Capítulo -9- Gretel More
Nombre: Gretel More
Edad: 17 años
Trastorno depresivo mayor.
Cuando eres una chica como yo, no hay mucho que puedas esperar por parte de la vida. Nada de lo que puedas querer importa porque al final terminarás hundida en un bucle donde nada te sale bien por mucho que intentes.
Los únicos sentimientos que existen para mí, son: desesperación, miedo e ira; no siento más nada. ¿De qué forma podría creer en algo como el amor, si no tengo idea de cómo se siente?
Quizás sea un error mi existencia, alguien tan miserable no debería vivir. Lo peor es la cobardía del alma, que a pesar de querer ser libre, no tiene el valor suficiente para autoliberarse.
-¡Señorita! -la voz impaciente de la joven camarera hizo que reaccionara asustada y cerrara de golpe la laptop dónde estaba escribiendo -Aquí tiene su café.
-Gracias -dije apenada.
El Starbucks estaba casi vacío, ya era de noche. Hacía mucho que no sentía pasar el tiempo tan rápido.
Miré mi perfil de Wattpad por última vez, mi libro depresivo, cada vez alcanzaba más popularidad; no podía creer que a tanta gente le gustara esa mierda. Me atreví a publicarlo con la esperanza de que alguna persona se identificará conmigo y así podríamos acabar con nuestra miserable vida juntos, pero nada que ver.
Guardé mis cosas en la mochila, recogí mi largo cabello en una coleta, le di un sorbo a mi café mientras miraba a la calle a través del cristal.
Mi teléfono vibró en la mesa y era mi madre otra vez, ignoré la llamada como lo hice con las otras 10 y seguí mirando hacia fuera.
Aquel hombre estaba parado al otro lado de la calle, ya me extrañaba que no hubiera aparecido antes. Todos los miércoles lo veía en el mismo sitio mirando hacia el Starbucks. Siempre me sentaba en el mismo lugar donde podía verlo. Lo más extraño es que nunca entraba y nunca estaba acompañado, solo llegaba, se recostaba en la pared con las manos en los bolsillos de su chaqueta, permanecía ahí una o dos horas y luego se marchaba.
Terminé mi café, tomé mis cosas y salí . Miré a aquel hombre que también me miraba fijamente y sentí una extraña sensación de vértigo en el estómago, como si hubiese estado en un montaña rusa.
Dejé de mirarlo, intenté detener un taxi pero siguió de largo. Caminé un poco y me detuve junto a un grupo de personas que miraban las noticias a través de la vidriera de una tienda de equipos.
...a vuelto a actuar, dejando sin vida esta vez a Eilen Turner, culpable del asesinato de dos miembros de su propia familia, incluyendo a un niño de 6 años. Se encontró el cuerpo de la víctima mutilado, con los ojos en el interior de su boca en el hospital psiquiátrico donde residía; la policía investiga a los trabajadores de dicho lugar ya que el asesino tendría que pertenecer al grupo de máxima seguridad para tener acceso al lugar.
En la habitación se encontró en una de las paredes la inicial de la víctima, tachada con una clave de sol pintada con sangre; una prueba más de que "El músico" fue el culpable de tan cruel asesinato...Las autoridades siguen trabajando en la casería de éste cruel e indomable justiciero...
-Esa perra se lo merecía -dijo un chico que miraba la noticia justo a mi lado.
-Nadie merece una muerte tan cruel -mi timidez me obligaba a hablar en voz baja casi inaudible -. A demás era una enferma mental, no sabía lo que hacía.
-Claro, dile eso a la tumba de un niño de 6 años que ahora podría estar vivo siendo feliz con su madre -una expresión de rechazo en su rostro me hizo alejarme de allí casi corriendo.
-¡Espera! -escuché su voz y me detuve al instante -. Perdona, no quise incomodarte; no tienes por qué pensar igual que yo.
-No te preocupes, estoy acostumbrada a ser la rara -seguí mi camino.
-¿Te apetece tomar un café?
-preguntó corriendo para alcanzarme.
-No, gracias acabo de tomar uno.
-¿Que has dicho? Perdón es que hablas muy bajito, tu voz es tan suave que casi no logro escucharla.
-Decía que ya tomé un café hace unos minutos, gracias.
-Está bien. ¿Puedo acompañarte? voy en la misma dirección.
Mi timidez estaba desapareciendo por mi incomodidad; entre ese chico y mi madre llamando constantemente, estaba perdiendo la paciencia.
-Antes que lo sigas intentando -me paré frente a él y quité la coleta de mi cabello que me apretaba demasiado y me traía con dolor de cabeza -. No me interesa salir a conversar con un extraño; no eres el primero que se acerca a mi queriendo empezar la típica relación cliché que tanto detesto, solo por mi físico y apariencia virginal; así que si te quieres acercar a mí por otra cosa que no sea amistad, te puedes ir al carajo -se quedó sorprendido por mi repentino cambio de personalidad y no salió una sola palabra de su boca -. Eso pensé
-dije al verlo darse la vuelta negando con la cabeza.
