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007



Tal vez JiMin jamás tendrá suficiente de JungKook, no cuando se trata de sexo salvaje. Sucedió lo que era predecible; ambos se volvieron completamente adictos y les era muy difícil conciliar la idea de una vida separados. Ahora se venía la parte más complicada que les tocaría enfrentar; Zeus. El pelinegro desconoce cuáles puedan ser las verdaderas intenciones de éste. Después de lo que sucedió hacía unas horas, no se sentía muy seguro de confiar en él. Y es que suele ser bastante impredecible con sus acciones que ya no sabe qué esperar. Sólo pudo advertirle a JiMin de lo que sea que pueda pasar en el Olimpo en cuanto lleguen frente a los demás Dioses.

El rubio, por otro lado, no está muy convencido de ir con JungKook, pero tiene el presentimiento de que si no lo hace será mucho peor. Así que no tiene más opciones, lo que le causa curiosidad es ¿cómo subirán? Su mente ha creado distintos escenarios, pero todo parece bastante irreal. Ni siquiera puede creer que viajará a ese lugar que para todos los humanos es una fantasía. ¿Será que está soñando? Y si es así ha sido demasiado largo. Como sea, ahora está a punto de descubrirlo; JungKook le ha pedido que suba a su espalda y que se sujete con fuerza. Realmente nunca se ha tele transportado con un humano, no sabe cuáles pueden ser las consecuencias de esto o si en algún punto puede soltar a JiMin por la fuerza con la que ejecuta. Es algo que no le gustaría platicar con él en este momento, pero ya es demasiado tarde; su pequeño le ha leído la mente.

—Tengo miedo, JungKookie— expresó al tiempo que enterraba su rostro en cuello del pelinegro.

—No te preocupes— consoló— Confía en mí.

El rubio sólo tarareo un asentimiento y se aferró con fuerza a su escondite. Fue increíble como en un abrir y cerrar de ojos habían aparecido en aquel lugar, sin embargo, JiMin se dejó caer en el suelo vomitando en el proceso. JungKook se acercó a él para sostenerlo de los hombros y para recoger su cabello, algo que le causó un pequeño deja vú.

—Me parece que siempre te veré en situaciones como esta— se burló.

—Otro comentario como ese y te quedarás sin sexo por una semana— amenazó.

El pelinegro soltó una carcajada y ayudó al chico a ponerse de pie. Fue hasta ese instante en el que éste se dio cuenta del lugar en donde estaban; frente a él había unas rejas enormes de color dorado que brillaban intensamente. En la parte de arriba tenían unas letras extrañas, quizá estaban en griego. Miró a su alrededor observando cómo había varias nubes a su alrededor y ese cielo tan azul como nunca en su vida lo había visto. Era un lugar muy hermoso, incluso mejor de como lo pintan en los libros. Es difícil de creer que esté aquí y que de verdad existe. Ahora entiende que cuando JungKook le prometió llevarlo al cielo lo decía enserió.

Se acercaron a la entrada y enseguida las puertas se abrieron. Continuaron con su camino mientras iban tomados de la mano. Cuando pasaron el gran portón, JungKook volvió a su forma de Dios sin que ninguno le prestara atención a eso. Enseguida acapararon las miradas de los querubines que iban pasando por ahí, además de los Dioses secundarios y los mensajeros. Nunca antes habían visto a un humano tan de cerca, pero aún más curioso, nunca vieron a uno el Olimpo. JungKook, por otro lado, le recorría una gran sensación de satisfacción al poder caminar de la mano con JiMin en ese lugar. Andaban por el sendero que daba directamente a la sala Olímpica que estaba adornado de flores doradas que brillaban a ratos, el rubio no entiende cómo es que todo es dorado en ese lugar, pero sin duda lucía increíble.

Cuando llegaron, se pararon frente a una enorme puerta dorada que tenía una especia de círculo con zigzag. Esperaron un momento hasta que las puertas se abrieron lentamente. El corazón de JiMin comenzó a latir con fuerza, sus pies temblaban y se hacía miles de preguntas en la cabeza. Como era de esperarse, JungKook percibió sus inquietudes y lo sujetó con fuerza de su cintura, tomó su mano para besarla con delicadeza y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Estaré contigo en todo momento— acarició su mejilla— o si prefieres irte, te llevaré de regreso...

