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Cumpleaños Fatal

Viernes, 13 de octubre.

La gente normal cuando llega su cumpleaños esperan ser el centro de atención, el mundo se volvería multicolor y significaba un año más vivido, un día de celebración; hay demasiada mercadotecnia alrededor de las fechas de cumpleaños: globos de colores, gorros festivos, los discursos de alegría... ¡cuánta canción hechas para la fecha natal! ¡Y la pareja y la familia que hace tantos obsequios a su ser amado!

Pero Wednesday no es normal.

La fecha marcada en el calendario merecía ser borrada, un año más vivido significaba un año más cerca de la muerte (algo que ella apreciaba), preferiría ahorrarse las felicitaciones y cortar de inmediato el festejo. Con el pasar de los años, sus padres lo han comprendido y asimilado, reduciendo el fiestón en casa a una simple reunión familiar, con el dar los regalos, la abuela haría su clásico pastel y su padre... oh, él siempre se torna sentimental, recordando su cuerpo morado y frío el día de su nacimiento, los doctores pensaron que no había sobrevivido al parto hasta que la bebé Wednesday mordió el dedo de la enfermera.

Recuerda el año pasado, sus 'dulces dieciséis'. Enid había organizado toda una artimaña para atraerla a una celebración en la cripta de Crackstone, con un pastel negro y un grupito de chicos tontos que ella no soporta... No salió muy bien más tarde esa noche. Tomó terribles decisiones, le llevó al momento más solitario en su vida. Y ahora, un año después, estando en una relación con Enid, teme arruinar cualquier sorpresa que Enid haya preparado para ella, ha sido una montaña rusa desde el comienzo de su relación...

Deja de escribir, su humor agriado por sus propios pensamientos.

Debería ser fácil demostrar lo que quiere con Enid, es una tarea sencilla en cuanto a teoría: acercarse a ella y expresarle lo que ha escrito en cartas guardas cuidadosamente en su gaveta. Sin embargo, nunca ha sido la que toma la iniciativa, ella puede desearlo demasiado, analizar la situación y evaluar los pros y contras, pero nunca lo hace, y es un hecho que le resulta difícil reconocer de sí misma. Puede practicar esgrima, clavar una manzana en una diana con una flecha a más de veinte metros y tocar Vivaldi con su violonchelo mientras el mundo entero está en llamas. Pero se paraliza tontamente frente a su gran amor para incluso una simple toma de manos.

Se pasó la mano por el rostro, frustrada. Las horas en las que había dominado el arte de la espada o había deslizado el arco en las cuerdas de su violonchelo se consideraban triviales ahora; este momento, esta simple decisión, era el verdadero desafío. Pero, con Enid, le importa cada vez menos. Al menos, en este día tan sombrío, no le importaría sucumbir ante el sentimiento de debilidad, ¿podría soportarlo?

Retoma su escritura, todavía faltaban veinte minutos para que su hora de escribir terminara, las teclas resonaban el dormitorio silencioso en un ritmo constante y familiar, Viper estaba adentrándose en su nuevo arco, donde conseguiría una aliada en su próxima encrucijada. Estaba sumergida en el homicidio de una bailarina exótica cuando la puerta del dormitorio se abre, Enid entra a él despidiéndose de alguien en la puerta, cerrándola detrás de sí.

-Terrible noche, Enid -saluda sin levantar la vista de la hoja.

- ¡Howdy, roomie! -responde ella, acercándose dando pequeños saltitos, con sus manos detrás de la espalda-. ¡Te tengo una sorpresa!

Por supuesto, Enid no es Enid sin haberle planificado un regalo sorpresa.

Wednesday levantó la vista de su máquina de escribir, su expresión indiferente-. No soy fanática de las sorpresas -dijo con su habitual tono monótono, pero había un brillo de curiosidad en sus ojos oscuros.

