Capítulo 41
DEREK:
Exhalo el humo de mi cigarro y muevo mi cabeza con ganas de que el sonido que proviene de mi cuello sea el del hueso partiéndose en dos.
Tres días y contando desde la última vez que vi a la chica de cabello rojo y la sensación de enojo no se ha ido por completo. No he explotado, pero sé que ahí está el incendio, cerca de la bomba en mi interior.
—¡Derek, estoy hablándote! —ruje mi padre—. Deja ese cigarro —ordena.
Lo miro con cansancio. Exhalo otra bocanada de humo, aun mirándolo como si la vida hubiera abandonado mi cuerpo.
Por lo general mis cigarros se estropean, se llenan de moho en sus escondites. Pero desde hace dos días, no me molesto en esconderme de mi padre para fumar.
—No me obligues a ponerme de pie y apagar ese cigarro como apagaba los de Adler —amenaza.
Ruedo los ojos. Antes de que él lo haga por mí, levanto la manga de mi camisa y apago el cigarro en la piel de mi brazo. Justo como él lo hacía con Adler. Me pregunto si mi hermano aún tiene las cicatrices.
Mi piel arde ante la quemadura, aprieto la mandíbula aguantando el dolor. Y arrojo el cigarro al cenicero cercano.
Una sonrisa aparece en sus labios.
—No seas dramático —se cruza de brazos—. No te tomaste así tu ruptura con Malika, ¿por qué el show?
Me enderezo de golpe y tomo aire para negar ese hecho, pero mi padre se cruza de brazos en un gesto que mis hermanos y yo conocemos demasiado bien. Es su postura de "no me quieras tomar por tonto".
—No es como que te importe realmente lo que me ocurre, ¿o sí? —murmuro—. Lo dejaste claro cuando no me dijiste lo que sabías de Mallory.
Una sonora carcajada es arrancada de su interior.
—No me digas, ¿de ella también crees estar enamorado?, ¿eso es lo que te tiene así? —resopla—. Creí que ya habías madurado, pero veo que me equivoco. Ya se te pasará el capricho, Derek.
—¿Qué si de verdad estoy enamorado de ella? —me atrevo a soltar—. ¿Y si no es un simple capricho?, ¿eso me hace débil?
Su mirada se oscurece un par de tonos, veo las venas en su frente saltarse. Tenso los hombros en respuesta a su enojo.
—No, débil no, pero sí menos útil. Amar no es una debilidad, Derek. —acomoda su corbata como si estuviera preparando un discurso para una gran audiencia—. La persona a la que amas, es ahí donde está el problema. Y Mallory es una doble cara profesional —sonríe con amargura—. La muy perra se lo tenía bien escondido. Es talentosa. No debí subestimarla.
—No hables así de ella —gruño.
—No la defiendas —me apunta con su dedo índice—. ¿Has perdido la cabeza?
—Vuelves a insultarla en mi presencia y no respondo por mis acciones —advierto.
—Por favor, Derek —niega—. No confundas el enamoramiento con el hecho de que no te hayas podido saciar las ganas.
—Hazme un favor y vete al carajo —Jamás le he hablado a mi padre de esa forma, ahora me arrepiento porque se siente bien.
La puerta de la sala de juntas abriéndose hace que la otra personalidad de mi padre salga a la luz, se convierte en el hombre de negocios que no tiene tiempo de lidiar con los hijos que engendró. Justo a tiempo.
Los dos amigos de Mallory: Dae y Soyeon nos sonríen con cortesía.
La mujer rechaza la oferta que mi padre le hace para tomar asiento en cuanto este se la hace, en cuanto a Dae, él se sienta con naturalidad en una de las sillas.
Malika entra unos segundos después, no me molesto en detallarla, es de las personas que desearía no tener que toparme en esta empresa por lo que me reste de vida.
—Como ya deben haberse enterado, nos retiramos de su empresa —dice Soyeon.
—¿Vuelven tan pronto a corea? —cuestiona mi padre con una sonrisa cordial.
Dae suelta una risa nasal de lo más burlona. Soyeon lo toma del hombro y el varón vuelve a poner una expresión neutral.
—Me llevaré a Dae-hyung a Roos —explica Soyeon con seriedad—. Como el mismo Derek sabe, nos quedamos por la Srta. Leblanc.
—Se han terminado de filmar los comerciales y que ella se ha ido, no tenemos más motivo para seguir colaborando con ustedes —Dae se encoje de hombros como si lo que acaba de decir fuera el informe del clima.
Me reacomodo en mi silla con la intensión de intervenir.
—Firmaron un contrato que establece la exclusividad de Dae-hyung con nosotros por un año, en el caso de que él decida no hacerlo, se le retirarán las ganancias que la empresa le otorgaría al final de ese año por dejarnos utilizar su imagen para las promociones de nuestros productos —expresa mi padre.
Me ha dejado con las palabras en la punta de la lengua. Supongo que no me dejará participar en esta junta, parece que está descartando por completo mi derecho a tomar cartas en este asunto.
