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Capítulo 16

"No confundas mi personalidad con mi actitud. Mi personalidad es quien yo soy y mi actitud depende de quién seas tú" —Anónimo.


Derek pone frente a mí un documento de por lo menos unas diez hojas o más. Es una carpeta de piel color negro.

—Puedo darte el día para que lo leas completo, si lo necesitas —propone con rostro serio.

Le lanzo una mirada con fingida indignación.

—Leí un libro de novecientas diez páginas en un par de horas, en comparación —doy una palmadita sobre la carpeta—, esto será como leer el periódico.

Él se cruza de brazos. Al estar en su silla al otro lado del escritorio parece más imponente que nunca. Incluso parece que la madre naturaleza está a su favor, porque una nube deja de tapar la luz del sol en ese instante y deja pasar un rayo que hace brillar la placa con su nombre y puesto:

"Derek Teufel / Chief Operating Officer"

—¿Comparas mi contrato con un simple periódico? —en sus ojos brilla la burla.

—Ay, no —me llevo las manos al pecho—. ¿Herí tus sentimientos?

—Voy a vengarme de esta humillación —declara—. Te arrepentirás.

Comienzo a creer que las cosas serán de esta forma siempre que estemos solos. Habrá momentos de bromas como ahora y de reflexión como los de antes. También sé que vendrán momentos en los que vamos a querer arrancarnos los ojos mutuamente, o en los que seré la única con ganas de arrancarle algo de encima a Derek...

Eso no, no sonó como esperaba, ¿cierto? ¡Ay, dios! Aquí vamos de nuevo, en serio necesito un filtro para el cerebro.

Escucho unos toques en las puertas a mis espaldas. Derek le india a quien haya tocado que puede pasar tras lanzarme una mirada con la que deja en claro que la conversación no ha terminado.

Malika entra en la oficina con una sonrisa amable danzando en sus labios, la cual crece sospechosamente al verme con el contrato entre las manos.

Ella tiene una pila de carpetas abrazadas contra su cuerpo. Lleva una falda de tubo blanca, una camisa del mismo color y sobre esta un chaleco color crema que hace juego con sus tacones de ocho centímetros. O al menos a mí me parecen de ocho centímetros.

Al verla de cerca mi estómago se contrae con la sensación de desconfianza que ahora me causa.

—Oh, no tardaré, linda —abanica una mano al aire.

—Toma asiento en los sofás mientras —me invita Derek.

Obedezco. Camino a paso firme a los sofás, en alguna parte de suelo hay algo que lo vuelve más resbaloso, lo que me hace medio bailar para evitar caerme. Al recobrar el equilibrio miro hacia Derek y Malika quienes ya están enfrascados en lo que sea que tienen por resolver.

Alcanzo mi lugar en uno de los sofás al centro de la oficina, acomodándome en uno con la elegancia que me han enseñado a usar desde niña.

De reojo veo que le ofrecen a Malika la silla donde yo estaba, ella se sienta y comienza a separar las carpetas sobre el escritorio de Derek. Él toma una y la abre para leer su contenido impreso en hojas blancas. Imagino que esto ya debe ser una rutina para ambos.

Un cosquilleo raro se hace presente en mi piel.

<<Esa mujer no me gusta>>. Murmuro internamente.

En lugar de estar mal hablando para mis adentros, abro mi contrato para leer. Si le vendiera mi alma al diablo, leería las letras pequeñas... incluso usaría luz ultravioleta por si hay letras escritas en tinta invisible.

He considerado dar marcha atrás, porque firmar algo que me una a Rohdiamant o a los Teufel se siente como una traición a mi familia.

<<Ya estás aquí, Mallory>>. Intento darme ánimos. <<Prometiste al menos intentarlo>>. Susurra esa parte de mí que es muy parecida a mi padre.

Pasa un rato en el que me pierdo entre las palabras rimbombantes con las que está lleno mi contrato. Me digo a mí misma que al menos tengo algo que hacer en lo que Malika y Derek revisan sus papeles.

Fácilmente podría ser parte del mobiliario en esta oficina. Ninguno de ellos parece acordarse de mi presencia. Ni si quiera se prestan mucha atención entre ellos, solo comentan algunas cosas de vez en cuando, el resto es silencio vacío.

—¿Cambiaste este contrato? —es Derek.

Me atrevo a espiar un poco con mi visión periférica.

Él le está ofreciendo a Malika un papel, ella le echa un rápido vistazo y asiente con la cabeza.

