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006



Las reglas del Olimpo eran sumamente sagradas, principalmente para Zeus, naturalmente. Y ahora está muy molesto con Eros, no sólo por haberse transformado a su forma de Dios en el mundo de los mortales, también por haber desobedecido sus órdenes y, encima de eso, persuadir a los querubines para que le ayudaran y, también agregando a eso, que los haya transformado en humanos y los dejara bajar a la tierra cuando sabe perfectamente que no está permitido para ellos. Lo que no entiende es cómo fue tan imbécil de no darse cuenta de los movimientos de JungKook durante esa semana. Si él no se hubiese convertido en la tierra de los mortales, tal vez nunca se hubiese enterado.

Todos los Dioses estaban en la sala Olímpica esperando por el Dios más rebelde que han tenido en toda su historia. Más de mil años han tenido que soportar sus múltiples travesuras y desacatos al libro sagrado. Lo peor es que ni siquiera le importan las consecuencias de sus actos, siempre hace lo que quiere.

Eros no demoró mucho en subir al Olimpo pese a que intentó retrasarlo. Los querubines temblaban de los nervios y del miedo al saber que serían severamente castigados por primera vez en toda la historia. Aunque JungKook les prometió que intercedería por ellos, no le creían y ahora se arrepentían de haber hecho ese trato con él.

—Ellos no tienen la culpa de nada.

JungKook nunca tuvo la costumbre de saludar cada vez que llegaba a la presencia de los Dioses. Éstos se contemplaron mutuamente compartiendo los mismos pensamientos. Incluso Afrodita estuvo de acuerdo con la sanción de JungKook. Antes de ser su madre, tenía que cumplir con su papel de Diosa y pilar del Olimpo. Sólo podía observar a su hijo con mirada reprobatoria y ligeramente decepcionada.

—No puedo castigar a los querubines, porque no hay nada que pueda prohibirles— habló Zeus con voz dominante— sin embargo, puedo amenazarlos.

Sus ojos se pintaron completamente y su energía color azul corría alrededor de su cuerpo provocando una ligera ráfaga de viento. No cabía duda de que estaba demasiado molesto.

—¡Si vuelven a faltar a las reglas que se les impusieron, me encargaré de quitarles la vida!

Zeus utilizó su voz de Dios para mostrarse más imponente. Los querubines sentían como las alas se les debilitaban al haber escuchado la amenaza del líder. Incluso JungKook estaba atónito e intentaba mantenerse sereno para no mostrar su debilidad. Al final, Zeus no dijo nada más y los querubines salieron disparados hacia el observatorio. Definitivamente y a partir de este momento, le mostrarán mucho respeto a todos los Dioses.

El silencio se prolongó por varios minutos en la sala donde JungKook era juzgado fuertemente con la mirada. Nuevamente se sentía pequeño y lo único en lo que podía pensar era en JiMin. No sabe cómo, pero debe convencer a Zeus a cualquier costo.

—Ni siquiera sé por dónde empezar, Eros— finalmente habló el líder— Anteriormente tus faltas eran justificables e inofensivas, sin embargo— le dedicó una mirada sombría—esta vez cruzaste una línea muy especial.

—Tengo una explicación convincente— se apresuró a decir— Tuve motivos suficientes...

—¡Ya basta!

Su voz de Dios tomó por sorpresa a todos los que estaban en la sala Olímpica. Realmente, Zeus tenía mucho que poner en riesgo si continuaba dejando a JungKook sin un castigo lo suficientemente severo para que pueda entrar en razón. Él también es uno de los pilares del Olimpo y es increíble que siempre actúe bajo la influencia de ese lado irracional.

—Esta vez no escucharé ninguna de tus excusas— retomó aún con esa mirada sombría en sus ojos.

—No es la primera vez que pones en riesgo nuestra existencia, Eros— habló Poseidón— Esa personalidad tuya tan deliberada nos trae problema tras problema. Y siempre tenemos que arreglar las situaciones por ti.

—Esta ocasión ha sido una falta muy grave—se integró Ares—Es momento de que asumas las consecuencias de tus actos.