—Creo que no hemos leído el mismo contrato —murmura Soyeon—. En el que nos han hecho firmar nunca se específica lo que usted insinúa.
—Estoy segura de que en el contrato lo dice, fui quien lo redacto —Malika habla por primera vez.
—¿Está segura? —Soyeon se cruza de brazos.
—Totalmente —asevera la rubia.
Mi padre abre la boca para decir algo, pero Soyeon le interrumpe levantando una mano.
—Le recomiendo que consulte el contrato, mientras tanto —ella da un par de palmadas en el hombro de Dae, quien se pone de pie con una sonrisa de satisfacción—, nos retiramos. Si requieren alguna aclaración u objetar algo con respecto al contrato, les podremos en contacto con nuestros abogados.
—¿Así que eso era todo? —la voz de mi padre está cargada con una nota de incredulidad.
—Por su puesto. Gracias por el buen trato que nos han dado —Soyeon hace una reverencia—. Espero que pronto nos envíen un correo con noticias de nuestro pago, de lo contrario, me temo que deberán retirar de todos los medios el rostro de Dae-hyung. Y eso sí está especificado en el contrato.
—Que tengan un buen día —Dae hace una reverencia antes de seguir a Soyeon hacia la salida—. Ojalá no tengamos que vernos en un juzgado.
Ambos salen de la sala con pasos seguros. Y por alguna razón tengo ganas de reír.
El fuerte golpe de la palma de mi padre contra la mesa me hace saltar en mi lugar, él se pone de pie y al quitarse de en medio logro ver la cara de consternación en el rostro de Malika.
La rubia hojea con desesperación la carpeta que reconozco como la que me enseñó hace un tiempo, la que contiene el contrato con el modelo surcoreano Dae-hyung.
Suspiro.
—¿¡Qué carajo, Malika!? —grita Frederick con histeria
—¡Te juro que no sé qué pasó! —contesta nerviosa—. Este contrato no es el que redacte.
Los ojos sulfúricos de mi padre se dirigen a mí, ya que ese contrato pasó por mis manos también.
—Te lo pregunté, Malika —me cruzo de brazos, sin mirar a la mujer—. Te pregunté si tú habías cambiado ese contrato y me dijiste que sí. Incluso argumentaste que...
Antes de que complete lo que estaba por decir, caigo en la cuenta de ello, y la risa que he contenido se escapa de mi interior.
—Dije que Mallory me había ayudado —su voz sale ahogada.
El estómago me duele por el esfuerzo que pongo en que mi risa sea silenciosa.
No puedo evitar sentir una pizca de admiración por ella, más allá del ardor de su traición. Su rostro lleno de pecas, con esos ojos afilados que portan una mirada de reto aparece en mi mente. Sus labios esbozan una sonrisa de triunfo y regocijo.
—¡Te ordené que tuvieras el cuidado debido! —estalla Frederick.
—¡Lo tuve! Te juro que-...
—¡No me jures nada! —otro golpe contra la mesa interrumpe la excusa de la rubia.
Mi risa se detiene de golpe. Intercambio una mirada entre Frederick y Malika.
—¿Qué están diciendo?
Malika se sorprende por mi pregunta, se tapa la boca con las manos y baja la mirada. Frederick gruñe con más mal humor.
—Están diciendo que fue apropósito —me pongo de pie—. ¿O no?
—Estás sacando conclusiones estúpidas, Derek —suelta mi padre.
—Entonces, explícame —exijo.
Malika se pone de pie y sale apresuradamente de la sala como quien siente que el diablo ha llegado a reclamar su alma. Mi padre suspira, dejándose caer en la silla con una cara de cansancio.
—Te lo estaba diciendo —sus dedos masajean su frente—. Esa mujer es de lo más astuta y doble cara.
—Estoy en lo cierto —me llevo una mano al cabello—. ¿Tú planeaste que Mallory ayudara a Malika con el contrato?
—Solo intentaba... que ella tuviera que deberme algo.
Niego con la cabeza. ¿Eso quiere decir que a ella cayó en el juego de mi padre?
Los fragmentos de las explicaciones que me dio cuando los descubrí hablando se balancean en mi interior. Ella pudo haber estado diciendo la verdad, quizás...
—Ni se te ocurra ir detrás de ella —amenaza—. Por la expresión que veo en tu rostro, sé que estás reuniendo esperanzas. Te lo prohíbo, Derek.
—No puedes prohibirme ir a verla si se me da la gana.
—¿Has olvidado con quien estás hablando? —sus ojos arden—. Soy tu padre. Pero sobre eso, soy quien ha evitado que vayas a la cárcel.
Aprieto los puños.
—¿Acaso no recuerdas lo que ocurrió con Tamara? —sonríe con malicia —. Golpeaste brutalmente a su padre, ¿no? Su hermana te demandó por casi matarlo a golpes. De no ser porque le di un trabajo a ella y a su hermana, estarías en una celda.
