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Aburrido

Solo un día más como otro.

Sin nada interesante, ni particular.

Aburrido, aburrido, aburrido.

El solo quería seguir con su trabajo.

Entonces porque todos insistían en festejar su maldito cumpleaños.

Esas fechas solo eran celebraciones banales, para recordarle a la gente que su patética e insignificante vida ha pasado por 364 más.

Además de hacer reuniones sin ninguna finalidad, más que socializar y hablar de tonterías.

Y peor la gente insistía en darle basura que ni siquiera necesitaba desenvolver para saber lo inútil que era.

Desde la mañana el maldito teléfono no dejaba de sonar, porque sus "amigos" como los llamaba John, deseaban felicitarlo.

No tenía ningún interés en levantar el teléfono, pero John insistía en responder cada uno de sus mensajes.

Incluso firmo con su nombre, cosa desagradablemente descotes y atrevida.

Pero eso no fue lo peor del día.

No...

Lo que colmo su paciencia fue el simple hecho de que todas esas personas le arrebataran la atención de John.

Su omega estaba demasiado interesado con todos esos protocolos sociales, que no se daba cuenta que él estaba aburrido.

Por años había logrado suprimir sus lamentables instintos alfas.

Toda distracción fue eliminada de su mente y de su vida.

Celebraciones, nombres, instintos animales, todo borrado a menos que lo necesitara.

Ni siquiera Mycroft había podido hacer nada, con todo su dinero y contactos.

Su iluso hermano lo intento cientos de veces, pero no tenía nada que llamara su atención.

Él era demasiado arraigado a las tradiciones.

Como parte del gobierno, era mal visto para el que su hermano menor no hubiera tomado un omega.

Pero su rivalidad y el resentimiento no les dejaban hablar.

Por eso los últimos 15 años pago a la gente cercana a él, para descubrir información relevante.

Algo que le ayudara a encontrar a su omega destinado, o al menos uno que le soportara.

Lo que Mycroft no esperaba era que eligiera a un omega disfrazado de Beta.

El ejército no aceptaba omegas entre sus filas, algo arcaico y absurdo.

Para que un omega ingresara al ejército, debía ser bueno ocultando sus huellas.

Fingiendo ser quien nunca ha sido.

Los betas eran fáciles de emular, supresores de aroma y de supresores para el celo.

Si eso fallaba John podía fingir un accidente leve o una enfermedad, pero eso no siempre funcionaba.

Muchos omegas habían sido arrestados en los últimos años, descubiertos con un solo examen.

Ese misterio llamo su atención la primera vez que vio a John.

Cojeaba y usaba un bastón, pero no había una señal de herida.

Militar, por su corte de cabello, postura y actitud.

Actuaba bastante bien como un beta, pero se delataba con pequeños detalles.

Un leve aroma, café...no nicotina, pero no parecía que fumara.

Debía ser su aroma natural.

Pero solo él podía olerlo.

Eso no pasaba con otros, era Watson.

Por eso le llevo a su departamento, John era un nuevo acertijo.

Podía ser interesante, pero cuando John dijo esa palabra, el decidió que lo quería cerca.

-asombroso-

El solo escuchar esa palabra, una simple palabra, 9 letras.

Solo eso le hizo estremecer.

Disimulo obviamente y John jamás se dio cuenta.

De hecho, había muchas cosas que él no veía.

Luego comenzó a ayudarle, se negó a aceptar el dinero de Mycroft.

Incluso le defendió ante otros.

Porque alguien se arriesgaría tanto.

La respuesta la obtuvo demasiado pronto.

Instintos.

Lo que había eliminado de su vida, ese omega lo tenía por los dos.

John era todo lo que a él le faltaba.

Por eso lo necesitaba.

-Sherlock, te llegaron más paquetes-

-tíralos a la basura-

-puedes al menos abrir alguno, seguro que algo te gustaría-

-no hay nada en esos paquetes que me interese, solo son corbatas y baratijas sin importancia-

La sonrisa de John menguo un momento.

Su mano de inmediato fue a su bolsillo izquierdo.

