003
Los días pasaron asquerosamente lentos. Entre el departamento y la academia de baile, JiMin no encontraba nada que lograra despejar a su mente, incluso se compró ropa nueva, pero nada fue de su agrado. Pasó esa semana contando los segundos, sin exagerar, sentado en su sillón esperando a que JungKook tocara el timbre y le dijera que tuvo que irse por alguna razón, la que sea, no importa. El rubio sólo quiere que vuelva y lo abrace fuertemente y que después le haga el amor hasta que el primer rayo de sol entre por su ventana, pero al llegar la noche y con ella el fin de un día, se acongoja en su habitación y mira por la ventana pidiéndole a la luna que le devuelva a JungKook.
Es increíble que en ningún momento pensó en SungWoon. Prácticamente ese ser estaba fuera de su sistema, ni siquiera recuerda en donde dejó el anillo de compromiso que cargaba en su dedo anular aquel día. Tal vez lo perdió en el bar. No importa. Su prioridad es encontrar a cierto pelinegro para que le explique, si es que fue una aventura de una noche, que lo deje en claro y así pueda intentar avanzar. Claro, pensar en esa posibilidad le provoca un dolor fuerte en el pecho, pero sus amigos tienen razón; no puede ilusionarse a ese grado, no cuando siente que se está lastimando demasiado.
Aunque sólo quiere verlo... el problema es que no sólo una vez.
Despertó como de costumbre, de mal humor, se preparó su desayuno y salió para distraerse un poco. Siempre que camina por las calles de Seúl, lo hace con la esperanza de encontrar a JungKook por ahí. Incluso visitó el bar donde lo conoció, pero nunca apareció. Así que había intentado continuar con sus asuntos, aunque era complicado porque todas las noches soñaba con él y se sentía demasiado real. Podía abrazarlo, recostarse con él sobre un lindo campo de flores, podía besarlo a su antojo, pero el desasosiego volvía cuando abría los ojos por las mañanas. Duele, pero es la única forma de ver a JungKook y no quiere perder eso.
Organizó su día aburrido, aunque bailar le traía un poco de calma. Para su mala suerte hoy sólo debía dar una clase, después de eso fue al centro comercial, pero nuevamente no compró nada. Recibía mensajes de sus amigos invitándolo a salir, pero les contestaba que no estaba de ánimos aún.
Caminaba por la acera rumbo a su departamento mientras revisaba los mensajes de sus padres sin estar muy consciente de donde pisaba. Lo único que quería era llegar y tumbarse en la cama para llorar y luego dormir hasta el día siguiente.
Mandó el último mensaje a su madre quien había estado inquieta después de saber que la boda se cancelaba. Intentó llevar su vista al frente cuando chocó con un cuerpo duro como una roca. Tal vez hubiese caído directo al suelo, pero unos brazos lo rodearon con fuerza de su cintura y enseguida sintió un calor que, por increíble que pareciera, sabía a quién pertenecía y su corazón se aceleró, pero a la vez tuvo miedo. No quería levantar la vista y darse cuenta de que era una ilusión suya. No, sería muy doloroso y está seguro de que estallará en llanto si no lo ve en este momento. Carajo, lo necesita mucho.
—Mi ángel.
Tal vez podría confundirse con el calor de ese cuerpo, pero no con la voz, no cuando más de una ocasión lo llamó de ese modo usando un tono aterciopelado y delicado. ¿Será que sólo se dirige así a él? Como sea, su corazón está hecho un lío e intenta controlar a su impulso que le pide que le salte encima para que lo cargue. Tal vez después, ahora sólo quiere ver esos ojos oscuros, quiere embriagarse de ellos y sentir su cariño. Quiere buscar la certeza de que esto no se va a acabar nunca.
—¿JungKookie? —habló temerosamente.
Con una manito se aferraba a la chaqueta de cuero del hombre, mientras que la otra está hecha puño. Tomando una postura completamente cautelosa, levantó la mirada yendo directamente a esos orbes oscuros donde vislumbró un destello dorado de nueva cuenta. Incluso ya parecía normal, no le asustaba creer que tenía alucinaciones, no cuando sólo veía esas cosas en JungKook. Eso lo hacía especial, único y perfecto.