—No— se apresuró a responder— Lo haré— sostuvo con seguridad— Quiero convencerlos de que soy digno de ti.

JungKook le sonrió enternecido y lo besó fugazmente en los labios. Hubiesen querido darse más muestras de cariño, pero había llegado el momento de enfrentar al líder de los Dioses; las puertas de la sala Olímpica se abrieron completamente dejando al descubierto un pasillo que conducía hacia otra puerta. Mientras caminan por ahí, JiMin notó que a los costados había esculturas, aparentemente, de los Dioses, no tardó mucho en ubicar la de JungKook y era increíble como lucía exactamente igual con esas facciones varoniles, sus músculos y su vestimenta. Con todo eso, no pudo evitar sentirse intimidado y pequeño. Era demasiado para asimilar o para lograr entender. De pronto, sintió miedo de nuevo y cuando las puertas se abrieron juraba que le faltaba el aire; no supo para dónde mirar, sólo siguió a su instinto y enseguida su ojos captaron a un hombre de cabello blanco con una expresión que a cualquiera le daría miedo y con un cuerpo incluso más musculoso que el de JungKook. Supo entonces de quién se trataba.

—¡Hey, tú! —lo llamó y comenzó a caminar rápidamente hacia donde se encontraba Zeus— ¿Por qué le hiciste eso a mi JungKookie? ¡Eres un insensible! — le gritó.

El Dios líder se quedó completamente quieto y perplejo al igual que los demás. JungKook no sabía cómo reaccionar o qué decir, nunca se imaginó que JiMin entraría atacando al mismo Zeus, el Dios de Dioses, al que todos le temían, pero lo cierto era que el rubio estaba muy molesto con ese Dios de cabello blanco por lo que estuvo a punto de hacerle a JungKook. No sabe de dónde viene tanta valentía, pero su recelo es el que lo controla. Tiene muchas ganas de decirle unas cuantas cosas a ese disque Dios y no saldrá de aquí hasta que lo haga.

—JiMinie— se acercó JungKook para tomarlo de un brazo— Tranquilo, no puedes hablarle así a Zeus.

—Una mierda— se zafó de su agarre— ¡Él te lastimó! —lo señaló con el dedo— ¿Cómo quieres que le hable?

—¿Acaso no sabes quién soy yo, jovencito? — habló Zeus con una mirada molesta— Deberías tenerme miedo.

—¿Miedo a ti? —enarcó una ceja— No me importa quién eres o qué tan poderoso seas— se giró para mirarlo de frente— no te tengo miedo.

Los demás Dioses estaban encantados con la escena e intentaban aguantar la risa. Encontraron que JiMin era muy adorable, pero a la vez con un aura muy poderosa. Afrodita tuvo la impresión de que era un chico muy determinado y demasiado dispuesto a defender a los suyos. Era una personalidad que encajaba a la perfección con la de JungKook. No podía negar que juntos hacían una pareja poderosa.

—JiMinie— nuevamente JungKook le habló y lo acercó a él— no te preocupes por lo que pasó. Zeus tenía sus razones.

El rubio hizo un puchero y luego le dedicó una mirada despectiva a Zeus. Éste se la sostuvo del mismo modo, no iba a dejar que un simple mortal lo intimidara de esa forma. Aún no podía creer que lo atacara de ese modo y que por encima de eso entrara de la misma forma en que JungKook lo hace; sin saludar. Ahora entiende por qué fue elegido para él, ambos se complementaban y también podía ver que se protegían mutuamente. Juntos hacían la combinación perfecta.

—¿Qué tan infeliz tienes que ser como para lastimar a JungKookie de ese modo? —nuevamente el rubio se dirigió a Zeus— ¿No te dabas cuenta que le dolía? —reprochó.

—Rompió las reglas y es por esa razón que estas aquí— intentó explicar de la manera más calmada posible.

—JiMinie, déjalo que hable— pidió el pelinegro.

Al final, el rubio se resignó a escuchar a Zeus, sin embargo, eso no evitaba que a ratos le dedicara miradas despectivas y juzgadoras. Desde el momento en lo vio, sentado en el centro con los demás Dioses a sus costados, supo que se trata de él. No sabe qué fue lo que le pasó, pero instantáneamente sintió mucha rabia en su interior, es por eso que lo enfrentó. Ahora se pregunta, ¿por qué razón le ha pedido que venga? Viniendo de ese Dios no puede ser nada bueno.

