005
Había sido una visita bastante indeseada. Conforme pasaron los días, JiMin se había olvidado completamente de lo que sucedió hacía tan sólo poco más de dos semanas. No está interesado en volver con SungWoon y no sólo es por JungKook, también es por él. En cuanto se mudó de nueva cuenta a su departamento y salió a beber a ese bar, lo hizo con la decisión definitiva en su mente. Aunque perdonaba la falta de su prometido, eso no significaba que regresaría con él. Claro está que las cosas sucedieron demasiado rápido; ahora está muy enamorado del hombre que le ha dado intensas noches de pasión y que también lo ha tratado como un rey. Aunque hayan avanzado rápido en tan poco tiempo, eso no le daba el derecho a JungKook de regodearse frente a SungWoon, es por esa razón que lo observa con un poco de molestia y reprobación. Se sentía lo suficientemente fuerte como para defenderse sólo, además, tal vez la parte que más le conflictua es que haya dicho que son novios cuando no es así, porque ni siquiera se lo ha pedido. Exactamente, ¿con qué derecho se siente? Sin embargo, ahora percibe sus emociones y está esperando a que se relaje.
El pelinegro se había sentado sobre el sillón a pensar un poco sobre la descarga de adrenalina que sintió en todo su cuerpo. Sabe que no es normal pese a que tiene un temperamento fuerte, pero cuando vio que SungWoon intentó tocar a JiMin de nuevo, algo en su interior se crispó y escuchó una vocecita lejana que le pedía a gritos que protegiera a su Adelphe Psyche. No tiene mucha explicación, sólo... algo que no ha podido contarle al rubio. Supo entonces que es momento de decirle toda la verdad.
Cuando alzó la mirada y se encontró con los ojos juzgadores de JiMin se sintió pequeño ante él. No se imaginó que pudiese estar molesto, estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no percibió las emociones del contrario. Lo analizó rápidamente y pudo entender que su comportamiento no fue adecuado, además, supo desde el principio que SungWoon tocaba la puerta. Las cosas que dijo sí fueron intencionales, quería provocarlo y regodearse de tener a JiMin a su lado. Ahora sabe que estuvo mal y que no puede seguir actuando mediante ese tipo de impulsos.
—No tenías por qué actuar de esa manera—reprochó severamente— No quiero sonar pesado, pero yo puedo defenderme solo, JungKook.
El pelinegro sintió como su corazón se aceleraba de mala manera al escuchar como lo llamaba por su nombre y no por algún apodo cariñoso. Sólo pudo bajar la vista y jugar con sus manos para intentar distraer a su mente. Esa reacción estrujó el corazón de JiMin y enseguida sintió el desánimo que embargaba a JungKook. Quiso mantenerse firme, pero le era imposible, no cuando el latir de los corazones de ambos estaban ligados. Prácticamente si uno se ponía triste, él otro también. Ya ni siquiera le importó que eso era algo muy extraño, mandó al carajo lo que pensaba y se sentó a horcajadas sobre el pelinegro, tomó su mentón y alzó su mirada para poder besarlo. Enseguida fue correspondido y atraído hacia el cuerpo contrario. Ambos se sentían como si hubiesen peleado, no sabían que podía doler tanto. Pero el miedo fue el que los gobernó. No querían perderse, eso era definitivo.
—Perdón— consiguió decir JungKook en medio del beso— Perdóname, pero no concilio la idea de que alguien ajeno a mí se atreva a tocarte.
—Ay, JungKookie—sonrió conmovido— Me entrego a ti todos los días, dime ¿no es suficiente?
—Yo jamás...— sonrió— voy a tener suficiente de ti.
