Capítulo 43
QUINCE AÑOS Y MEDIO ATRÁS.
ADRIEN PONS:
Describir a Alexia es difícil, predecir sus actitudes es aún peor.
Mientras Renée va de un lado a otro soltando blasfemias, Alexia sonríe de forma afilada, cada que Renée se equivoca o tartamudea al hablar, parece no poder aguantar la risa.
Estamos esperando sentencia, reunidos en el despacho de Étienne, aunque él no está presente por su trabajo, aún tenemos que lidiar con la fiera de su esposa.
—No lo creo —gruñe, detiene su paso, mirándonos —. Alexia y Cameron expulsados, Mallory suspendida y tú Adrien...
—Él está bien. Gracias por preguntar —contestó Alexia por mí.
—¿Qué sucedió? —Renée se deja caer en la silla de Étienne.
Todos miramos a Cameron, este estornuda y usa la manta con la que está envuelto para limpiar un poco de la saliva que se le escapó.
—Kurt, Richard de segundo año y Randall de tercero, me encerraron en el refrigerador de la cocina tras verter refresco de cola sabor uva encima de mí. Odio la uva —se encoge de hombros. Tampoco le gusta hablar, pero continúa al ver el gesto severo de Renée—. Pasé veinte minutos ahí. Ellos reían, golpeaban la puerta de vez en cuando y puede contar diecinueve insultos diferentes.
Renée pone los ojos en blanco.
—Antes del insulto número veinte, escuché pasos, el golpe de una cubeta contra algo y líquido cayendo al suelo —su mano sale de la manta para apuntar a Alexia—. Los insultos veintiún y veintidós los dijo Alexia.
La mencionada suelta una risa nasal mientras admira las costras en sus nudillos con una satisfacción casi aterradora.
—¿Alexia, algo que decir? —le digo.
Sus ojos me miran, en ellos hay diversión como la principal emoción, cero arrepentimientos, pero sí una pizca de saber que se metió en problemas.
—Debí golpearlos más duro —se encoge de brazos—. Se siente mal que me expulsaran por tan poco.
—La nariz de Kurt se rompió cuando golpeo la puerta del refrigerador, lo escuché —menciona Cameron.
Y al haber visto en vivo la nariz del chico, le puedo dar la razón.
—¿En serio? —Alexia se cruza de brazos—. Me enorgullece más haber derribado al estúpido de Randall.
—Insulto veintitrés —Cameron acusa.
—¿Cómo pudiste darles una paliza a tres chicos mayores que tú? —cuestiona Mallory.
Ella sí se siente culpable, pues fue quien le informo a Alexia lo que esos chicos habían hecho con Cameron, sin detenerse y recordar lo impulsiva que suele ser cuando se trata de nosotros.
—Me mantuve fuera del charco de agua con jabón que les arrojé, usé él cerebro —Alexia usa un tono de obviedad.
El soplido exasperado que suelta Renée nos regresa a la tensión.
—He sido maldecida. Mi vientre está maldito, mi vida misma está maldita —se pone de pie, caminando hasta quedar frente a nosotros—: Una niña que no me sirvió para nada.
Mallory se encorva, bajando la cabeza, con seriedad en el rostro.
—Un malagradecido que no me obedece —dice mirándome.
—Yo no te pertenezco —me encojo en hombros.
Sus ojos pasan a Cameron a mi derecha
—Un retrasado mental —continuó.
Cameron endurece su expresión.
—Y... —mira a Alexia, quien le sonríe con diversión—. Ni si quiera sé cómo llamarte.
—El termino, es penitencia —se cruza de brazos—. Soy la penitencia con la que has de pagar tus pecados.
Alexia se pone de pie, tomando por un brazo a Cameron con delicadeza y a Mallory con firmeza por la muñeca con la otra mano. Hace una reverencia burlona y la seguimos en su paso a la salida.
Atravesamos el pasillo ya en la penumbra de la noche hasta entrar a la habitación que nuestro padre usa para dormir cuando él y Renée discuten. Al entrar, Alexia le da un ligero empujón a Mallory para que esta se siente en el diván a un lado de la cama.
Me cruzo de brazos cerrando la puerta y recargándome en esta mientras observo a la de ojos grises acomodar a Cameron en la cama, quitándole de encima la manta que ha traído y cubriéndolo con el edredón de en la cama.
—¿Estás más calentito? —le habla con suavidad.
Cameron asiente cerrando los ojos. Su estricto régimen de sueño lo hace sentir sus parpados pesados tras haber sobrepasado su hora de dormir por cuarenta y cinco minutos, para Cameron ya es demasiado tarde.
—Descansen —nos dice él en tono bajo.
—Que duermas bien —Alexia deposita un cariñoso beso en la frente de Cameron. Es la única de nosotros que puede tener ese trato con él.