—Hemos tenido un mal comienzo, joven JiMin— habló el peliblanco— Aún así voy a presentarme; yo soy NamJoon, el Dios Zeus— hizo una pausa y sonrió— Es un honor para todos nosotros poder conocer al Adelphe Psyche de nuestro querido Eros.

—Deja la amabilidad— bufó el rubio— Hasta hacía unos instantes querías separarme de mi JungKookie. No seas hipócrita.

—JiMinie, no seas tan rudo— le susurró JungKook.

Zeus no sabía de dónde sacaba tanta paciencia para soportar la insolencia de ese pequeño mortal, pero cada vez reafirmaba aún más que de verdad estaba hecho para Eros; tenía esa misma peculiaridad de decir y expresar lo que piensa sin tener ningún tipo de miedo o límite. Se tomó un tiempo para observarlo detenidamente; JungKook tenía razón, ese chico era muy hermoso, incluso podría jurar que también era un Dios. Sus facciones eran finas y adorables, su mirada felina y la forma en que está parado representa mucha seguridad de sí mismo. Su atención fue atraída por cómo sostenía la mano de JungKook y cómo éste le correspondía. No pudo evitar pensar en verlos juntos, aquí, en el Olimpo y eso lo llevó a tener otro pensamiento; ¿cómo no se dio cuenta antes? ¿Cómo es que pasó? No era posible.

Se levantó repentinamente de su silla y bajó hacia donde estaba la pareja quienes lo miraban con cautela. Se acercó a ellos y los inspeccionó de arriba abajo, como si algo estuviera mal ahí. De hecho lo estaba.

—¿Cómo entraron? —preguntó Zeus con una ligera expresión de pánico.

—Como siempre lo hacemos— respondió JungKook con extrañeza— Subí con él y entramos por ...

Entonces lo entendió al igual que los demás Dioses. Poseidón, Ares y Afrodita bajaron al mismo tiempo y se acercaron a la pareja. Los Dioses se dedicaban esa mirada cómplice que significaba que pensaban lo mismo. Cada vez se sorprendían más de este acontecimiento inusual, para ellos todo era nuevo y no entendían muchas cosas, pero realmente, si lo pensaban con detenimiento, tenía mucha lógica.

—Se supone que ningún humano puede entrar al Olimpo si Zeus no le da su bendición— habló Poseidón.

—Tal vez se debe a que entró conmigo— intentó explicar JungKook.

—No hay forma— negó Zeus— tú no tienes autorización para eso.

JiMin los miraba detenidamente a cada uno de ellos, se sentía como excluido sin saber qué decir o cómo entender. Miró a JungKook quien tenía una expresión de asombro y nuevamente se sintió intimidado por él. Esto era demasiado hermoso para que fuese verdad. ¿En qué momento va a despertar de este sueño? Tiene mucho miedo de que los Dioses se interpongan entre ellos y terminen enviándolo a la tierra para separarlos. Muchas cosas comenzaron a retumbar en su cabeza con ideas que lo hacían sentir insuficiente. ¿Y si mejor salía corriendo de ahí? ¿Qué tal si algún día JungKook se cansa de él? ¿Qué va a hacer? ¿Cómo sobrevivir?

—Deja de pensar en eso, mi ángel.

Su conexión se estaba haciendo cada vez más poderosa, que era demasiado fácil para cualquiera de los dos poder leer sus pensamientos. JungKook escuchó todas las cosas caóticas que pasaban por la mente de JiMin y eso llamó su atención enseguida dejando de lado la conversación que tenía con los Dioses.

—Pero JungKookie...

—Basta— lo tomó de la cintura y se alejó con él unos cuantos pasos— No hay nadie más para mí, sólo tú— consoló al tiempo que acariciaba su mejilla— Eres el amor de mi vida y estaremos juntos toda la eternidad.

—¿No te despertarás algún día y dirás que te has cansado de mí? —inquirió con melancolía.

—Te he esperado más de mil años, ¿qué te hace pensar que un día me voy a cansar de ti? —hizo una pausa y acunó su rostro con ambas manos— Sin ti yo me moriría y estoy hablando enserio.

