Capítulo -6- Eilen Turner
Nombre: Eilen Turner.
Edad: 35 años.
Trastorno: Esquizofrenia.
Salí de aquella clínica feliz; había mejorado mi condición y también había recibido la noticia de que estaba embarazada.
Claramente no cualquier chica cree que a los 19 años un embarazo es una buena noticia, pero yo estaba encantada y no podía esperar más para decirle a él que íbamos a ser padres.
Estaba tan jodidamente enamorada que creía que seríamos la familia perfecta, pero logré chocar con la cruda realidad.
-¿Embarazada? ¿Estás loca? -me gritó mirándome fríamente.
-No estoy loca, seremos una familia
-le dije con mi ingenuidad intacta, con mis ojos brillantes y una sonrisa confusa.
-Se suponía que tenías que tomar tus pastillas -comenzó a caminar en círculos nervioso con las manos en la cabeza.
-Pero... no pasa nada, podemos tenerlo, es el fruto de nuestro amor
-caminé hacia él para abrazarlo, pero sólo recibí un empujón.
-Ahora mismo vamos a encargarnos, te harás un aborto antes de que sea tarde -me agarró el brazo con fuerza.
-¿Qué? ¡No! Es nuestro hijo. ¿Cómo es que quieres deshacerte de él?
-aparté su mano de mi brazo bruscamente.
-Eilen, bájate de esa nube, en la que piensas que estamos enamorados y seremos felices; yo no siento amor por nadie más que no sea yo. No quiero tener un hijo y no lo tendré.
-¡Cállate! No me hables así. ¡Tú me amas -lágrimas brotaron de mis ojos, la decepción hizo que perdiera las fuerzas y caí al suelo de rodillas!
-¡No seas dramática! No llores. Sabes de sobra que somos demasiado jóvenes para tener un hijo y sabes que no estamos en condiciones de hacerlo.
-se acercó a mí y me ayudó a levantarme -. Escúchame, voy a resolver una cita para acabar con este tema de una vez.
-Pero...lo quiero tener -dije sollozando como una niña pequeña.
-¡Me importa una mierda lo que quieras! -me volvió a empujar con fuerza haciendome caer; pateó mi vientre unas dos veces y se fue.
Sentí como mi bebé se iba y yo no podía hacer nada. En ese momento conocí el odio y las ansias de venganza.
Estaba tirada en el suelo cuando mis tíos y mi primo pequeño llegaron a casa. Vivía con ellos desde la muerte de mi hermano.
Cuando los vi entrar me desmayé; luego de eso, lo único que recuerdo es despertar en mi habitación sin sentir nada más que no fuese dolor.
Mi bebé ya no estaba; y el amor de mi vida, se había convertido en la persona que más odiaba.
Me sentía demasiado mal conmigo misma, me culpaba y cuestionaba por el tiempo que pasé con él y por haber sido tan estúpida. Entonces fue cuando aquellas ideas comenzaron a atormentarme.
Soñaba despierta y todo era perfecto. Vivía el momento en que abría con una fina hoja metálica la garganta de aquel idiota una y otra vez.
Todo se volvía más y más intenso; la idea de arrebatarle la vida a aquel hombre como él hizo con mi hijo, era lo que me daban ganas de vivir.
Hasta que uno de esos días, mi primo de 6 años se acercó a mí.
-Hola Eil -me habló con su dulce voz infantil y sentí que mi propio bebé me hablaba.
-Hola amor -lo acaricié y mis ojos se llenaron de lágrimas; sentí que era él, mi hijo.
-¿Quieres hacer la tarea conmigo?
-Claro que sí, mamá te va ayudar en lo que quieras cariño.
Lo tomé de la mano y caminamos hasta la mesa del comedor; mi tía preparaba la cena en la cocina y su esposo veía la televisión en el salón.
-¿Donde necesitas que te ayude?
-Mamá me dijo que estoy haciendo todo mal, no sé por dónde empezar.
-Pero si no me has enseñado nada amor -mi mente seguía pensando que yo era su madre -Dejame ver, verás como mamá soluciona ésto de una vez.
-Yo no voy a hacer nada, estoy preparando la cena -dijo mi tía de mala gana, haciendo que reaccionara; pero al caer en la realidad me enojé.
Mi respiración empezó a descontrolarse, uno de aquellos locos pensamientos se apoderó de mí.
Me puse de pie y fui hacia la gaveta de los cuchillos, tomé el más grande. Me paré detrás de ella y paseé el filo por su garganta rápidamente; justo como soñé que se lo haría a aquel maldito.
Su cuello empezó a desbordarse de sangre, podía escucharla ahogarse cuando calló desplomada.
Mi pequeño comenzó a gritar y su padre vino hacia donde estaba.
-¡Noo! ¿Que has hecho? -dijo colocando al niño detrás de su espalda y le indicó que corriera afuera a buscar ayuda. El pequeño salió corriendo.
Caminé hacia mi tío despacio amenazándolo con el cuchillo, él retrocedía acobardado.
Tropezó torpemente y cayó al suelo; fue mi oportunidad. Me lancé sobre él y lo apuñalé en el pecho luego de un largo forcejeo; al verlo inconsciente no pude dejar de abrir su cuello, me había gustado demasiado la sensación al hacerlo.
Vi el desastre y mi loca cabeza justificó el acto.
«Lo hice por mi hijo».
Miré hacia la puerta de la casa que estaba abierta y el niño estaba parado solo en el porche; en estado de shock.
Extendí mi mano ensangrentada y le hice una seña para que viniera, tiré el cuchillo y caminé hacia él... No se movía. Lo acaricié manchando sus tersas mejillas, lo cargué en brazos y lo llevé al interior de la casa.
-Yo soy mamá. ¿Verdad que sí
-repetía lo mismo varias veces y él no me contestaba -? Eres mi bebé
-lo acosté en su cama y acaricié su pelo -. Mamá te ama -un llanto desgarrador entrecortaba mi voz.
«¿Qué había hecho?».
Mi mente enferma no pudo hacerme ver que no había matado a mi tío; él ya no vivía con nosotros hacía varios años.
Maté al niño, verlo correr hacia afuera, solo fue mi imaginación. Lo cargué en brazos y lo acosté muerto, por eso no se movía, por eso no me contestaba.
Otra vez la cruda realidad me azotó al ver su garganta bañada en sangre y caí desmayada.
Luego de eso volvieron a internarme en la clínica, pero ésta vez en el sitio de máxima seguridad; sin unas malditas drogas para calmarme porque todavía tenía 6 meses de embarazo.
Lamdon
-¿Crees que mereces vivir después de lo que hiciste?
-Claro que no, por eso estoy aquí.
-¿Que pasó con tu hijo o hija?
-No lo sé, se la llevaron a penas di a luz; si está viva tiene 17 años.
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