—Sí. De hecho, tú asistente me ayudo —al escuchar mi mención cambio la hoja de mi contrato a la siguiente—. Como sabes, Adler no llaga hasta hoy, su vuelo se retrasó por el clima. Tuve que improvisar.

—El retraso lo tiene mi hermano, pero en el cerebro —noto la molestia en Derek—. Mallory, ¿es cierto?

Volteo a verlo usando la mejor cara de "oigo borroso" que tengo.

—¿El qué? —levanto el contrato para que él pueda verlo, intentado darle a entender que me perdí en lo que estaba haciendo.

Malika está observándome, así que Derek se atreve a sonreír con burla mientras ella no lo ve.

—Malika me estaba contando que la ayudaste con este contrato —me muestra la carpeta.

Mis ojos se desvían a la sonrisa cómplice que ahora me dedica la rubia.

¿A qué están jugando estos dos?, y ¿qué papel tengo en ello?

—Sí... la ayudé—me remuevo en mi lugar—. ¿Hice mal?

—Para nada —Derek baja la carpeta—. Únicamente quería corroborar.

Malika me guiña un ojo y se gira dándome la espalda. Derek hojea la siguiente carpeta.

Termino de leer mi contrato dejando salir un suspiro de alivio minutos después de que Derek hablara conmigo por última vez. Lo dejo a un lado mío en el sofá. Algo me impulsa a meterlo entre los cojines, así que lo hago.

<<La intuición femenina pocas veces falla>>. Me digo para justificar el esconder unos cuantos papeles como si se tratasen de una pista incriminatoria.

Me acomodo casualmente en mi asiento.

Es en ese momento que las puertas de cristal se abren sin que la persona que entra a través de ellas se anuncie con los acostumbrados golpes. Pero, supongo que si eres el dueño del edificio tienes el derecho de invadir cualquier espacio cuándo y cómo se te dé la gana o eso es lo que debe pensar Frederick.

Nuestros ojos se encuentran a mitad de su camino y me regala la mirada de sorpresa falsa.

—¡Mallory, mírate! —da unos aplausos insonoros—. Estás enorme.

Me llevo una mano al centro del pecho, presionando mi palma contra mi piel. Sé que con eso no voy a lograr contener la rabia que empieza a crecer como la espuma del mar.

Me siento traicionada, manipulada por la última persona en la que creí que podía confiar.

Por la mirada que lanza discretamente me hace saber que espera que le siga el juego. Por lo que, muy a mi pesar, lo hago.

Me pongo de pie de un salto, sonrío imaginándome que es mi padre quien me recibe en un abrazo cuando me acerco, eso me ayuda a fingir el gusto por verlo que no tengo.

—¡Tío, qué gusto verte! —él me estrecha en brazos.

—Tenemos que hablar —susurra cerca de mi oreja, con la suficiente frialdad para saber que tiene que ser ahora.

<<Yo no quiero hablar con él>>. Me susurro mentalmente.

—¡Wow, estás hecha una preciosura! —me obliga a dar una vuelta como si danzáramos en medio del baile de una graduación—. ¿Cómo has estado?

Antes de que pueda pensar en qué contestar, alguien se aclara la garganta. Frederick y yo miramos en dirección al escritorio de Derek, donde el rubio nos mira con curiosidad.

Ha sido Malika la que nos interrumpió, cuando ve que tiene nuestra atención cruza sus piernas mirando con gesto severo a Frederick.

—Sr. Teufel, Srta. Leblanc... si no les importa estamos tratando temas importantes acá atrás —esta actuación me convence más.

—Oh, lo siento. Venía a hablar con mi hijo, pero si está ocupado —me jala disimuladamente de un brazo, aunque sus dedos aprietan mi piel lo suficiente para hacerme daño—, Mallory y yo podríamos ponernos al día en otro lado. ¿Cierto, preciosa?

Tengo que congelar los músculos de mi cara porque el agarre del mayor duele mientras más tiempo pasa apretando mi brazo. Evito que mi sonrisa flaque, evito mirar a toda costa en dirección a Derek y evito lanzarle dagas con los ojos a Malika.

Mi papá decía que, si alguien te lanza piedras al camino, tú le lances flores al suyo. Porque en lugar de hacerte mal, te hace un favor, te ayuda a crecer fuerte y capaz de librar cualquier obstáculo cosa que ellos no aprenderán y terminarán fracasando.

Esta rubia está tirando piedras en mi camino, y voy a tirarle flores... pero no me culparé si alguna de esas flores se va con todo y maceta.

—Está bien —levanto un hombro como si no me importara tener que acompañarlo—. De cualquier forma, también tengo que esperar a que el Sr. Derek se desocupe para que resolvamos algunas cosas.