—¿De verdad eres tú? —inquirió el rubio con sus ojos llenándose de lágrimas.
—Soy yo— acunó su rostro con una mano— por favor no llores, que no he venido aquí para eso.
Sorpresivamente, JiMin se soltó del agarre y se alejó unos pasos atrás. Lo miró con un poco de molestia, algo que puso en alerta a JungKook. Realmente nunca se imaginó que el rubio podría rechazarlo de ese modo, pero se desapareció una semana, ¿qué esperaba? ¿Qué lo recibiría con los brazos abiertos? Pues sí, eso creyó y eso anhelaba; poder fundirse en un abrazo largo con ese hermoso ser.
—Desapareciste sin decirme nada— reprochó.
—Lo sé y de verdad lo siento— se acercó un poco a él mirándolo con ojos cautelosos y después pensó rápido— Tuve que irme y olvidé pedir tu número. En toda esta semana estuve... resolviendo unos asuntos, pero ya estoy aquí, mi ángel. Yo no he dejado de pensar en ti en ningún momento.
JiMin se derritió al oír esas palabras, tanto, que su expresión cambió y esbozó una amplia sonrisa que provocó destellos plateados a su alrededor. Sólo JungKook podía verlo y muy dentro de él decía que eso estaba bien y que Zeus podía estar equivocado con muchas cosas. Aunque su madre haya dicho que ese rubio bonito tiene un gran poder sobre él, está seguro de que no lo usará para mal. Eso ojos brillantes emanan mucha bondad y amabilidad, no necesita más tiempo para conocerlo, porque se atreve a asegurar que JiMin es incapaz de lastimarlo. Confía ciegamente en él.
—¿Prometes que vas a quedarte? —el rubio hizo un puchero.
JungKook se perdió por unos segundos en esa imagen tan linda y adorable que JiMin le estaba regalando. Su alma seguía sucumbiendo ante sus encantos y a esa forma tan peculiar en la que exigía sus caprichos. Jamás podrá decirle que no.
—Esta vez no desapareceré, te lo prometo— respondió con convicción.
Y eso fue suficiente para JiMin quien corrió a los brazos de JungKook y dio un pequeño saltito para que lo cargara. Cuando se deslizó hacia el suelo, se tomó un tiempo para apreciar sus facciones varoniles y seductoras creyendo que ese no era un ser real, pero en todo caso era suyo. Después se fundieron en un abrazo duradero donde dejaron escapar sus emociones y los sentimientos que se arremolinaban en su interior. Ambos sabían que se necesitaron demasiado en esta catastrófica semana, pero ahora estaban juntos y por alguna razón tenían la certeza de que no volverían a separarse.
Entrelazaron sus manos para avanzar lo que quedaba de camino y subieron al departamento de JiMin donde pasaron un rato agradable mientras éste cocinaba. El pelinegro sólo lo observaba andar por la cocina con esos movimientos tan gráciles y tarareando alguna canción, se veía igual que un ángel. Si tan sólo los Dioses tuviesen la oportunidad de conocerlo, tal vez entenderían por qué tiene todas esas emociones, pero quizá solo sería cuestión de tiempo. Mientras no sea atrapado en sus movimientos todo saldrá bien. Además, se siente seguro de elegir a JiMin por encima de todas las cosas, sin importar la responsabilidad que tiene. Y ahora que lo piensa, ¿habrá alguna forma de volverse mortal?
—¿Por qué estás tan pensativo, JungKookie? —el rubio interrumpió sus asuntos.
—No es nada, pequeño— sonrió—Dime, ¿cómo has estado? ¿Ese corazón ya sanó?
JiMin le sonrió enternecido al ver cómo se preocupaba por él. Sólo se vieron una vez y mostraba tanto interés que era difícil de creer. Se acercó a su lado y enseguida fue recibido por sus manos que lo sujetaron de la cintura para sentarlo en su regazo. Se sentía tan bien estar de ese modo. Se sentía como si se conocieran de toda la vida.
