Capítulo 19
DEREK:
Si cierro los ojos aun veo la cara de Mallory iluminada por el sol, sentada sobre mi escritorio. "Podrías ser una distracción" mi propia voz hace eco en mi interior, y si me concentro aún escucho a Mallory contestando: ¿Para ti o para los empleados?
<<Esa mujer me está volviendo loco>>
El sonido de copas de cristal chocando con delicadeza unas contra otras y la música a bajo volumen se mezcla con las conversaciones a mi alrededor me saca de mis pensamientos, lo que tomo a bien.
Ya tengo un problema con una mujer, no necesito más. Porque a mi parecer, Mallory no tiene el cabello rojo por cuestiones de genética, ella es pelirroja como una advertencia. Mallory es peligrosa para mí.
O para cualquier hombre que caiga en sus encantos...
Suelto una respiración pesada.
He pasado los últimos quince minutos mirando la arquitectura victoriana del interior del salón como zopenco, y hace veinte minutos que llegamos a la gala, reunión o como sea que le llamen a este ritual de aglomerarse que tienen la mayoría de los empresarios de la zona.
Una noche cada tiempo. No es más que un pretexto para juntarse y presumirse las cosas que han conseguido recientemente.
Aquí se oye de todo, desde rumores creíbles hasta los que no lo son tanto. Es extraña la forma en la que puedes conocer la vida de una persona a voces de otras.
Me impresiona que por aquí no se haya oído al menos en forma de rumor mi relación con Malika. Dicen que las malas noticias vuelan. Y que me haya enredado con la empleada de mi padre, quien es mayor que yo, es algo que posiblemente pueda desprestigiar a mi familia.
Admito que ser la comidilla de una bola de ancianos es tentador.
Sostengo mi copa cerca de mi rostro, fingiendo beber de vez en cuando. El vino espumoso me sabe amargo por el mal humor.
—¿Cuántas copas has bebido, Derek? —Frederick no borra la falsa sonrisa de su rostro.
Mi resistencia al alcohol es alta para alguien que no suele beber, pero no es un dato que él deba saber si puedo fingir estar borracho para zafarme de este o cualquier otro asunto.
—No las suficientes para dejar de lado mi actitud antipática —contesto con simplicidad.
—¿Alguna vez la dejas de lado? —responde.
<<Sí, cuando hay una pelirroja fácil de molestar a mí alrededor>>. Intento cancelar aquel pensamiento, pero es demasiado tarde.
Para colmo, no me doy cuenta de la sonrisa en mis labios hasta que mi padre la señala con el vaso que sostiene.
—¿Cómo debo interpretar esa sonrisa, hijo? —da un trago a su ron.
Una vez que conoces a Frederick te das cuenta de que cualquier cosa puede salir de tu boca, y eso no hará que él deje de creer lo que a él le agrade. No hay poder humano que lo haga salir de la zona que elige, aunque estar en medio sea un error.
—Como mejor prefiera, padre —le sonrió de lado.
Limito mi interacción con él a un gesto respetuoso antes de tomar un bocadillo de la bandeja de uno de los dieciséis meseros y cuatro meseras que rondan ofreciendo pequeñas porciones. Y sí, los conté, son demasiados meceros para pocas personas. A mi parecer, un par sobra.
A Adler se le ha ocurrido la brillante idea de faltar a su promesa de regresar unos días antes de la cena en familia, llegará mañana mismo y eso puso de malas a Frederick. Frederick me puso de malas a mí. Frederick siempre me pone de malas.
La multitud al centro del salón se abre en U, lo que llama mi atención.
Observando con detenimiento diviso a un par de varones que caminan a lo largo del salón, la gente a su alrededor les abre paso y saludan al que parece más joven de ellos, quien responde con un asentimiento de cabeza robótico.
Un rubio acompañado de un pelinegro se acerca en línea recta hasta el lugar donde Frederick y yo nos hemos instalado, prácticamente separando a la gente sin tocarla o indicarles que se hagan a un lado. Llegan a nosotros en cuestión de segundos a paso firme y seguro.
