Capítulo -17- Encuentro fortuito
La maldad del hombre sobrepasa todo límite. No hay razón por la cual alguien se convierta en un monstruo, todos nacimos bestias; pero no todos tenemos la suerte de controlar nuestro instinto primitivo, algunos preferimos quitarnos el disfraz de humano frágil y sensible y simplemente cedemos a nuestra verdadera naturaleza: monstruos crueles deseosos de matar a cualquier disfrazado que se interponga en nuestro camino, monstruos capaces de convertir tu pequeño paraíso en un infierno por un capricho.
Somos esa especie que no se enamora; aunque también lo hacemos, de la forma más real y más intensa. Y si por un capricho hacemos arder el mundo... ¿Qué seríamos capaces de hacer por el amor de nuestra vida?
Luna Stuart
Hacía demasiado frío, el horrible y constante ruido de las goteras perturbaba el silencio, era desesperante; pero no tenía más remedio que estar allí. El polvo, las telas de araña, el hedor a moho proveniente del techo, las paredes de madera y la abstinencia por las pastillas revolvían mi estómago y me obligaban a vomitar varias veces al día.
Los muebles antiguos que crujían, la cama húmeda y fría, la comida enlatada, no tener una bebida caliente y mucho menos compañía; hacían que aquel lugar fuese una verdadera experiencia de terror.
Contaba los días anciosa, sabía que él llegaría en cualquier momento luego de un mes; pero la espera se hacía más y más larga, mi mente solo me hacía creer que estaba muerto o tal vez en prisión.
Mi desesperación iba en aumento, caminaba en círculos en aquella cabaña de mala muerte, tronaba mis dedos y jugaba con mi cabello, solo pensaba en que él tenía que volver si no, estaba jodida; y en efecto, lo estaba, nunca regresó por mí.
Otra vez Lamdon me había usado para desquiciar a nuestra madre más de lo que estaba.
Recuerdo ese día como quitó mis ataduras, manchando mis tobillos y muñecas de sangre.
«Volvió a matar, lo hizo otra vez».
Recuerdo su sonrisa torcida, siempre era la misma sonrisa cuando estaba tramando algo o cuando sus planes marchaban jodidamente bien; eso me asustaba. Era como si reviviese el momento en que nuestro padre cayó en su trampa, no puedo si quiera describir como sucedió todo, solo se que la trampa no era sólo para él, también era para mí.
Esa noche mi madre aún no llegaba del hospital, Lamdon y yo mirábamos un documental de asesinos seriales, era su favorito; de pequeños jugábamos a los detectives y por una extraña razón él siempre quería que yo fuera la víctima, mientras el hacía los papeles de asesino y detective.
Mi padre llegó a casa, como de costumbre lo recibí emocionada y le di un beso en la mejilla, mi hermano cómo siempre lo ignoró y siguió viendo la tele.
-Como te fue en el trabajo papá -pregunté ansiosa mirando su carpeta en espera de un chocolate como de costumbre.
-Hoy fue un día un poco estresante hija. Lo siento, olvidé tú chocolate. No te enojes, ¿Si? -puso su mano en mi cabeza y desordenó mi cabello en muestra de cariño.
-¿Olvidaste su chocolate? -dijo Lamdon en tono burlón sin quitar la vista de su programa -. Luna parece que nuestro padre está padeciendo de Alzheimer -soltó una risa por lo bajo y se puso de pie luego de apagar la tele.
-No estaría mal sufrir la enfermedad si puedo olvidar lo insoportable que es tener un hijo como tú -dijo tirándose de golpe en el sillón con un suspiro de cansancio luego de lanzar su carpeta a un lado -. Al menos llegaste al mundo con algo bueno -. Me miró con una sonrisa de boca cerrada.
-Si claro, lo que tú digas -dijo mi hermano mientras caminaba a las escaleras que daban a las habitaciones -. Hija favorita, te espero en mi habitación, tengo algo que decirte.