Nosotros apenas y podemos posarle las manos encima por periodos cortos, siempre hasta donde él lo tolere.
Suelto un suspiro. Estoy exhausto y aún tengo que hacer un par de llamadas para averiguar qué compañero de clases me puede enviar sus apuntes, debido a que tuve que irme a la mitad cuando me llamaron a la dirección para hacerme cargo de la situación en la que se metieron estos tres. A falta de mamá y papá, estoy yo.
Alexia se sienta en el borde de la cama, sin dejar de darle caricias en el rostro a Cameron. Sus ojos miran con fastidio a Mallory, percibiendo el pesimismo de la segunda.
—¿Ahora qué? —susurra con exasperación la de ojos grises.
—Ella nos odia —murmura Mallory.
—Deja de llorar, despertarás a Cameron —regaña—. Te lo he dicho muchas veces, Lory: ¡Deja de ser tan débil! Ella te hará pedazos por ser tan debilucha.
Sé que debo mediar la guerra campal entre ellas, porque Alexia ama a cada uno de sus familiares, pero eso no la hace cambiar su personalidad cruel. Y Mallory es demasiado sensible para tolerar las cosas que suelen salir de la boca de la primera.
Me siento junto a Mallory, tomando una de sus manos entre las mías, haciéndole caricias con mis pulgares. Es mi forma de comunicarle que no está sola.
—¿Ella jamás nos amará? —cuestiona Mallory, acostándose en mi regazo—. Estoy cansada de lidiar con su resentimiento.
—Está bien que no nos ame —Alexia levanta la mandíbula con orgullo, aunque veo el destello de unas lágrimas retenidas en las comisuras de sus ojos—. No la necesitamos. Nos tenemos a nosotros mismos, ¿cierto, Adrien?
Sus ojos del color de la plata me miran con un dejo de súplica por apoyo.
Aún recuerdo los primeros días en los que dejé de ser el único niño en esta casa. A cualquier rincón al que fuera era capaz de escuchar los gritos del bebé desde su cuna. En especial, el día en el que fui plenamente consciente de que ellos solo me tienen a mí y yo solo los tengo a ellos.
Siendo solo un niño, el llanto constante del bebé ya me tenía estresado. Así que, me atreví a ir hasta su cuna. Sus gritos eras más intensos dentro de su habitación, por poco y daba vuelta para alejarme, pero mi curiosidad me hizo asomarme a ver el interior de la cuna.
Descubrí un pequeño cuerpo vestido de blanco, no podía ver su rostro, pero sí pude ver la razón de tal alboroto que armaba. La manta con bordados florales se le había enredado de alguna forma alrededor del cuello y le cubría la cara.
Renée había dicho antes de irse que el bebé solo lloraba por capricho, pero no fue así. Había estado llorando por ayuda.
La quité de encima la manta, su llanto desapareció. La pequeña bebé en su cuna me miró con esos enormes ojos y... me sonrío.
Recuerdo que traté de calcular cuánto tiempo había estado llorando antes de que llegara, pero no logré saberlo con exactitud. Una bebé que pedía ayuda y nadie se la otorgaba, porque su padre estaba trabajando y su madre creía que irse era más importante que cuidar de su hija. ¿Quién cuidaría de ella?, ¿quién cuidaría de mí?
Sacudo la cabeza para salir del recuerdo, los ojos de Alexia siguen expectantes.
—Ella tiene razón, Mallory —miro a la niña recostada en mis piernas—. Mientras que estemos juntos, no necesitamos a nadie más.
💕
PRESENTE
—Es un problema, Egmont desconfía demasiado de mi —se queja Johan Weber, nuestro infiltrado en la casa de esos demonios.
—Tarde o temprano caerá —tranquilizo, pasándome una mano por la cara—. Mientras tanto, mantén una distancia segura con él. No te acerques demasiado pero tampoco te alejes.
La puerta de mi oficina se abre de golpe, escucho los gritos de Every intentando detener a la persona que irrumpe y los pasos sonoros de quién sea que se traté. Johan se tensa, me pongo de pie rodeando mi escritorio cuando reconozco la segunda voz.
—Lo siento, Adrien —Every se disculpa apuntado a la figura veloz que entra—. Intenté detenerla, pero...
—Está bien —le digo levantando una mano.
Antes de poder preguntarle a Alexia qué ocurrió como para que se presente de esta forma, le da una patada en el estómago a Johan que puedo jurar que si hubiera estado planeada le hubiera roto una costilla.
Johan choca la espalda contra mi escritorio, usa sus manos para apoyarse y ponerse de pie, Alexia intenta golpearlo de nuevo, pero Every la toma por la cintura y la levanta del suelo. Ella trata de escaparse entre gruñidos e insultos.
