Capítulo 31
Antes que el resto de mi cuerpo, el dolor en mi cabeza es lo primero que se despierta.
Escucho pasos cerca de mí, así que abro los ojos lo suficiente para ver de quién se trata. Mi mente da vueltas al no reconocer el lugar donde estoy.
Frente a mí, un hombre de espaldas con unos pants para correr grises se está poniendo una Camiseta deportiva negra.
Un "ah" se me escapa al reconocer a Derek. La camiseta se le enreda en el cuello en el momento que parece recordar que no está solo. Me mantengo quieta y en silencio hasta que lo escucho salir por la puerta de la habitación. Me pongo de pie.
—¿Qué es lo que —estiro la tela sobre mi torso para verla mejor—... traigo puesto?
Siento las mejillas ruborizarse al ser consciente de que la camisa que traigo puesta pertenece a Derek.
—¡Teufels! —doy vuelta sobre el mismo lugar—. ¿Qué hora es? —doy otra vuelta.
Detengo mi giro mirando la puerta de la habitación.
Mi corazón late como caballo desbocado con exceso de azúcar. Estoy descalza, con resaca, con la ropa de mi jefe puesta y recordando fragmentos de la noche anterior.
Después de cantar bajé del escenario, algo...
Sé que la mayoría de baños quedan al fondo a la derecha, así que es la puerta a la que me dirijo ya que, supongo que mi ropa debe estar ahí. Lo único que debo hacer es ir al baño a tomar mis cosas y he irme recogiendo la dignidad que me queda.
<<Fantástico>>. Me regaño. <<Me emborrache pensando en mi ex>>.
—Bueno, técnicamente ella no es mi ex —apunto—. Eso está peor. Me emborrache pensando en una chica que ni siquiera llego a ser mí novia.
Me doy un golpe en la frente con un puño cerrado y entro al baño caminando despacio y sufriendo por lo frío del suelo. Paredes de granito gris me rodean en su interior. A un lado del lavamanos de mármol encuentro una blusa azul doblada, debajo de esta, se encuentra mi vestido.
No me molesto en detallar más aspectos del departamento de Derek, lo que debo hacer es irme.
Me acerco al lavabo y levanto la prenda, es en ese momento que recuerdo un fragmento de anoche.
—Me quedé dormida mirando un letrero lumínico de abierto las veinticuatro horas — comienzo a desabotonarme la camisa.
Me alegra encontrarme con unos shorts debajo de la blusa, aunque esta me va a quedar grande, los shorts se ven cercanos a mi talla. Me reconforta comprobar que aún llevan las etiquetas puestas.
—Por favor, señor existe en los cielos —murmuro poniéndome el Short —. Que la ropa interior que traigo me la haya puesto yo misma.
Saber que Derek tuvo que lidiar conmigo borracha me da vergüenza, y ni hablar de la culpabilidad que siento por saber que puedo estar en una posición así de vulnerable con él sin sentir miedo.
Termino de ponerme la ropa y salgo de nuevo a la habitación. Mi celular no estaba en el baño, así que tendré que seguir buscando.
—Ah, ahí estás —una voz me hace saltar y soltar un grito.
—¡Tienes que ser cuidadoso! —me cruzo de brazos—. Uno de estos días vas a matarme del susto, Derek.
Él se ríe sin despegar los ojos del celular en su mano. Su cabello está oscurecido y se pega a su frente debido al sudor. Su verde mirar se encuentra con la mía, me sonríe de lado metiendo su celular en el bolsillo de sus pantalones para correr.
No sé qué decirle, si es que haya algo que se deba decir en estas situaciones.
—Emm... —pero nada sale de mi boca.
Él levanta las cejas.
—Gracias por cuidarme anoche —logro decir.
Él apunta a mi cabeza, por lo que me llevo las manos a la coronilla. Derek se ríe y camina hacia mí. El rubio da un suave beso en el dorso de una de mis manos sobre la cabeza.
—Me alegra haber sido de ayuda —murmura mientras camina al baño.
¿Qué acaba de...? Miro el dorso de la mano donde sentí sus labios.
—Vendrá alguien, así que iré a bañarme —dice a mis espaldas—. He ido a comparar cosas para preparar algo de comer.
—Está bien —susurro.
Escucho la puerta del baño cerrarse, pero no me muevo. Continuó mirando la piel de mis manos.
Trago saliva.
La ducha comienza a sonar. Cosa que me hace tener un escalofrío y salir de la habitación a la sala. Doy un par de vueltas sin saber si irme, quedarme o aventarme por el balcón. Respiro hondo.
Esto no encaja en "mantener mi distancia".
En vez de matar las neuronas que sobrevivieron al genocidio de anoche, busco algo que hacer. Voy a la cocina encontrándome con la mesa trabajo llena de bolsas de papel. Echo un vistazo en su interior.
Escucho una puerta abrirse y cerrarse a mis espaldas, tomo un bote pequeño con una especie llamada paprica y doy media vuelta mostrando el bote.