Los Dioses habían hablado entre sí sobre cómo manejar el comportamiento de su Dios más joven y... rebelde. Aunque al final Zeus tomó la decisión que él consideró más adecuada. No importaba si alguno de los otros no estaba de acuerdo, él lo haría de todos modos.

JiSoo bien sabía que no podría ayudar a su hijo esta vez. Aunque no va a negar que se siente intrigada por saber sobre ese humano que ha robado el corazón del pelinegro, sus miedos terminan por presionarla y manejarla. No le gustaría creer que JungKook podría terminar como ella. No quiere arriesgar la vida de su único hijo y de la luz de sus ojos. Si ella seguía en pie haciéndole frente a la inmortalidad y a aquel pasado tormentoso, era por él. Por mantenerlo con vida.

—Mamá— le llamó con voz temblorosa— por favor, escúchame... descubrí más cosas...

—No, Eros.

Era la primera vez que su madre le llamaba por su nombre de Dios. Fue suficiente para que su corazón se acelerara y con ello pensaba en la posibilidad de que no vería a JiMin nunca más. Pero le hizo una promesa y volverá por él. Así tenga que pasar incluso por encima de su madre, lo hará.

—Eres uno de los pilares más importantes del Olimpo. Fuiste elegido para una misión muy especial— decía con una mirada inescrutable. No era su madre la que le hablaba, era la Diosa Afrodita— Los humanos te necesitan y nosotros también. Debes entender que es tu responsabilidad cumplir con tus deberes como Dios. Primero eres Eros antes que JungKook— hizo una pausa y se puso rígida— Lo siento, pero debes olvidar este tema del Adelphe Psyche.

—No lo haré— respondió con seguridad— Afrodita— tomó la misma postura— siento mucho lo que le sucedió en el pasado, pero eso no significa que yo deba privarme de descubrir el amor que me fue otorgado desde el inicio de todos los tiempos. De hecho— hizo una pausa y miró a cada uno de los Dioses— ninguno de nosotros.

—Tus necesidades, Eros, no son prioridad. Es primero el Olimpo y los humanos que están bajo nuestro cuidado— refutó.

—Entre ellos está mi Adelphe Psyche— alzó la voz.

—Ni siquiera sabes si es él correcto— intervino Poseidón.

—¡Lo es!

—¡Basta!

Zeus volvió a usar su voz de Dios dejando que las llamas de su poder lo cubrieran por todo el cuerpo. Esta conversación se estaba haciendo larga y no estaba interesado en seguir escuchando argumentos que para él no eran válidos. No importaba qué tantas excusas pusiera Eros para defenderse, había roto las reglas y una de las más importantes, eso merecía un castigo y más restricciones.

—Cuando les doy órdenes espero que sean cumplidas— Zeus intentó recobrar la compostura— He sido muy paciente contigo y cuando te otorgué la inmortalidad, lo hice creyendo que serías un buen Dios del amor, pero ya veo que me equivoqué— se bajó de su lugar y se acercó a JungKook— es por eso que, a partir de este momento, te quitaré tus alas, tus poderes y sólo conservarás el don de flechar a los humanos para otorgarles el amor— hizo una pausa y alzó una de sus manos que estaba envuelta en una especie de fuego azul— Mucho menos podrás volver a la tierra.

JungKook comenzó a sentir el pánico recorriendo en cada una de las partes de su cuerpo. Pensaba en correr y bajar a la tierra, pero sabía que Zeus sería más rápido. Su sistema comenzó a alterarse de tan sólo pensar que ya no podría ver a JiMin, como consecuencia, lo llamaba con la mente esperando a que lo escuchara. Pero no fue así. Sintió como su corazón se debilitaba al igual que sus pulsaciones, sus pies temblaban y sus ojos estaban completamente cristalizados observando la llama de Zeus en su mano. Su respiración se aceleró y su mente se quedó en blanco.

—Lo siento mucho, Eros, pero éste es un castigo eterno.

Zeus dejó fluir la llama azul de su energía por todo su cuerpo y sus ojos se pusieron en blanco, debía concentrar todo su poder para lo que estaba a punto de hacer. Mientras tanto, JungKook estaba paralizado del miedo, su corazón cada vez iba más rápido y sus ojos se habían llenado de lágrimas emanando mucho dolor en su expresión. No había opciones en su cabeza, sólo un impulso involuntario. Su dolor y temor a no volver a ver a su ángel le hizo actuar.

