Nombre: Theo Baker.
Edad: 21 años.
Trastorno Antisocial de la Personalidad. Hibristofilia agresiva.

Era casi media noche, mi mejor amigo y yo caminábamos despacio por aquel lugar escalofriante.

Nuestra obsesión nos había llevado hasta allí; sabíamos que era peligroso, pero no teníamos idea a lo que nos estábamos enfrentando.

Con 20 años aún no sabíamos explicar por qué éramos así. Desde pequeños preferíamos a los villanos de películas e historietas y no a súper héroes. De grandes, preferíamos criminales reales; y no cualquiera, nuestra atención era captada solo por asesinos.

A mí me asustaba mucho ser así, nunca deseé matar a nadie, aunque me daban igual todos a mi alrededor, incluso mi mejor amigo que era la única persona que me entendía y me apoyaba; hasta en la loca idea de ir a aquel cementerio.

Todo empezó con aquella página de Internet, restringida para la gran mayoría, solo pocas personas con un código podían acceder a ella. Eso no fue impedimento para nosotros; hackear sistemas se me daba muy bien y gracias a éste mi habilidad fue mejorando.

Entramos a la página y era fascinante. Las historias de crímenes reales, verdaderos asesinos, fotos de cadáveres escalofriantes. Suena raro e ilógico, pero nosotros estábamos encantados; llámalo fanatismo obsesivo.

-¿Estás seguro de ésto? -me preguntó mi amigo acobardado mientras caminabamos entre las tumbas con la luna llena como única fuente de luz.

-Te dije varias veces que no vinieras si no querías -susurré -. He esperado 4 meses para éste día, ahora no voy a dar marcha atrás.

-¿Y si nos pasa algo? ¿Que tal si...?

-¡Shsh! -lo miré impaciente -. Mejor lárgate si tienes tanto miedo.

Habíamos leído un escrito anónimo en la página y ésta era mi oportunidad para conocerlo; aunque sólo lo mirara de lejos.

Era mi asesino favorito. Su modus operandi era impresionante; sin dejar una sola señal de que estuvo ahí, excepto por su marca hermosa pintada con sangre de una clave de sol tachando la inicial de los nombres de sus víctimas.

Leímos que si ibas al cementerio a media noche cada vez que se cumplía un año de la mayor masacre de la historia de nuestro pueblo; podías verlo contemplando una cripta familiar con las manos y la ropa manchadas de sangre.

Sabía que podía tratarse de una simple leyenda urbana, pero yo no podía quedarme con la duda, y la curiosidad me estaba matando.

-Si fuera cierto que una vez al año viene aquí...¿no crees que ya lo hubieran atrapado? - tomó mi hombro con fuerza, me detuve y me giró frente él -. Algunas veces pienso que esa página es un engaño; con toda la información que contiene, la policía hubiera dado con todos ellos hace rato.

-Tienes algo de razón, pero nadie quita que sea verdad; a demás sabes muy bien que puedes crear una plataforma con acceso limitado hasta para la policía -seguí mi camino -. ¿Pero si crees que no va a estar ahí por qué tienes miedo?

-Ya cállate, no tengo miedo. Mejor concéntrate para averiguar cuál de todas estas criptas es la que le gusta
-se río burlándose y me dió un empujón.

-Según el post la cripta tiene éste apellido -busqué en mi teléfono y le mostré -.

Caminamos por un rato buscándola, hasta que vimos una que cumplía con las características. Nos escondimos detrás de una tumba cerca de allí y esperamos.

-Ya pasó media hora y nada. ¡Vámonos a casa! -dijo en voz baja.

-Esperemos un poco más, algo me dice que vendrá.

-Eres mi mejor amigo, pero algunas veces creo que estás demasiado loco. Yo me voy -le dió la vuelta a la tumba y pasó por delante de la cripta; yo me quedé en el mismo lugar viéndolo marcharse.

-¿Ya te vas? -le dijo alguien que salió de la oscuridad.

Mi amigo se quedó congelado frente a él; y sólo dijo mi nombre.

Caminé despacio hacia ellos con una mezcla de emociones; no sabía si sentía miedo o cierta excitación que no puedo explicar. No tenía dudas de que era él.

-¿Que hacen ustedes aquí? -dijo mientras se quitaba la capucha dejando a la vista su atractivo rostro.

-Nosotros eh... -la voz de mi amigo se entre cortaba por los nervios.

-Están aquí por él -caminó hacia la cripta -. Yo también he venido a verlo. Publiqué el escrito en la página sólo para llamar su atención -sonrió de forma escalofriante -. Quizás así él me busque porque yo no logro encontrarlo -caminó hacia
nosotros y se detuvo frente a mi amigo -. Pero quizás tenga que llamar su atención de otra manera.

Sacó de su chaqueta una daga y la clavó en el cuello de mi compañero sin darle tiempo a nada. Nunca lo hubiera imaginado.

Cayó en el suelo sujetando su garganta chorreante. Yo estaba paralizado cuando lo escuché decirme: ¡Corre!, en voz baja por la falta de oxígeno. Aún así me quedé quieto viendo cómo perdía sangre; y no quise hacer nada. Era mi amigo pero realmente no sentía nada hacia él.

Aquel hombre cruzó los brazos y me mostró una sonrisa torcida.

-¿Por qué no acabas con su sufrimiento de una vez? -se acercó a mí con la misma sonrisa de que nada le importaba.

-¿Por qué él y no yo? -no dejaba de mirar su cuerpo aún con vida escupiendo sangre.

-Los observo desde que llegaron. Sólo tu querías conocerlo verdaderamente, tú eres como yo
-se agachó y le sacó la daga del
cuello -. A demás has tenido tiempo de huir y no lo has hecho. Se nota que te gusta esto -me ofreció la daga -. ¿No te gustaría saber lo que se siente destrozarle la piel a alguien; mutilar cada parte de un cuerpo?

Me sentí tentado y agarré el hermoso filo dorado.

-Imagina lo que haría "El músico" en tu lugar.

Estaba convencido de lo que tenía que hacer; la adrenalina me estaba agitando y empezó a notarse en mi respiración.

Me agaché y él seguía agonizando. Metí la punta de la daga en su ojo izquierdo, con cuidado para no dañarlo y lo saqué, repetí lo mismo con el otro ojo. Un grito quiso salir de su boca pero el esfuerzo le provocó la inevitable muerte. Abrí su boca y le corté la lengua; siempre quise hacerlo y el placer que sentí me perturbó.

Me di la vuelta y él me observaba complacido, sonriendo como si él fuera un maestro que siente orgullo de su alumno.

Continúe mi trabajo. Coloqué los ojos en su boca y lo puse boca a bajo, luego lo apuñalé en la espalda unas 20 veces hasta que me dijo que me detuviera.

Sequé el sudor de mi frente con mi antebrazo, miré la manga de mi sudadera y me di cuenta que tenía todo el rostro manchado de sangre.

-¿Que haremos con el cuerpo? -pregunté mirando lo que había hecho.

-No lo sé -sonrió -Preguntale al experto.

Un chico guapo salió de las sombras de la cripta, se acercó a mí y me miró con aquellos ojos verdes brillantes como si me estuviera seduciendo. Extendió sus delicadas manos y me dijo:

-Un gusto, Zack Jones, alias: "El músico".

Lamdon

-¿Quién era el otro chico?

-No lo sé. Lo único que se de él es que tenía un hermano gemelo. La verdad, es que Zack es el único que me importa.