—¿Qué sucede? —ayudo a Johan a enderezarse—. ¿Se puede saber qué ocurre, Alexia? ¡No somos la mafia para que te comportes de esta forma!
Ella detiene su forcejeo contra Every, sus ojos flamean con ira en dirección a Johan.
—¡Es un maldito traidor! —grita con histeria—. ¡Es un traidor al igual que ellos!
El color de la cara de Johan desaparece.
—Te lo dije, Adrien —comienza—. Egmont me lo ordenó.
—¿Alexia? —llamo, mirándola, ella sigue envuelta en los brazos de Every.
—Este imbécil casi atropella a la madre y al hijo de Chase Sallow —gruñe.
Suspiro. Me llevo una mano a la parte posterior de la cabeza, donde un dolor intenso se presenta.
—Mallory iba con ellos —confiesa Johan.
Miro a Johan como si de pronto este se hubiera vuelto loco.
—Te dije que Egmont está loco —trata de explicar.
—Every, suéltala —ordeno, sentándome en mi silla antes de que me sienta desfallecer—. Escuchen, mi vuelo sale en dos horas, lo mínimo que espero es que se comporten mientras no estoy, ¿estamos?
Alexia se acomoda la ropa sin dejar de mirar a Johan con una pisca de enojo, y al caer en cuenta de que es libre, lanza un golpe con el codo hacia atrás que impacta en el estómago de Every. Él suelta un quejido y se dobla un segundo para recuperarse del dolor, una vez que lo ha superado, da una serie de pasos hacia la salida, alejándose de su agresora.
—¡Alexia! —regaño.
—¿Qué? —sus ojos son el retrato perfecto del desinterés—. Fue un espasmo.
Johan adquiere esa cara de culpabilidad con la que llegó aquí cuando cruzo mi mirada con la de él.
—Alexia —ella me mira—. Ve a averiguar cómo están las cosas. Supongo que le avisarán a Chase Sallow lo que ha ocurrido.
Ella asiente, dirige una última mueca de desaprobación hacia Johan. Al pasar cerca de Every, le da un golpe en nuca con la palma abierta.
—¡Alexia! —grito, sonando más molesto.
Ella rueda los ojos y se va con la frente en alto. Niego con la cabeza, volviendo a enfocarme en lo que necesito.
—Johan, será mejor que regreses con Irys, antes de que se pregunten dónde estás —aconsejo.
—Lo siento, Adrien —suena honesto.
—No te preocupes. Ya arreglaremos esto —aseguro.
Johan sale con una postura de arrepentimiento marcada que espero y ruego internamente que logre deshacerse de esta para cuando este en la casa de los Teufel. Su fachada ahí debe mantenerse intacta, aún lo necesitamos como nuestra mosca en la pared de esa familia.
—¿Necesitas que haga algo? —Every parece ser la única persona racional a mí alrededor.
—Necesito que sigas averiguando lo que puedas de esa tal Malika y qué conexión tiene con Egmont.
—¿Sugieres que está involucrada?
—La pelirroja ha plantado esa duda en mi —me cruzo de brazos—. ¿Qué es lo que sabe esa mujer? Frederick no ha mostrado señales de querer deshacerse de ella, aun cuando esta salió a escondidas con su hijo.
—Quizás también es amante del padre —sugiere—. Aunque suene asqueroso, puede suceder.
—No, no puede ser. Johan nos ha hablado de la dinámica que Frederick tiene con su esposa —le recuerdo—. Creo que Malika tiene algo que ver con Egmont, de alguna forma se enteró de lo de Mallory. Egmont es el único que pudo habérselo dicho.
—Intentaré averiguar lo que pueda —casi espero ver que haga una reverencia cuando lo veo quedarse parado, como si dudara de algo—. ¿Crees que Derek Teufel esté involucrado también?
Me tomo un momento para pensarlo.
Según por lo que hemos logrado averiguar de Egmont, él y su primo Derek fueron unidos en la adolescencia, pero no se ven de esa forma ahora. Ellos hace años que no se topan, y no me parece que tengan la relación de hermanos que se requiere para confesarle a alguien algo como lo que Egmont hace a escondidas de su familia.
—No, no lo creo.
—De todos modos, lo mantendré en la mira —confiesa.
—Me parece que haces bien...
Aunque aquí tenemos un dicho popular:
Con Alexia como el infierno, ningún diablo asusta tanto.
Esto es un caos, y presiento que solo es el inicio del pandemónium que está por llegar.
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Ay, por culpa de Alexia, Adriencito está amargadito, jajaja. Peeerooo... sí que tiene algo de razón, eh.
Creo que esto de actualizar doble ya me está gustando 👀
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