-Confía en mí, babycakes, esta vez te va gustar. Ahora... -en las manos de Enid ve sus bridas y vendas-. Tengo que atarte las manos y vendarte los ojos.

Bridas. Vendas...

- ¿Estás intentando secuestrarme? -cuestiona, mirando los objetos con suspicacia. Esta era una nueva forma de secuestro que no conocía.

- ¡Sip, pero consentido! -la alegría chispeante se nota en su voz-. Vamos, mientras antes vayamos, más te sorprenderá.

Su respuesta criptica aumentó la curiosidad de Wednesday. Pero, finalmente, se puso de pie; su hora de escribir podría esperar.

-Átame como te enseñé, querida.

Ella sonrió con una sonrisa radiante. Una sonrisa hermosa. Era una sonrisa llena de luz y emoción; una sonrisa secreta para los momentos especiales. Había pura luz y adoración en su mirada. Como la mirada de loco desquiciado que su padre suele darle a su madre.

En cuestión de segundos, Enid había atado sus muñecas y cegado su vista. Sus brazos tiran de sus ataduras, puede sentirlos apretarse ligeramente y cortar en su piel. Ella disfruta del dolor, la venda estaba lo suficientemente apretada para no dejar pasar nada. Cegada y sin posibilidad de usar sus manos.

-Esto mejor valga la pena -murmuró, mientras Enid la guiaba fuera del dormitorio y hacia su sorpresa.

-Confía en mí -le dijo Enid, su voz fue como un suspiro en su oído, aunque podía ver, sentía la sonrisa de Enid.

Por supuesto, ella confiaba en Enid, más de lo que está dispuesta a admitir. Enid la guió hacia la salida de Nevermore, bajando las escaleras de Ophelia Hall con cuidado. Caminaron durante un largo rato, Enid le daba direcciones: "muévete un poco a la izquierda; salta aquí; ya casi llegamos, Weds". Trató de identificar en dónde se hallaban, el sonido de las hojas secas crujía bajo sus pies, la humedad del suelo levantaba un leve aroma a petricor y a tierra, bruma espesa se arremolinaba alrededor de sus tobillos y el frío de la noche parecía aferrarse a su piel.

-Espera, detente.

Y, de un tirón, Enid le quitó la venda.

- ¡Ta-dá! -Enid se paró frente a ella, esperando la reacción de Wednesday-. ¡Sorpresa, un cementerio de excluidos!

Al retirarle la venda, los ojos de Wednesday se abrieron un poco, apenas cambiando su expresión facial. No había luna que alumbrase el cielo, en su lugar, un manto de nubes grises cubría el cielo, dejando la luz titilante de las estrellas en el firmamento; estaban en el centro de un cementerio, había un pequeño altar con velas negras que parpadeaban en la penumbra y flores marchitas, no había un pastel de cumpleaños, en cambio, había una bandeja de magdalenas decoradas. Junto al altar, había una pala clavada en la tierra. El olor a cera derretida y tierra húmeda llena el aire, atrayendo a Wednesday.

-En clase de historia hablaron de este lugar, aquí han enterrado a muchos excluidos desde hace como ¿dos siglos? -comenta ella, emocionada-. ¡Desde psíquicos hasta una sección para hombres lobo! -agrega-. Así que, pensé: "a Wednesday le gusta saquear tumbas, ¿por qué no la traigo?" ¡Y aquí estamos!

Enid está exudando alegría y, con cuidado, también desató las muñecas de Wednesday, quien masajeó el dolor, disfrutando de él.

- ¿Y? ¿Te gusta?

El latido en su corazón muerto la delata.

A paso lento, Wednesday se acercaba al altar hecho por su amada, ella tomó una de las velas, dejando que la cera caliente gotease sobre su dedo. El ambiente era espectacular, las lápidas cubiertas de musgo, acompañada por el canto lejano de los búhos y el piar de los cuervos.

-Es perfecto -dijo ella.