—¡No, por favor! — se dejó caer sobre sus rodillas y juntó sus manos en modo de súplica— ¡Por favor, Zeus! ¡Escúchame!

—¡No! ¡Esto es lo que te mereces!

Los demás Dioses sólo se limitaban a permanecer callados en su lugar, aunque no miraban la escena, principalmente Poseidón sentía que esa no era la solución al problema, además, no esperaba que JungKook reaccionara de ese modo. Por otro lado, Afrodita mantenía la mirada hacia abajo sintiendo en su pecho un dolor muy fuerte, esto era lo que menos quería para su hijo, de haber sabido que las cosas terminarían así, lo hubiese dejado en el mundo de los mortales, pero ya no podía cambiar el pasado, sólo asumir la realidad.

—¡Zeus! — gritó JungKook— ¡Zeus, te juro que es él!

—¡Silencio!

Las palabras del pelinegro sólo conseguían enfurecer aún más a NamJoon quien intentaba ignorar su llanto que, de algún modo, lo conmovía un poco. Pero nada cambiaría lo que pensaba, su mayor deber era proteger al Olimpo y a sus Dioses, sin importar el costo.

—¡No, NamJoon! ¡Por favor! —el llanto de JungKook era cada vez más desgarrador.

—¡Este es tu castigo, Eros! ¡Asúmelo!

JungKook terminó por dejarse caer sobre el suelo con un único nombre en su mente; JiMin. Sintió un dolor infernal sobre su espalda, sinónimo de que le estaban arrancando las alas. Y gritó... gritó y gritó. En medio de ello también gritaba el nombre de su ángel, sin duda lo va extrañar demasiado. Le hacía promesas en su mente de que en algún momento estará con él para siempre. Lo llamaba con sus pensamientos y a lo lejos logró escuchar su voz llamándolo. Eso le sacó una lágrima de resignación. Ya ni siquiera sentía el dolor de su cuerpo, sólo percibía el de su corazón quebrándose en mil pedazos.

—¡Detente!

Cuando JungKook pensó que todo estaba hecho, Poseidón tomó a Zeus de la mano para que no continuara con lo que estaba haciendo. Afrodita bajó de su asiento para ir hacia donde estaba su hijo tirado en el suelo. Afortunadamente sus alas estaban ahí aún, pero se notaba que moría por el dolor; su cuerpo tenía espasmos, pero él había perdido su mirada en la nada mientras las lágrimas caían de sus ojos. Fue entonces que se dio cuenta que esto había sido un error. Eros no merecía esto. Nadie, de hecho.

—JungKook— lo llamó con preocupación— ¿Estás bien? —lo tocó con delicadeza.

—¿Mis alas? —inquirió con melancolía.

Afrodita deslizó sus manos por encima de las alas blancas de JungKook y las acarició con cuidado. Es difícil desprender las alas de alguien a quien se le otorgaron, en este caso, Eros, Afrodita, Zeus, Ares, Atenea, Asclepio y Artemisa eran los únicos Dioses que poseían alas, además de sus poderes. También era un proceso doloroso, porque prácticamente desgarraban la piel, sin embargo, Poseidón llegó justo a tiempo para salvar a JungKook.

—Tranquilo— le dedicó una sonrisa llena de culpa— ¡Asclepio!

Enseguida éste bajó de su asiento y fue al alcance de Afrodita. Realmente estaba esperando a que lo llamaran. Él era el Dios de la curación y muy capaz de sanar las pequeñas heridas que tenía Eros en su espalda. No estaba de acuerdo con la decisión que había tomado Zeus ante la situación, pues él sabía perfectamente cómo era retirar las alas de un Dios, sin embargo, sabía que no podía decir absolutamente nada. Ahora que veía el sufrimiento de JungKook, no sólo por sus alas también por su corazón, entendió el sentimiento. Tal vez debía confiar en él.

—No va a dolerte, ¿de acuerdo? — Asclepio le habló con calma— No logró desprenderlas, así que no demoraré.

Junto sus manos, las frotó y después las pasó por encima de las alas de JungKook devolviéndoles ese color blanco brillante que siempre lucían. Mientras tanto, Zeus estaba a punto de detenerlo cuando Afrodita lo encaró con una mirada oscura y llena de rabia.

