Capítulo -4- Lea Bennet
Nombre: Lea Bennet
Edad: 25 años
Trastorno explosivo intermitente
Fueron esos malditos impulsos los que me trajeron hasta aquí. No podía controlarme un solo segundo; así que usaba de excusa la mínima situación de problema para explotar toda la ira y maldad que yacían ocultas dentro de mí.
Mi primer detonante fue que mis padres cayeran en prisión, por eso conocí a Erick; el segundo fue el secuestro de Salma; el tercero, fue aceptar mi locura y dejar atrás la chica buena que fingía ser; luego de eso, perdí la cuenta.
Después del secuestro, armamos un plan para que Salma saliera ilesa y pudiera cobrar la herencia. Nos montamos en una camioneta y después de unos besos de despedida, la dejamos en el teléfono público que había en una calle desierta cerca de la ciudad. Aún estaba manchada por la sangre de sus padres.
El plan era el siguiente: Llamaría a la policía (que estaba enterada de su desaparición), y le contaría lo que pasó en el secuestro; con la pequeña diferencia que diría que nunca vio la cara de los secuestradores; que mataron a sus padres en frente de ella y luego la dejaron tirada en medio de la nada.
Erick y yo nos encargamos de prenderle fuego a todo el lugar de los hechos y luego desaparecimos.
Las cosas se complicaron luego de siete meses. No teníamos dinero y Erick estaba en el ojo de la policía por un robo en el que se metió que salió mal; yo no tuve nada que ver, así que no lo pensé dos veces y lo dejé tirado antes que me jodiera la vida.
Tomé mi moto y me atreví a buscarla.
Aparqué cerca de la escuela y me quedé unas dos horas esperando, pero no la vi.
-Hola -saludé a una de las chicas que habían salido casualmente.
-Hola. ¿Quién eres? -preguntó tratando de ver mi cara a través del oscuro cristal del caso.
Quité mi casco, sacudí mi largo cabello e intenté peinarlo con los dedos. Tengo un rostro juvenil y encantador, así que no pierdo oportunidad de usarlo.
-Perdón, ¿Conoces a Salma? -sonreí
-¿Salma, la rara? -dijo haciendo una mueca -. Ella solo viene en exámenes.
-¿Y no sabes dónde vive? Tengo entendido que después de lo de sus padres se mudó.
-No, pero este chico, eh....¿Cómo se llama? ¡Aiden! Él sí sabe dónde vive, creo que es su novio.
-¿Y dónde puedo verlo?
Ella miró hacia la escuela.
-Justo está saliendo -señaló a un chico.
Me bajé de la moto y caminé hacia Aiden luego de agradecerle a la muchacha. Él era bastante guapo.
-Hola, me dijeron que eres el novio de Salma.
-¿Quién eres? -levantó una ceja y me miró de arriba abajo.
-¿Me puedes decir dónde vive o no?
-Por su puesto que no; no tengo idea de dónde saliste y Salma nunca me ha hablado de tí -me dió la espalda y siguió su camino.
-¡Espera -caminé hacia él -! ¿Tienes algo en que anotar?
Miró hacia arriba, suspiró y buscó en su mochila una pequeña agenda y una pluma.
Tomé una hoja y anoté la misma dirección que le había dado hacía ya siete meses; así sabría que era yo perfectamente; le escribí la hora y doblé él papel.
-Por favor, tienes que darle esto hoy, antes de las 6:00pm.
-Como quieras -tomó la nota y se marchó indiferente.
Fui hasta aquel lugar y la esperé ansiosa.
«Tenía que haber llegado, ya está oscureciendo».
Comencé a caminar nerviosa de un lado a otro; estaba furiosa. Intenté descargar mi ira con una lata de pintura, le di una patada haciéndola volar. En ese momento vi las luces de un auto que se acercaba.
-¿Esperas a alguien? -me dijo con una sonrisa luego de bajarse de aquella camioneta de lujo.
Me quedé mirándola mientras se acercaba a mi; estaba más hermosa que la primera vez que la vi. Nos fundimos en un abrazo y ella no pudo evitar besarme.
-Pensé que nunca más te vería. Te extrañé -sus ojos se iluminaron.
-Yo también lo pensé.
-¿Y él... donde está? -miró a todos lados.
-Olvida a Erick. Parece que todo salió bien con la policía -sonreí.
-Parece que después de todo soy una buena actriz -las dos reímos a carcajadas -. Intenté buscarte pero ha sido muy difícil, no me dejaste ni una pista. Todavía la policía no deja de buscar a los supuestos secuestradores y me molestan aún de vez en cuando. No he parado de mentir; a mi puto psicólogo, a las autoridades, a los amigos de mis padres, a todos. Estoy cansada.
-Te faltó Aiden. ¿O a él no le mientes?
-Ah...El pobre cree que me está apoyando en un momento difícil, no se me despega; y no es mi novio. Quería venir conmigo hasta aquí; pero a penas leí la nota, supe que eras tú, salí corriendo y lo dejé hablando solo.
-¿Y si huimos juntas? -le pregunté de una vez.
