Amigos, o algo más
(El fanart no es mío, créditos a su respectivo autor.
Lo único que hice fue agregar el omg, Finn con Lemon y el diálogo con corazón.)
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—Toquen el cuerno del unicornio que leerá sus mentes y los asignará a la casa correcta.
¿En serio era ese el método de selección de Casas? Supuestamente, el unicornio esquelético parlante, leía la mente. Primero paso el más alto, que más daba, si tocar el cuerno del esqueleto de un unicornio era la forma correcta de saber en qué casa terminarían pues que así fuera.
El unicornio estuvo por hablar, no obstante, la puerta siendo azotada se ganó toda la atención del consejo. Alguien de baja estatura, con rizos naranjas y un peinado afro respiraba con dificultad desde la puerta que acababa de abrir.
—Señor Wahlberg, tenemos problemas. ¡Grandes problemas!
—Explicaté.
Nerey se quedó en silencio, observó ambas figuras frente al unicornio. Al principio se sorprendió, estaba por preguntar la razón de su presencia, sin embargo, había un problema más relevante en ese momento. Volvió su vista al Director, que esperaba su respuesta.
—¡Los estudiantes y algunos maestros están actuando de forma extraña! Parecen incapaces de razonar y los de una sola marca, se han desplomado en los pasillos.
—Rayne, vamos —dijo Orter—. Algo me dice que tiene que ver con el objeto que llevas buscando toda la semana.
(…)
Resopló, no podía creer que hacer su actividad favorita fuera tan deprimente si no se tenía compañía.
No es como si no pudiera solo salir con lo que denominaba sus amigos. Esos tres eran chicos, no podía salir a comprar ropa y que la ayudarán a escoger, no podía ir a hacerse pedicure de besties ni nada por el estilo.
No le molestaba solo tener amigos varones, pero se sentía tan sola en varias ocasiones. Los chicos podían hablar de cosas de chicos, y aunque participará, no podía hablar con ellos cosas de chicas.
Maldición necesitaba amigas y recién era consciente de ello.
Salió de la tienda de ropa. Al diablo, no era divertido probar y comprar ropa sola.
Tal vez un postre animaría su día. Se suponía que había salido de paseo en festejo por haberse deshecho de todo rastro de su maldita poción y ahora no tendría que limpiar todos los pasillos de Lang. Solo tendría que cuidar de lechuzas ajenas y sacar malas hierbas de los jardines, no era tanto trabajo como lo era limpiar los pasillos de toda una Casa.
Las dos semanas de suspensión de clases, concluían ese mismo día. No tenía ni un solo trabajo pendiente, por algo fué reclutada en Magia Lupus por Abel Walker, ella podría ser muchas cosas, pero irresponsable no era una de esas.
Retomaría clases al día siguiente y a diferencia de los demás, se encontraba sola. Cielos debía verse lamentable.
Negó, ella no estaba sola. Aunque Abel, Abyss y Wirth se habían graduado, aún le quedaban Milo y los demás. Pero habían dicho algo sobre leer mangas Shounen juntos, lo cual a ella le aburría.
Ella era más de cosas de romance. Era un poco inverosímil que le gustara leer manga de romance y ser Cupido, pero no estar interesada en lo más mínimo tener citas.
—¿Estás segura?
—Te digo que si...
Se detuvo, parpadeo un par de veces, estaba segura al 100% que esas voces le eran familiares. Observó a su izquierda, se encontraba frente a una cafetería, algo popular por sus postres y especialmente por ser el lugar perfecto para una cita.
Avanzó, con cautela, unos cuantos pasos, ajusto su sombrero rosa para cubrir su rostro y extendió con disimuló la cabeza.
Jadeó, quizás demasiado fuerte pues una pareja volteó a verla como si estuviera loca, ignoro las miradas curiosas. Se alejó solo un poco.
«¿Lemon Irvine y Finn Ames, en una cita?».
¿No se suponía que a ésa cabeza de yema le gustaba cabeza de hongo?
Ahora que lo pensaba, ya había pasado tiempo desde que no había escuchado a la de listón naranja decir alguno de sus comentarios sobre que se iba a casar con Mash. De hecho, si lo pensaba bien... Lemon y Finn parecían inseparables últimamente.
¿Lemon se había cansado de insistir con Mash y fué a por el mejor amigo?
