Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 49

Trece años atrás:

Me recargo en la ventana mientras veo a mis tíos subiendo las maletas al portaequipaje del auto. Mallory me sonríe, de pie junto a la puerta trasera del automóvil azul. En sus manos va su peluche de cachorro blanco y negro, su cabello está suelto y es una maraña de risos dorados. Sus cristalinos ojos azules me reflejan la tristeza que se esfuerza por no hacer notar de más.

—No es justo. Siempre que hacen algo divertido, debo quedarme en casa —me quejo—. ¡Quiero ir con ellos!

—Ya sabes que, según Renée, siempre que sales desatas el caos —contesta Adrien, en medio de un ataque de tos—. Al menos me he quedado contigo... enfermo, pero me he quedado.

Me remuevo en mi lugar.

—Quiero ir...

—¿Estás lloriqueando, niña Leblanc? —se burla.

Lo miro con la mirada asesina que he estado entrenando desde hace unos meses. Esa misma mirada fría que papá ponía cuando Renée nos hablaba mal.

—Vamos con ellos —digo, segura.

—¿Estás loca? —hace un gesto de desagrado—. Tengo fiebre, y Renée nos mataría antes de llegar a la puerta.

—¿Desde cuándo te importa su opinión? —me cruzo de brazos.

—Desde que mi madre adoptiva, o sea, nuestra abuela... murió —susurra.

Sé que le duele. Debe dolerle más que a cualquiera de la familia. Porque cuando Renée quedó embarazada de Adrien, trató de deshacerse de él. Porque ella jamás tendría un hijo de un hombre que no ama.

De no ser por los abuelos, quien básicamente le pagaron a Renée por el bebé en su vientre, Adrien no estaría aquí, quizás ninguno lo estaría.

Regreso la vista hacia afuera.

Mallory ayuda a Cameron a subir al auto, él va medio dormido.

Ante los oídos de muchos, Mallory y él son los hijos reconocidos. Cuando Adrien es una especie de hermano para Étienne, y yo... yo soy solo un fantasma que vive bajo el mismo techo.

Renée dice que llamo demasiado la atención. Y si Adrien no fue planeado, Cameron y yo tampoco. Y Adrien escuchó una vez a mamá decir que la única razón por la que Mallory existía es porque quería usarla para manipular a Frederick, haciéndole creer que mi hermana mayor era producto de la aventura que esos dos tuvieron. Un amorio que se dio cuando mi papá aún vivía...

—De verdad quiero ir... —Adrien suspira con pesadez—. Vamos, no engañas a nadie, también quieres ir.

—Estor enfermo —se defiende.

—No creo que te sientas tan mal —me cruzo de brazos—. Te conozco, sé que la verdadera razón de quedarte es para que no me quede sola.

—No te diré que sí, pero tampoco voy a decir que no —se encoje de hombros.

Ruedo los ojos soltando un gruñido de frustración.

—¿Y bien? —la voz de mi tía rompe el silencio.

Giro en dirección a la puerta, donde ella está de pie.

—¿Vienen o no? —pronuncia con una sonrisa.

No necesito preguntarnos de nuevo. Tanto Adrien como yo, comenzamos a correr por toda la habitación recolectando lo que pidiéramos llegar a necesitar durante los días que nos quedáramos en la cabaña del abuelo.

A mitad del camino, la lluvia y el atardecer nos alcanzaron, sumado a la constante y molesta insistencia de Mallory por ir, la fiebre elevada de Adrien y al hambre que el resto comenzamos a sentir.

Hace diez minutos que estamos en la tienda de la gasolinera, comiendo comida chatarra. Haciendo bromas y tratando de no asustarnos con cada relámpago o trueno.

—Me asusté mucho cuando escuché que no vendrían —Mallory está aferrada al brazo de Adrien, está sentada en medio de él y yo.

—¿Porqué? —le pregunto llevándome una gomita con polvo ácido a la boca.

—Tenía un extraño cosquilleo en el pecho —su rostro se torna preocupado—. Sentía que, si no se subían al auto con nosotros, no volveríamos a estar juntos.

La miro extrañada. Un escalofrío me eriza la piel.

—Mallory, a veces dices cosas más aterradoras de las que dice Alexia —Adrien es el único con edad para beber café, y se ve tan adulto bebiendo de su vaso desechable.

Me rio de la cara ofendida que hace Mallory.

Después de eso nos montamos de nuevo en el auto. Hemos decidido que lo mejor es regresar a casa y volver a intentarlo cuando el clima esté mejor.

Cameron nos va contando las historias de terror que se ha aprendido recientemente. Mallory va a mi lado temblando, Adrien se ha quedado dormido gracias al medicamento que le ha quitado bastante de su malestar.

Unas carcajadas colectivas se alzan cuando Mallory salta en su lugar y grita asustada de un trueno especialmente ruidoso, que ocurrió justo cuando Cameron contaba la parte más aterradora de su historia.