El rubio tiene una expresión firme, no parece diferente a otro hombre... hasta que observas su rostro.
Tiene una cicatriz que le surca en diagonal la cara con inicio en la mitad de su mejilla derecha, el corte pasa cerca del lagrimal del ojo del mismo lado, a través del puente de su nariz, cortando su ceja izquierda casi a la mitad hasta que se pierde en el inicio de su cabello.
Es una cicatriz bastante larga, pero no es ostentosa debido a que es delgada y pálida. Casi no afecta su rostro y acentúa el gesto serio que lleva. Sus ojos de un color similar al de los míos se ven ensombrecido por las ligeras ojeras por cansancio que oculta tras una amable sonrisa al estar frente a frente con mi padre.
—¡Justo a quien quería ver! —mi padre suena genuinamente entusiasmado.
El rubio extiende su mano, Frederick no pierde el tiempo y la estrecha con animosidad.
—Es un gusto verlo de nuevo, Sr. Teufel.
Tiene acento. ¿Extranjero?
—Derek, te presento a Adrien Pons —comenta mi padre en mi dirección—. Es el hombre del que te comenté.
Mi entrenamiento como hijo del Frederick Teufel que es mi padre cuando estamos en sociedad me hace relajar la expresión de mi rostro y asentir como si de verdad hubiera tenido una conversación con mi padre al respecto de esta persona. Cosa que nunca pasó.
Le ofrezco también la mano para estrecharlas.
—Un gusto, Sr. Adrien. Soy Derek Teufel —me presento usando un tono amable pero no menos profesional que el que usualmente manejo.
—Así que este es tú hijo menor, eh. Un placer, Derek —Adrien señala al joven a su lado—. Les presento a mi mano derecha, Cameron Leblanc.
"Leblanc"
Observo con mayor detalle al pelinegro. Hasta ahora estaba impresionado por la cicatriz en Adrien que la presencia del pelinegro paso inadvertida.
Las pecas negras en su cara son un sello de identidad que he visto en otra persona últimamente, los ojos del color del hielo también. Incluso la palidez en la piel de ambos parece ser similar, ¿qué no conocen aquella bola de fuego llamada sol?
La forma fina de sus narices y labios delgados. No hay duda alguna del parentesco entre ambos. Él es una versión oscura y fría de Roja. Pero compararlo con la imagen memorizada que tengo de Mallory es como ver dos lados muy distintos de una misma moneda.
Mallory es rojo, calor, testarudes y alegría. Cameron es azul, frío, racionalidad... y ambos parecen tener sus grados de matices oscuros.
Sé que Mallory tiene un hermano mayor, así que ese debe ser Cameron. A simple vista tienen un parecido físico extraordinario. El pelinegro no parece superar en edad a Mallory por muchos años.
El joven Leblanc se percata de mi escrutinio y me regresa la mirada, en ese instante, es cuando reconozco de dónde Mallory aprendió esa mirada retadora que tiene. Aunque la versión de Cameron es más intimidante.
El pelinegro me observa sin pardear por unos segundos. En sus ojos veo una especie de amenaza. Es como si me incitara a hacer algún comentario en su contra para que él pueda deshacerse de mi con una excusa válida, pero el resto de su rostro está en blanco.
Creo que ya he comparado a su hermana con una muñeca de parcelada en mi mente, pero Cameron no lo es, él es una estatua de hielo sólido.
Los músculos de mi espalda y brazos se tensan como si mi cuerpo estuviera adelantándose a mi cerebro y quisiera pelear ya. Él parece notarlo, ya que la comisura derecha de su labio sube un poco y sus ojos se entrecierran como si deseara clavarme un cuchillo en la garganta.
Frederick me da una palmada en la espalda que me hace soltar la segunda vocal en voz baja como sonido de impresión. Si existe algo para ganar el premio a lo más vergonzoso que le pueda pasar a alguien en público, eso es ser un adulto y que tu padre te reprenda en público.
