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Capítulo 8

¿Qué fue todo eso? No suelo comportarme así. Soy un pan de dios.

<<Como que nos estamos pasando de tueste, ¿no?>>. Murmura Mallory diablito.

<<¡Cállate, no me molestes!>>. Reprendo.

Suelto un largo suspiro a la vez que me siento en la silla frente al cubículo que quien sabe cuánto tiempo más ocuparé. Las manos aún me tiemblan descontroladamente, siento un punzante dolor en mi estómago y me comienzo a sentir mareada.

¿Cómo logre sobrevivir a eso? No tengo idea.

Derek no parecía tan aterrador... o eso es lo que quiero pensar ahora que estoy fuera de su alcance. No sé cómo se perciba a sí mismo, pero yo casi lo imagine presionando un botón en su escritorio para que mágicamente apareciera un hueco en el suelo por el cual llegaría hasta su sala de torturas.

<<Deja de imaginarlo como Cristian Grey>>. Nuevamente es Mallory diablito.

<<¡Qué te calles!>>. Chillo para mis adentros.

—¿Quieres un tanque de oxígeno? —pregunta Jano, llegando a mi lado y girando mi silla hasta que puedo verlo, la expresión juguetona cambia cuanto al verme de frente—. ¡¿Mallory, estás bien!?

—No sé si arruiné más las cosas o si de verdad logré salvarme —digo.

Jano se quita sus gafas de pasta gruesa, dobla cuidadosamente las patas transparentes y las deja sobre mi escritorio, lo veo tomar una carpeta y asegurarse de que está vacía para comenzar a usarla como abanico y darme el aire que no sabía que me faltaba.

—Eres un ángel —murmuro sintiendo que la cabeza me da vueltas.

—Soy ateo —comenta.

—Creí que te llamabas Jano —me enderezo en mi asiento, él le hace señas a una chica de cabellera perfectamente teñida en azul turquesa mientras se ríe de mi pésimo chiste.

Unos minutos después veo pasar a Tiffany en dirección a la oficina de Derek. Se va taconeando hasta estar al otro lado de las dos puertas de cristal. La chica de cabello turquesa silva de impresión al acercarse a nosotros, pues Tiffany estuvo a punto de chocar contra ella.

—¿Quién dejo sin correa a su perra? —dice airadamente, extendiendo una botella de agua fría en mi dirección.

Acepto la botella y le agradezco con un susurro.

—Tamara, no te expreses así en el trabajo —reprende Jano.

—Oh, vamos, Jan —le da un puñetazo amistoso en el hombro—. Es obvio que solo bromeo.

Jano mira al cielo con esos ojos oscuros que tiene que van tan a juego con el tono canela de su piel.

—Tamara, ella es Mallory Leblanc—dice el chico apuntando en mi dirección—. Mallory, ella es Tamara.

Tamara me sonríe de lado y menea una mano de forma amistosa, le devuelvo el saludo.

—¿Tamara a secas? —me aventuro a preguntar.

—Así es —ella me muestra su gafete y únicamente tiene Tamara escrito como nombre—. Tamara a secas. Cuando tienes a un padre en la cárcel, es mejor que no conozcan tu apellido.

—Oh... lo siento —una vez más mi boca abriéndose para hacer desastre.

—Nah, tranquila —dice arrugando la frente de forma despreocupada, luego mira a Jano—. Mi hermana tiene cita en el médico hoy por la tarde, al fin veremos si él bebe tiene bolas o no.

—¡Tamara! —el grito horrorizado de Jano resuena por el lugar.

Algunos abuchean o chiflan en respuesta al ruido repentino, se escucha un "Jano en la oficina no" con un doble sentido claro en el grito. Por poco y me atraganto con el agua cuando alguien imita un gemido de tortuga en el lado opuesto de los cubículos y la mayoría comienza a reírse.

—Uy, ya. Perdón, uno ya no puede expresarse con libertad —vuelve a darle un golpecito—. Sólo quería recordarte la apuesta, Jano.

—La mitad de esta área está de acuerdo conmigo en que será un niño —comenta él en mi dirección.

—Van a quedar aplastados cuando no sea así —Tamara niega con la cabeza y después me da un apretón amistoso en el hombro—. ¿Vienes al almuerzo con nosotros mañana?

—Eso depende —ella hace un gesto de no entender—. No sé si para mañana seguiré siendo empleada.

—¡Carajo! —grita y Jano se golpea el rostro con la carpeta vacía—. Bueno, si sigues dentro del equipo, te esperamos.

Asiento con la cabeza, y ella me sonríe abiertamente.

—En fin, bye, Mallory.

Avanza en la misma dirección por donde la vi aparecer.

—No vemos, Tamara. Gracias por el agua —agito la botella, derramando un poco de su contenido en mí muslo—. ¡Ah, está helada!

Tamara me lanza un beso al aire en medio de la risa que le provoca mi torpeza, después señala sus botas y luego a Jano mientras se sacan la lengua mutuamente.

—Ella me agrada —confieso. Viendo marchar a la peli azul.

Tamara tiene un estilo difícil de olvidar. Cabello teñido en un turquesa llamativo, las botas estilo militar, los jeans negros, esa camisa roja de cuadros y una blusa de red negra que deja ver su top y los tatuajes en la piel color caramelo de su abdomen. Y no puedo olvidar los piercings en la esquina de su labio inferior, el de su nariz y el de su ceja que le dan un aire de rebeldía.

Siempre quise hacerme una perforación, pero mi miedo a las agujas siempre fue más grande.

—Ay, no. No caigas en sus encantos tú también. La mitad de las chicas en esta área tienen un bi panic con ella —niega con la cabeza.

—¿Un qué? —me cuesta entender lo que estaba diciendo Jano porque comencé a imaginar cómo me vería con un piercing en un costado de la nariz.

—Ya sabes, cuando te atrae sorpresivamente alguien de tu mismo sexo siendo heterosexual. Bi panic.

Formo una "O" con la boca, entendiendo la nueva palabra que se añade a mi diccionario.

La puerta de cristal finalmente se abre para dejar salir a una Tiffany con las lágrimas recorriendo su rostro, de no ser porque no me agrada quizás sentiría pena por ella... quizás no. Yo misma casi me puse a llorar cuando me quede a solas con Derek, es que no sé si él lo hace apropósito, pero realmente se siente amenazadora la forma en la que te habla.

La castaña camina hasta detenerse frente a mí y estampa su gafete con todo y correa sobre mi pecho. Mi piel arde, pero la impresión no me deja ni reaccionar.

—¡Te regalo al bastardo! —gruñe.

Dicho aquello, pasa a mi lado empujando de mala gana la silla donde estoy y se va derecho hacia el ascensor.

—Hasta mañana —susurra Jano.

La castaña no se molesta en mirar atrás.

—¿Crees que regrese? —digo lanzando el gafete sobre mi escritorio.

—No —confiesa sin aguantarse la risa—. De ahí la gracia.

—Yo digo que no se dará por vencida, solo está haciendo una rabieta.

—¿Sí?

—Definitivamente.

Las puertas abatibles de cristal templado se abren nuevamente y el corazón se me escapa cuando veo a Chase salir de ahí con cara contrariada. Él no estuvo presente durante mi regaño personal, pero sí con Tiffany y no sé qué pensar exactamente al respecto de eso.

Los ojos del castaño hacen contacto con los míos y me sonríe encogiéndose de hombros. Luego veo que Derek lo va siguiendo y este me lanza una rápida hojeada a mí y a Jano antes de irse hacia el elevador con Chase a la saga.

—Una decoloración a que Tiffany no vuele —Jano habla haciéndome saltar en mi lugar de la impresión.

—Unos cannolis con frambuesa a que sí —contesto extendiendo mi mano hacia él, cerrando el trato con un apretón de manos.

