Capítulo 33
Tras el beso con Derek no pude hacer otra cosa más que ser presa de mis más bajos instintos y salir huyendo de ahí. ¿Por qué? Porque al cerrar los ojos mientras nuestros labios se tocaban, la vi a ella. La chica de cabello rosa que me rechazó de un empujón.
Cuando besaba a Derek, en realidad creía que la estaba besando a ella. No era Derek quien me besaba, era Eun-ji. Y al abrir los ojos, al ser consciente de nuevo de la realidad... dolió.
Vine aquí en una lucha por Eun-ji, no para enamorarme de la misma sangre que ella. No para sentir atracción por esos ojos verdes, ni para sentirme cómoda en el terreno de quien es prácticamente mi enemigo natural.
Lo prohibido obsesiona, pero lo indebido también tiene su grado de atracción.
Derek tiene una cara de mal humor. Comprendo que este molesto. Y aunque la parte sensible de mi me susurra constantemente que al menos le debo una explicación, pero la parte que está dolida por lo que él, le hizo a ella...
¿Y si el engaño atrapado en mi caja de pandora se ha escapado?, en ese caso, vendrá por mí y pagaré por los pecados que cargo, incluyendo lo que le estoy haciendo a Derek.
Camino por el área de los cubículos de vuelta en Rohdiamant. En su mayoría están vacíos porque ya es la hora de comer. Me sorprende ver que incluso el de Jano lo está, quien ha estado raro conmigo desde hace un tiempo, es como si simplemente nunca coincidiéramos.
—Annie, ¿verdad? —cuestiono con amabilidad hacia una de las chicas que ya han regresado de comer.
—Así es, ¿te puedo ayudar en algo? —ella me mira de arriba hacia abajo como si estuviera intentando encontrar algo en mi persona.
—Necesitaba que alguien me ayude a verificar los balances del mes pasado —abro la carpeta que sostengo—. Los datos en mi computadora aún no están completamente actualizados, así que necesito una mano.
—¡Con gusto! —toma la carpeta poniéndola en su escritorio—. Te enseñaré como se hace de una forma rápida, así cuando tengas todo en tu computadora, podrás hacerlo sin problemas.
Me situó a un lado de ella mientras la veo tecleando con la rapidez de una veterana. Tiene desarrollada esa habilidad de escribir sin ver el teclado, pues lo hace mientras ve en los papeles que le presté.
El sonido de un mensaje de texto nos hace mirarnos mutuamente.
—No ha sido el mío —le informo.
<<No espero ningún mensaje, no tan pronto>>.
—Podría ser una emergencia —saca su celular de debajo de una pila de papeles.
Me distraigo mirando los adornos de búhos desperdigados por su área de trabajo. La escucho soltar un sonido de impresión al mismo tiempo que comienza a mover los dedos sobre la pantalla de su celular.
—Mallory, ¿podrías decirle a alguien más que te ayude? —arrastra su silla y se pone de pie, nerviosa. Mira hacia todos lados como si Derek anduviera buscando a qué empleado despedir.
—Claro —tomo los papeles que había dejado en su escritorio—. ¿Todo... bien?
—Sí, solo... ¡necesito ir al baño!
Annie sale disparada.
—Quizás debería sospechar... —me encojo de hombros.
Con los papeles en las manos, doy un vistazo al resto de cubículos. No hay nadie. De pronto esto se volvió un pueblo fantasma, casi espero ver uno de esos arbustos secos que ruedan en las películas del oeste.
—¿A dónde se fueron? —doy un par de vueltas sobre mi lugar.
Espero no estarme perdiendo alguna junta especial del personal, o que me estén preparando algún rito de iniciación en el sótano. ¿Rohdiamant tiene sótano?
El sonido de unos tacones contra el suelo en pasos firmes me saca de mis pensamientos, justo antes de que en mi rito de iniciación imaginario me hagan beber café rancio.
Guiada por la curiosidad, me aproximo al pasillo principal para ver de quien se trata.
Me detengo al final del pasillo principal, ese que atraviesa por el centro los cubículos y escritorios, dando paso directo hasta las puertas de la oficina de Derek.
Una mujer camina con elegancia sobre unos preciosos tacones altos en dorado brillante y un precioso vestido corto que se ajusta a su cuerpo, acentuando sus curvas.
Sus largas piernas la hacen avanzar con imponencia. Su vestido combina con el verde claro de sus ojos. Su maquillaje es impecable, con unos labios carnosos pintados en un color nude y un delineado profesional en los párpados.
Su rubia cabellera se mece con cada paso que da, las puntas están teñidas de negro, lo que contrasta perfectamente con su piel ligeramente bronceada. Unos lentes grandes y oscuros adornan su cabeza.