Al rubio no le importó que cuatro de los Dioses más importantes del Olimpo los estuviesen observando, sólo siguió a su corazón y se lanzó directamente a los labios de JungKook besándolo con mucho cariño y devoción. Éste se dejó llevar enseguida y pasó sus manos alrededor de la cintura del chico para pegarlo más a su cuerpo. Si no estuviesen ahí, sin duda, ya estarían desvistiéndose, pero el pelinegro aún conservaba un poco de conciencia.

—No quisiera interrumpir— se acercó Poseidón— pero estábamos en medio de algo— habló con timidez y luego miró a JiMin— Yo soy YoonGi, el Dios Poseidón.

—Yo soy Ares— dijo al tiempo que se acercaba— pero dime TaeHyung.

Él era un poco más informal.

—Y yo soy JiSoo, la Diosa Afrodita y mamá de JungKook.

El rubio les hizo una reverencia a los tres en especial a la hermosa mujer que le dio la vida a su hombre. Los Dioses comenzaron a hacerle preguntas sobre cómo era su vida, al cabo de un rato, Zeus se unió mostrándose un poco más amable que al inicio. Había observado la pequeña escena romántica de hacía unos instantes y pudo notar que había una atracción muy poderosa entre ambos, además, su trato mutuo era especial. No se inmutaban en darse muestras de cariño y parecía que siempre estaban buscando tener contacto físico. Después de analizarlo un poco, fue que se dio cuenta que se estaba equivocando con sus decisiones, claro que aún había cosas por pensar sobre la situación. Aún teme que las cosas salgan mal y que en algún momento pierda a JungKook. Sin embargo, ya no está cerrado a que las cosas sucedan, al final, todo estaba escrito.

—Este es un tema bastante delicado para nosotros, JiMin— explicó Ares— espero que puedas comprender.

—¿Van a separarme de JungKookie? —inquirió y sus ojos se humedecieron— Yo no quiero dejarlo, él...— giró su rostro para mirarlo— me hace muy feliz y sé que yo también puedo hacerlo— se devolvió a los Dioses y abrazó a JungKook con fuerza— Por favor, permítanme estar a su lado— puso ojos de cachorro.

—Aún no he tomado una decisión— respondió Zeus— Debemos hablar, ya que esto sigue siendo nuevo para nosotros. Puedes estar tranquilo, pero debo pedirte discreción con la información que ya tienes en tu poder— hablaba con una expresión bastante cautelosa— Ningún humano, aparte de ti, puede saber de nuestra existencia.

—No diré nada, lo juro— se apresuró a decir.

—Siendo así, ¿podrían darnos privacidad? Les mandaremos a llamar cuando hayamos terminado.

JungKook tomó de la mano a JiMin y lo sacó de la sala Olímpica regresando por dónde habían venido, pero esta vez cambió de destino. El rubio pensaba que lo llevaría de vuelta a la tierra, pero tal parecía que tenía otras intenciones. Caminaron por lo que parecían cascadas de aguas doradas que caían por las nubes blancas. Alrededor volaban muchos querubines quienes hacían su trabajo de todos los días. Por el camino se encontraron a Hermes que cuidaba de las flores de doradas del jardín principal. Al rubio le resultaba increíble ver como todo lo que estaba en los libros estaba aquí y existía de una manera más hermosa. Todo era luz, brillo y colores dorados, parecía que el Olimpo no tenía un fin específico.

Llegaron a donde había varias nubes formadas en filas de arriba hacia abajo. JungKook le pidió a JiMin que subiera a su espalda para que pudiera llevarlo a su nube. Con un solo impulso, lograron subir a la cuarta que se encontraba un poco más alejada de las demás, de ella caían pequeños brillos dorados y ahí mismo estaba una aljaba con flechas plateadas. JungKook le ayudó a su chico para que pudiera sentarse ahí mismo mientras él tomaba sus flechas y las limpiaba con las manos. Después tomó asiento a su lado e invocó una especie de pantalla que le mostraba alguna parte del mundo, específicamente, parejas enamoradas.

—Hago esto todos los días— dijo al tiempo que apuntaba con su arco— Un flechazo y quedan completamente enamorados.

Y así fue, en cuanto recibieron la flecha de Cupido, la pareja a la que enfocaba cambiaron drásticamente y comenzaron a darse muestras de cariño. Continuó haciendo lo mismo yendo a distintas partes del mundo, explicándole a JiMin lo sencillo de su trabajo y cómo es que también podía castigar a los humanos usando sus mismas flechas.