Enid la abraza de repente, la envuelve con esos brazos con olor a perfume dulce que ha aprendido a querer, para después soltarla poco a poco. Wednesday extrañó el contacto.

-Sé que no te gusta que te digan "feliz cumpleaños" así que... ¿Sombrío cumpleaños? -y le mostró una pequeña caja de madera antigua.

Wednesday levantó una ceja-. Agradezco el gesto, ¿qué es esto?

Enid abrió la caja, revelando en su interior una llave y un mapa-. ¡Una búsqueda del tesoro! -explicó-. He escondido algo especial en este cementerio y tú debes buscarlo.

Wednesday tomó la llave con una expresión que mezclaba desconcierto y fascinación, estudiandola a detalle. ¿Qué abriría? No lucía muy reciente, parecía hecha de una aleación de metales no convencionales.

-Interesante, Enid. Muy interesante.

Escuchó a Enid dar un par de pasos lejos de ella, seguramente tomando algo.

Ella se gira al escucharle hablar-. Lo mejor de todo es que... -tenía una pala en mano-. Thing me dijo que en tu familia juegan a desenterrar familiares, o algo así, aquí hay muchos excluidos importantes y está casi abandonado por estas épocas, ¡y las pistas las encontrarás en ellas!

- ¿Me trajiste para saquear tumbas? -ella asintió con esa misma sonrisa capaz de derretir un glacial-. Enid... -arañas trepaban por su garganta, incapaz de pronunciar algo más.

-Oye, Weds, ¡es tu cumpleaños! Esto tiene que ser épico.

Con pala en mano, la pareja se embarcó en la búsqueda, recorriendo las tumbas olvidadas y pasando al interior de los mausoleos. Wednesday se sintió transportada a un recuerdo lejano de su infancia, siguiendo las pistas crípticas en el mapa que Enid le dio. La primera pista las llevó a una cripta en ruinas con una inscripción en latín.

-En la oscuridad, busca la luz que se desvanece -traduce ella con experticia-. Luz que se desvanece...

Se refería a una lámpara, piensa, o al atardecer. Camina alrededor, con Enid siguiéndole los pasos; hay un cuadro desgastado, con un atardecer pintado al óleo, una figura señala a una estatua al fondo del habitáculo. Wednesday se hinca de rodillas, una vela negra oculta parpadea detrás de una estatua que homenajeaba a una gorgona. Debajo de la vela, había pergamino doblado con la siguiente pista.

Vaya, Enid había pensado en todo.

- ¡Bien hecho, Weds! -celebra Enid, chillando en voz alta.

Wednesday desdobla el papel, leyendo-. El cuervo guía a los que se atreven a seguir -miró, había un sendero con varios cuervos revoloteando-. Vamos, querida.

Las hojas secas crujían bajo sus pies y el aullido distante de un lobo. El sendero las guía hacia un estatua de un cuervo en una esquina oscura del cementerio, donde yacían sepultados varios psíquicos. Tras examinarla minuciosamente, Wednesday descubre un compartimiento secreto en la base de la estatua.

-Desentierra los secretos bajo la luna llena -decía. Luna llena; hombres lobo. La pista la condujo a una tumba con lobos aullando tallados en la base.

La tierra de la tumba no había sido removida, un dato extraño considerando que Enid había hecho esto hoy. Con la pala que Enid había preparado al comienzo de la búsqueda, comenzó a cavar.

-Te ves... bonita -murmura Enid en el silencio. Luce un poco avergonzada y sus ojos derrochan ternura-, digo, te ves bonita haciendo lo que te gusta.

En sus labios hay una sonrisa tímida pero sincera. Los ojos de Wednesday se abrieron por un segundo ante la declaración de su novia, se detuvo por un instante, sorprendida por el comentario, pero continuó trabajando, sintiendo una calidez inusual en su pecho normalmente frío. La pala golpea con algo duro sin llegar a los dos metros de profundidad, revelando un cofre de madera antiguo.

Tenía otro pergamino, con un código que no tardó en descifrar.