Los miré a ambos y rodeé los ojos, ya estaba acostumbrada a ese tipo de conversaciones. Lamdon y mi padre se distanciaron cuando mi hermano entró en la etapa de la adolescencia; según mi padre solo sería una temporada de rebeldía que acabaría pronto; pero la verdadera razón estaba a punto de conocerla.
Subí las escaleras detrás de mí hermano curiosa por su extraña petición de hablar conmigo. Nuestra relación se había resumido a hacernos compañía en silencio y a que él me calmara cuando me daban mis ataques de ira.
Tomé el pomo de la puerta y la abrí cautelosa, hacía un tiempo que no entraba en su habitación.
-Entra y ven aquí - me señaló un costado de la cama donde él estaba recostado.
Obedecí y le hice ver lo ansiosa que estaba por el movimiento constante de mis piernas.
-Luna conocí a una chica, creo que me gusta demasiado.
«¿Mi hermano hablando de chicas conmigo? Que raro».
-Oh, y quién es la afortunada -dije haciendo comillas con los dedos en afortunada.
-Quieres saber demasiado -sonrió.
-Bueno dijiste que querías hablar conmigo - torcí los ojos y le hice una mueca.
-Realmente necesito tu ayuda, quiero comprarle un brazalete y necesito una opinión femenina. ¿Me puedes acompañar a elegir uno? -se puso de pie y tomó una chaqueta.
-¿Qué, ahora? Pero si es tardísimo.
-Es que un amigo está vendiendo unas joyas de su abuela muerta, o eso entendí y le dije que me las mostrara antes de venderlas al joyero -dijo terminando de ponerse su chaqueta.
« ¿Chica, joyas,amigo? Esto cada vez me parece más increíble».
-Joyas de una muerta -hice otra mueca -. Que romántico. Está bien, iré. Espero que no sea muy lejos. Le pediré el auto a papá, se que tú serías incapaz.
-¿Auto? ¿Para qué? Solo hay que atravesar el bosque es ahí mismo.
-No juegues Lamdon, sabes que me aterra ese bosque.
-Si claro pero para escaparte con tus amiguitas no te da miedo -tomó una mochila y abrió la puerta negando con la cabeza -. Te espero abajo, tienes cinco minutos.
El sabía que no sería capaz de negarme luego de darme su confianza. Fui a mi habitación y tomé un abrigo, la noche estaba muy fría, había pronóstico de que nevara en unas horas.
Caminé junto a él hasta adentrarnos al bosque.
-¡Mierda! ¿A quien se le ocurre salir con este frío? -protesté lanzándole una mirada de desaprobación. ¿Y por qué no querías que papá nos viera salir?
-Si ya estás aquí no te quejes -me ofreció la linterna para que la sujetara y sacó un termo de la mochila -. Toma, es chocolate caliente. Sabía que te ibas a quejar del frío.
-Odio admitir que me conoces mejor que nadie -le di un sorbo al chocolate y le entregué la linterna.
Recuerdo que a penas logré dar unos pocos pasos antes de sentirme mareada, mis ojos pesaban y luchaban por cerrarse. El termo se resbaló de mis manos y cayó al suelo sin remedio.
« ¿Que me pasa por qué no tengo fuerzas? ¿Que tenía el chocolate?»
Agarré el brazo de Lamdon en un intento fallido por sujetarme. Estaba a punto de caer cuando él me sostuvo en sus brazos.
Me sentí protegida; pero logré ver antes de que mis pesados ojos por fin se cerraran, como se dibujaba en el rostro de mi hermano una macabra sonrisa.
«¿Por qué sonríe? ¿Me hará daño?».
«No, él no sería capaz».
«¿Por qué estoy tan segura de eso? Esa sonrisa... Él me hizo esto ».