Y no sé qué es lo que ocurre. No sé qué pasa.

De la nada el auto parece tambalearse, juro que podría voltearse y quedar con las llantas hacia el suelo. Los gritos, los cristales rompiéndose y el rechinar de las llantas son lo último de lo que soy consciente.

💕

El sonido de lo que reconozco como un monitor cardiaco me despierta, es igual al que le pusieron a mi abuela cuando fue hospitalizada... ¿estoy en un hospital?

Recuerdo vagamente lo que estaba haciendo antes de comenzar a moverme. Siento un fuerte dolor en la costilla izquierda, me siento mareada y la luz blanca atraviesa mis párpados.

La imagen de Adrien sentando en el asiento del auto, a mi lado, con la cabeza agachada y sangre cayéndole en el regazo hace un agujero de preocupación y pánico que me obliga a tratar de moverme.

—Adrien —mi voz suena débil y las cuerdas bocales me duelen, pero continuó llamándolo a ciegas—. ¿Adrien?

Levanto con esfuerzo una mano, la cual se siente pesada y torpe.

—Shh, está bien —su voz me regresa la calma, sostiene mi mano y siento su peso hundir un lado de la cama—. Está bien, Alexia. Estoy aquí.

Peleo contra mis parpados y el dolor que causa la luz blanca en mis corneas, pero me las arreglo para abrir los ojos. Me encuentro de lleno con paredes blancas. Me hago consiente del olor a desinfectante y alcohol, también logro sentir lo que creo que es una venda alrededor de mí, presionando con firmeza.

Giro la cabeza en dirección a Adrien. Está sentado en el borde de la cama, con el cabello despeinado y una mirada de muerte en vida que me extraña. Pero lo que realmente me aterra, es la venda que le cubre gran parte del rostro y las manchas de sangre que hay en estas.

Él me regresa la vista, parece avergonzado, triste, preocupado y quien sabe qué otras cosas lo están torturando en este momento.

—¿Qué —tengo la boca seca—... pasó?, ¿Do-donde está Cameron?

El suspiro torturado que deja salir, la forma en la que arruga los labios y su postura encorvada... está comportándose igual que cuando murió la abuela.

—Adrien, ¿qué pasó? —no se mueve—. ¿Dónde están mis tíos?

El cómo se encoge de hombros, la forma en la que cierra el único ojo descubierto, como si intentara aplacar su llanto. Es la misma, es la misma cara de sufrimiento que cuando murió papá.

—¡Adrien! —insisto—. ¿Dónde está Mallory?

Me mira con una lágrima corriendo por su mejilla. Abre la boca lentamente, pero lo único que sale de él es un sonido ahogado. Parece darse cuenta de que no será capaz de pronunciar nada, porque vuelve a unir los labios. Más lágrimas corren por su rostro.

Su dolor y el saber que claramente algo no está bien me hacen sentir las mismas ansias de llorar.

La puerta de la habitación se abre. Ver a Renée aparecer con un vaso de café en las manos y una expresión de molestia me bloquea.

—Oh, ya despertaste —dice la de cabello rubio—. Qué bien, no tolero un día más aquí. Es tan deprimente.

—¿Qué pasó? —me siento fuera de mi propio cuerpo—. ¿Dónde están Cameron y el resto?

Ella bebe con tranquilidad de su café, me mira con seriedad, cruzando uno de sus brazos por debajo del que sostiene el vaso.

—Tuvieron un accidente en la carretera hace tres días, chocaron contra un tráiler de carga. Cameron se ha ido a casa, él no sufrió grandes rasguños. Adrien únicamente tiene el corte en su cara, que lo más seguro es que le deje una cicatriz de unos veinte centímetros —explica como si estuviera diciéndome la receta de una comida—. Zoe murió al salir disparada por el parabrisas, Didier se rompió el cráneo...

Ligeros rastros de dolor se sienten en mi pecho, pero no dejo que se escapen, si he de romper en llanto no será frente a ella.

—¿Mallory? —pregunto sin mirarla.

—Fuer atravesada por cristales, uno de ellos cortó su yugular, murió desangrada —suelta con más delicadeza—. Ver su cabello manchado con tanta sangre... pintándolo de un rojo similar al tuyo me dio una idea.

—Basta, te dije que no estoy de acuerdo —murmura con enojo Adrien—. Yo puedo hacerme cargo, solo tienes que reconocerme como tú hijo.

Creo que sé a dónde va esto. Me destroza saber que ella no tiene más que interés porque siga siendo de ella y para ella el dinero que mi padre dejo.

—¿No es lo menos que puede hacer? —suelta con aire de reclamo—. La atravesó un fierro por las costillas, sangró mucho y aquí sigue. Mientras su pobre hermanita...

—Di lo que sea que quieras decirme y vete —me atrevo a ordenarle.

Sus ojos sulfúricos se posan en mí.