Sin duda es hermosa y sabe que lo es. Es glamurosa, elegante.
<<No es momento para que babees>>. Me doy una cachetada mental para salir del trance.
—¿Dónde se metieron? —su tono de voz es de autoridad.
Me apresuro a alcanzarla. Sus ojos recorren mi existencia de arriba para abajo un par de veces antes de hacer una mueca que no sé si describir como de descarte o molestia.
—Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarle? —uso mi mejor sonrisa de labios cerrados.
Juegan un segundo con el colgante de su collar de oro, un jaguar con incrustaciones de esmeralda en los ojos, en la mano que usa para jugar con su fina joyería, lleva un anillo de dama con un diamante a medio pulir en el centro. No solo es hermosa, es Kerstin Teufel, la hija mayor de la familia. CEO de Bancos Fel, la segunda gran compañía de esta familia.
—Hay algo que puedes hacer —habla finalmente—. Ve por una leche al vapor manchada con café expreso, media cucharada de extracto de vainilla, crema batida extra. Oh, y caramelo.
Muerdo mi lengua para aguantarme el comentario mordaz que quiero hacerle, porque... ¿no querrá que yo misma vaya a ordeñar a la vaca?
¿No pudo decir que quería un Caramel Macchiato? Ahorraría saliva.
Rio por lo bajo, ganándome una mirada dura de parte de la rubia.
—Dime, Kerstin, ¿de casualidad escuché mal o estas mandando a la Srta. Leblanc a hacerte un mandado? —Derek se acerca hasta quedar junto a mí.
El menor de los Teufel lleva las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, y una sonrisa bailando en las comisuras de sus labios. Sus ojos se cruzan con los míos y le agradezco su aparición con un gesto disimulado.
Aunque no quita el hecho de que me hace sentir nerviosa tenerlo cerca después...
Kerstin levanta ambas cejas perfectamente depiladas. Cruza su brazo izquierdo por debajo de sus pechos y posa el derecho sobre la muñeca del que acaba de acomodar.
—¿Leblancson? —repite mirándome.
Nunca me ha gustado usar mi apellido compuesto para ser: hija de Leblanc. Y ese es otro comentario que me guardo. Solo asiento con la cabeza.
Kerstin se relame los labios maliciosamente y su verde mirar regresa a su hermano menor.
—Deky, ¿te acuestas con el enemigo?
Ese comentario me haría enojar en otra circunstancia. Pero tras el beso, me hace sentir descubierta.
—Sí, de pronto me nació la idea de seguir los pasos de mi hermana mayor —Derek se cruza de brazos.
La cara de Kerstin se transforma en una mueca de enojo por unos segundos, para luego ser reemplazada por una sonrisa irónica que no llega a sus ojos.
—La diferencia, Deky... es que no importa cuánto abra las piernas, sigo razonando. Por el contrario, la Srta. Leblanc solo tiene que subir su falda unos centímetros por arriba de su rondilla y sentarse cruzando las piernas para que tú dejes de pensar con la cabeza —Kerstin apunta descaradamente la zona baja de Derek—, y con eso comenzarás a pensar con otra cosa.
Derek resopla, más divertido que afectado. Yo no sé si salir en mi defensa o dejarlos que se maten como lo están haciendo.
—¡Mallory! Deberías sacar nota —él se inclina hacia mi—. Kerstin está dando lecciones de cómo ser una trepadora de hombres y no morir en el intento.
—Yo... creo que mejor iré por el café —contesto dando un paso atrás.
—No, no irás —Derek me toma del brazo, impidiendo que me vaya.
<<Que alguien me saque de aquí>>. Ruego internamente.
Los ojos de Derek se posan en mí, levanta una ceja en un arco, ¿qué se supone que significa eso?, ¿una orden silenciosa? Frunzo el ceño, negando. Él el vuelve a elevar la ceja, inclinando su cabeza hacia la derecha. Vuelvo a fruncir el ceño, inclinando mi cabeza hacia la izquierda.
Derek entrecierra los ojos, el fantasma de una sonrisa en sus labios aparece.
—Derek, le di una orden —Kerstin interrumpe nuestro juego de gestos—. Que no se te olvide que soy socio mayoritario de esta empresa, así que tengo el mismo derecho que tú y Adler de mandar sobre los empleados.
Derek pone los ojos en blanco antes de volver su atención a su hermana.
—Lo sé, Kerstin... hay un maldito papel que no me deja olvidarlo —la mano de Derek me suelta para volver a cruzarse sobre su pecho—. Lo puedes hacer. Puedes ordenarle a quien se te cruce por enfrente ir a la tintorería por tus vestidos... menos a Mallory. Porque es mí empleada, yo la contrate, no la empresa. Tienes derecho a darle órdenes a los empleados de Rohdiamant, no a mi personal.