Volvió a acortar la distancia para iniciar con un beso apasionado donde sus lenguas llevaban el mando. Sus manos se desplazaron por sus pieles tocando aquellos lugares de los cuales conocen la textura a la perfección. Habían dejado en segundo plano el pequeño inconveniente que vivieron hacía un momento y llevaron toda su concentración a devorarse mutuamente, dejando al descubierto todas las emociones que les invadían cuando hacían eso. Para ellos, quizá, besarse se había convertido en un tipo de ritual. Y es que lo que ellos no sabían es que sus almas se enlazaban aún más cada vez que tocaban sus labios, pero haciendo el amor lograban fusionarse. Era la forma en la que se volvían uno solo, así que, pese a que fueron pocos los días en los que compartieron este tipo de momentos, habían conseguido adherirse de manera permanente. Los dos conformaban una sola Adelphe Psyche.
—¿De verdad tenías que abrir la puerta estando semi desnudo? —inquirió JiMin entre jadeos.
—Tú tampoco ayudaste— se separó de él y le dedicó una mirada lasciva— saliste usando sólo mi camisa— lo miró de arriba hacia abajo y mordió su labio inferior— pero está bien, te ves muy sexy con mi ropa puesta.
Se sonrieron mutuamente y continuaron devorando sus bocas de manera sucia y obscena. Lo disfrutaban mucho, incluso estaban casi duros, sin embargo, el tiempo tanto en el Olimpo como en la tierra era oro. JungKook sabía que no podía esperar más, pero antes de dar ese paso, necesitaba expresarle sus sentimientos a JiMin.
—Quiero decirte algo— deshizo el beso y respiró ligeramente agitado— Es sobre lo que siento por ti.
Lo miró a los ojos con un poco de temor y tragó saliva en el proceso. El rubio podía sentir las pulsaciones que vibraban con nerviosismo, como si dudara de sus movimientos. Pensó que sería bueno no decir nada y se quedó en silencio para que pudiera continuar.
—Desde que te vi... mi corazón enloqueció— comenzó aún sin bajar la mirada— Te metiste dentro de mí de una forma muy inusual, tanto, que necesito estar cerca de ti en todo momento— acarició la mejilla contraria y luego continuó— Estoy enamorado de ti, lo siento aquí— auto señaló su corazón— Me vuelves loco cada vez que te tengo cerca y mi deseo por devorarte en la cama no cesa. Me siento seguro de lo que siento y no quiero ocultarlo. De hecho... no quiero ocultarte nada.
Guardó silencio por unos momentos, no sabía si era correcto decirlo en este momento, pero sabía que no podía esconderse de Zeus todo el tiempo. Aunque el hecho de sus sentimientos por JiMin no se debía a la premura de la situación, todo era genuino y su alma le pedía que se lo dijera. Sin embargo sentía miedo, no lo va a negar. Recuerda las advertencias de su madre y también los querubines tienen razón; ya no puede dejar pasar más tiempo.
—Te amo— confesó sin más— creo que lo he sentido desde el primer momento en que te vi. Y estos días han sido maravillosos, no he podido evitar sentir todo esto— hizo una pausa y lo miró con ojos de cachorro— JiMin, para mí eres mi vida, mi mundo, mi universo, mi todo. Tal vez por eso me sentí celoso de tu ex novio, no lo sé, pero te has impregnado en cada partícula de mi ser y no quiero dejarte ir... no quiero que me dejes, JiMin-ssi.
Aquellas palabras ocasionaron que el rubio se quedara mudo y pensativo. Si lo analiza con detenimiento, sí es muy poco tiempo para decir esas palabras, pero algo en su interior le dice que todo está bien y no puede evitar emocionarse. Nunca antes vibró al escuchar que lo aman. Nunca antes sintió tantas ganas de besar a alguien como lo hace con JungKook. Sabe que todo ha sido especial desde el primer momento y desde entonces han caminado con pasos veloces. Entre ellos las cosas eran así, eran únicas, eran a su modo. Sólo estaban siguiendo a los latidos de su corazón.
—De acuerdo, yo entiendo que no ha pasado un tiempo considerable, pero es lo que siento y no puedo frenarlo— retomó al ver que no hubo una respuesta del contrario— No estás obligado a sentir lo mismo ni mucho menos a hacerlo a mi ritmo. Sólo quería decírtelo.