—Quería apoyarte, NamJoon, pero fuiste demasiado lejos— reprochó.

—¿Acaso olvidas quién soy? —inquirió con molestia— ¡Soy tu Dios líder! —le gritó.

—¡Y yo soy el segundo al mando! —lo encaró Poseidón.

Los tres comenzaron una lucha de miradas. Sus cuerpos ardían con su poder alrededor de ellos y sus ojos se habían pintado de blanco. Zeus nunca había sido retado de esa manera porque todos obedecían sus órdenes, pero esta vez parecía que nadie estaba de acuerdo en cómo quería llevar las cosas. Nunca antes tuvo la osadía de lastimar a un Dios y mucho menos a uno de los importantes. Eros era quien mantenía a flote la tierra, aunque su trabajo solo fuese crear atracciones entre personas y generarles deseos amorosos, eso era fundamental. ¿Cómo siquiera pensó que esa era una solución?

Los demás Dioses se acercaron con las mismas intenciones de encararlo y frenar sus oscuras intenciones. Sabían que Zeus no era malo, pero a veces se pasaba de intenso con la excusa de que hacía lo correcto para el Olimpo, nunca cuestionaron sus decisiones bizarras y extremas, hasta este momento en donde pudieron ver a uno de los suyos sufriendo innecesariamente. Además tenían curiosidad. Ellos querían saber sobre su supuesto Adelphe Psyche.

—Basta, Zeus— habló Artemisa— Nosotros queremos escuchar.

—¿Y qué quieren saber? —les dedicó una mirada llena de recelo— Adelphe Psyche es un maldito mito que nunca debí compartir con ustedes— intentó relajarse y luego continuó— Han pasado miles de años, ¿qué les hace pensar que Eros pudo encontrarlo cuando ni el mismo creía en el amor?

—Tú mismo lo has dicho; han pasado miles de años— intervino Ares— Estoy seguro de que nuestras almas destinadas han reencarnado en varios tiempos. Los Dioses ancestrales no hubiesen escrito eso sólo porque sí. Dudo que sea un invento.

—¿Acaso también pretenden bajar a la tierra? —inquirió Zeus con molestia.

—Nos hemos dedicado a nuestras obligaciones incluso por encima de nuestra felicidad— continuó Poseidón— No te has preguntado ¿qué se siente encontrar a tu Adelphe Psyche? Porque yo sí, muchas veces y me gustaría saber.

El silencio se instauró en la sala Olímpica mientras los Dioses se contemplaban mutuamente. Mientras tanto, Asclepio había terminado su trabajo y ayudaba a Eros a ponerse de pie. Ahora estaba más relajado, pero aún sentía que su corazón dolía, además de la voz de JiMin en su cabeza. Sabía perfectamente que le estaba llamando y le causaba mucha desesperación no poder estar cerca de él. No sabe cómo, pero buscará la forma de salir de ahí.

—Eros— le llamó Poseidón— cuéntanos, ¿cómo es tu Adelphe Psyche?

—Hermoso— respondió instintivamente— Es un ángel y un buen chico. Él... —se mostró dubitativo por unos segundos— él me aceptó. Por eso me transformé en la tierra, debía mostrarle para me creyera.

—Danos más detalles, por favor— se acercó Atenea.

—No sé cómo explicarlo— rascó su nuca con nerviosismo y luego continuó— Desde que lo vi, sentí una atracción muy poderosa y todo el tiempo veo el destello dorado en sus ojos. Puedo sentir sus emociones y él las mías— explicaba con sus ojos brillando de emoción— Y también podemos leer nuestros pensamientos mutuamente, justo ahora estoy escuchando que me llama.

Todos los Dioses sonrieron con entusiasmo, sobre todo Artemisa y Afrodita. Nunca antes escucharon algo igual, sólo sabían que existía ese destello dorado y un pequeño enlace de almas, no había otra cosa para encontrar a tu Adelphe Psyche, sin embargo, ahora estaban frente a una posibilidad de descubrir más sobre eso y tal vez tendrían la oportunidad de encontrar a la suya.