—¿Qué desayuno lleva... ?
Mi sonrisa se desvanece. Me encuentro con una chica de cabellera castaña y piel blanca, vestida como si viniera de hacer ejercicio y con dos enormes bolsos colgando uno de cada hombro.
—Uy, perdón. —pronuncia con una sonrisa—. No pensé que Derek tuviera visitas.
Trago saliva de nuevo bajando el bote de paprica.
—La puerta estaba abierta —dice apuntando a la entrada—. Soy Nov...-
—¡Llego mi belleza! —Derek aparece por el pasillo únicamente en unos nuevos pans, esta vez, son negros—. ¿Cómo está mi belleza?
—También te amo —dice ella entre dientes—. Que asco, ¿siempre te paseas desnudo?
—Cállate, Nova. A ti no te hablo.
La chica rueda los ojos quitándose uno de los bolsos que trae, dejándolo en el suelo. El rubio se acuclilla abriendo el bolso y metiendo las manos en el interior.
—Lo sé —gruñe la chica—. Tú no le hablas con cariño a nadie. Por eso terminaste solo y amargado.
Escucho a Derek resoplar mientras se pone de pie sacando del interior del bolso a un pequeño felino gris de unos bellos ojos anaranjados.
—Hola, belleza —Derek le da un beso en el cuello.
—Como decía —la chica gira de regreso a mi—. Me llamo Nova, soy la veterinaria de Nooshy.
Parpadeo un par de veces sin terminar de entender qué está pasando.
—En fin, me voy —Nova se despide con una sonrisa—. ¡Nada de sobres para Nooshy hoy, Derek!
El rubio mira mal a Nova. Derek se acerca a mi aun sosteniendo la bolita gris.
—Ella es Nooshy —informa tendiendo hacia mí a la gatita, la tomo si dudar—. Es un bosque de noruega que adopté hace un mes.
—Es hermosa —digo acunando a la gatita.
—¿Verdad que sí? —Derek acaricia el cuello de Nooshy.
—No te ves como la clase de soltero con una gatita.
Derek sonríe de lado negando con la cabeza. Hace ese gesto burlón de arrugar la nariz y camina hacia las bolsas de papel.
—¿Ya quieres desayunar? —cuestiona comenzando a sacar las cosas de las bolsas.
—¿Qué desayunaremos?
—¿Te gusta el Dakgangjeong? *
—Buena pronunciación —apremio dejando a Nooshy sobre el suelo—. ¿Sabes prepararlo?
—Leí le receta en internet hace tiempo, no lo había preparado antes por falta de tiempo — se encoge de hombros—. ¿Y qué mejor que probar una receta coreana con una chica que ha vivido en corea?
—Me gusta tú actitud —me acerco a él intentando ayudarlo a sacar las cosas de las bolsas —. ¿En qué te ayudo?
Derek detiene lo que está haciendo acercándose a mí. Me toma de los hombros haciendo me girar en su dirección y me toma de la cintura.
—Espacio personal, ¿lo recuerdas? —suelto poniendo las manos en su torso.
Hago un monumental esfuerzo por no mirar hacia abajo o mover de más mis dedos sobre su piel pues sigue sin camiseta.
—Agradecer que esta vez lo hago con delicadeza.
Antes de preguntarle a qué se refiere, me levanta del suelo y me ayuda a sentarme sobre la mesa de trabajo.
—Ayúdame quedándote ahí, ¿vale? —él pone una manzana en mi boca cuando intento abrirla para protestar—. Mi cocina, mis reglas.
💕
Después de que Derek buscara una playera que no le doliera manchar, que me cortara un dedo intentando quitarle la piel a una piña y que el rubio me dejara impresionada con la calidad de Chef que es, desayunamos como reyes.
Aún estoy sentada sobre la mesa de trabajo, de hecho, no me he movido mucho de aquí. Extiendo mi dedo herido hacia Derek quien está concentrado limpiando la herida con la crema que le regalé y poniendo cuidadosamente un curita sobre el corte.
—Tengo suerte de que el cuchillo no estuviera tan afilado, ¿no? —cuestiono mirando el curita en mi dedo.
—Al contrario, es mala suerte —él tira la envoltura del curita—. Es más fácil cortarse con un cuchillo que no está afilado que con uno que sí lo está.
—Sabes mucho de cocina, ¿te gusta o es por necesidad?
Lo sé, debería haberme ido. Pero mis piernas se reúsan a obedecerme.
Derek apoya las manos a cada lado de mis piernas y estira la espalda. Para estas alturas, he comenzado a sentirme cómoda con su cercanía, pero no me gusta estarlo.
—Me gusta —asiente—. Es relajante. Pese a que existen las recetas, me gusta experimentar agregando u omitiendo cosas, todo a mi elección.
—Es tu forma de romper las reglas.
—Sí, me gusta romper las reglas sin que nadie lo note —se encoge de hombros—. Es divertido reírte de los demás en su cara.