—¿Ah, sí? ¿Qué cosas? —tomo impulso para contestar, Frederick niega con la cabeza y me empuja con delicadeza hacia la puerta—. Bueno, puedes compartir eso de camino a mi oficina.

No me da tiempo ni si quiera de mirar a Jano cuando pasamos a su lado rumbo al elevador. Frederick ha dejado de sostenerme por el brazo, pero se asegura de que no deje de caminar empujando mi espalda baja en la dirección a la que quiere que vaya.

Para cuando pongo ambos pies al interior del elevador, cualquier rastro de simpatía y alegría se ha disuelto entre los dos. Frederick presiona los botones en el panel con más fuerza de la necesaria. Se nota molesto.

—Te estás tomando tu tiempo, ¿no te parece? —en lugar de contestar, miro discretamente hacia la cámara de seguridad en una esquina—. No te preocupes. Derek nunca revisa los videos de seguridad, ¿o qué? ¿Crees que por ser tú la que está conmigo lo hará? Tranquila, él no puede estar interesado en alguien como tú, mételo en tu cabecita colorada.

Auch, eso me dio justo en donde no me importa.

Dejo salir una risa nasal.

—Me preocupa más que algún curioso ande metiendo sus narices donde no debe e intente sobornarnos con lo que descubra —mi voz sale seca.

Caminamos en silencio a su oficina.

Al entrar no me tomo la molestia de pedir permiso para sentarme, simplemente lo hago. Y por el hecho de molestar, me siento directamente en la silla de Frederick, quien reprime una mueca de enojo puro cuando me acomodo casualmente en su sitio.

—¿Y bien? —se cruza de brazos—. ¿Ha que se debe que no me hayas informado de nada durante días?

Empujo mis pies contra el suelo, haciendo que las ruedas de la silla me separen del escritorio y lo hago girar.

—¿A qué se debe tu desesperación? —siento la presión de sus ojos sobre mí.

Frederick está a la defensiva, aunque no hay nada que lo amenace o...

Detengo la silla.

Me siento con la espalda recta, cruzo una pierna sobre la otra y me recargo en uno de los reposa manos, mirando a Frederick.

—¿Te da miedo que pase mucho tiempo en tú territorio? —sus hombros se tensan—. Tu fuiste quien me metió aquí por su propia voluntad.

—Y de la misma forma puedo sacarte —los músculos de sus brazos se sobresaltan.

—Tranquilízate, tío adorado —dejo salir una risa inocente—. He estado ocupada haciendo investigación de campo sobre tú hijo.

Recarga las palmas de sus manos sobre el escritorio, inclinándose en mi dirección. Aunque sigo lo suficientemente lejos como para sentir la amenaza de su gesto.

—Date prisa, Mallory —una brisa fría me recorre la piel—. Mi paciencia no es como mi fortuna, la primera sí se agota.

—¡Qué curioso! Hablando de eso —hago la seña de tirar dinero—. No me has pagado.

—¿Qué tienes para mí? De eso depende el pago. Hasta el momento estás brindando un servicio del cual no estoy viendo resultados.

Ruedo los ojos y hago una mueca con la boca.

—No es como que pueda tronar los dedos y hacer aparecer a una chica tras otra —me encojo de hombros.

Me muestro renuente a contarle más. Aunque suene mal, disfruto de la forma en la que su mandíbula se tensa mientras más tiempo paso en silencio, pero finalmente dejo salir un suspiro.

No tiene ningún caso que este a la defensiva con él. Debo centrarme en el plan que tengo, hacer lo que debo y ver si puedo hacer algo con la situación con mi familia. No tengo tiempo para andar jugando al gato y al ratón con Frederick.

—Frederick, hablo en serio cuando te digo que te relajes —suelto entre dientes—. Hago las cosas a mi manera, pero mi manera es efectiva.

—¿Sí? Qué curioso que lo menciones, porque creo que si eso fuera cierto no estaría aquí, sino sobre un escenario —entrecierra los ojos con sorna—. O, ¿me equivoco? Seguramente aquello en corean no fue parte de tu plan.

Aprieto los puños clavando mis uñas en las palmas de mis manos.

—No, pero al menos logré pisar un escenario, eso en comparación de lo que han hecho tus hijos...

—No metas a mis hijos en esto —gruñe.

—Tú eres quien trata de hacerlo personal —me cruzo de brazos—. Como ya te dije, dame tiempo. Necesito pensar y saber cómo poner en marcha mi plan.