-¿A dónde quieres ir? Tú dime y nos largamos de una vez, tengo todo el dinero sucio de mis padres; podemos ir a donde quieras -dijo sin dudarlo -. No te imaginas cuántas veces imaginé el día en el que por fin te vería de nuevo.
-¿Es en serio? -dijo Aiden saliendo de las sombras -. ¿Vas a huir con ella?
Saqué mi pistola sin pensarlo y le apunté. Él ni si quiera se inmutó y caminó hasta Salma.
-¿De veras creíste que me estabas engañando? -sonrió.
-¿Que haces aquí, por qué viniste?
-le pregunté alterada sin bajar el arma.
-¿Aiden que escuchaste? -dijo Salma entre dientes.
-Ya sabía que ocultabas algo; por eso me acerqué a tí; por pura curiosidad. ¿Crees que te estaba consolando porque soy bueno? Pues no -volvió a sonreír y se volteó hacia mí.
Mi corazón bombeaba rápidamente, sentía que estaba a punto de explotar y cometer otra más de mis locuras. Cargué la pistola y se la puse en la frente.
-¿Vas a dejar que me mate Salma?
- me miró a los ojos directamente y luego miró el escote de mis pechos; se mordió el labio y me mostró una sonrisa torcida; su frialdad me intimidaba; algo en el no me dejaba ser yo misma y eso me molestaba.
-¡Cállate Aiden! Tengo ganas de acabar contigo justo ahora - ella se puso a mi lado.
Me estaba aguantando demasiado;
como siempre el hormigueo en las manos me estaba obligando a actuar.
-¡Dispara! ¿Por qué no lo has hecho?-él me estaba incitando.
-Sólo estoy esperando que me digas que hacer con él -le dije a ella intentando calmarme.
Él seguía tranquilo sin sentir miedo; como si deseara de verdad que disparara; no me quitaba la vista de encima; por primera vez alguien me hacía dudar tanto de mí misma.
-Prometeme que no dirás nada de lo que escuchaste -le dijo ella luego de hacerme bajar la pistola. Noté que le importaba.
-Por su puesto pequeña; será un secreto; igual que el favor que me dijiste que te hiciera -otra vez su sonrisa torcida.
-¿A que favor se refiere? -la curiosidad se apoderó de mí.
-¿No se lo has dicho? Claro que no, es nuestro pequeño secreto -puso sus manos en los hombros de Salma y le dió un beso en la mejilla.
-Eres un idiota, me da igual que lo sepa -apartó a Aiden y caminó a su auto -.¿Cómo hiciste para llegar antes que yo aquí? -se dió la vuelta para preguntarle.
-¡Silencio! -susurré al escuchar un ruido, alguien se acercaba. Sentí que esta vez si iba a usar el arma.
Era un chico, caminó hacia las luces del auto y dejó ver su rostro.
-¿Pero que carajos? -no podía creer lo que estaba viendo.
-¿Aiden? -le preguntó Salma mirándolos a los dos una y otra vez; eran idénticos. ¿Que mierda está pasando?
-Ahí tienes tu respuesta. Yo llegué al lugar antes que esta chica y éste acaba de llegar. Hemos estado jugando contigo todo este tiempo; pero el idiota se enamoró de tí y lo arruinó.
-¡Tú cállate! -dijo el muchacho que acababa de llegar -. ¿Salma qué haces aquí? ¿Quién es ella?
-Ay, ya hermanito, no seas tonto. Salma no te quiere; le mentimos; ella nos mintió; tú me mentiste. Te llamé a penas me enteré que está señorita es una asesina y está también -nos señaló a ambas -. Ésta es mi oportunidad; ya no quiero tener que ocultarme más; así que ...-me miró sonriendo ¿Te importaría dispararle en el medio de la cabeza?
-¿Que? -el chico empezó a temblar-. Hermano te prometí que todo terminaría pronto; sólo dame más tiempo.
Yo ya me estaba desesperando y Salma también, así que ella me miró y asintió con la cabeza para que disparara.
Le apunté al chico tembloroso y miré a su frío hermano quién me susurró "Mátalo". Salma también tenía ganas de que lo hiciera; así que no dudé.
Le disparé cuatro veces; una en la cabeza y tres en el pecho; su cuerpo cayó al primer balazo. La cara de satisfacción de su hermano era aterradora; Salma hizo que recordara mi primera vez en un asesinato; pero éste era mi primera víctima oficial y estaba encantada con eso.
-Estás más loco que nosotras juntas
-dije entre risas contemplando el cadáver.
-Ay, pobre Aiden -dijo él después de un suspiro negando con la cabeza.
-Espera, si él es Aiden...¿Entonces quién carajos eres tú? -preguntó Salma.
-Chicas, chicas; recuerden que la curiosidad mató al gato. Por cierto; ¿cómo te llamas tú?
-Lea -Salma sonrió al escuchar mi nombre por primera vez.
-Gracias por el favor, las pistolas no son lo mío; se me dan mejor los cuchillos.
Lamdon
-Luego de eso, aumentaron tus episodios. ¿Alguna idea de por qué?
-Creo que ya sabes la respuesta.
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