Kerstin no oculta su asombro al escuchar cómo su hermano le habla. No sé si le sorprende que Derek la haya dejado en su lugar o que yo —aparte de ser una Leblanc—, haya sido contratada directamente por el menor de los Teufel.
—Mocoso insolente —dice antes de pasar por un lado de Derek, chocando apropósito con él.
—Treintona amargada —susurra Derek, al asegurarse de que su hermana está lo suficientemente lejos para escucharlo.
Insolente, pero no tonto.
Ya que se dejan de oír los tacones de Kerstin, Derek hace un gesto de repelús, sacudiendo las manos en el aire y haciendo una mueca de desagrado. Nos reímos como un par de niños después de haber hecho una travesura.
—¿Estás bien? —pregunta una vez que superamos el ataque de risa—. Kerstin es muy... Kerstin.
Se encoge de hombros, no muy seguro de cómo explicar la personalidad de su hermana.
—No es así todo el tiempo —se apresura a aclarar—. Seguramente se sintió amenazada por ti.
—¿Por mí? —me apunto con un dedo.
—Sí. Su mayor inseguridad son las chicas hermosas y jóvenes, exactamente como tú.
Decido ignorar el cometario.
—Tranquilo —le regalo un guiño—. Mejores personas, me han dicho cosas peores.
Es él quien suelta una sonora carcajada.
—Veo que los empleados no te han incluido en el chat anti-Kerstin.
—¿Existe un chat?
—Se envían una alerta cuando mi hermana va a venir y los ves desaparecer como cucarachas cuando enciendes la luz.
Me rio de nuevo por su comentario, cayendo en cuenta de que Annie recibió un mensaje antes de correr al baño. Seguramente se trataba de esa alerta.
—Sobre lo del otro día... —comienza—. No le has dicho a nadie, ¿cierto?
Lo miro. Su pregunta me toma por sorpresa, pero a la vez entiendo su preocupación y la agradezco, porque eso significa que él tampoco le dirá nada a nadie.
—Por supuesto que no —él pone cara de sospecha—. Hablo en serio. Yo jamás te traicionaría así.
—¡Ah, Derek siempre quedándose con las bellezas! —grita la voz de un varón.
Reconozco la voz y la piel se me eriza con la anticipación. Al parecer toda la familia Teufel se reúne hoy y no me enteré por estar metida en mi cabeza.
Derek rueda los ojos dándose media vuelta. ¡Oh!, ¿el universo me está haciendo justicia?, interrumpen a otra persona.
—Te dije que distrajeras a Kerstin —habla en respuesta a otro varón rubio que aparece.
Un varón que parece estar cerca de tener la misma edad de Derek o superarla por poco se acerca deshaciendo el nudo de su corbata morada. Sus ojos son similares a los de Kerstin, al parecer Derek ha sido el único cuyos ojos combinan el verde y amarillo.
—Egmont, te presento a mi asistente personal, Mallory Leblanc —Derek apunta con distinción en mi dirección—. Mallory, te presento a mi primo.
—Egmont Teufel, a su servicio, belleza —dice pidiendo mi mano como un caballero de hace siglos.
Con escucharlo hablar me doy cuenta de que no tiene mucha práctica usando nuestro idioma para comunicarse. El acento que tiene es marcado, pero no le va tan mal.
—Es un placer conocerlo —contesto con simpleza.
—Espero que nos llevemos bien —contesta bajando la mano al ver que no me he movido.
Respondo con una sonrisa. Derek me indica que puedo irme a descansar antes de irse caminando hacia la sala de juntas donde el resto de gente los espera. Mi sonrisa se desvanece en cuando los dos me dan la espalda.
Busco mi celular en el interior de la bolsa de mi pantalón para marcar el número al que me interesa llamar. Me contestan en seguida.
—Llegó a Rohdiamant —informo.
Doy media vuelta hacia el elevador con el celular pegado a mi oreja.
Al pasar cerca de un bote de basura me deshago de la carpeta que sostenía. Mi trabajo como cupido, mi decisión de ser amiga de Derek y el beso que nos dimos pasa a segundo plano cuando escucho la risa por la bocina de mi celular.
—Llego en 6 horas —escucho un resoplido—. Intenta no ser picada por un alacrán mientras tanto.
Las puertas del elevador se van cerrando con lentitud al frente de mí.
_ _ _ _
Por si a alguien le surge la duda:
Este capítulo tiene lugar al día siguiente de lo sucedido en el capítulo 32. Por si no lo recuerdan, Frederick le dijo a Mallory en el capítulo 28 que, si subía a cantar les daría el día libre. En el día libre es cuando Mallory va a ver a Adrien (capítulo 32).
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