Un gesto protector, trataba de ocultarle algo, por la posición de sus ojos era importante, al menos para él.

Pequeño, unos 10 cm quizás menos, por el sonido estaba envuelto en papel metálico, con un moño pequeño, un obsequio.

Uno regalo de parte de John.

-dámelo...-

- ¿Qué? ...no, olvídalo y vuelve a tus cosas-

-es mío, debes dármelo-

-no sé de qué hablas, vuelve a tu estúpido libro y déjame en paz-

-no puedes esconderlo de mí, es mi obsequio y debes dármelo-

-nadie dijo que era para ti-

-otra de tus novias acaso...no hace mucho que no sales con nadie, desde que te bese-

-eres tan egocéntrico y...-

-aun así, deseabas darme un regalo de cumpleaños...debiste pasar mucho buscándolo, y escondiéndolo de mi...-

-cállate-

-lo guardaste en tu oficina, es el único lugar al que no tendría acceso...déjame adivinar que es-

-no soy otro de tus juegos-

-no lo eres, tu eres mucho mejor que cualquier juego-

John tenía una facilidad para sonrojarse, unas pocas palabras y su piel comenzaba a ruborizarse.

Su piel era mucho más cálida y su aroma era embriagante.

Siempre que lo olía debía acercarse a él, para adivinar que aroma tenia.

Al principio John le golpeaba para que se alejara, pero últimamente dejaba que le tocara y abrazara.

Besos aun no, primero porque John se ponía demasiado nervioso, y segunda porque le gustaba tentarlo y frustrarlo.

Era encantador cuando fruncía el ceño y se notaba lo mucho que deseaba golpearlo con su viejo bastón, aun cuando ahora solo adornaba la esquina de su habitación.

-me voy a caminar-

-iré por mi abrigo...-

-Solo...-

Eso no le gusto para nada.

Era su cumpleaños y John debía pasar el día con él.

Así que hizo lo primero que vino a su mente, abrazo fuertemente a John y se negó a soltarlo.

-con el único que quiero pasar este día es contigo- le confeso.

-Sherlock-

-solo tú y yo...es mucho pedir-

John me miró fijamente.

Siempre he podido leer a las personas, pero ahora mismo la sonrisa de John me segaba.

Me beso suavemente, y sonrió al terminar.

-busca tu abrigo-

John dejo el regalo entre mis manos, y fue a la salida.

Yo me senté un segundo en el sofá, no sabía si abrir o no el regalo.

Así que mejor lo guarde en mi bolsillo y tome mi abrigo para ir por John.

Él me sonrió en cuanto me vio, luego tomo mi mano y juntos fuimos a la cafetería que estaba en tres cuadras.

John pidió un té y un emparedado, yo un café.

Creo que es la primera vez que podía sonreír tranquilamente, y en verdad lo disfrutaba.

Sin cuerpos, sin un caso y sin tener que pensar en nada más que John.

-me da miedo cuando sonríes así-

-tomate tú te...tengo planes para nosotros.

John le miró fijamente, y luego tomo su mano.

Ambos sonrieron, y John siguió comiendo.

El saco el pequeño paquete lo abrió, era obvio que John estaba expectante a su reacción, pero trataba de disimular mirando por la ventana.

El abrió su regalo, y encontró unas placas.

Militares, no más de 10 años, gastadas ya sea por el uso o por el tiempo.

-son tuyas...-

-la otra noche mencionaste que te gustaría tenerlas...así que feliz cumpleaños-

Aquello le sorprendió, esto era tan inesperado y territorial.

De cierta forma sentía que John quería marcarlo, dándole una prenda que llevo por muchos años y que además tenía su olor y su nombre.

-gracias...-susurro sinceramente.

-feliz cumpleaños Sherlock-

John le beso.

Si definitivamente los cumpleaños eran una pérdida de tiempo, pero por hoy lo dejaría pasar.

Siempre y cuando John no insistiera en festejar con nadie más.

Sobre todo, porque esta noche usaría la excusa de su cumpleaños para conseguir que John durmiera con él.

Y lo más importante, desde ahora podría festejar su cumpleaños, siempre y cuando John estuviera a su lado.

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