—Ni si quiera sabes por qué lo hice... no sabes por qué le di su merecido a ese malnacido —gruño.
—Eso no me interesa. Pudiste matarlo, Derek —pune un dedo en la mesa, como si estuviera deteniendo esa cadena de culpabilidad que me une a él—. Casi lo matas en un arranque de ira. Y yo te salvé de que fueras a la cárcel. Aún puedo hacerte ir a ella si me haces enojar.
Le sostengo la mirada por un par de segundos, mientras siento mi sangre llegar a punto de ebullición.
Casi lo había olvidado. El hecho que terminó mi única relación real: Descubrí lo que vivía Tamara por culpa de su padre. Los abusos que ella vivía por parte de él, las veces que ella faltó a la universidad por estar en casa sanándose. Yo me quejaba de tener que estudiar mientras ella...
Mi padre sonríe de lado mientras se pone de pie, lo escucho reírse en voz baja mientras abandona la sala y eso manda todo a la mierda. Dejo de tener el control dejo de tener la necesidad de mantener todo en orden y dejo que la sensación de querer quebrar el mundo con mis propias manos se apodere por completo de mí.
💕
Trato de regularizar mi respiración, el sudor cae por la parte trasera de mi cuello, las palmas de mis manos arden y antes de que pierda el impuso, pateo la silla frente a mí una última vez. Cae de lado, chocando con el resto de cosas que están esparcidas en el lugar.
Doy un par de pasos hacia atrás secando el sudor de mi frente con mi antebrazo y me dejo caer sentado ante los destrozos que he hecho.
Acabo de volver de un ataque de ira. Me siento mareado, mis piernas tiemblan por la adrenalina, mi garganta arde de tal forma que sé que he estado gritando, aunque no haya podido escucharme. Mi cabeza da vueltas y punza dolorosamente. Mis nudillos sangran y no me atrevo a averiguar qué fue lo que los ha roto de esta manera.
Escucho un silbido de admiración, lo que me hace levantar la vista del punto en el que ni si quiera sabía que la había posado.
—Ya entiendo el alboroto de allá afuera —los ojos negros de Dae-hyung me miran con diversión—. Aunque si quieren hacerme temerte, necesitas hacer más que esto.
—Justo a lo que necesitaba —sueno cansado—. Se me acabaron las cosas para romper.
Una sonrisa crece en él y siento nauseas ante su reacción despreocupada.
—Con Alexia como el infierno... un diablo como tú no me asusta —se encoje de hombros.
—¿Quién? —mi interrogativa parece causarle gracia.
Dae-hyung corta la distancia que nos separa y por mucho que me enferme la sensación, mis puños se preparan realmente para atestarle un golpe en cuanto tengan la oportunidad. Parece que no he regresado del todo, o este sujeto me desagrada más de lo que creo.
—Solo vengo a dejarte un presente —Ruedo los ojos ante su sonrisa infantil y me muestra lo que trae en la mano que escondía a sus espaldas—. Ten.
Antes de que pueda negarme, lanza la fruta hacia mí. La atrapo al aire.
Una manzana roja.
—¿Quieres que coma frutas y verduras?
Él deja salir una enorme carcaja, niega con la cabeza y se pone de pie metiendo sus manos en el interior de las bolsas de su gabardina.
—Es una manzana de la discordia —dice con tono obvio—. Debes morderla.
—¿Quién carajo soy? —suelto con fastidio—. ¿La maldita Blancanieves?
—A ella no la expulsaron del paraíso —el tono juguetón con el que comenta eso me hace tragar saliva por pura intriga—. ¿Sabías que antes que Eva existió otra mujer? Lilith, ella se negó a hacer lo que el hombre le pidiera. Al ser creada de lo mismo que Adán, no sabía por qué le debía obediencia. Ella se las arregló para escapar por sus propios medios del aprisionamiento que significaba permanecer en el paraíso junto a Adán.
—Ahora me das clases bíblicas.
Dae-hyung se da la vuelta sobre sus talones, caminando hacia la salida. Espero a que no me diga nada más, pero al estar bajo el umbral de la puerta, ríe.
—Lo que trato de decir, es que quien te manda la manzana, ha escapado de su prisión —sus ojos se cruzan con los míos—. Está tratando de llevarte a la libertad con ella.
Mis ojos recaen sobre la fruta entre mis manos en cuanto veo desaparecer a Dae-hyung. Suelto un suspiro tomando la manzana y examinándola con detenimiento.
Los pasos sobre la alfombra me hacen ponerme de pie. Estoy a punto de soltar que me dejen solo. Pero me encuentro de lleno con la cara desconcertada y pálida de Chase.
Algo ha pasado, y no puede ser nada bueno si ha logrado borrarle la sonrisa a Chase Sallow.
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Estoy en contra de insultar a nuestros mayores... pero es que aquí Frederick se lo merecía un poco, jejeje.
¿Y ahora qué pasó?
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