—A partir de este momento, Alexia Leblanc está muerta —pronuncia, se siente como un golpe—. Ella fue la que murió, y, ahora tú eres Mallory Leblanc.

Veo a Adrien negando, él ni si quiera se ha atrevido a mirar de frente a Renée, sigue dándole la espalda a la puerta, de la cual rene no se ha alejado.

—No entiendo, ¿por qué? —claro que entiendo, pero necesito que ella lo diga y que termine de matar la familia que me queda.

Suspira como si estuviera cansada de hablar de ello.

—Tú padre murió sin antes cambiar su testamento. Y, según ese maldito papel, únicamente el primogénito de apellido Leblanc podrá heredar Roos y todo el jodido dinero. Adrien fue registrado como un Pons, así que, la responsabilidad sobre la empresa paso a manos de Mallory —da otro sorbo a su café—. Y si ahora meto un juicio para cambiar el apellido de Adrien, seguramente Thierry me haría la vida imposible.

Ahora entiendo el pesar de Adrien. Puedo suponer que, esta mujer estuvo tratando de convencerlo de que esto era lo mejor para todos.

Él ha visto por nosotros como papá lo hacía, ha dejado los juegos a temprana edad y tomo responsabilidades que no le correspondían. Tomó un papel que no le tocaba jugar, solo porque nosotros estuviéramos bien, por nuestro bien, porque era lo mejor para todos.

Renée tiene razón, el abuelo jamás la dejaría hacer cualquier cosa que implique que siga usando el dinero de mi papá. Y no es como que nos fuera a dejar abandonados con tal de no darle nada a nuestra madre, él no es así.

—Básicamente, que llegáramos a esto es tú culpa, Alexia —dispara contra mi pecho—. Pudiste matar a todos. Pudiste matar a Cameron y a Adrien también... ¿eso es lo que pretendías?

Adrien se tensa, bajando de la cama y mirando a Renée con un pasmo digno de un cuadro de horror.

—Esto, toda esta tragedia la ha causado tu egoísmo —ella hace un círculo en el aire con su café—. Si te hubieras quedado en casa, si no hubieras sido rebelde y hubieras pensado en los demás...

—Basta —susurra Adrien, dándole voz a lo que pienso.

—Si alguien merece ser castigada por esto, eres tú, Alexia.

—¡Basta! Llévate tu maldita boca venenosa a otra parte —Adrien explota, lo cual es raro en él y en mí, pero en este momento, siento que no puedo moverme—. ¡Lárgate!

—Lo haré —declaro, en contra de todo.

Ella suelta una risa nasal de satisfacción, se da media vuelta sobre sus talones y sale de la habitación con paso triunfal.

No me interesa saber cómo se las va a reglar para hacer lo que desea. Seguramente perderá un poco de dinero falsificando y callando personas, pero ese es su problema, no el nuestro. Porque voy a poner a mi abuelo al tanto de todo esto, y sé que, con él de nuestro lado, las repercusiones legales no nos tocaran.

No me gusta parecer la víctima, pero a veces es mejor parecerlo que serlo realmente. Si Renée cree que su manipulación ha sido un rotundo éxito, está equivocada.

—¿Por qué lo hiciste? —Adrien se ha puesto de peor humor.

Su rostro vendado es como un cruel recordatorio.

No puedo evitar preguntarme:

¿Y si no hubiéramos ido?, ¿qué habría pasado si ellos salían a tiempo?, ¿y si nunca nos hubiéramos detenido?, ¿y si no hubiera estado asomada por la ventana?

Seis personas salieron de casa esa tarde, solo tres regresaron. ¿Y todo por qué? Por mis constantes intentos de sentirme igual a mis hermanos, por tener la libertad que mi madre me ha quitado desde siempre.

—Lo siento... —mi voz se corta—. Tan solo mira lo que te hice, mira lo que les hice a todos.

—¡No te atrevas a disculparte! —reclama—. Nunca te has disculpado por nada de lo que has hecho o dicho, ¡no quiero que empieces ahora!

Lo escucho atragantarse con el nudo en su garganta. No me atrevo a seguir mirándolo, desvió la mirada a algún punto entre las sábanas sobre mí.

—¿Recuerdas lo que dijiste cuando papá murió? —le digo.

—Dije tantas cosas...

—Dijiste que, el día en el que murió papá, tú habías descubierto que Renée y él se veían, que habían sido amantes. Me contaste que se lo dijiste a papá y este fue a buscar a Frederick para reclamarle.

—¿A qué viene esto?

—Él es... es su culpa. De ellos. Si Renée no se hubiera metido con Frederick —declaro—. Si Frederick no hubiera hablado con papá.

—No busques culpables.

—¿Qué no lo haga? —rio por lo bajo—. Yo voy a cargar con la pena de todo esto, lo mínimo que pueden hacer ellos... es cargar con la culpa.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro