto reafirmamos que no sabemos nada de las personas que vemos, específicamente, los Idols.

Seamos amables siempre. No difundimos el odio. Nunca vamos a saber lo que están pasando cada uno de ellos, ni ninguna otra persona.

Les mando mucho amor y les recuerdo como anteriormente he dicho; si necesitan hablar, aquí estoy yo. No están solas.

Cuídense mucho 💜💜💜



Moonbin deja un vacío enorme, pero espero que pueda encontrar paz a donde quiera que esté.


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