—¿No te aburres de hacer esto todos los días? —preguntó JiMin al tiempo que dejaba caer su cabeza en el hombro de JungKook.

—Antes sí— respondió— creía que el amor no existía, pero desde que apareciste tú cambié de opinión y ahora disfruto de hacer esto con los humanos.

El rubio se sonrojó por las palabras de JungKook y escondió el rostro en el hombro de éste. En su interior había un montón de mariposas que iban y venían sin control al tiempo que su corazón latía con fuerza. Estando en ese lugar con JungKook se sentía en completa calma y muy feliz. Pese a que los Dioses estaban hablando y prácticamente decidiendo su futuro, tenía un buen presentimiento sobre eso. Además, por lo que logró entender, era bastante inusual que haya podido entrar al Olimpo sin la autorización de Zeus, eso debía significar algo ¿no? Como sea, intentará confiar en ellos, en que todo va a salir bien.

Permanecieron en completo silencio, JiMin consideró que debía dejar a JungKook hacer su trabajo. Sólo se limitó a observar como flechaba a los humanos y como estos reaccionaban al instante. Le resultaba interesante ver como él, siendo el mismo Dios del amor, no haya creído en eso durante todos sus años de vida. No puede culparlo, ya que hay muchas personas en la tierra que no entienden el verdadero significado de ese sentimiento y tienden a herir a otras personas, justo como a él le sucedió. Afortunadamente llegó Cupido a su rescate (literalmente) y le devolvió la luz que casi le roban. Definitivamente le debe mucho.

Continuó observando a JungKook en su labor mientras caía la noche frente a sus ojos. El pelinegro apuntaba hacia una pareja que estaba teniendo una cita en un parque de diversiones, había estado observándolos desde hacía un rato, hasta que por fin decidió apuntarle con su flecha, sin embargo, JiMin lo detuvo.

—Espera, no lo hagas— lo tomó de su muñeca— ese chico no está siendo sincero con su novia— explicó.

—¿Cómo? —JungKook enfocó a la pareja para ver sus corazones y efectivamente, el del chico tenía manchas negras.

—Puedo sentirlo— decía JiMin— sus sentimientos no son genuinos. ¿Qué pasaría si flechas a una pareja que no está realmente enamorada? —preguntó al tiempo que se giraba para verlo.

—Bueno, podría romper un corazón —respondió— Es como una condena, esa pareja jamás podrá ser feliz porque sus sentimientos no son sinceros.

—Pues ese chico le está mintiendo— sostuvo con seguridad.

Volvieron a dirigir su mirada hacia la pareja y al cabo de unos segundos apareció una chica que comenzó a enfrentarlos, algo muy similar a lo que le sucedió a JiMin. No tuvieron que observar más para entender lo que sucedía. Fue curioso como el rubio pudo percibir las emociones de esa pareja y determinó si eran reales o no. JungKook ni siendo el mismo Cupido tenía esa capacidad.

Cada vez descubrían más cosas sobre ambos. Eros pensaba que JiMin es como un complemento en su vida y ahora puede reafirmarlo. Tal vez por eso entró al Olimpo, porque desde hacía muchos años estaban esperando su llegada. Era como si ya tuviese su lugar reservado en ese lugar. Era tal vez la persona que llegaría para cumplir con el destino de todos ahí, principalmente el de JungKook. Desde el inicio de los tiempos, seguramente, se escribió para que así sucediera.

En cuanto la noche cayó, ambos se dejaron caer sobre la nube para observar las estrellas. Desde ahí podían verse mucho más cerca y resplandecientes. La noche desde el Olimpo era algo mágico, así lo percibió JiMin y estando con JungKook todo era mejor, era perfecto. De pronto se sentía como si ya perteneciera a ese lugar, ya no se sentía tan intimidado por lo que todo eso representaba, ahora no podía parar de pensar en cómo sería su vida ahí y si acompañará a JungKook todo el tiempo para ayudarlo. Sin duda eso le haría muy feliz.

—Quiero darte un obsequio, mi ángel.

Besó la mano de JiMin y después se puso de pie ayudándolo al mismo tiempo. Caminaron sobre la nube hasta que llegaron a la orilla teniendo una mejor vista del cielo estrellado. JungKook extendió su mano emanando energía a través de ella, como si quisiera atraer algo hacia él. Segundos después una estrella llegó y se posicionó en la palma de su mano. Era como una bola de fuego resplandeciente que desprendía distintas luces de tonalidades rosadas y moradas. Después el pelinegro se dirigió a JiMin.