Ahora que lo pensaba, en el pasado, había escuchado algo sobre la Irvine querer mudarse con Finn Ames... En ese momento no le había prestado demasiada atención a su conversación —estaba demasiado ocupada pensando en como huir de Carpaccio después de haberlo molestado—. Incluso en el incidente de la poción de amor, habían intentado darse un abrazo, era una escena un tanto rara, pero la amiga pelirroja de Lemon habia interrumpido. También cuando iba de Orca a Adler —mientras iba y venía para limpiar chozas de lechuzas—, solía ver a estos dos especialmente juntos susurrando mutuamente, como si de un secreto se tratará.
Tampoco había visto últimamente a Mash Burnedead.
Una chispa resplandeció entre sus pensamientos.su sonrisa fue casi maniática, con disimuló se acercó más a la ventana, tratando de ocultarse entre el pequeño árbol de decoración que había junto a estás.
—¿Que haces?
Estuvo por gritar, no, de hecho si soltó un agudo grito, el cual oculto entre sus palmas. La habían descubierto, no sabía quién pero la habían descubierto.
No sé movió de su lugar, ni siquiera se atrevía a voltear. Maldición Wirth tenía razón, ella era una entrometida y chismosa. Mejor hubiera vuelto al dormitorio en lugar de decidir espiar a esos dos.
—Estúpido arbol, no te metas en mi camino—.
Fingir demencia parecía lo más razonable en ese momento. —¿No te vas a quitar? Que falta de educación.
—Pensé que no podías estar más loca...
—¡¿A quien llamas loca... —volteó, pero lo indignada se le quitó en un segundo, al igual que las palabras.
Tal vez no debería haber volteado, hubiera ignorado el comentario mientras fingía demencia, pero, cuando la llamaban loca no podía simplemente quedarse callada.
Sudo frío, de todas las personas que pudieran ser, justo era alguien que la conocía.
Maldición, maldición, el mundo tenía algo en su contra y se mofaba en su cara. Si no era una maldición no sabía que diablos era. Mientras ella temblaba, Carpaccio se acercó, poniéndola más nerviosa.
«Se acercó demasiado, ¿Que planea hacer?».
Luego de unos segundos infernales, él se alejó.
—¿Espiabas a esos dos? —Preguntó.
—¿Eh?
—Finn Ames y su amiga, creo que se llamaba Limón —señaló la ventana, que anteriormente, ella estaba viendo.
—Lemon —corrigió, aunque Carpaccio no estaba del todo equivocado, 'Lemon' y 'Limón' significaban exactamente lo mismo—, y no, no los espiaba. Solo quería verificar que no fuera la única sin pareja, el lugar es popular por dos cosas, postres y porque la mayoría de parejas tienen citas ahí. Sería vergonzoso estar sola ahí... Yo solo vine por un postre...
El 25% de lo que había dicho era verdad, había llegado ahí con la intención de comer un postre. Así que básicamente, no estaba mintiendo, solo distorsionando la realidad.
Él no dijo nada, siguió mirando la ventana y luego volvió su vista a ella.
—... ¿Quieres que te acompañe?
Perpleja, parpadeo tres veces, observó a sus lados confirmando que no había nadie más. Entonces si le estaba hablando a ella.
—¿Que?
—De todas maneras yo iba a comer una ensalada de fruta, ¿quieres que te acompañe?
Corto circuito. Su cerebro pareció hacer corto circuito.
¿Que acababa de ofrecer Carpaccio?¿Acompañarla? ¡Eso sería más raro!
Aunque si dejaba que la acompañará, podría espiar más de cerca ese par... La curiosidad manda, ese era uno de sus lemas, leyes ¿O reglas?... Que más daba, había decidido.
Sin darle más vueltas al asunto, tomó de la manga del abrigo del más alto, soltó un breve 'muchas gracias' y se adentro haciendo sonar la característica campana que indicaba que habían más clientes.
«¡Tengo que averiguar que ocultan!».
Y sin rodeos, arrastró a Carpaccio hasta la mesa junto a la ventana que ocupaban Finn y Lemon. Ambos abrieron la boca al verlos. Bueno, se lo esperaba, era la primera vez que ella también veía a Carpaccio con algo más que el uniforme, tenía que admitir que se veía muy bien. Pero obviamente quien se veía mejor era ella misma, incluso el vestido más simple la hacia brillar.
Sonrió a ambos y habló.
—¡Que sorpresa, son los amigos de Mash! ¿Están en una cita? No sabía que salían...
—Nosotros no...
—No creo que les importe si nos sentamos—. Tenía que evitar que intentaran negarlo y escapar. Suponía que aprovecharían cualquier ocasión para escapar, pero ella no los dejaría ir tan fácilmente. —¿Verdad?
Lemon miró a Finn, no había que ser genio para notar lo tensos que se habían puesto, eso solo indicaba que si estaban ocultando algo.
Y Love lo averiguaría.
—No, claro que no—. Fue Finn quien cedió, había duda y quizás había una pizca en su oración que indicaba que en algún momento se arrepentiría.
La mesa era suficiente para cuatro personas, entonces, aprovechó para sentarse al lado de Lemon. Estaba segura de que podría sacarle más información a la fantasiosa que al cobarde.
—¿Ya comieron?
—En realidad...
—Pidan lo que quieran, yo invito—. Al notar como ambos se miraban, como si hablarán en algún idioma secreto de miradas, Love hizo el puchero más tierno que pudo. —No se vale rechazar, intento ser amable. Papá dice que es de mala educación rechazar...
—No, solo que... ya comimos —explicó Finn.
—Estábamos por retirarnos —agregó Lemon.
—¿Ocultan algo?
La respuesta llegó de manera inmediata, casi en un grito que hizo a más de uno voltear hacia la mesa en la que estaban.
—¡No, claro que no!
Claro que lo hacían, no era tonta, ambos de veían como si quisieran escapar. Lastima que no los dejaría.
—Detente... —Cielos, había olvidado que Carpaccio se encontraba con ellos. Era extraño, el tipo había estado callado desde que se habían acercado a la mesa. —¿No ves que solo estamos provocando una situación incómoda? Deberíamos ir a otra mesa...
—¡No lo hacen, es solo que...
—No te preocupes —interrumpió a Finn—, entiendo.
Maldición, tendría que ceder, pero Carpaccio tenía razón, si los incomodaba demasiado, no soltarían la sopa. Ya encontraría otra oportunidad.
Se levantó al igual que Carpaccio, probablemente él no estuviera interesado en averiguar que ocultan Finn y Lemon; aunque ambos parecían salir en secreto, quizás a Carpaccio solo le importaba ir a lo suyo.
Él había sido amable considerando su situación —la cual era inventada—, acompañándola a comprar su postre.
Bien, se retiraría, pero eso no quedaría así...
Caminaron hasta otra mesa, una mesera se acercó con toda la amabilidad del mundo. ¿Estaba coqueteando? ¡¿En serio?! Si supiera quién era el chico frente a ella, seguramente estaría temblando.
Bueno, Carpaccio no parecía un mal tipo, después de todo, había intentado salvarlos a todos hace unas semanas... Y también era guapo.
—¿No pediras tu postre?
—¿Eh? Un pastel de fresa con un batido de fresa; que contenga muchas fresas.
—... Veo que odias las fresas
Increíble, nunca había visto a Carpaccio intentar bromear. Aunque era malísimo en eso.
¿Y ahora porque estaba tan hablador? Hace tan solo unos minutos no había articulado casi nada. Cielos, mientras más conocía a Carpaccio, solo podía pensar que era raro.
Bah. Que más daba, al menos ya no pensaba que él era un psicópata, solo algo raro.
—Lo de "yo invito" sigue en pie. Tómalo como agradecimiento por acompañarme.
Él levantó los hombros, indiferente como siempre, bueno, así siempre lo veía, no es que conociera otra expresión de Carpaccio más que esa...
Finn y Lemon ya se habían marchado, y ella solo podía preguntarse si eran amigos, o algo más.
Suspiró. Si eran o no algo, no era su problema. Pero si no lo eran y había sentimientos entre ambos, podrían ser la primera pareja que Cupid's Easton hubiera juntado.
«¡Esto es emocionante!». Ojalá Love se hubiera dado cuenta de la expresión maniática que tenía.
«Si está loca...».
Carpaccio negó, mejor la hubiera ignorado y seguir su camino hacia la joyería para recoger el regalo para su madre. Pero, otra vez, había utilizado a Love como excusa para estar cerca de Finn, el cual seguía huyendo cada vez que lo veía.
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