JiMin lo miraba detenidamente, aún con un par de palabras atoradas en la garganta. Le resultó demasiado adorable la expresión preocupada de JungKook y la forma en que explicaba las cosas. Sobre todo, que no lo incitara a decir lo mismo. Definitivamente era afortunado de tener a ese hombre pelinegro.
—Lo haremos a tu modo, ¿de acuerdo? —volvió a hablar— Estoy dispuesto a esperar hasta que sientas lo mismo, dame la oportunidad de permanecer a tu lado hasta entonces...
—Te amo.
El silencio se originó con dos corazones latiendo frenéticamente. Las emociones vibraron y ambos conectaron sintiendo todo a la par. El destello dorado en sus ojos se hizo presente de una forma más prolongada. Antes eran destellos cortos, pero ahora brillaban como una luz dorada infinita. Sus almas se reconocían como una sola, muy dispuestas a vivir para toda la eternidad.
—Yo también siento que te amé desde el primer momento— confesó el rubio— No sé qué me diste, pero desde aquella noche no podía sacarte de mi cabeza. Me hacías mucha falta, sentía que sin ti nada tenía sentido. Y cuando volviste, sentí como si hubiese vuelto a la vida— explicó de manera genuina y el pelinegro sólo podía escucharlo y admirarlo— Yo tampoco quiero que me dejes, JungKookie.
Después de eso, se acercaron lentamente para besarse con mucha delicadeza. Las manos de JungKook se deslizaron por los muslos desnudos de JiMin y los acarició con cariño mientras que éste había enredado sus brazos por el cuello del contrario, disfrutando de sus toques y de la forma tan inusual en la que lo está besando. ¿Por qué se siente como si llevaran mucho tiempo? ¿Por qué se siente como si se conocieran de toda la vida? Es difícil ir en contra de lo que siente cuando JungKook lo trata de ese modo, como si fuese lo más valioso del mundo. Se siente seguro con él y muy querido, como nunca antes nadie le hizo sentir. Tal vez después de él no volverá a amar a nadie más.
—Hay algo más que debo contarte— dijo el pelinegro en cuanto deshizo el beso. Respiró hondo e intentó buscar las palabras correctas— Sé que sientes curiosidad de saber sobre mí y de dónde vengo, así que voy a decírtelo, pero necesito que mantengas la mente abierta, por favor.
Tomó las manos contrarias y besó una a una intentando disipar sus nervios y bloqueando sus pensamientos para que no sean perceptibles. No quería perder a JiMin, eso era definitivo, pero tampoco iba a obligarlo a continuar con lo que tenían si él no estaba de acuerdo con la situación. Sería demasiada presión para él, además, posiblemente tendría que vivir con él en el Olimpo, sería un cambio radical para su vida que, si no está dispuesto a hacerlo, entonces tendrá que entenderlo y aceptarlo. Después de todo, su mayor prioridad es la de su chico.
—Me estás asustando— hizo un puchero— ¿Acaso eres un asesino o algo así?
—Por supuesto que no— dejó salir unas cuantas risas ligeras y luego continuó— Yo tengo una vida bastante peculiar. El lugar del que provengo todo el mundo lo conoce como una fantasía, incluso yo soy considerado eso mismo— explicó mientras que JiMin lo miraba confundido— Yo no soy...
Se detuvo. ¿Cómo decirlo? Era tan complicado. Seguramente pensará que está loco. ¿Y si no le cree? ¿Cómo le hará para convencerlo de que todo es cierto? La única forma es algo que no está permitido, pero si no tiene opción, lo hará.
—JungKookie— lo llamó —dime lo que sea, confía en mí.
El pelinegro dejó salir un suspiro pesado e intentó acomodar sus ideas, cuando estuvo listo, continuó.
—Yo no soy... un humano... yo... soy un Dios— habló pausadamente y con cautela— Para ser más específico, yo soy Eros, el Dios del amor, o bien, aquí en la tierra me conocen como Cupido.