No se cuanto tiempo estuve inconsciente, solo se que abrí los ojos y a mi costado vi a mi amado padre sin vida, había sido apuñalado una infinidad de veces en el pecho, sus ojos aún abiertos solo reflejaban dolor. Escuché la voz de mi madre entrecortada por el llanto.
-¿Por qué, por qué tuvo que pasar algo así por Dios? -repetía mi madre una y otra vez observando el cuerpo inmóvil de mi padre.
-Tal vez, solo... si tal vez atendieras más a tu hija, ella nunca lo hubiera hecho -dijo Lamdon en voz baja con una especie de rabia contenida.
Intenté levantarme, estaba demasiado mareada, ahí fue cuando noté que tenía algo en mi mano derecha.
La sorpresa de lo que vi, hizo que el mareo desapareciera al instante, me senté, me arrastré hacia atrás rozando el cuerpo de mi papá y solté asustada el cuchillo de cocina lleno de sangre que hacia juego con mi ropa que se había tornado roja por la misma.
«No, yo no... es imposible».
Miré asustada a Lamdon y a mi madre, ellos retrocedieron como si hubiesen visto despertar el peor de los monstruos.
Lamdon se apresuró a tomar el cuchillo como si intentase evitar que lo tomara de nuevo.
Mi madre rompió en llanto otra vez.
-Luna... ¿Que has hecho? -dijo ella sosteniendo su pecho como si tratara de evitar que su corazón se saliera.
-Yo no... nooo. Mamá, tienes que creerme, no hice nada -dije mirando a mi padre con un nudo en la garganta.
Analicé la escena y era imposible que me creyera. Yo estaba empapada de sangre, sentí mi rostro y mi cabello húmedo.
« Es nieve, solo es nieve».
Pensaba en un intento de autoconsuelo; pero no, todo en mi era sangre.
Miré a mi hermano en busca de ayuda, mis ojos suplicaban que me creyera y fue cuando até todos los cabos.
«Aquella sonrisa».
«Esa ropa, no es la misma que llevaba antes».
«¿Por qué? ¿Acaso fue él? Si... fue él».
-Mamá, no fui yo, fue... fue...
Lamdon me miró fijamente, amenazante y se colocó detrás de mi madre lo justo para que ella no lo viera al pasar el cuchillo ensangrentado que aún sostenía cerca de su garganta en señal de que la mataría.
Entendí su amenaza a la perfección.
-Luna, oh, Luna -repetía mi madre con la mirada llena de lágrimas, miedo y decepción.
-Mamá no fui yo, fue mi otra personalidad, dije mirando a Lamdon fijamente.
Ahí empezó toda mi desgracia. Mi madre me puso un sedante, no pude ver que hicieron con el cuerpo de mi padre, se que lo enterraron en alguna parte. Desperté en lo que se convirtió en mi hogar tanto tiempo, aquel laboratorio infernal.
Para mantener mi farsa actuaba de forma violenta de vez en cuando, incluso tomé un vaso y lo rompí para amenazar a mi madre con un pedazo de vidrio, por eso terminó por dejarme atada a la cama.
Mi hermano estaba más que satisfecho por mí actuación y me lo dejaba saber cada que tenía oportunidad.
Lo que más me duele es que mi madre nunca sabrá que el verdadero monstruo es él y que si actúe como loca fue por ella. No lo sabrá porque sé que ella será la siguiente. Y el no lo hará, usará una de sus marionetas.
Cuando Lamdon me soltó me dijo que viniera aquí y lo esperara, que vendría a buscarme; y lo esperé, porque lo quería pese a todas las cosas, es mi hermano. O quizás me metí tanto en el personaje que terminé por creer que era un monstruo también y por eso no lograba odiarlo.
Pero una cosa si es cierta, no voy a perdonar el asesinato de mi padre y tampoco que se halla olvidado de mí todos estos años. Me voy a vengar y haré que me recuerde.
-Pasa Zack, te he estado esperando.
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