—¿Por eso salías con Malika? —muerdo mi lengua al final de la pregunta y bajo la mirada.
—Con ella salía por... creí que —suelta una risa nasal—. Era joven, estaba estresado y ella mostro su interés no profesional por mí, simplemente tomé la oportunidad.
—Perdón, no debí preguntar.
—Fue algo que terminó hace años.
—Ella dijo que había venido a tu departamento... —me doy cuenta que lo he dicho en lugar de pensarlo cuando veo su cara transformarse en un gesto sorpresa—. ¡Debo dejar de hablar en voz alta! —grito tirando de mi cabello.
Derek se reincorpora alejándose de mi para mirarme con incertidumbre.
—¿Qué? —suelta sin aire.
—Es que ella —niego con la cabeza—. Nada.
Me acomodo para bajarme de la mesa de trabajo, pero Derek vuelve a pegarse a mí, posando sus manos en mis caderas.
—¿Qué dijiste? —insiste. Lo empujo de los hombros y él aprieta su agarre—. ¿Malika, qué?
Niego otra vez. Pero... ¿no sería matar dos pájaros de un tiro?
—Malika y yo peleamos en el elevador el otro día. Estaba celosa por nuestra cercanía así que me dijo que tú y ella... —suelto una risa—. Dijo que solías traerla a dormir a tu departamento.
Veo la mandíbula de Derek cerrarse con tensión, sus ojos parecen perder brillo y sus hombros se ponen tensos. Deja salir un suspiro a la vez que suelta mi rostro.
Intenta alejarse de mí y lo sostengo de los brazos negando en voz alta. Veo los músculos de su cuello saltar cuando resopla con fuerza.
—Ey, no importa —lo jalo en mi dirección, él opone fuerza—. No creí ni una palabra. No vayas a hacer algo que te lastime.
En realidad, mi meta jamás ha sido dañarlo físicamente.
<<Excusa>>. Susurra una parte de mí.
Él sonríe.
—En lugar de temer por tú seguridad, ¿temes por la mía? —suena incrédulo y divertido a la vez.
—No me harías daño —respondo decidida.
<<Nunca dejaría que tú me hagas lo mismo que le sucedió a ella>>.
Derek ladea la cabeza regresando hacia mí con pasos lentos. Vuelve a posar las palmas a cada lado de mis caderas, aunque esta vez, se cierne sobre mí. Su abdomen choca contra mis rodillas, mi mente se ha quedado en blanco y me hace accionar sin pensar dándole espacio al cuerpo de Derek abriendo las piernas.
—¿Estás segura? —sus ojos están fijos en los míos.
—Dijiste que te gustaba romper las reglas sin que nadie lo notará —le recuerdo—. Si me lastimas, alguien lo notaría.
Es lo primero que se viene a mi mente.
—Tendré que romper las reglas contigo de otra forma...
Su rostro se acerca al mío, por instinto me alejo. Él ha pasado la línea del contacto que permito, él está saltando hacia un lado tentador, así como riesgoso. Sé que me está invitando a saltar con él, pero no me gustan las caídas libres.
Una de sus manos recorre mi cadera hasta llegar a mi espalda baja, donde la usa para guiarme en su dirección. Teniéndolo cerca puedo sentir el calor que emite su cuerpo, el olor a especia por la cocinada previa y su perfume son una combinación elegante, aunque exótica.
Contengo la respiración cuando la punta de su nariz rosa mi rostro. Me he quedado en shock. ¿No es esto igual a lo que le hice a Eun-ji?
Él da un suave toque con sus labios en el lado derecho de mi mandíbula.
El eco de la voz de Eun-ji diciendo mi nombre en la última vez que estuvimos juntas golpea mis tímpanos en una alucinación sonora.
Derek da otro suave beso en mi mejilla esta vez, cerca de mis labios.
Cuando se aleja, puedo ver el destello rosa de un cabello recién teñido. Y me pierdo... pierdo el camino por la realidad, por la lógica y dejo que mis sentidos se abrumen. Mis sentimientos, los verdaderos, salen corriendo directo a la luz falsa del pez linterna que vive en la oscuridad de la cruel realidad.
Ellos serán devorados por ese pez linterna, y yo junto a ellos.
—No haré nada que no quieras —susurra la voz de Eun-ji con sus labios casi togando los míos.
—Entonces... —....—. Entonces, no te detengas.
—¿Vas a cometer este error otra vez? —Eun-ji suelta una risa.
—Tú no eres un error.
Ni bien he terminado la frase, siento sus labios posarse sobre los míos. No me alejo, en lugar de quedarme quieta, le correspondo el beso rodeando su cuello con mis manos. Justo como imaginé que sería nuestro primer beso.
_ _ _ _
* El Dakgangjeong (닭강정) también llamado ganjeong chikin, es un plato de pollo frito crocante y glaseado en una salsa picante agridulce, que es muy popular en Corea.
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