JiMin se quedó completamente en blanco por un momento y sin ninguna palabra que decir. Su rostro reflejaba mucha confusión y sus ojos... un poco de miedo. Hubiese esperado cualquier cosa, menos esa... ¿confesión? Ni siquiera saber si debe creerle, sólo puede pensar con su lógica y le dice que eso es una gran mentira. Una muy estúpida y molesta mentira.
Cuando pudo reaccionar, se levantó del regazo de JungKook y se alejó unos cuantos pasos de él. Lo miró sin saber qué tipo de emoción expresar o cómo sentirse al respecto. ¿Qué es esto? ¿Por qué de pronto le dice eso? No sabe qué decirle o si sacarlo de ahí. ¿Acaso ha dejado entrar a un loco a su casa?
—¿Estás jugando conmigo? —inquirió con cautela.
—Nada de eso— negó con la cabeza y se puso de pie— Sé que es difícil de creer porque para ustedes los mortales es sólo mitología griega y cuantos de fantasía, pero no es así. El Olimpo existe y yo soy parte de él.
—¿Qué mierda? —musitó.
No supo qué decirle y sólo bajó la mirada para pensar detenidamente las cosas, pero su juicio le decía lo que para cualquier humano era verdad; "eso no existe". De pronto se sintió sumamente triste y decepcionado. ¿Por qué le mentía de ese modo? Y sólo pudo reírse de la situación mientras que JungKook lo observaba esperando a que le creyera, pero tal parecía que ese no sería el caso. No puede culparlo, así le contaron la historia y así debían ser las cosas. Nunca imaginó que se encontraría en una situación similar. Tantos años siendo inmortal y ahora siente que no le sirve de nada, ni siquiera ser el mismo Dios del amor. Qué patético.
—JiMin— le llamó con cautela— por favor, créeme...
—Vete— lo interrumpió y luego alzó la mirada— No sé si estás jugando conmigo, pero eso que me estás contando es demasiado... y no puedo creerte, porque eso no existe.
—Si existe— refutó— Por favor...
—¡Que te vayas!
Sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón latió con fuerza. De pronto podía escuchar la voz de JungKook en su cabeza como algunas ocasiones ha sucedido; le estaba pidiendo que se calmara y que lo escuchara. ¿Pero qué es esto? ¿Acaso su mente le está jugando en contra? Siente que está alucinando, no encuentra otra explicación lógica. Mientras tanto, el pelinegro debatía entre mostrarle o no, sabía perfectamente que eso podría tener muchas consecuencias, pero opciones ya no tenía. Sólo sería el último intento, si se mantiene en la misma postura, entonces se irá.
—Déjame mostrarte— le habló con voz aterciopelada.
—¿Y qué me vas mostrar? —inquirió con molestia.
JungKook optó por no decir nada más y caminó unos cuantos pasos hacia un lugar más abierto. Intentó convencerse de que todo saldría bien y que esto era lo correcto, aun cuando sabía que estaba prohibido. Así que, después de dejar salir un suspiro para darse valor, se transformó de nuevo a su aspecto de Dios causando una ligera ráfaga de viento y destellos dorados alrededor acompañados de una neblina muy densa. En cuanto ésta se disipó, dejó al descubierto un JungKook vestido con un chiton que le cubría el torso, pero dejaba al descubierto sus brazos enormes y musculosos, le llegaba hasta las pantorrillas y traía puestas unas sandalias que parecían de oro puro. Tenía unas alas enormes que le llegaban casi a los pies y parecía que también tenían luz propia. En su cabeza lucía una corona del mismo material que le pasaba por la frente y rodeaba su cabeza, parecía una corona de pétalos. Uno de sus brazos estaba adornado con pulseras de oro. Su piel brillaba como si tuviese luz propia y sus ojos parecían más oscuros de lo normal. Era sumamente hermoso, pero irreal. JiMin sentía que estaba soñando y no pudo evitar dejar que el miedo lo gobernara, así que, motivado por eso, se alejó hasta que llegó al otro extremo de la estancia poniéndose detrás de un sofá como si eso fuese a evitar una catástrofe. JungKook enseguida percibió su temor, así que le dedicó una sonrisa tranquilizadora esperando a que sirviera de algo, pero en vista de que esos ojos de cordero aún lo miraban con pánico, decidió hablar.
—No me tengas miedo, ángel— habló con voz suave— No voy a hacerte daño— volvió a sonreír.
¿Qué tenía la voz de JungKook que le transmite demasiada seguridad? No sabe por qué o de dónde viene ese sentimiento, pero confía en su palabra. De pronto, el miedo se fue de su sistema y motivado por su curiosidad salió de su escondite yendo hacia donde estaba JungKook quien lo miraba con una media sonrisa en su rostro. En cuanto estuvo cerca de él, alzó sus manitas y lo tocó con torpeza. No esperaba sentir algo diferente en la piel de JungKook, pero le encantaba la sensación. También se dio el tiempo de tocar su vestimenta, los accesorios de su brazo y su corona de oro. También tocó sus alas y disfrutó de lo suaves que eran éstas. Al final, sus pequeñas manos fueron a parar al rostro del pelinegro acariciándolo con mucho cariño.
—¿De verdad eres real? —inquirió con un hilo de voz.
—Sólo para tus ojos, mi ángel— respondió con el mismo tono y tomó las manos de JiMin— ¿Ahora me crees?
—No sé qué pensar— lo miró a los ojos— Jamás imaginé que esos mitos eran reales. Ni mucho menos imaginé que me enamoraría de un Dios Griego, pero ahora que lo pienso, si parecías uno— sonrió con timidez— Eres muy hermoso, ¿de verdad... d-de verdad te enamoraste de mí también?
—Pero claro que sí— respondió con seguridad y lo rodeó de la cintura para atraerlo a su cuerpo— Eres mi ángel, tú me hiciste creer en el amor y me has hecho cambiar. Por ti he sido más feliz en estos días que en mis más de 1000 años de vida.
—¿Mil años?
JiMin abrió los ojos en demasía y boqueó intentando procesar esa información. Pero después de caer en la cuenta de la situación, su cabeza comenzó a llenarse de preguntas, específicamente, ¿puede un Dios Griego estar con un mortal? Se sintió descolocado y comenzó a sentir miedo de nuevo. JungKook lo percibió y besó su frente para tranquilizarlo.
—No vas a perderme, ¿de acuerdo? Soy tuyo hasta la eternidad y tú también eres mío— consoló mientras lo acariciaba de su rostro.
—Pero yo voy a envejecer y en algún momento voy a morir— habló con tristeza.
—No te preocupes por eso, mi ángel— le sonrió para calmarlo— Necesito que me pongas atención, voy a contarte algo más.
Volvieron al sofá para sentarse, entonces sí, JungKook le habló un poco de los demás Dioses, en especial de su madre. Tocó todos los puntos importantes hasta que llegó al tema del Adelphe Psyche. JiMin estaba maravillado con todo lo que oía, se sentía como un niño pequeño al que le cuentan una historia de fantasía. Después, aunque aún tenía dudas, pudo entender mejor las cosas y se sintió más calmado.
—Estoy seguro de que Zeus puede convertirte en un ser inmortal. Los querubines me dijeron que eso era posible, siempre y cuando tú fueses mi Adelphe Psyche— explicó con detenimiento— el problema es que, si eso llega a suceder, tú tendrías que ir conmigo al Olimpo— hizo una pausa y tomó las manos del rubio— ¿Estarías dispuesto a ir conmigo?
—¿Vivir contigo en el Olimpo? —abrió los ojos.
—Sí— musitó con timidez.