Al mirarse a los ojos podían ver algo más que el destello dorado; tal vez la certeza de que sus sentimientos son reales. Pueden entender que esto va más allá de atraerse físicamente o personalmente. Se siente como si estuviesen adheridos el uno al otro, como un enlace que no se rompería con nada. Estar abrazados desplegaba muchos destellos plateados a su alrededor que eran provocados por sus emociones. Para ambos todo era nuevo, aunque JiMin haya tenido más relaciones sentimentales en el pasado, sabe perfectamente que ninguna se compara con lo que siente por JungKook.
—Tú curaste a mi corazón— habló JiMin al tiempo que sus ojos brillaban— así que es tuyo.
El pelinegro acarició la cabellera rubia del chico y lo atrajo hacia él para abrazarlo y dedicarle delicadas caricias sobre su espalda. Él supo que su corazón estaba bien en cuanto volvió al Olimpo, pero quería asegurase de que fuese así. Y pese a que nadie sabía con exactitud sobre las Adelphe Psyche, sentía que JiMin era la suya por las muchas señales que no resultaban normales. Sólo había pasado una semana y tenía clavado al chico en lo más profundo de su ser, como si su alma estuviese tatuada con el nombre de él. El haber curado a su corazón en menos de veinticuatro horas podría ser una de las señales mas convincentes, pero por ahora no podía decirle nada a los Dioses. No quería que lo alejaran de JiMin para siempre.
—No dejaré que nadie vuelva a lastimarte— habló el pelinegro con voz aterciopelada— Voy a protegerte para siempre.
El rubio se incorporó para poder mirarlo a los ojos y conectó su frente con la contraria al tiempo que deslizaba sus manitos por encima de los pectorales de JungKook y mordiendo su labio inferior en el proceso. Estaba seguro de que podía sentir el latir de su corazón al rosar esa zona, además de la calidez que emanaba su piel aún por encima de la ropa. Seguía sin poder creer que ese hombre tan sexy estuviese ahí para él.
—¿Me lo juras? —preguntó con voz melosa.
—Te lo juro, mi ángel— respondió con voz ronca.
Ambos miraban sus labios con el deseo desbordándose por sus orbes. No esperaron más para juntarlos y así comenzar con un beso lento y cariñoso que sellaba el juramento que hubo de por medio. Sus bocas se entendían a la perfección, al igual que sus lenguas que no se inmutaban en explorar los rincones que tenían a su alcance. JiMin cambió de posición tiempo después y se sentó a horcajadas sobre JungKook balanceando su cadera de manera sutil y delicada, creando esa fricción tan excitante entre sus miembros.
Dejaron de lado todo lo demás, ni siquiera recordaban que estaban a punto de comer, sólo podían dejarse guiar por su instinto que pedía a gritos entregarse a su pasión de nueva cuenta. JungKook terminó por cargar al rubio y lo llevó hasta el dormitorio donde lo dejó deslizarse al suelo. Se desvestían mutuamente y se daban el tiempo de acariciar y apreciar sus pieles. JiMin disfrutaba mucho de tocar los pectorales del pelinegro, así como también jugaba con sus pezones, pasó su lengua por uno de ellos y sonrió traviesamente. JungKook se estremecía con los toques y esa sensación húmeda le hacía gemir necesitadamente. Tomó al chico de los glúteos y los amasó con lujuria al tiempo que saqueaba su boca como le fue posible. Éste sólo se dejaba llevar por todos los sentimientos que ese momento le generaba. Se dio cuenta que era fácil dejarse perder entre los brazos de JungKook y más con esos toques que hacían a su ser estremecerse. Su piel reaccionaba en sincronía y se erizaba por el tacto. Tal vez eran detalles menores, pero estaban marcando la diferencia.
Caminaron con pasos torpes hacia la cama sin dejar de besarse y tocarse. Estaban completamente desnudos disfrutando de las sensaciones que invadían su ser. JiMin se sentó sobre la orilla de la cama y contempló al Dios Griego que tenía frente a él. Rápidamente, la atención de su mirada fue a parar a la enorme polla erecta con su punta adornada con líquido pre seminal. JiMin juraría que la vio brillar provocándole un enorme apetito y cosquillas que se implantaron en su estómago.