Suspiré y sujeté mi cabeza presionando con fuerza para aliviar el dolor. Miré al chico que caminaba al interior de un callejón abrazado por un hombre.
La curiosidad me empujó hacia aquella dirección. Estaba oscuro y el ambiente comenzó a tornarse frío. Había caminado hasta la mitad del callejón cuando una mano helada tapó mi boca, un brazo musculoso abrazó mi cuerpo, me cargó, me puso contra la pared y destapó mi boca de forma lenta, mientras me señalaba con su dedo índice en los labios que hiciera silencio.
Algo andaba mal, pero por una extraña razón me sentía protegida con aquel extraño; y cuando escuché, acompañado del ruido la ciudad, un grito desgarrador de un hombre, supe que él me había ahorrado una terrible experiencia.
Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración, era demasiado guapo hasta para mí y mis nervios comenzaron a traicionarme.
-¿Quien eres? -susurré.
-¡Shsh! -tapó mi boca otra vez mientras miraba el fondo del callejón por encima del contenedor lleno de basura que nos ocultaba.
-Si no me dices, voy a gritar ahora.
-Si te digo puede que grites -su voz estremeció mi cuerpo, sentir su aliento me puso la piel de gallina y consiguió que no dijera otra palabra.
Escuché unos pasos, alguien se acercaba, pero no pude ver quién era. El bolsillo del pantalón ajustado de el chico se alumbró por el celular, lo sacó rápidamente. Logré leer el mensaje que había recibido, decía:
Ya está hecho, lleva a Gretel a casa.
Lo miré confundida y aterrada.
-¿Quién carajos eres? ¿Quién es Lamdon y por qué me conoce? -en mi confusión, intenté salir corriendo, pero él me detuvo.
En el forcejeo por escapar lo vi y quedé congelada al instante.
Era él, el mismo hombre apuesto y elegante que todos los miércoles veía al otro lado de la calle frente al Starbucks; solo había una diferencia, nunca lo había visto con las manos manchadas de sangre y mucho menos con aquella mirada parecida a la de un monstruo.
Entendí que solo me vigilaba. ¿Por qué yo? ¿Por qué me estaba protegiendo? ¿De qué me protegía? Mil preguntas abarrotaron mi cabeza; pero solo una salió de mi boca.
-¿Quién eres? -el chico que estaba delante de mí se apartó a un lado.
-Axel, llévala a su casa -le dijo al muchacho que estaba junto a mí.
Su voz era grave y áspera, me intimidó escucharlo pero aún así no puede controlar mi rabia.
-¡No voy a ningún lado hasta que me digas quién eres y por qué mierda me vigilas! -le grité en mi desesperación.
-Soy Lamdon, confórmate con saber mi nombre y lárgate -dijo luego de sacar un pañuelo blanco de su chaqueta y limpió sus manos llenas de sangre con total naturalidad.
Axel me sacó hasta la calle tirando de mi brazo porque quería quedarme para obtener respuestas; pero lo único que conseguí fue el nombre de un asesino, lo peor es que se que mató a aquel chico que se acercó a mí.
Estaba volviéndome loca y otra vez las ganas incontrolables de llorar me provocaron un nudo en la garganta.
El chico me guió hasta una motocicleta Harley Davidson, me entregó un casco y me dijo que subiera.
-Te llevaré a tu casa y si me dejas dormir contigo te contaré todo -me mostró la típica sonrisa torcida de chico guapo.
-¿Qué te hace pensar que no llamaré a la policía?
-¿Lo harás? Así no conseguirás respuestas. Pero si quieres hacerlo confirma antes de llegar a tu casa, así puedo matarte más rápido y fácil.
Sus palabras me dieron escalofríos, así que dejé de hablar en todo el viaje hasta llegar a mi casa.
-Eres una chica diferente, no te aguantaste de mi cintura ni me abrazaste como lo haría cualquier otra.
-Soy enemiga de todo lo típico y cliché -dije entre dientes luego de bajarme de la moto y caminé apresurada al interior de mi casa sin mirar a atrás.
Cerré la puerta y descansé recostada en ella aliviada al sentir el sonido de la moto alejándose.
-Llevo todo el día llamándote. ¿Dónde estabas Gretel? -preguntó mi madre alterada.
-Déjame en paz -dije caminando hacia mi habitación.
-¡Espera! Hay algo que debes saber.
Caminé de vuelta al salón renuente y me tiré de golpe en un sillón.
-Gretel hay algo que debes saber
-brotaron lágrimas de sus ojos, nunca la había visto así.
Supe que mi vida a penas comenzaba a complicarse.
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