💕

Llegue a la casa en donde me estoy quedando más tarde de lo supuesto porque a una señora se le ocurrió que contarle su vida amorosa a la cajera de la farmacia era una excelente idea. De haber necesitado suturas o vendas para detener una hemorragia en lugar de un par de aspirinas... seguro que me hubiera muerto esperando a que me atiendan, aunque nadie va a una farmacia en una emergencia, ¿se entiende el punto?

Existe una persona en la que sé que puedo confiar a ojos cerrados, con la que no tengo ninguna conexión de sangre, pero es un miembro más de mi pequeña familia.

Para mi madre, mi relación con esta persona es algo que le hace ponerse de muy mal humor. Una simple "empleada doméstica", no debería tener el lugar en mi corazón que Eliana —apodada Nana— tiene.

Empujo la puerta, recargando el hombro derecho contra la misma porque la madera está vieja al igual que las bisagras así que se arrastra. Una vez que logro entrar y cerrar la puerta, camino pesadamente hasta el sofá color olivo de la dueña de esta casa. Me dejo caer sentada, soltando un suspiro largo.

—¡Ya he vuelto, Nana! —grito desde mi lugar.

Pasan sólo unos minutos hasta que escucho pasos acercarse a mí desde la cocina.

—Mi niña, te dije que tocaras el timbre para que te abriera la puerta —la mujer que entra en mi vista lleva puesto un uniforme de ama de llaves. Se seca las manos con el pequeño mandil blanco que descansa sobre su vientre.

Nana ha sido mi niñera desde que tengo uso de razón, ha estado a mi lado en muchos sentidos y ha sido la única persona con la que he seguido en contacto tras irme a corea. Sus ojos castaños y su cabello del mismo color algo entre cano me ha llenado de seguridad en muchas ocasiones, y obviamente que, por eso, cuando ella me ofreció quedarme en su casa no pude decir que no.

—Nana, puedo hacerlo sola —refuto —. No soy una debilucha.

Señalo los músculos imperceptibles en mis brazos.

—Ya sé que no, mi niña —sonríe de forma maternal—. Es solo que no quiero que te lastimes. No estás acostumbrada a esta humilde vida.

Hago una cara de indignación que le causa gracia.

—¡Ay, por favor! —me cruzo de brazos—. Nana, tenía como tres años, cuando me llevaste a tu pueblo natal por unos meses. Aún recuerdo cómo huía de esa gallina negra que me odiaba.

Formo puños con mis manos al recordar mi trauma infantil con las aves de corral.

—Mallory, te llevé conmigo por una semana. ¿Crees que tu madre me habría permitido llevarte por meses?

La miro con sorpresa y se le escapa otra carcajada.

—¿Una semana? —me encojo de hombros—. Te juro que siempre he creído que nos fuimos por meses.

La veo menear la cabeza.

—¿Cómo te fue en el trabajo? —cambia el tema.

—Mi jefe hizo llorar a una empleada, gracias a eso creo que me quedé con el empleo —me encojo de hombros otra vez—. ¿Vienes llegando de la casa de mi madre?

Recuerdo la forma en la que Tiffany salió de la oficina de Derek y la piel se me eriza, no es un buen recuerdo, así que soy yo quien vuelve a cambiar el rumbo de la conversación.

—Así es —dice sentándose a un lado de mí, me recuesto en su regazo y ella acaricia mi cabello—. Todo está muy ajetreado con la bienvenida que le están organizando a tu hermano.

—Mmm... no sabía que regresaba él también.

—Toda su empresa se está mudando para acá, por lo que entendí —comenta—. Cameron será oficialmente el primero en regresar. Su vuelo llega mañana por la noche.

Mi pecho se aprieta con la idea de verlo, las ansias de correr a casa para recibirlo se abren paso por encima de mis ganas de estar alejada y oculta de mi madre.

—Llegará de muy mal humor, jamás le ha gustado viajar —la cara de mi hermano se dibuja en mi mente mientras recito aquellas palabras.