Con sólo su imagen desnuda, JungKook hacía delirar al rubio y podía verlo en sus ojos, por como miraban con esmero su dura polla. Sabía cuáles eran sus intenciones, pero quería escucharlo de su boca, quería que él mismo se lo pidiera. Así que con una mano lo tomó de la barbilla para alzar su mirada incitándolo a hablar. JiMin se sintió tan pequeño en ese momento con la mirada penetrante del pelinegro, pero le gustó. Le encantaba esa idea de dejarse someter ante él y cualquier deseo que pudiese tener.
—JungKookie, yo quiero...— mordió su labio inferior.
—Dime, pequeño, no te detengas, dime ¿qué es lo que quieres? —habló con voz ronca.
JiMin dejó salir un pequeño suspiro al tiempo que su piel se erizaba. Podía ver a través de los ojos de JungKook que coincidían con sus pensamientos. Curiosamente no sentía que fuese extraño que ambos leían su mente y que descifraban su lenguaje corporal, pero su conexión era tan poderosa que no eran necesarias las palabras, sólo las miradas.
—Quiero chupártela— empeló un tono coqueto y sonrió.
El pelinegro se perdió en esos ojos que se hicieron pequeños y llevó uno de sus pulgares al labio inferior del chico, lo acarició y luego introdujo su dedo en la boca del mismo. Sus miradas seguían profundamente conectadas aumentando el poder del enlace que ya existía entre ellos. JungKook metía y sacaba su dedo de la boca de JiMin imaginando lo bien que su polla entraría en ese lugar. El chico chupaba demasiado bien y su lengua entraba en el juego. Los niveles de excitación aumentaban en ambos, pero ahora se sentían como hipnotizados, como atrapados en ese momento tan erótico y lujurioso. El rubio cerró los ojos y se dejó llevar por sus instintos sin dejar de chupar el dedo de JungKook, tomó la polla de éste y comenzó masturbarlo con lentitud sacándole un par de gemidos roncos que hicieron eco en la habitación.
El momento se prolongó un poco en donde se sumergieron en un mundo que ambos no conocían. JiMin sentía la necesidad de llevar a su hombre al límite, quería sacar su lado más lascivo y sentía que lo estaba logrando. Pero antes de que éste se corriera con la masturbada, el rubio soltó la polla y se alejó del dedo que tenía en la boca. Con lentitud se puso de rodillas ante él y tomó su miembro de nueva cuenta para succionarlo como si fuese una paleta, saboreando las gotas de líquido pre seminal que escapaban por la punta. JungKook observó cómo los labios del chico se expandían alrededor de su longitud, fue inevitable que no delirara por esa imagen tan obscena, pero a la vez tan sensual. Sabía que JiMin era capaz de tomar su polla de buena forma, con cada succión lo hacía ver estrellitas en el aire, incluso sentía que sus pies temblaban y que les era difícil sostenerlo.
Jamás creyó que necesitaba de sensaciones como esta o de ver a ese rubio bonito chupándole la polla. No entiende cómo es que vivió tanto tiempo sin él y sin todo lo que podía darle. El primer encuentro fue único y le dio mucho para recordar, pero tenía el presentimiento de que éste le daría mucho más de lo que espera. Aunque quiere entregarse a él de nueva cuenta, ahora siente la necesidad de ser más lascivo, tal vez más sucio. Así que se dejó llevar por esos instintos y comenzó a mover su pelvis para follar la boca del chico. Al instante, éste se dejó usar como si fuese un objeto de placer y sólo concentró su vista en el rostro de JungKook memorizando sus gestos excitados y esa forma tan sexy de sonreír entre sus gemidos. Le causó mucho orgullo ver que estaba satisfecho con lo que hacía y no le importaba que su boca terminara manchada de semen, de hecho, lo estaba anhelando en demasía.
—T-tu boca es e-el maldito paraíso... ¡mgh! —gimió al tiempo que lo sujetaba con fuerza de su cabellera rubia.