—¿Recuerdas cuando dije que te daría una estrella?— preguntó orgulloso.

—¿Hablabas enserio? —abrió los ojos en sinónimo de sorpresa.

—Yo siempre hablo muy enserio— sonrió y se tomó unos minutos con la estrella en su mano pensando en palabras que pudiese decirle a JiMin en ese momento. Vaciló un poco más hasta que por fin pudo hablar— Desde que te vi yo escogí esta estrella para ti y le puse tu nombre. Hoy es el momento correcto para dártela. En ella podrás guardar tus recuerdos o contarle lo que tu quieras, será como un álbum fotográfico o un diario, pero sólo para tu uso exclusivo. Cuando quieras verla o platicar con ella, sólo llámala por tu nombre y vendrá a ti.

Los sentimientos que corrían por el cuerpo de JiMin eran algo que nunca antes experimentó en su vida. Este es el gesto más hermoso que alguien haya tenido por él. Claro, no cualquiera va a poder bajarle y regalarle una estrella de verdad que lleva su nombre, sólo JungKook, pero lejos de que éste sea un Dios y tenga esas capacidades, lo que lo hace especial, es la forma en la que lo expresa y lo hace. JiMin percibe que es completamente genuino con sus sentimientos y con todas las palabras dichas. Desde que apareció en su vida no ha hecho nada más que sólo hacerlo feliz y llorar de emoción. ¿Cómo no iba a enamorarse de él? Siempre lo trata bien, lo folla de maravilla y siempre está atento a sus necesidades. Ahora le está regalando una estrella que, encima de eso, tiene colores que siente que lo representan. JungKook no puede ser más perfecto.

—Me encanta, JungKookie— sonrió con un par de lágrimas escapando de sus ojos— Gracias— se acercó para darle un pico en los labios.

—Haré lo que sea por hacerte feliz, mi ángel— le devolvió el beso— Voy a darte algo más.

Le sonrió travieso al tiempo que subía una mano para ponerla encima de la estrella y comenzó a hacer círculos. Alrededor de ellos se formó una ligera ráfaga de viento que JiMin sintió como algo muy cálido. Prestó atención a los movimientos de JungKook y vio cómo desprendía un fragmento de la estrella, era como un hilo que brillaba intensamente con esas mismas tonalidades moradas y rosadas. Al cabo de unos segundos, logró separar ese hilo de la estrella y la dejó suspendida en el aire para concentrarse en lo otro.

Comenzó a manipular el fragmento con ambas manos haciendo uno que otro gesto de molestia, parecía que era algo complicado de hacer. JiMin lo observaba con toda la atención posible, muy a la expectativa de lo que estaba haciendo. Poco a poco comenzó a formar un círculo pequeño que se iba pintando de dorado. Había logrado hacer dos fragmentos con el mismo hilo de la estrella, pero sólo se concentraba en darle forma a uno. En cuanto terminó con ese, pasó al otro y lo hizo compactarse hasta que formó una especie de diamante que brillaba entre morado y rosado. Al final, unió ambas partes para formar un anillo, uno que era muy simbólico y bastante peculiar.

JungKook volvió a sostener la estrella y se la entregó a JiMin quien con un poco de torpeza y temor la sostuvo entre sus manitos. Esperó pacientemente a que el pelinegro terminara su cometido sin quitarle los ojos de encima. Realmente no entendía nada y aún sentía que flotaba en un sueño, uno muy hermoso. El temor a despertar y caer en la realidad era muy latente también, no quería creer que nada de esto existía o que todo estaba en su imaginación. ¿Qué tal si perdió la razón después de que SungWoon le fue infiel? Eso sería muy doloroso. Perder a JungKook sería como perder la vida.

Cuando terminó de arreglar el anillo, le dedicó una mirada contenta a JiMin quien tenía los ojos muy abiertos y haciendo un pequeño puchero. Al fin tuvo al alcance de sus ojos un anillo que quizá no existiría ni en un millón de tiempos. El pelinegro tomó una de sus manos y le dedicó un beso cálido y muy cariñoso, después le sonrió de nuevo antes de comenzar a hablar:

—Mi ángel, nunca imaginé estar aquí contigo. Hace unas semanas bajé a la tierra sólo para hacer mi trabajo, en medio de eso te conocí y cuando volví aquí yo ya no era el mismo— decía al tiempo que daba pequeñas caricias en su manito— Es curioso que yo, siendo Cupido, no creía el amor, pero ahora sé que no podía hacerlo hasta que tú llegaras a mi vida.