Eso sonaba muy descabellado e irreal. Aún estaba procesando el hecho de que los Dioses Griegos existen y que JungKook es uno de ellos. Ahora la única forma de estar con él es yendo al Olimpo y olvidar su vida humana para siempre. Sentía pánico, no lo va a negar, pero ama mucho a JungKook, ni SungWoon fue tan importante como él, de hecho nadie. Definitivamente no sabe qué hacer. Necesitaba más información, específicamente, las consecuencias de aceptar la propuesta.
—Si voy contigo al Olimpo, ¿jamás podré ver a mis padres? —preguntó con la mirada hacia abajo.
—Entiendo que eso te preocupe— lo tomó del mentón para alzar su vista— pero no es tan catastrófico como parece, podemos bajar a la tierra las veces que tú quieras. Yo haré todo lo posible para que no haya tantas restricciones. ¿De acuerdo? Confía en mí.
JiMin miró esos ojos oscuros que tanto le gustaban buscando la certeza que necesita. Y la obtuvo. Aún siente miedo de lo que pueda pasar después de esto, pero también tiene miedo de perder a JungKook y de no volver a verlo jamás. Está seguro de que cualquier sacrificio valdrá la pena, todo por una eternidad a su lado. Así que, después de sopesarlo por unos minutos, por fin se atrevió a hablar:
—Confío en ti, JungKookie— respondió con seguridad— No importa a donde vayas, incluso si te vas a otra galaxia, yo voy contigo— esbozó una sonrisa enamorada.
El pelinegro lo abrazó con fuerza y luego repartió un montón de besos por todo su rostro. Sentía que su corazón latía con ritmo después de haberse sumergido en la incertidumbre. Nunca fue más feliz en la vida como en este momento donde tenía la certeza de que podrá pasar toda la eternidad a lado de JiMin.
—Te amo mucho, mi ángel— lo sostuvo de su rostro— Te juro que me esforzaré todos los días para hacerte feliz, y ten por seguro que en el Olimpo tendrás todo lo que tú desees— expresó con entusiasmo.
—Me conformo con tenerte a ti, JungKookie— acunó el rostro del pelinegro— tú eres lo único que me hace feliz.
Las emociones habían sido tantas que JungKook no pudo evitar derramar lágrimas de felicidad. Besó las manos de su Adelphe Psyche y después fue a sus labios para reclamarlos, una vez más, como suyos. En ese momento sus almas terminaron por enlazarse, una parte de JungKook estaba yendo hacia JiMin y una de éste hacía el contrario. Se estaban aceptando como lo que eran; como almas gemelas. Era una unión que posiblemente ninguna fuerza ni nadie que estuviese en contra podría destruirla. Ellos ya eran eternos.
Cuando se separaron, se contemplaron mutuamente expresando todo a través de sus ojos y pensamientos que ahora sí estaban completamente conectados. JiMin podía escuchar claramente a JungKook y viceversa. Todo estaba bien, de ahora en adelante compartirán una larga vida juntos.
—¡Ahhh! ¡Mierda!
JungKook, de la nada, comenzó a sentir un fuerte dolor en su cabeza. Involuntariamente su cuerpo tomó forma humana de nueva cuenta y afuera comenzó a caer una tormenta espantosa que era acompañada de rayos y truenos escalofriantes.
—¡JungKookie! —le habló con preocupación —¿Qué tienes? No me asustes.
Con desesperación se levantó de su regazo y se hincó frente a él sosteniéndolo también de su cabeza. Tocó su cuerpo y se sentía demasiado caliente. JungKook sabía las consecuencias de tomar su forma de Dios en el mundo de los mortales, algo que estaba prohibido para cualquier Dios, incluso para el líder de todos.
—¡Dime qué hago! —chilló el rubio.
—Es Zeus— habló entre jadeos sin dejar de sostener su cabeza.
"¡Eros!"