JungKook les contó sobre cómo habían sido estos días conociendo a JiMin. Habló sobre cómo se sentía estando con él y de las conexiones que los unían. Cómo se llamaban a través de sus pensamientos y cómo sus emociones se desataron cuando apareció SungWoon. Les contó todo, naturalmente omitió los detalles íntimos. Los Dioses escuchaban atentamente y con mucho entusiasmo, incluso Zeus, quien al inicio estaba renuente, justo ahora tenía mucha curiosidad por conocer a ese rubio que aparentemente se adueñó del corazón de Eros.

—Si es tan sorprendente como dices— decía NamJoon haciendo un gesto pensativo— Tráelo para que podamos conocerlo.

—¿Cómo? —JungKook lo miró sorprendido— ¿Ahora?

—Lo antes posible.

Le dio la espalda sin ningún tipo de emoción aparente y subió directo a su silla mientras los demás Dioses lo observaban perplejos de su cambio de opinión tan repentino. Aunque no les sorprendía que tuviese un carácter complicado, no podían culparlo, sobre sus hombros cargaba con la responsabilidad de todo el Olimpo y prácticamente la tierra, así que era entendible que fuese así de complicado.

Antes de que Zeus se arrepintiera, JungKook salió corriendo de la sala Olímpica tomando su forma humana y bajó a la tierra para buscar a JiMin.

Cuando el rubio se quedó completamente solo en su departamento se sintió muy inquieto y triste. Estaba preocupado por cómo estaría JungKook, pero no podía hacer nada por él hasta que pudiese volver.

Llamó a sus amigos para que le hicieran compañía en tanto el pelinegro regresaba. Todo estaba bien; los tres veían películas y comían palomitas cuando de la nada JiMin soltó un grito desgarrador y se tiró al suelo llorando y gimoteando. Hobi y Jin intentaron ayudarlo, pero no sabían qué hacer. Quisieron llamar a una ambulancia, pero el rubio no los dejó porque sabía perfectamente de dónde provenía ese dolor.

Llamó a JungKook con la mente, pero no hubo respuesta, fue entonces que entró en desesperación y le dio un ataque de pánico. Más que el dolor físico, le dolía no poder ayudar al pelinegro en lo que sea que le estuviese pasando. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza, el dolor y ardor en su espalda y también el dolor de no tenerse cerca. Sentía que moría con él.

Pasado un rato dejó de sentir aquellas sensaciones, pero la preocupación por saber de JungKook persistía. HoSeok y Jin intentaban calmarlo, pero nada funcionaba. JiMin no dejaba de llorar y de pedir por su hombre. Hacía un rato que no lo siente, eso le estaba haciendo colapsar. Sin embargo, cuando estuvo a punto de salir corriendo, apareció la figura del pelinegro con un rostro preocupado. Sin percatarse de la presencia de Jin y Hobi, corrió hacia donde estaba JiMin sentado y abrazando sus propias rodillas. Lo cargó para sentarlo en su regazo y enseguida éste comenzó a llorar.

—¡JungKookie! —chilló.

—Estoy bien, mi amor— lo consoló al tiempo que acariciaba su espalda— Ya estoy aquí, como te lo prometí.

—¿Qué te hicieron, JungKookie? —salió de su escondite para poder mirarlo— Y-yo pude sentirlo— hizo un puchero— Sentía tu dolor, ¿por qué te hicieron eso?

—Rompí las reglas, pero estoy bien, ¿de acuerdo? —acarició la mejilla del chico y secó sus lágrimas— No te preocupes por eso. Ahora estoy contigo.

Jin y Hobi miraban la escena completamente asqueados por lo dulces que ese par se veía, pero a la vez se sentían felices de ver que ese chico trataba muy bien a JiMin. Tal parecía que éste decía la verdad sobre JungKook y su relación tan cercana que tenían. Ellos no querían creer que el pelinegro hubiese podido desarrollar sentimientos en tan poco tiempo, pero tal parecía que sí.

—¿Quieren privacidad? —Jin inquirió con sorna.

—Sí— respondió JiMin sin mirarlos.

Fue hasta ese momento en que JungKook notó la presencia de los chicos. Los miró con un poco de sorpresa y luego se puso de pie tomando al rubio de la cintura. Les hizo una reverencia para presentarse como era correcto.