Lágrimas de felicidad comenzaban a rodar por las mejillas de JiMin al escuchar esas palabras tan bonitas. Desde hacía un rato dejó de sostener su estrella y sólo concentró su atención en ese ser que lo ha tenido yendo deliberadamente en los últimos días. No quería creer que justo ahora las intenciones de JungKook eran las que él piensa. No quiere creer que pronto va a tener que volver a la realidad y darse cuenta que sigue siendo el mismo mortal de siempre. Tal vez puede soportar un golpe cualquiera, pero no uno que venga del pelinegro. No soportaría ilusionarse de nuevo y luego quedar a la deriva. Pero su alma y corazón insisten en que continúe y que se permita soñar, porque es lo que está pasando y sucederá, lo que siempre deseó cuando encontrara a la persona correcta.

—No tuve dudas desde que ti vi y sólo seguí a mi corazón, porque deseaba tanto estar cerca de ti que ni siquiera me importó ser lo que soy. Ahora mi inmortalidad no tiene sentido si tú no estás conmigo, si no tengo una eternidad para amarte y hacerte feliz.

Se detuvo para arrodillarse frente a JiMin y éste sólo lloraba cada vez más. Su corazón latía frenéticamente al ver que, lo que estaba pensando, se estaba haciendo realidad. Antes ya pidieron su mano, pero esta vez se siente como si fuese la primera y única. Ni siquiera va a detenerse a pensar porque en antelación ya tomó una decisión. Su vida es JungKook y quiere estar con él.

—Park JiMin, mi hermoso ángel— retomó— Te he encontrado sin siquiera buscarte. No te esperaba y apareciste. Te amé desde el primer momento que te vi, es por eso que te obsequio una estrella del universo y un anillo que he fabricado con la misma. Con él, no sólo quiero sellar un pacto eterno, también quiero que sea la prueba viviente de mi amor y que ahora me atrevo a pedir tu mano, tu cuerpo, tu alma y tu vida para que seamos eternos. Sólo tú y yo— hizo una pausa y miró hacia arriba para buscar los ojos del rubio— Seamos uno solo, mi ángel, ¿aceptas?

JiMin no pudo articular ninguna palabra, sólo asintió frenéticamente con la cabeza y dejó que JungKook deslizará el anillo sobre su dedo anular y al instante éste se encendió lazando un destello hacia el cielo que creo una nueva estrella, una que sería de los dos, una que los representaría en el firmamento por toda la eternidad, porque ahora eran uno solo, tal y como se escribió desde el inicio de todos los tiempos.

Después de eso, JungKook se incorporó para reclamar los labios de su Adelphe Psyche, así sellaron su pacto y juramento infinito que va a unirlos por el por siempre más extenso de sus vidas. Mientras tanto, la estrella de JiMin se mantenía en su lugar cumpliendo con la labor que el Dios Eros le encomendó. Y fue así como se grabó el primer recuerdo, que mejor que éste siendo el más importante y significativo de las vidas de ambos.

Te amo, JungKookie—consiguió decir JiMin en medio del beso.

—Te amo más, mi ángel.

Buscaron sus labios de nuevo, esta vez para no soltarse en un buen rato.



Yo avisé que tuvieran pañuelos en las manos porque iban a llorar de emoción jsjsjsjs

Bueno, creo que dije que íbamos a la mitad, pero no, es la recta final 😭😭😭al menos que se me ocurra otra cosa, pero lo dudo jajaja. La historia ya quedó perfecta de este modo.

Yo creo que el fin de semana la termino de escribir 😅y enseguida pasaremos a Letter y luego a mi Hiatus temporal. Necesito prepararme para la siguiente historia que les voy a traer, como les dije, será muy sad.

Esa historia se va a llamar "Gosthin" y puede que sea larga. Aún no lo sé.

Pero en fin, gracias por el apoyo, estamos a nada de llegar a las 10 000 lecturas. 😭😭😭😭

No se olviden de votar y comentar.

Las tkm!!💜💜💜


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