JiMin pestañeó satisfecho y apretó sus labios alrededor de la polla del pelinegro. Sintió aún más deseo por probar toda su esencia y tragarla frente a sus ojos. Quería complacerlo en todo y estaba muy dispuesto a dejarse llevar por él. Sin embargo, aunque JungKook también quería vaciarse dentro de la boca del chico, no iba a hacerlo en este momento. Así que, antes de que su corrida llegara, se detuvo abruptamente y extrajo su polla de ese húmedo lugar. JiMin soltó un quejido inconforme, pero enseguida fue envuelto por los brazos del pelinegro que lo voltearon para que quedara de espalda. Se acercó a su oído y lo chupo sensualmente antes de susurrarle:
—Te quiero en cuatro para mí— expresó con voz ronca— ¿serás buen chico?
—Lo que tú desees, JungKookie— respondió con voz excitada.
El rubio se deslizó suavemente sobre la cama y se posicionó apoyándose con sus rodillas y manos. Después, mostrándose muy sensual, bajó su torso hasta que curvó su espalda de manera perfecta y erótica. Mientras tanto, la vista de JungKook estaba clavada en el tatuaje que tanto le había gustado. Tenía la impresión de que JiMin bien podría ser el Dios de la Luna. Era tan delicado y adorable, además de que transmitía mucha paz, características que se podrían asemejar a la luna. Por unos segundos tuvo una visión, una que llenó de esperanza a su corazón, aunque sabía que podía ser un proceso largo; llevar a JiMin al Olimpo podría ser una tarea complicada, porque nadie que no fuese un Dios podía entrar a ese lugar, a menos que fuese autorizado por Zeus. Como sea, puede que sea muy pronto para pensar en llevarlo con él, todavía debe saber su opinión y contarle la verdad sobre quién es y las consecuencias que esto acarrea. Pero no era momento de pensar en eso, ahora sólo quería volver a enterrase dentro de su rubio bonito.
—¿Te gustaría sentir mi lengua de nuevo, pequeño? —inquirió al tiempo que amasaba los mofletes del chico.
—¡Oh, si! ¡Hazlo! ... ¡mgh!
JungKook no esperó y metió su lengua en el orificio empezando a follarlo con ella mientras que JiMin aferraba sus manos a la cama y gemía agudamente. La electricidad se desencadenaba por todo su cuerpo y eso provocaba que tuviera espasmos involuntarios. No recordaba que esto se sintiera tan bien y si era honesto consigo mismo, nadie le había comido el culo de esa manera, mejor dicho, nadie había metido su lengua ahí, sólo JungKook.
Comenzó a sentir desesperación y empujó su trasero hacia atrás para sentir aún más. La lengua del pelinegro llegaba a lugares que no sabía que podían ser tocados. Se sentía larga, de una manera inhumana, pero es que JungKook ni siquiera parecía un simple mortal. JiMin seguía sintiendo que era demasiado perfecto para ser real, pero ahí estaba, metiendo y sacando su lengua como si fuese un experto. Si esto era un sueño, definitivamente, no quería despertar.
Las embestidas con la lengua cesaron y JungKook metió un dedo para cerciorarse de que JiMin estaba listo para recibirlo. Jugó un rato hasta que logró meter tres dedos. Los gemidos del chico sólo aumentaba el deseo desmesurado del pelinegro, más que cuando no lo tenía cerca. Las emociones se arremolinaban y sus almas clamaban por una buena corrida... la unión de sus cuerpos, no sólo físicamente, también personalmente.
En este segundo encuentro la intensidad era más, tanto, que se podían palpar los miles de sentimientos que yacían en el interior de ambos. JiMin, sobre todo, es preso de la fluidez con la que corren sus sensaciones y sabe que en algún punto se volverá completamente adicto a JungKook y todo lo que le da. Y cuando éste lo penetró de una sola embestida, se dio cuenta que de ese modo lo llevaba al cielo, tal y como se lo prometió. Sintió como se movía lentamente en su interior disfrutando del placer que eso les proporcionaba. El pelinegro se volvía loco de como la entrada de JiMin lo recibía cada vez mejor y le emocionaba aún más saber que, desde que lo tocó, no ha habido nadie más que pueda hacerlo, porque habla muy enserio cuando le dice que es suyo y que no puede pertenecerle a nadie más.