—Soy JungKook— sonrió con gracia— Es un placer conocerlos.

Ambos chicos boquearon un poco al ver lo imponente que se veía ese hombre corpulento y alto. Definitivamente JiMin tenía razón; era un sueño y ahora entendían por qué estaba tan entusiasmado con él. ¿Será que tiene amigos como él?

—También es un placer— correspondió Hobi.

Jin sólo sonrió y después tomó del brazo a su amigo para sacarlo de ahí. Ambos se despidieron y dejaron a la pareja para que pudieran estar solos. Tal parecía que tenían mucho de qué hablar.

Enseguida, JiMin se sentó a horcajadas sobre JungKook y enterró su rostro en el cuello de éste. Necesitaba sentirlo de ese modo al igual que sus manos sobre su espalda. Necesitaba que le transmitiera calma a través de ese abrazo cálido y silencioso. Después de experimentar semejante dolor, lo único que quería era sentir su respiración y decirle a través de sus pensamientos lo mucho que lo extrañó. Aunque sólo se haya ido por un par de horas, se sintió como si hubiese pasado una eternidad.

—Ya no quiero que te vayas, JungKookie— expresó con voz melosa— sentí que te perdía.

—No fue así, ya no pienses en eso— consoló y lo sacó de su escondite para poder mirarlo— Tuve que enfrentarme a Zeus, aunque al principio fue un caos, parece que ha cedido.

De pronto JiMin sintió que la calma se apoderaba de él. Con la sonrisa tan convincente que JungKook le dedicaba, sentía seguridad de que las cosas irían mejor. Hacía unos instantes experimentó un dolor muy grande pensando que perdería al hombre de sus sueños, pero ahora ya ni siquiera pensaba en eso. Y motivado por su repentino entusiasmo, reclamó los labios de pelinegro y los devoró con ligera intensidad. Después de unos largos minutos se separaron para continuar con la conversación.

—Zeus me pidió que te lleve— informó con cautela— Los Dioses quieren conocerte.

JiMin hizo un gesto de sorpresa muy adorable que causó un montón de mariposas en el interior de JungKook. Se quedó completamente en silencio esperando a una respuesta. Pensaba que quizá no aceptaría, pues aún tenía mucho que procesar en su mente y respetaría su espacio si así lo consideraba necesario.

—El que te lastimó... ¿fue Zeus? —preguntó JiMin con la mirada hacia abajo.

El pelinegro hubiese esperado otra respuesta, pero tal parecía que al rubio le inquietaba lo que sucedió y por eso pedía información. Ni siquiera parecía asustado de subir al Olimpo, más bien estaba molesto. ¿Y cómo no? Definitivamente tendría algo personal en contra de NamJoon.

—Eso no importa, ¿de acuerdo? —desvió el tema y acarició la mejilla del rubio— Entonces dime, ¿te sientes bien como para subir conmigo al olimpo?

JiMin sonrió con sorna y acercó repentinamente su rostro al contrario para besar sus labios. Un beso que enseguida subió de nivel con sus lenguas acariciándose mutuamente. El rubio balanceaba sus caderas para rozar su trasero con la semi erección de JungKook. Los sentidos de ambos se estaban alterando y su calor comenzaba a quemar. El deseo que los cegaba se sentía como si se hubiesen separado durante muchos días.

—De acuerdo— respondió JiMin entre jadeos— iré contigo, pero antes... necesito que me folles o no podré estar tranquilo.

—¿Ahora? —preguntó al tiempo que metía sus manos por debajo de la ropa del rubio— ¿No podemos esperar a volver?

—No quiero esperar— se quejó— Te necesito dentro de mí ahora— habló con voz melosa y excitada.

Eso fue suficiente para que JungKook terminara por hacer gemir, llorar y gritar de placer a JiMin sobre el sofá.





Segundo cap del día de hoy jsjsjss. Quise publicar más temprano, pero estaba terminando esta parte y como que no me inspiraba del todo, pero ya quedó.

Según yo, ya íbamos a la mitad, pero ya se alargó a un capítulo más, en fin.

Espero que les haya gustado. El viernes vuelvo a actualizar. No sé olviden de votar y comentar.

Las tkm!!!

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