- ¿Continuamos? -dice Enid. Ella asintió.

Sí, este podría ser el mejor cumpleaños de Wednesday Addams.

Finalmente, llegaron a la última pista que las llevó a un mausoleo medio oculta por la maleza, Enid habló acerca de un alquimista conocido, el lugar estaba cubierta de inscripciones apenas legibles, como si el tiempo y el olvido hubieran dejado su marca.

-Vaya, esto si da miedito de noche -comenta Enid, sujetando con fuerza las asas de su mochila.

Apenas entraron en la cripta, las antorchas se encendieron por arte de magia, Wednesday se giró para ver a Enid, quien solo se alzó de hombros (quizás algún espíritu residente). Caminaron poco antes de llegar a una de las tumbas talladas, un rostro masculino con ropajes del siglo XVIII.

-Aquí es -anuncia Wednesday-. Te recomiendo darte la vuelta, Enid, temo no te puede gustar lo que hallaremos.

-Sí, sí, disfrútalo, babycakes.

Enid retrocedió, dándose la vuelta. Wednesday insertó la llave en el pequeña cerradura en la base de la cripta, girándola, con un leve crujido, la tapa de la tumba se abrió, revelando un esqueleto en perfectas condiciones con una caja adornada con símbolos de alquimia. Su mano se estiró para tomar la caja, esperó alguna visión que nublara su vista, en cambio, solo sintió un escalofrío en la espalda. Aquí terminaba la búsqueda que había hecho Enid.

Wednesday abrió la caja con cuidado, en su interior encontró un collar antiguo, meticulosamente tallado con intricados diseños y gemas oscuras que brillaban a la tenue luz de las antorchas. Había leído sobre este collar hace años, en uno de los libros de las sesiones espiritistas de su madre, un talismán cargado de poder... Empezaba a dudar que Enid hubiera hallado esto en una simple clase de Historia.

Oh.

Ella no había preparado esto. Esto era un verdadero misterio.

Una risa cosquillea en su garganta, mientras guarda el collar en la caja. Por supuesto, Enid había investigado acerca de esta búsqueda y lo que halló en la caja era una reliquia. Para ella, los cumpleaños siempre era un recordatorio de su existencia en un mundo que a menudo encontraba banal y predecible, sin embargo, este año, Enid había hecho algo diferente, algo que resonaba en su pecho.

Wednesday se encontró sonriendo, un gesto raro y genuino, sus dedos rozaban la caja, delineando los grabados. Aunque las palabras seguían siendo difíciles de encontrar, el gesto de Enid hablaba más fuerte que cualquier celebración convencional.

-Puedes darte la vuelta, cara mia -le dice y miró a Enid-. Gracias. Esto es, sin duda, un cumpleaños memorable.

La voz de Wednesdaya temblaba ligeramente, un indicio sutil de sus emociones reprimidas. Enid sacó algo de su mochila, una magdalena de merengue oscuro y con una calavera.

-Cumpleaños fatal, que la pases muy mal, que te aplaste un gorila y que te coma un caimán -canta Enid. Una parodia del clásico "cumpleaños feliz" que hace latir al corazón de Wednesday-. Los regalos para mí y los papeles para ti, te invito al cine y tú pagas por mí.

Es... la guinda del pastel.

Wednesday toma, con su mano libre, la magdalena decorada y le da un pequeño mordisco. Era de chocolate amargo, tan amargo que parecía no comestible, pero perfecto para el peculiar gusto de Wednesday. Enid la conocía mejor que nadie y, aunque todavía no ha encontrado las palabras exactas para decir, sentía que Enid entendía su silencioso agradecimiento y el afecto profundo que sentía por ella.

Enid había logrado romper la muralla impenetrable alrededor de su negro corazón, llegando a un lugar que nadie más había alcanzado. Wednesday decidió que, en un futuro, le devolvería el gesto de alguna manera. Porque Enid se lo merece.

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