Las embestidas aumentaban de poco en poco, al igual que el fuego en su interior. JungKook amasaba los glúteos del chico con mucha devoción. Concentraba su mirada en la forma en que su polla entraba y salía de entre ese par de montañas perfectas. Eso le hacía querer ir más rápido y pensaba que JiMin se veía hermoso y muy sensual en esa posición. Tal vez se convertiría en su favorita o tal vez todas podrían serlo, sólo porque era con él. Y se dejó llevar por el ritmo y aumentó la velocidad de las estocadas haciendo que JiMin bajara su cuerpo lentamente hasta que quedó completamente atrapado sobre la cama. JungKook tenía sus manos a los costados para apoyarse y así poder llegar más profundo. Bajó su rostro para besar la espalda del chico y delineó con su lengua su blanquecina y suave piel. Su sabor le volvió loco al tiempo que golpeaba cada vez con más fuerza. JiMin se sentía completamente perdido, no sólo por las estocadas, también por los labios del pelinegro que se encajaban en su piel. Podía percibir el cariño y la dulzura de sus intenciones, algo que siempre anheló poder vivir.
Las embestidas eran cada vez más profundas y certeras, el rubio sentía que su punto dulce era tocado por el glande de JungKook, podía escuchar los jadeos y gemidos de éste muy cerca de su oído al igual que su aliento chocando contra su piel, misma que se erizaba al instante. Se sentía muy satisfactorio y la neblina del placer los envolvía a ambos, para ese momento no importaba nada más que complacerse mutuamente.
—Me tomas tan bien— jadeó el pelinegro con voz ronca y excitada— Fuiste hecho para mí, ¿no es así?
—¡Mgh! ¡S-si! —el rubio gimió entre cortado y con dificultad— Sólo p-para ti, JungKookie.
Como respuesta, sintió la humedad de los labios contrarios yendo hacia la piel de su cuello para succionar con fuerza y así dejar marcas donde anteriormente había dejado. JungKook se sentía con la necesidad de reclamarlo y que fuese evidente... visible para los ojos de cualquiera que se acercara a JiMin. Hacía todo eso sin inhibir la velocidad de sus embestidas, no podía parar en este punto porque sentía que la corrida de ambos estaba cerca. Era capaz incluso de percibir la sensaciones de JiMin a tal grado de saber con exactitud en qué momento va a liberarse. Sin embargo, antes de que alguno pudiese terminar volvió a detenerse; tuvo una preciosa imagen del rubio encima de él y quería volverlo realidad.
Se echó para atrás y se acomodó en la cama esperando pacientemente a que JiMin entendiera lo que él deseaba en ese momento y así fue; con un poco de dificultad, se levantó y gateó hasta donde estaba JungKook. Lo miró con ojos felinos y sonriendo de lado para seducirlo, algo que funcionaba muy bien y causaba muchos efectos en el pelinegro que eran evidentes en su iris más oscuro que la noche. Poco a poco se deslizó encima de él y se sentó tomando la polla de éste para alienarla a su entrada.
—Así que mi JungKookie quiere que lo monte— habló juguetón.
—Estoy convencido de que eres hermoso— lo tomó de las caderas— pero te verás mejor encima de mí, además— besó su cuello— eres bailarín, estoy seguro de que sabes moverte muy bien.
JiMin sonrió y mordió su labio inferior aún con su mano sosteniendo la polla de JungKook. Rozó su entrada con ella unas cuantas veces y después se dejó caer de un solo sentón. Sintió un tremendo choque eléctrico viajando por todos los rincones de su cuerpo mientras que JungKook se aferraba a su cintura sin importarle que su fuerza era sobrehumana. Con lentitud, se dejó caer sobre la cama mirando a JiMin directamente a los ojos en espera de poder verlo menearse encima suyo.
El rubio se había perdido unos cuantos segundos en sus pensamientos, pero después pudo leer los de su hombre y esbozó una sonrisa al tiempo que balanceaba sus caderas haciendo ese tipo de danzas sensuales y calientes. En esa posición ambos estaban disfrutando de la unión de sus cuerpos. JungKook no paraba de gemir y hacer gestos excitados. Se veía tan varonil y sexy que le fue imposible no sucumbir ante él y comenzó a dar saltitos rápidos haciendo que la polla en su interior llegara aún más profundo.
Acarició los pectorales del pelinegro con mucho esmero, le gustaba mucho enterrar su rostro en ese lugar y aspirar el aroma que emanaba, pero eso sería para el final. Después llevó sus manos a sus propios pezones para pellizcarlos, todo bajo la atenta mirada de JungKook quien respiraba agitadamente. Esa imagen tan erótica le hizo sentir cosquillas en su interior y percibió más emociones del chico, supo entonces que ya no querían prolongarlo más, necesitaban terminar. Así que con sus manos aún aferradas a las caderas del rubio, lo ayudó para que saltara con más velocidad.
—Estoy l-loco por ti, ¿sabes? —el pelinegro habló entre jadeos— Me encanta... ¡mgh! Te m-mueves delicioso.
—A mí me... vuelve loco que... l-la tengas t-tan grande.
Se sonrieron mutuamente y no pudieron evitar ruborizarse por las palabras dichas, pero les encantaba sentir que podían decir cualquier cosa sucia. La confianza que se tenían parecía que se había creado desde hacía años y JiMin se sentía muy a gusto sacando su lado más lascivo frente a JungKook.
Se esparció el sonido de sus nalgas golpeando la piel de los muslos del pelinegro, además de sus gemidos, jadeos y maldiciones. El momento que necesitaban llegó después de retrasarlo y se liberaron en una corrida intensa donde JiMin salpicó su abdomen y el contrario mientras que JungKook lo llenó de su esencia. Sus cuerpos estaban bañados de sudor y sus mejillas se habían pintado de carmesí. Aún podían sentir los choques eléctricos y el calor recorriendo todos los rincones de su ser. Definitivamente se sintió mucho mejor que el primer encuentro.
Pasado un rato y después de regular sus respiraciones, se envolvieron en las sábanas de la cama. JiMin se acostó encima del enorme cuerpo de JungKook mientras que éste lo abrazaba con una mano de la cintura y con la otra le acariciaba la espalda. Se sumergieron en un silencio cómodo y cálido, sólo disfrutando de sus respiraciones y del calor de sus cuerpos. Querían más rondas, increíblemente parecía que su apetito sexual no tenía un límite y querían disfrutarlo tanto como se pudiese.
—Te extrañé mucho, JungKookie— el rubio rompió el silencio.
—Yo también te extrañé, a decir verdad, demasiado— correspondió sin dejar de acariciar su espalda— Tú eres los latidos de mi corazón, ¿sabes? —expresó con voz profunda— Tú y sólo tú, Park JiMin, me mantienes con vida... estoy a tus pies— hizo una pausa y se incorporó para sentarse tomando al rubio para montarlo sobre su regazo. Después continuó— No lo sabes, pero tú ejerces mucho poder sobre mí ser. Prácticamente mi vida y mi existencia están en tus manos— lo miró directamente a los ojos.
Por alguna razón, JiMin sentía que el pelinegro estaba hablando literalmente, pero aunque fuese raro, él también se sentía de la misma forma. De tan sólo pensar que podía perderlo o no verlo nunca más, su pecho dolía y estaba seguro de que podía escuchar como su corazón se rompía. Su vida también estaba en las manos de JungKook y se ha entregado a él de todas las maneras posibles, aunque sólo hayan sido un par de encuentros. Ahora lleva el nombre de ese guapo pelinegro grabado en su ser y en su piel. Está seguro también de que nadie más podrá entrar a su vida de ese modo.
—No vuelvas a desparecer, por favor— suplicó— Aquí— señaló su propio corazón— dolía mucho cuando pensé que ya no volverías— sus ojos se cristalizaron— Nunca sentí algo igual y sé que eres especial, así que no pienso dejarte ir... no otra vez.
—Mi ángel— acarició una de sus mejillas— me voy a quedar contigo para toda la eternidad. Y un día iremos al cielo, recuerda que voy a bajarte una estrella.
JiMin dejó salir un risita y se aferró a JungKook con sus manos rodeando el cuello de éste. Le encantaba que tuviese esa capacidad de volverlo loco con unas cuantas palabras. Lo curioso es que le creía a todo, porque sentía esa necesidad en su ser. Algo le decía que él no era capaz de mentirle y que cumpliría todos sus caprichos por muy absurdos que fueran. Se sentía bien... demasiado. JungKook era su lugar seguro.
Después de un rato las ganas volvieron a invadirlos. Nuevamente se tomaron el tiempo de seducirse, besar todos los rincones de sus cuerpos y follar hasta que la última gota de sudor cayó. Cuando el cansancio les consumió, se quedaron dormidos completamente aferrados y desnudos. Pero antes de que el sol se asomara por el horizonte, JungKook despertó y sintió un vacío en su corazón.
Era hora de volver.
Se deslizó fuera de la cama y buscó su ropa procurando hacer el menor ruido posible, sin embargo, en cuanto JiMin sintió que el calor le abandonaba, despertó con su corazón acelerado y lo observó vestirse de nuevo. Cuando sus ojos se encontraron, el pelinegro se acercó a la cama para dedicarle una sonrisa compasiva y así calmar a sus inquietudes. Podía sentir como la tristeza envolvía a su corazón, pero con tan sólo un toque pudo estabilizarlo.
—Prometiste que no te irías— reprochó con voz débil.
—Debo volver, mi ángel— respondió con tristeza— Tengo trabajo...
—No te vayas, JungKookie— lo interrumpió.
Sus ojos se llenaron de lágrimas e hizo un puchero involuntario. Inmediatamente, el pelinegro se incorporó y volvió a la cama para poder arroparlo con sus brazos. Dejó unos cuantos besos sobre su cabellera rubia y lo arrulló como si fuese un niño pequeño.
—No te estoy dejando, ¿de acuerdo? —consoló afianzando el agarre— Nada es más importante que tú, eso tenlo presente.
—Entonces, ¿por qué te vas? —su voz salió quebrada.
—Hay responsabilidades que no puedo dejar— respondió con pesadez.
JiMin necesitaba más que esa respuesta a medio terminar y fue entonces que se cuestionó ¿con quién estaba exactamente? No ha hablado con JungKook sobre su familia, amigos, ni nada. Claro, JiMin jamás preguntó o fue específico con lo que quería saber, pero aún con todas esas interrogantes, su corazón le pide que confíe... que esta vez no va a suceder nada.
—¿Cuándo vuelves? —se incorporó para poder ver el rostro de JungKook.
—En la noche— respondió con seguridad.
El pelinegro acunó el rostro del chico con una mano y lo contempló por unos segundos intentando convencerlo de que decía la verdad. JiMin se dejó hacer y suspiró profundamente. Nunca en la vida le dolió tanto despedirse de alguien.
—¿Me lo prometes? —hizo un puchero.
JungKook sonrió con gracia y muy seguro de lo que iba a responder.
—Te lo juro, mi amor— se acercó para darle un beso fugaz. Después se separó un poco y habló muy cerca de los labio ajenos— Volveré, así que espera por mí, ¿de acuerdo?
—De acuerdo— asintió esbozando una media sonrisa.
Volvieron a fundirse en un beso lento y significativo. Era el sinónimo de una despedida indeseada, pero necesaria. Al menos esta vez, JiMin tuvo la oportunidad de despedirlo como era debido. JungKook lo vistió con ropa cómoda, lo arropó con las sábanas y dejó un beso cálido sobre su frente para reafirmar sus palabras dichas. Eso fue como una especie de somnífero para el rubio quien sintió inmediatamente los párpados pesados y el cansancio sobre su cuerpo.
Y antes de cerrar los ojos, pudo ver como JungKook desaparecía por la puerta del dormitorio. Entonces sí, se dejó arrastrar por sus sueños.
Pido perdón por la tardanza, pero anduve un poco ocupada, sin embargo, aquí esta.
Como les dije anteriormente, esto no va a tener drama. Es una pequeña historia que imaginé el 14 de febrero y quería que fuera un OS, pero poco a poco fui creando este mundo.
En fin, espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. Y también hagan stream a la canción de Suga. A mi me gustó mucho.
Pues nada. Cuídense mucho y nos leemos pronto.
Gracias por el apoyo, las tkm!!!
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