Él me mira de cierta forma que me hace saber que no está muy convencido de mis palabras, eso me saca un resoplido de indignación, uno real.

—No quería decir nada, pero desvelarme ha dado frutos —vuelvo a hacer girar la silla—. ¿Conoces a Kristal Dubois?

—La hija de los dueños del hospital Dubois, claro.

—Bueno, ella es mi candidata principal para tu hijo —doy otro giro en la silla—. Como sabes su clínica es la misma donde atendieron a Cameron tras el accidente en auto que tuvimos de niños.

—Yo no llamaría clínica a un conjunto de tres edificios —me interrumpe.

—El punto es que conocí a la mejor amiga de Kristal por redes sociales —detengo la silla—, ahora estoy retomando la comunicación con ella. En algún momento me atreveré a que nos veamos las tres en persona. Y será cuestión de días para que Derek y ella se conozcan.

—¿Crees que harían buena pareja? —inquiere.

Otra vez esa sensación de cosquilleo desagradable.

—Tienen en común la meta de hacer hasta lo imposible por sus familias —fijo mis ojos en el centro de su frente y entrecierro los ojos—, y el consumo en exceso de café. Seguro que van encontrando más cosas que los unan.

Frederick cambia dos veces el peso de su cuerpo, intercambiándolo entre su pierna derecha y la izquierda. Señal de incomodidad o cansancio.

Muerdo mi labio inferior para evitar que mi sonrisa de satisfacción crezca.

Mirarlo al centro de su frente es un truco de psicología para intimidarlo o hacerlo sentir incómodo. Alguien como él no debería caer en un truco así. Aunque Frederick siempre ha bajado la guardia conmigo y, comenzaré a aprovecharme de eso cada vez que me haga enojar.

—Bien hecho —asiente complacido—. Que no se vuelva a repetir esto de desaparecer, ¿de acuerdo?

Asiento. Y ya que estamos marcando límites.

Arrastro la silla hasta su lugar, me pongo de pie abruptamente y sostengo al mayor por el perfecto nudo de su corbata. Al ser más baja, casi tengo que subir por completo una rodilla sobre el escritorio para alcanzarlo, pero lo jalo hacia mí para que quede claro que no me intimida.

Soy yo quien tiene el control.

—Nunca, bajo ninguna circunstancia vuelvas a meter tus manos en mis asuntos. Y mucho menos a sostenerme como lo hiciste antes —uso el tono más grabe de mi voz—. No vuelvas a subestimarme, Frederick. Puede irte mal.

—¿Estás amenazándome, niña? —me mira con superioridad—. No eres como tú madre ni como tu hermano.

—No, no es una amenaza. Te estoy avisando y sobre aviso no hay engaño —jalo más de su corbata—. Y tampoco soy como ellos, soy mucho peor.

Lo suelto antes de que se recuperé del shock.

—Pero no quieres averiguarlo —le susurro con frialdad.

Bien, es correr o atacar. Ya ataqué, es hora de correr... piernas, no me fallen.

La adrenalina se me va a bajar, mi coraje desaparecerá y no quiero quedar como un trozo de gelatina tembloroso frente a este tipo. Camino lo más rápido que puedo hacia la puerta, antes de cruzarlas escucho a Frederick soltar una sonora carcajada.

—¡Eres una digna hija de Étienne! ¡Una digna Leblanc, Mallory! —grita a mis espaldas, deteniendo por un segundo mi caminar—. ¡Sigue así! Serás un excelente oponente para mi hijo.

Me trago las ganas de llorar y tengo la delicadeza de no azotar la puerta al salir de su oficina. 

—           —          —          —

¡AH! No, tengo miedo de lo que se viene para el capítulo 18, porque sé que hay una escena cortita por la que van a querer matarme, jajajaja. Ese día me voy a esconder y no les voy a decir donde. 

En otras noticias quiero informarles que estoy preparando una nueva ilustración que pronto subiré a IG, así que estén pendientes. ¿De quien será la ilustración? ¡Será sorpresa!

Como siempre quiero dar las gracias a los que leyeron este capítulo, comentaron y votaron. 

También me tomo el tiempo para recordarles que si encuentran alguna falla de dedo o gramática me disculpen, pero a veces no sé que le pasa a mi cabeza que no las ve hasta que alguien las menciona o hasta que el capítulo ya está publicado. Siempre haciendo el oso, nunca inhaciedo el oso, jajaja. 

Eso es todo por hoy, ¡lindo fin de semana e inicio de clases a quienes estudian!

¡Nos vemos el próximo domingo!

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