Me río internamente imaginándome a Camero Leblanc con sus delirios suicidas intentando saltar del avión sin paracaídas y a Adrien Pons intentando amarrar al primero en su asiento para que no lo haga. Cuando mi mente viaja hasta esa expresión seria que Adrien suele tener mi humor recae más, la culpa sale a flote y me pongo ansiosa de verdad de ir a casa.

Si Cameron vuelve, es un hecho que Adrien lo hará también.

Nana parece sentir la forma en la que de proto he comenzado a temblar, porque comienza a hacer trazos en mi espalda con sus dedos.

—Has considerado hablar con Adrien —suena cautelosa, sabe que mi relación con él ahora es complicada.

—No, honestamente no —me siento y desvío la mirada—. Si lo hago... no sé cómo podría reaccionar al hecho de que he vuelto sin decirle nada.

Me tallo la cara, el estrés y el sueño me están haciendo sentir mal. Estoy cansada, exasperada y aterrada desde que regrese al país.

—Deberías hacerlo. Adrien te ha echado de menos y ustedes tienen un compro-...

—Ya lo sé, Nana —la corto, agradezco que sabe que sonar grosera no es mi intensión —. Es solo que... necesito tiempo para aclarar mis ideas y arreglar un poco el desastre que causé.

La voz molesta de mi conciencia susurra que ya he tenido el tiempo suficiente.

Mis ojos se encuentran con los de Nana, me mira con sumo cariño y algo de compasión. Nana toma mis manos entre las suyas en un gesto que conozco de alguien diferente.

—Mallory, Adrien es un buen muchacho —el orgullo que veo brillar en sus ojos es el que siempre he deseado que ilumine los ojos de las personas que amo—, lo sabes y no es justo que él sea el único cargando...

—Con una cruz que nos corresponde a los dos —termino por ella. Porque esa es la frase que define mi lazo más fuerte con Adrien.

Asiente con la cabeza y se pone de pie, me dice que ha dejado un par de panqueques en la mesa de la cocina para mí. Ni si quiera me da tiempo para preguntar por Connor —su nieto de siete años al que recién conozco y ya adoro—, sube las escaleras rumbo a su habitación y no tengo el coraje para pedirle que me acompañe otro rato porque sé que debe estar agotada.

Voy hacia la cocina, por los panqueques y agua para poder tomar una aspirina y ver si eso calma el terrible dolor de cabeza que tengo.

Nana tiene razón. Cuando me fui, no consideré lo que Adrien tendría que hacer y pasar sin mi presencia, lo deje con un problema que nos corresponde a ambos, porque así lo dispusieron nuestros padres sin consultarnos.

Tomo un mordisco de panqueque para ayudar a la aspirina a bajar por mi garganta hasta mi estómago y me atraganto con el agua con me doy la vuelta y veo una persona parada en la entrada de la cocina.

—¿¡Qué demonios!? —grita Chase.

Suelto un grito de impresión que él no tarda en responder de la misma forma. Nos quedamos gritando como un par de idiotas en lugar de hacer algo mejor.

Se escuchan unos pasos apresurados bajando por las escaleras y apenas tengo tiempo de procesar todo cuando Connor comienza a golpear a Chase con un bate de béisbol.

—¡Connor, no! —grita el castaño—. Basta, basta. ¡Soy papá, soy tú papá!

—¿¡Papá!? —gritamos Connor y yo al unísono.

El niño deja de golpear a Chase, y los ojos del castaño se encuentran con los míos.

"¡Soy tú papá!" las palabras hacen eco en mi interior.

De pronto hay un poco de mente en mi confusión. 

—            —               —             —         —


Cc quieres actualizar a una hora concreta pero Wattpad no copera -llorar quedito-

Cambiando descaradamente el tema: ¿Cómo está el clima donde viven? Donde yo me encuentro llevamos unos días de frío, así que volveré a la comodidad de mi sofá con una mantita calentita y un libro para pasar este clima de la mejor forma. 

¡Gracias por leer! No olviden comentar y votar. ¡Tomen agua! 

Nos vemos el próximo domingo y... recuerden que los amo.

-Huye antes de que la linchen-

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