Al regresar la mirada al pelinegro, sé que este ha visto el gesto de mi padre. Me sonríe con burla.
¿Acaba de llamarme niño mimado con la mirada o lo imaginé?
Cameron suelta una risa nasal.
No, definitivamente este Hurensohn* acaba de insultarme con su mirada.
Nuestro contacto visual se rompe al Cameron dedicarle una mirada a Adrien, quien había estado platicando con mi padre e interrumpe lo que está explicando para contestar al gesto con un ligero asentimiento de cabeza. Cameron sonríe de lado en nuestra dirección antes de desaparecer entre la multitud.
—Disculpen a Cameron, no es bueno para hacer migas con otras personas —Adrien se muestra ligeramente apenado—. Después de un par de vistas, es seguro que se atreva a hablarles.
—Parece que la Srta. Mallory heredó el poder de la palabra y privó a Cameron de ello —bromea mi padre.
—Ambos son buenos con las palabras —Adrien se muestra serio—. La diferencia es que la menor las grita para unir voces a la suya. Cameron las escribe para que los que no la tienen se puedan unir a él. Prefiere parecer mudo antes de errar con algo que diga.
Mi padre disimula la incomodidad que le causo el desaire de Adrien girándose por otro vaso de Ron. Es una fortuna para él que el mesero con esos vasos pasara cerca en este momento.
Y en cuanto a mí, disimulo mi burla tomando el primer trago real a la copa que sostengo. Adrien comienza a caerme bien.
—¿Cómo va la situación, Adrien? —inquiere mi padre.
Para mí eso suena como que busca cambiar urgentemente de tema.
—Estamos a un paso de solucionarlo —su mano derecha se extiende a un lado para robar una copa de un mesero—. Cameron ya hizo su parte investigando y analizando métodos que nos ayuden a concretar lo que necesitamos para la mejora del problema.
Siento que no debería estar escuchando esta conversación.
—¡Qué fortuna! ¿Cómo lo ha tomado Renée?
Que mi padre muestre interés por la viuda Leblanc no es nuevo, lo que sí lo es, es esa insinuación que escucho en su tono de voz. ¿Qué trata de comunicarle a Adrien?
La palabra "secreto" cruza mi mente. Aquí hay algo que obviamente no quieren que se sepa, pero ¿qué es? Y ¿por qué mi padre sí esta informado?
La expresión de Adrien se tensa casi imperceptiblemente. Al parecer no es de su agrado lo que sea que haya insinuado mi padre.
—Ella aún no lo sabe, así que agradecería su discreción —dice amable, aunque serio.
Tomo mi segundo trago.
—No te preocupes, Adrien —mi padre le regala un apretón amistoso en el hombro—. De lo que realmente me interesa hablar es sobre una cuestión externa a tu relación con... Roos.
Esa pausa apone tenso al rubio por unos segundos, se notó en la forma en la que una vena apareció en el inicio de su frente. Pero la alteración no puede por mucho contra él. Disimula haciendo un gesto con la mano invitando a Frederick a decir lo que tiene en mente.
Frederick se está aprovechando del estado mental cansado que claramente tiene Adrien.
Quizás Frederick conozca la razón por la que mi madre quiere a Mallory cerca, o quizás fue mi padre quién convenció a mi madre. Pienso que ella podría ser clave para lo que se están hablando Frederick y Adrien en código.
Mis padres podrían estar saboteando a los Leblanc desde afuera.
Algo pasa en la casa Leblanc, eso insinúa Adrien con lo de "Situación" y "Problema". Entonces, debe ser algo con relación a Mallory, porque si no es así... entonces no sé por qué mis padres quieren a la pelirroja.
Tomo mi tercer trago real, esta vez el vino espumoso me sabe peor que amargo.
—No sé si recuerdes la propuesta para los foros que te había mencionado —mi padre termina el resto de su bebida de un trago.
—Por supuesto que la recuerdo. Si quieres puedes enviarle tus ideas a mi asistente —Adrien saca su celular con la mano libre y lo revisa, su expresión pasa por un ligero estado de trance antes de que apague de nuevo su celular—. Te he enviado su contacto. Ellos llevan mejor la organización que yo. Únicamente soy el portavoz.
Tiene contacto vía telefónica, eh.
—Eso suena bien...
La voz de mi padre es interrumpida por el tintineo de una campana al centro del salón, donde Renée Leblanc sostiene por el brazo a un Cameron con cara de querer matar al primero que haga un movimiento en su dirección.
💕
Llego al departamento pasada las dos de la madrugada.
Renée se extendió con la bienvenida que le preparó a su hijo, en especial con el discurso que dio en medio del salón. Debo admitir que nunca la he visto tratar a Mallory, pero mi padre hizo el comentario de que a kilómetros se nota que ninguno de sus hijos parece importarle realmente.
Según Frederick esta cena y falsa bienvenida la ha hecho la viuda por el simple gusto de aparentar ser una dama de sociedad. He incluso se atrevió a decir que sus hijos heredaron la humildad que ella no tiene.
Cosa que confirmé al instante.
Chase dice que Mallory ha adoptado a Eliana como si fuera su abuela. Cameron me pareció alguien con quien en lo personal tendría muchos problemas, pero supongo que el hecho de que nuestro carácter choque no quiere decir que sea una mala persona.
Me tomó por sorpresa ese comentario de que la madre de los Leblanc quería "aparentar" ser una mujer de sociedad, pues no estaba al tanto de que Renée era una sirvienta antes de casarse con Éttiene. De ahí el que no sea bien vista por las señoras nacidas en la riqueza.
Al final también forme parte de los chismes en aquel lugar, vaya locura.
Me siento en el borde de mi cama.
En un día normal me bañaría antes de ponerme mis pants favoritos para dormir, pero llevo durmiendo fatal y esta es la tercera vez de ello. Así que me conformo con quitarme los zapatos y la camisa de mala gana y poner sobre la herida algo de crema que Mallory recomendó antes de meterme entre las sábanas.
Gruño al sentir mi celular clavándose en mi muslo derecho. Olvide que aún lo tenía en la bolsa de mi pantalón. Eso me recuerda que debí avisarle a avisarle a Mallory sobre nuestra reunión en la sede de Collar Azul.
Sé que es tarde, pero podrá leer el mensaje mañana que despierte. Así que escribo rápido y brevemente el asunto, además de pedirle que pase a una farmacia a comprar unas pastillas para la alergia como un favor personal y que le devolveré el dinero cuando la vea en la oficina.
Antes de que pueda apagar la pantalla veo un "escribiendo..."
Roja: ¿Pastillas para alergia?
Me sorprende que siga despierta, o quizás mi mensaje la despertó.
Yo: Lamento mucho si te desperté.
Roja: De hecho, no lo hiciste. Estaba leyendo porque tengo insomnio.
Yo: Soy alérgico a los perros. Para eso las pastillas.
Roja: ¿De verdad? A ver, 🐶. Mmmm... no escucho el estornudo.
Sonrío ante la inmadurez tierna que tiene Mallory.
El lado izquierdo de mi cama se hunde bajo otro peso que se acomoda. Un quejido malhumorado me hace saber que ya es tiempo de que también me acueste a dormir.
Yo: Muy graciosa... hasta mañana, Roja.
No espero la respuesta, apago el celular.
El otro cuerpo sobre mi cama vuelve a quejarse, pero cuando me acomodo en su dirección se acerca a mí y vuelve a respirar profundamente.
—Lamento si el brillo de mi celular te despertó, belleza —murmuro como consuelo—. Vuelve a dormir.
Recibo con gusto una caricia debajo de la barbilla y doy un beso en su coronilla. Caigo rendido al sueño tras su susurrar: buenas noches.
— — — —
Bien, ¿ya votaste?, ¿comentaste?, ¿sí? Entonces podrás ir en unos minutos al siguiente capítulo.
*Hij0 de p*ta o Cabrón
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