Esa voz tan poderosa y dominante resonó en todos los rincones del departamento. Era una voz que sólo JungKook podría escuchar, sin embargo, JiMin también la oyó. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y sus manos comenzaron a temblar, no sabía qué hacer y el pelinegro seguía gritando de dolor. Cuando pensó que tal vez podría tener un colapso, la lluvia cesó y con ella, la tortura de la voz de Zeus en la cabeza de JungKook. El rubio lo ayudó a recostarse sobre el sofá y le preparó un té relajante. No sabía si eso funcionaba en él, pero tampoco sabía cómo ayudarlo.
Se sentó a su lado a esperar a que se relajara un poco. Lo acarició de sus manos y a ratos se acercaba para darle besos en la frente. El pelinegro se dejó consentir, pero eso no inhibía la preocupación que sentía en su interior. Sabe la razón por la cual se desató la furia de Zeus y eso fue suficiente para que esté al tanto de su paradero. Ya no podrá mantener oculto a JiMin ni sus visitas a la tierra. Es hora de enfrentar la situación.
—Tengo que ir al Olimpo— habló con un hilo de voz.
—¿Ahora? —inquirió con sus ojos cristalizándose.
La melancolía de otra despedida les invadió. JungKook no quería irse, pero debía solucionar esto antes de que Zeus se vuelva a salir de control. Se incorporó y tomó a JiMin en sus brazos para sentarlo de nueva cuenta en su regazo. Le dedicó unas cuantas caricias sobre su rostro y le transmitió emociones positivas, además de seguridad. Con la mirada le pidió que confiara en él, pero el rubio tenía miedo de perderlo para siempre. Sólo pudo abrazarlo con fuerza y sollozar bajito sobre su hombro mientras que JungKook también lo abrazaba y dejaba pequeños besos en su cuello. Era una situación difícil y muy lastimera, pero quiere creer que Zeus accederá en cuanto le cuente sus conclusiones sobre el tema del Adelphe Psyche, sólo tiene que demostrarle que JiMin no representa ningún peligro, además, lo ha aceptado y corresponde a sus sentimientos de manera genuina. Si tan sólo pudiese llevar a JiMin al Olimpo todo sería más fácil.
—Prométeme que vas a volver, porque yo siento que esta es la última vez que te veo— habló con voz quebrada.
—Te lo juro, mi ángel— lo abrazó con fuerza por unos segundos. Después lo separó de su cuerpo y con sus manos acunó su rostro— Confía en mí, yo volveré por ti. No importa si tengo que renunciar a ser el Dios Eros, nadie va a separarnos— agregó con convicción.
Tal vez siempre será curioso cómo las palabras de JungKook surten el efecto esperado en JiMin. De alguna u otra forma le hace sentir que está seguro y hasta ahora ha cumplido cada una de sus promesas, así que no tiene que reprocharle nada. Lo ama y confía en él.
Nuevamente tuvieron que despedirse, no sin antes abrazarse durante minutos largos y besarse intensamente. Se repitieron una y otra vez "te amo" e hicieron más promesa de amor.
Cuando JungKook estuvo fuera del departamento del rubio, encontró a los querubines esperando por él. Se dedicaron miradas preocupadas y de tristeza tratando de tomar valor para enfrentarse a Zeus, el Dios de Dioses.
Sólo esperan que el castigo no sea tan severo.
VOCABULARIO:
Chiton es la vestimenta que usaban los Dioses Griegos.
Aiiiññ!!! No sé porque, pero me emocioné mucho con este capítulo. Bueno, se podría decir que estamos en el clímax de la historia.
Quiero agradecerles nuevamente por seguir apoyando, ya casi llega a las 10 000 lecturas, es nuevo récord para mí 🤧😭
En cuanto termine de escribir esta historia, publicaré el OS que llevará por nombre LETTER. Ya les había comentado anteriormente, pero por si alguien no lo sabía. No está basado como tal en la canción de JiMin, más bien, mientras escuchaba la canción, imaginé unas cosillas 😏, pero en fin, no diré más. Jsjsjss.
Nuevamente gracias, no se olviden votar y comentar.
Las tkm!!!💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro