cap.1 la llegada y la union del duo
Los iris ámbar de Giulia Marcovaldo estaban concentrados completamente en las páginas de aquel libro que sostenía en sus manos.
Gracias al silencio, la tranquilidad y la fría y pequeña brisa que atravesaba la ventana medio abierta pegada a su asiento, le ayudaba a inspirarse más y encontrar esa motivación para leer, no supo en qué momento pasó, pero ya se encontraba al final de ese libro con temática romántica, donde los dos protagonistas, después de afrontar la distancia, finalmente se encontraban juntos, cuando a través de las palabras escritas se creaba mentalmente ese escenario, sentía una dosis de ternura que hacía revolotear su corazón, especialmente cuando imaginaba que esos dos protagonistas eran ella y Luca Paguro: su mejor amigo y responsable de las mariposas en su estómago.
“Algún día, mi corazón será tuyo, pececito” pensaba ella soltando un suspiro, muy enamorada.
Ya le faltaban pocos versos para acabar su lectura, sin embargo, algo la contuvo de seguir y eso fue sentir como Luca, quien se encontraba durmiendo, se había movido ligeramente y acababa por descansar su adormilada cabeza sobre su hombro, Giulia se asustó al sentir ese peso extra sobre ella; cuando volteó y al ver que era solamente el chico de rulos castaños, jadeó conmovida y sus mejillas se pintaron de rojo, más aún cuando notó que Luca dió un pequeño gruñido mientras se aferraba al hombro de ella, la nena de cabello rojo fuego curveó sus labios cálidamente. Se recargó contra la ventana, y sin quitar su mirada de Luca, no evitó pasar su mano por su desordenada pero esponjosa cabellera castaña, dándole una que otra caricia a sus rizos y a su mejilla.
Cerró sus ojos, sintiendo que todo era parte de un sueño, puesto que jamás creyó que llegaría a sentir tanta ternura y felicidad en un simple vagón de tren junto a aquel chico que era su mejor amigo y que ahora tanto le gustaba. Nuevamente se perdió en el cielo azul a través de la ventana, todo se veía tan precioso, una mañana soleada y repleta de vida, desde las lejanías observaba a Portorroso, aquel pueblo que sin dudas era un paraíso en los veranos, perfecto para que ellos la pasaran bien, para divertirse, ver a sus seres queridos…y encontrar la manera perfecta para decirle a su querido amigo lo que sentía por él.
Cuando apenas era una chica de 12 años, lo había conocido a él y cuando menos lo había esperado ya tenían una conexión, su amistad era de verdad fuerte y valiosa, repleta de amor, respeto y buenos deseos mutuos, de solo tenerlo cerca, sentía que volvía a empezar.
Pero, todo cambia, no se queda quieto, al menos no de la misma manera, hasta incluso la roca más pequeña en medio de un bosque con el paso del tiempo se llena de musgos y hongos y entre Luca y Giulia siempre hubo cambios, no solo físicos, sino emocionales.
Aún no encontraba palabras para explicarlo y le daba un miedo hablarlo… pero estaba segura de que ya no sentía amistad hacia su compañero, solo sentía amor.
Y esperaba que ese cambio fuera parte de Luca también.
La estación estaba siendo iluminada con bellos rayos de sol, llamando la atención de nuevos turistas con las pinturas que ahora estaban en los muros y en las bellas arquitecturas. Con el paso del tiempo aquel lugar donde los trenes llegaban y se iban fue reconstruido: antes lúgubre y oscuro, ahora era brillante, lleno de luz y decorado con dibujos hechos con pintura por diferentes talentosos italianos profesionales en el arte.
Massimo se encontraba sentado en una banca, sosteniendo con su brazo derecho un letrero con una letra desastrosa que textualmente expresaba:
“Hola, mi bella princesita hermosa(y Luca)”
Pacientemente veía hacía aquel túnel por donde pasaría el tren en el cuál vendrían aquellos dos jóvenes. Mientras que, por otro lado, Alberto ahí se encontraba corriendo muy entusiasmado mientras que sus manos trazaban sobre esos dibujos en las paredes, su sonrisa era tan grande y llena de vida, cada que podía se asomaba por las vías sobre las bancas, Massimo no sabía si su hijo había comido mucha azúcar esa mañana o si era su naturaleza.
Alberto además de dar vueltas y recorrer la estación, jugaba con un lindo listón blanco, un regalo que esperaba darle a su mejor amigo con todo el deseo en su alma tan pronto como tuvieran un momento a solas. Había despertado muy temprano por lo ansioso que estaba de saber, que después de tanto tiempo, lograría ver finalmente a Luca, su mejor amigo…su enamorado, tenía tantos planes para ellos dos ese verano y no quería perderse de nada.
Se había estado moviendo y saltando por tanto tiempo que parecía finalmente detenerse por el cansancio en la banca donde se encontraba su papá. Dejó ir un suspiro de agotamiento, corriendo algunos rizos de su rostro, pero aún cuando su cuerpo no podía más, seguía sonriente. Massimo abrió sus ojos, arqueando una ceja confundido.
-Ahí, hai finito il tuo tour, figliolo? -cuestionó sin quitarle los ojos de encima.- desde que llegamos has estado corriendo como correcaminos por toda la estación.
-Perdona papá.-expresó Alberto exhausto.- es solo que…uff, es un día de verdad maravilloso para mí. Todo está increíble y alegre…y quiero que sea así por el resto del verano. Yo quiero que este sea el mundo que conteste, del este hacia oeste, juntos celebrando, aquí todos estamos bajo el mismo sol -extendió sus brazos hacia el infinito cielo.
- ¿Algo en específico que te ponga tan poético hoy? -preguntó el hombre con mostacho nuevamente.
-Solo una decisión que cambiará las cosas en mi vida, solo falta que finalmente llegue Giulia y…
La oración de Alberto fue cortada por el fuerte silbido de un tren que poco a poco fue frenando frente a ellos.
Ahí fue donde parecía que el hámster que le daba vuelta a la rueda de su corazón había fallecido de un ataque cardiaco terrible, pero de inmediato revivió para empezar a ir más rápido, el chico de ojos verdosos sentía la adrenalina correr por sus venas y un temblor propio se dio a lugar en su ser.
- Silenzio Bruno… Silenzio Bruno, Silenzio Bruno -exclamaba el de rulos claros, no quería que los nervios y aquella voz que solo aparecía para hacerlo dudar de sí mismo arruinaran ese momento.
Luca despertó en el momento perfecto, recién sus oídos lograron captar la noticia de que habían llegado a su destino, tomó sus maletas y salió disparado hacia la salida, inclusive se topaba con otros pasajeros, echándolos a un lado, pero al final disculpándose por ello pero eran recibidos también por Giulia, quien no pedía disculpas realmente.
Buscando la salida más cercana, le ofreció a Giulia bajar primero de manera elegante (por no decir burlesco) a lo cual ella aceptó divertida y fingiendo una reverencia.
Al bajar espero a Luca, pero el monstruo marino bajo aquel disfraz de humano, quedó en el marco de la salida, desde su lugar logró divisar a Alberto Marcovaldo Scorfano, el monstruo marino cuya apariencia humana poseía lindos cabellos oscuros puesto en rizos y unos ojos verdes tal cual madre naturaleza. Estaban a solo unos cuantos metros el uno del otro.
Se llamaron por sus nombres con toda pasión y corrieron para recibirse con un abrazo, como siempre lo hacían cada que se encontraban en los veranos, pero esta vez, hubo algo diferente.
- ¡Alberto! Te extrañé mucho.-el menor abrió sus brazos esperando a su amigo, pero su diálogo fue interrumpido por el agarre tan de repente de este mismo, este parecía ser algo especial.
Alberto se aferró a Luca de una forma muy adorable y suave, de manera lenta sus brazos acariciaron sus hombros y en seguida su espalda. A medida que quedaban unidos, Alberto ocultó su rostro entre el cuello y hombro de su compañero, quien quedó estático ante esa muestra de afecto tan repentina. El mayor cerró sus ojos mientras se dejaba llevar por el momento, sintiendo como su enamorado regresaba a sus brazos… como regresaba a su lado. Al dúo se le escapó un leve suspiro: a Alberto por la emoción pero a Luca por la sorpresa, aunado a esto sus mejillas se sonrojaron levemente.
-Te… Te extrañaba mucho, Luca…-confesó a lo bajo con mucha alegría.
El joven Paguro jamás esperó esa tierna y tan cálida bienvenida por parte de su mejor amigo. El cariño era algo común entre ellos y cada que regresaba a Portorosso ambos hacían toda una emotiva escena de reencuentro pero en esta ocasión… algo se sentía diferente… se sentía más fuerte y más… cariñoso ciertamente. Enserio lo disfrutaba y no pasó mucho hasta que finalmente correspondiera.
-Yo también te eché de menos, Alberto...-confesó Luca con alegría.
Giulia por el otro lado en vez de verse alegre, tenía un rostro inexpresivo ante esta escena, incluso parecía estar disgustada ante las acciones de su hermano adoptivo. Pues aún no olvidaba la propuesta tan indecente que Alberto le había puesto a Luca en aquella carta. Se suponía que ese verano ella iba a finalmente decirle a Luca que su amor iba más allá de una simple amistad, que deseaba ser la persona que se dedicaría a cuidar de su corazón hasta cuando el destino se lo permitiera pero su hermano parecía tener otros planes. Pero por otro lado, su sentido común le estaba indicando que ella solo exageraba la situación y estaba dejando que los celos la controlasen, por lo que finalizó por creer que ese era el caso.
Finalmente, la pelirroja se acercó a ellos con cautela y se aclaró la voz para llamar su atención, separándolos finalmente de ese emotivo abrazo. Ninguno de los dos había querido separarse hasta que escucharon su voz.
-Y… ¿te olvidaste de tu hermana?.-cuestionó Giulia divertida mientras observaba a Alberto, para enseguida ir y abrazarlo también.- Te extrañe, tontuelo.
-También te extrañé, nuez de jengibre.-bromeando expresó Alberto, después de abrazarla acarició su cabellera rojiza juguetonamente, pero ésta se apartó y se acomodó la pañuelera rosada que tenía sobre su cabello amarrada.
-¡Hija!.-Massimo la levantó con su gran brazo y la abrazó con emoción.-ya nos hacías falta, princesa.
-Tú también padre, pero ya estamos aquí.-miró a su dúo de amigos.-y los relegados están juntos nuevamente.-se acercó para rodearlos con sus brazos.-y la vamos a pasar de maravilla.
-Santas Barracudas, ¡lo olvidé!.-Luca se apartó exaltado mientras se limpiaba la suciedad de su traje y enseguida miró al mar.- mis padres, ¿no les avisaron que hoy regresaba?
-Ah...-Alberto abrió los ojos sorprendidos, en efecto, Daniela y Lorenzo no tenían ni la más mínima idea de que hoy su hijo regresaba a Portorroso.- con razón sentía que algo nos hacía falta y no era dejar la estufa prendida.
-T-tengo que ir a verlos.-Luca miró a la familia Marcovaldo bastante nervioso y se apartó.- ya vuelvo, espérenme en el parque, ¡ya casi regreso!
El joven estudiante empezó a correr a la salida de aquella estación, la cual estaba en la costa del mar, donde las violentas olas chocaban contra los pavimentos de cemento y roca para después volverse espuma nuevamente y regresar a su lugar. Luca buscó el barranco más seguro y cercano y subió, estaba listo para saltar y empezar a nadar a buscar a sus padres, pero sintió como alguien lo jalaba de su brazo y forzaba a regresar.
No era nadie más que su mejor amigo Alberto.
-Espera, déjame ir contigo.-le pidió el joven Scorfano con alegría, pero Luca se veía muy dudoso al respecto.- anda, como en los viejos tiempos, ¿te parece?
“Silenzio Bruno”, pensó Luca, esa petición sin duda lo hizo sonreír y llenarse de emoción, hace mucho tiempo que no se sumergía entre las olas junto a Alberto, sería la mejor manera de empezar el verano, no podía negarse de ninguna manera.
-Oigan, ¿qué están haciendo? - Giulia ya se encontraba saliendo de la estación y se dirigía donde ellos.
Luca no hizo más que asentir con la cabeza y su mano se entrelazó con la de Alberto, quien la apretó con suavidad, sonrojándose en el proceso. Juntos se subieron y se lanzaron de aquel pendiente antes de que la pelirroja pudiera detenerlos, solamente observo como el dúo de amigos de manera acrobática daban vueltas y caían de clavado hasta impactar contra el mar, el cual de inmediato soltó espuma. La pelirroja miró atentamente, como a los pocos segundos, del mar brotaron los dos chicos marinos, ahora en sus formas bestiales y escamosas.
Saltaron libremente entre risas para enseguida empezar a nadar hasta lo más profundo del mar en busca del hogar del señor y la señora Paguro.
-Ay… -bufó Giulia mientras se recostaba contra ese barranco, mostrando un rostro agotador.-aún tienes el resto del verano, Giulieta, no te apresures.
Aquel dúo de amigos marinos nadaban a toda velocidad en aquel gran mar azul, topándose con los cardúmenes de diferentes peces y a través de las cataratas bajo el mar, las almas y flores marinas se movían con la velocidad de su viaje, era algo fascinante. De todas maneras el océano siempre había sido suyo, los corales, las cuevas y piedras seguían tal y como habían empezado, aún podían viajar con tranquilidad, con emoción y libertad. Era tan grande que les tomaba tiempo, pero así podrían divertirse más.
Luca no quitaba sus ojos de Alberto y Alberto de Luca, incluso unían sus manos para lanzarse en el agua y dar vueltas juntos, éstas últimas ponían nervioso al mayor, ya que así podía ver ese par de ojos tan lindos que lo volvían loco. Luca hacía tiempo que no se divertía de esta manera, fue cuando entendió que ya no era más ese niño tímido y curioso por el mundo, porque ahora que se encontraba ahí con su mejor amigo, tenía sentimientos encontrados, no solo la nostalgia, sino también por Alberto, ver esa gran sonrisa, escuchar su alegre voz y sentir su tacto nuevamente era de verdad reconfortante, seguía siendo ese chico a quien sacó de la isla para tener una mejor vida, el chico que lo ayudó a encontrarse a sí mismo, quien le enseñó a seguir su corazón y ayudó a continuar con sus estudios, le tenía un gran cariño y de eso estaba seguro.
Alberto seguía nadando a toda velocidad a su lado, tomando su brazo y juntos saltaron a la superficie, pero tomaron impulso desde una roca para ir más elevados, aún en su forma humana sostuvieron sus manos y por la gravedad, Alberto acabó recibiendo a Luca entre sus brazos hasta estrellar contra el mar nuevamente. Las burbujas los rodearon a ambos en una linda escena de ambos abrazados bajo el agua.
Salían para elevarse en la superficie y mostrar nuevamente su forma humana para después aterrizar nuevamente en el océano, entre más entraban a su viejo hogar, más se encontraban con los de su especie, quienes se emocionaron rotundamente al ver que Luca había finalmente regresado, sin duda Daniela y Lorenzo estarían tremendamente felices de ver a su muchachito amado nuevamente.
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La noche estaba muy calmada, solo podían recibir la deliciosa brisa nocturna y escuchar a los grillos asomarse por ahí, era bastante raro, pero al mismo tiempo agradable. Massimo respiró alegremente por la tranquilidad en su casa y del barrio en general, trataba de hacerse la ilusión de que sería así para siempre, era apenas el primer día del verano, las siguientes semanas serían semanas ruidosas y fiesteras.
Decidió entonces concentrarse en aquella pasta con salsa de tomate que preparaba para cenar, ahora con los tres jóvenes sentados en aquella mesa detrás de él.
-De verdad me alegra que tus padres te hayan permitido quedarte con nosotros este verano, Luca.-Giulia se expresó alegre mientras se retiraba esa pañuelera de su cabello rojizo y se acomodaba éste mismo con sus dedos.-digo, ya sabes que tu madre llega a ser un poco… umm
-¿Una loca sobreprotectora?.-Luca finalizó su frase.- honestamente también me sorprende, pero todo salió bien. Al fin y al cabo, tendremos más tiempo para divertirnos los tres.
-Este verano estoy seguro de que todo será fascinante, solo nosotros tres… -Alberto expresó con entusiasmo. Pero finalizó su oración mirando a Luca y a la par endulzando más su voz.-...juntos…
-Ya rugiste hermano. Escuché que este verano llegará la feria a Portorroso, tal vez podríamos ir allí.- ofreció Giulia con entusiasmo.- solo espero que Encole no llegue a molestar como lo hizo esta mañana.
-¿Te topaste con Visconti hoy?-preguntó Luca curioso.
-Por desgracia -replicó Giulia mientras jugaba con su tenedor.-justo cuando se fueron al mar, al primero que vi fue a él, como siempre vino a molestarme, han pasado años y aún sigue siendo el mismo mandón egocéntrico de siempre.
-Oh…-Luca bajó su mirada bastante apenado por el abandono ante esa linda chica por la que ahora tenía sentimientos, haberle fallado por alguna manera lo hacía sentirse más mal de lo que debería. Duele bastante cuando te das cuenta de que le has fallado a alguien a quien de verdad quieres. No tardó en poner su mano sobre la de ella y apretarla suavemente.- De…de verdad perdona Giu, no debí dejarte de lado de esa manera, de saber que Ercole vendría a molestarte me hubiera quedado ahí para que no tuvieras que soportarlo tu sola…-se acercó mostrándose triste.-perdóname…
Giulia se le quedó mirando inexpresiva por un momento, pero esta fue remplazada por una suave carcajada y sus labios curveándose en una alegre risa. Se inclinó para acercarse al chico de rulos castaños y abrazarlo con ternura, pegando sus mejillas en el acto.- Ay tontito, por supuesto que te perdono.
Esa simple muestra de afecto hizo a Luca sentirse en el cielo, inclusive sus mejillas tomaron un color rosado pálido y ni se cuestionó si debería corresponder o no, porque lo hizo al instante.
A los ojos del padre de Giulia, eso era bastante tierno, pero para Alberto…
Vaya, jamás creyó que volvería a estar sentado en la mesa para cenar sintiendo celos del cariño que se tenía aquel dúo, trataba de mantener la postura tranquila, pero debajo del mantel de la mesa, rasguño la madera con molestia.
-También tengo deseos de que este año todo sea mejor y más calmado.-Massimo expresó mientras llenaba aquellos platos con pasta.-solamente esperemos que no tengamos más…“inconvenientes”, ¿verdad, Alberto?
Esa última cosa dicha por el mayor hizo que Giulia y Luca intercambiaran miradas confundidos, no tenían ni la más mínima idea de lo sucedido porque parecía que en Génova aquella noticia no se había propagado mucho y María tampoco habló de ello a su hija ni a Luca. Alberto y Massimo también habían llegado a esa misma conclusión, de seguro decidieron tener aquella información encubierta, para no arriesgar la vida del joven chico pez.
-¿Inconvenientes?.-Luca volteó a mirar a su mejor amigo.-¿de qué está hablando?
-Pues…-suspiró incómodo.- Luca, sabemos perfectamente que los humanos y monstruos marinos han estado unidos en paz y armonía desde ya años atrás, pero…no todos aceptaron ese cambio tan fácilmente, algunos monstruos incluso siguen resentidos con los humanos por el pasado y hace unos meses atrás en una fiesta nocturna unos monstruos atacaron a unos jóvenes, casi los asesinan, pero otros monstruos marinos salvaron a los humanos y evitaron que llegara a mayores…pero no quita que la atmósfera entre nosotros se volviera turbia por un largo tiempo, han pasado ya meses desde ese incidente y todo se calmó, pero tememos que vuelva a suceder.
Luca quedó pasmado ante tal noticia, incluso con un mal sabor en su boca, jamás creyó que se perdería de estas cosas al estar lejos de casa y con razón Daniela estuvo muy estricta con eso de dejarlo quedarse en el barrio humano este verano.
-Los que ocasionaron el ataque no han sido encontrados desde entonces, pero no creo que sean bienvenidos después de lo que pasó esa noche.-expresó Massimo mientras dejaba los platos frente a ellos.-provecho.
-Wow, eso… eso sí es preocupante.-Luca tomó su tenedor y se llevó un bocado a su boca. Su semblante cambió a uno pensativo y tenso.
-Hey,hey, tranquilo, estás bien, estaremos bien.-Alberto buscó calmarlo dejando tímidas caricias en su espalda.-no dejes que eso te abrume, han pasado meses ya, tengo una buena corazonada de que nada malo pasará.
Luca mostró positividad ante su mejor amigo, pero Giulia soltó una pequeña risita, llamando la atención de los dos chicos, al notar esos cuatro ojos sobre ella, tragó su espagueti.
-O-opa-perdón…-expresó Giulia.-Es que lo de “la corazonada” me trae demasiados recuerdos del maestro de matemáticas. Decía que tenía una buena corazonada de que íbamos a pasar la prueba.
-¡Oh sí, lo recuerdo! - Luca emocionado le respondió a su amiga- pero cuando vió que pocos fuimos los que pasaron el examen, hizo todo un oso, llorando de manera ridícula y culpándonos por no cumplir sus expectativas y diciendo que somos una vergüenza en su carrera.
El dúo de chicos empezó a reír tras el recuerdo, Alberto quería agregar algo a la conversación, pero Luca se le adelantó.
-Espera, espera, mejor, ¿no recuerdas cuando la maestra de gastronomía nos dijo que le pusiéramos la salsa de tomate con cuidado a la pasta, pero uno de nuestros compañeros hizo que el salón pareciera una escena del crimen?.-Luca soltó una gran carcajada, recargándose contra el respaldo de la silla.
-Curioso, eso me pasó a mí una ve- -Alberto fue interrumpido nuevamente.
-Y lo peor es que como nos reímos, nos puso a nosotros a limpiar todo y ni hablar cuando nos enseñó a preparar pasta a las hierbas, a todos nos quedaba genial, pero a ella le quedaba horrible.-Giulia se limpiaba las lágrimas por la gracia que le ocasiona recordar aquello.- ¡Oh, ya sé! ya sé, recuerdas cuando en tercero de secundaria, el examen de historia estaba tan difícil que tu propusiste que todos saliéramos mal en el examen para que nos dieran una segunda oportunidad para hacerlo de nuevo y todos te hicimos caso…y al final todos reprobamos.
Ante eso último, juntos empezaron a reír descontroladamente por lo divertidos que eran esos recuerdos, sin duda su estadía en la preparatoria había sido increíble, más ahora que estaban juntos y se tenían mutuamente para superar los retos y complicaciones de ésta. Eran un dúo increíble, se cuidaban la espalda, siempre se apoyaban y se ayudaron cuando más lo ocupaban, Giulia sabía que podía contar con Luca en lo que fuera y éste sabía que si se encontraba en problemas, Giulia estaría ahí para sacarlo de ellos.
Desgraciadamente, Alberto entre más aventuras de Luca y Giulia escuchaba, peor se sentía y mostraba incluso disgusto en su mirada, era increíble que ahora que apenas había conseguido el tiempo para estar con Luca y cuando más deseaba tenerlo a su lado para empezar a demostrar sus sentimientos…aquella chica que ahora tenía como hermana parecía querer quitárselo.
Se les era fácil hablar de sus pasadas aventuras y reír entretenidos, pero para Alberto no era divertido, lo hacía sentir menos, lo hacía sentir inútil y fuera de lugar ya que él no había podido darle a Luca todos esos tiempos bonitos y las oportunidades de hacerlo sentir especial y amado a comparación de todo el tiempo que Giulia lo había tenido sólo para ella en la escuela.
Sus ojos presenciaron esa asquerosa escena donde sus dos amigos quedaron perdidos en los ojos del otro y Giulia estaba descansando su mano sobre la de Luca.
-Me alegra tanto tenerte a mi lado.
-Siento lo mismo, Giulia…
Se hablaban con tanto cariño, eso le causaba repulsión, sentía cierta rabia acumulada que lo hacía apretar los puños y fruncir el ceño con detenimiento, le causaba un fuerte revoltijo en su pecho verlos.
¿Acaso Giulia creía que Luca la pasaba mejor con ella que con él?
Los celos nacen del amor, pero no mueren con éste.
Daría todo lo posible por escaparse de esa cena con Luca, robar la Vespa más cercana y subirlo en ésta para que juntos pudieran ser felices y divertirse lo que les quedaba del verano. Sólo quería tener el tiempo suficiente para expresarle lo mucho que Luca significaba para él.
Pero no, se encontraba en aquella cena, viendo a Giulia y a Luca juntos, recordando todo lo que habían pasado en unión…
Giulia era de verdad una bella muchacha, era maravillosa, muy talentosa, fuerte y decidida de lo que quería en su vida, nunca dejó que nadie le dijera que no y cada día buscaba la manera de hacer a todos sus amigos y seres queridos sonreír con su simple presencia, ¿Cómo podría odiarla?, era una princesa divina…
Alberto volvía a sentirlos… esos celos que había enterrado desde hace años atrás, habían resurgido de nuevo.
-La terra mi ingoia…-murmuró a lo bajo mientras llevaba otro bocado a su boca.
Minutos después, algo había movido la mesa, justo cuando Giulia estaba bebiendo de su vaso, aquel movimiento la asustó e hizo que derramara aquel líquido morado sobre su ropa, haciéndola quejarse incómoda y bastante molesta. Creyeron que era Macchiavello y Alberto aprovechó para quitarse de encima las sospechas.
Afortunadamente, la cena pasó rápido y decidieron ir finalmente a descansar. Giulia había ofrecido que Luca durmiera con ella en su habitación, como siempre solían hacerlo, pero Luca, sabiendo que su amiga estaba agotada, insistió con dormir en la habitación de Alberto la cual era una habitación oscura y azulada muy espaciosa, pero agradable, estaba decorada con las cosas que alguna vez formaron parte de la torre de Alberto, inclusive su traje de buzo y el primer cuchillo que Massimo le regaló a sus cortos 15 años.
La cama era matrimonial así que ambos cupieron ahí. Luca logró dormirse rápidamente, pero Alberto por el otro lado, se quedó a su lado, viendo lo tierno que era su mejor amigo cuando dormía.
Iba a ser una noche larga, sin duda.
-Buona notte... riposa, Luca... ti voglio tanto bene.
Traducciones:
1. Ahí, hai finito il tuo tour, figliolo? / Ah, ¿has terminado tu recorrido, hijo?
2. La terra mi ingoia / Trágame tierra.
3. Buona notte... riposa, Luca... ti voglio tanto bene. / Buenas noches ... descansa, Luca ... te quiero mucho.
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