Capítulo -16- Venganza
Gretel More
Ése día recibí la noticia más impactante de toda mi vida. Acababa de llegar a casa luego de encontrarme con un asesino y un chico jodidamente sexy; me conocían perfectamente y no tenía idea de cómo. Las preguntas taladraban mi cabeza; pero eso no sería suficiente para hacer que mi cerebro explotase, aún faltaba que mi madre lanzara su bomba.
-¿Qué? -me quedé mirándola fijamente en estado de shock, no podía creer lo que estaba escuchando -. ¿Me estás diciendo que soy adoptada?
-Gretel, hija...
-¡No me llames así! -le grité alterada y me puse de pie sujetando mi cabeza con fuerza.
-Perdóname -me dijo entre sollozos -. Yo... tenía que habertelo dicho antes; pero eras tan pequeña hija -se puso de pie, intentó tocarme indecisa y me aparté -. Gretel, ¡escúchame! Debes entender que tampoco ha sido fácil para mí no decírtelo; pero tarde o temprano sucedería. Tu verdadera madre murió -dijo en voz baja, arrepentida de haberlo dicho.
-¡Genial! Adoptada y huérfana. ¿Qué más? ¿Abandonada? Claro, como no, si tuvieron que adoptarme -empecé a caminar de un lado a otro.
-Tu madre no te abandonó, estaba enferma y no podía hacerse cargo de tí. Me imploró que te cuidará como si fueras mía y que te protegiera de él -su llanto se tornó decesperado -. Te vi tan pequeña, tan linda, indefensa; yo solo quería mantenerte a salvo -su voz se quebró y calló de rodillas a mis pies sin contener sus lágrimas.
-¿Quién era ella? ¿De quién me quería proteger? -dije ente dientes, endurecida por la rabia -¿Acaso él se llama Lamdon?
-¿Cómo sabes de él? -preguntó nerviosa y se puso de pie temblorosa, con los ojos abiertos como platos -.¡Responde Gretel!
-No lo sé, solo... apareció delante de mí y... no se por qué -mis manos comenzaron a temblar y mi respiración se agitó -. Yo solo quiero respuestas.
Por un momento perdí mi sentido de audición, solo un pitido decesperante invadía mis tímpanos. Caí al suelo desmayada, no pude aguantar tanta presión.
Desperté en mi habitación, intenté sentarme en la cama pero mi cabeza dio muchas vueltas y terminé acostada otra vez sin fuerzas. Mi madre estaba sentada junto a mí; aún seguía llorando.
-¿Te sientes mejor? -preguntó acariciando mi cabello.
-Estoy bien, puedes irte -le di la espalda.
-Gretel, si sabes algo de Lamdon tienes que decirme -puso su mano en mi hombro y lo apretó con fuerza -. Él es el motivo por el cual estás conmigo, no sabes lo peligroso que es. No puede llegar a ti de ninguna manera. Por eso nos tenemos que ir de aquí.
-¿Irnos? -me giré de forma rápida sorprendida -. Hemos vivido aquí toda la vida. ¿Por qué tendríamos que irnos? ¿Por qué le tienes tanto miedo?
El silencio se apoderó de la habitación, cerró los ojos y apretó sus labios esforzándose para no decirme nada.
-Te prometo que te contaré todo; pero ahora no es el momento -se puso de pie y caminó hacia la puerta -. Ahora descansa, lo necesitas.
Todo se volvía cada vez más confuso, mi anciedad no dejaba de asfixiarme, sentía que estaba a punto de explotar; otra crisis depresiva se asomaba, solo que ésta vez no lograría consumirme como otras tantas.
Tomé una ducha y luego me acosté. Cerré los ojos en un intento de conciliar el sueño pensando en todo lo que me estaba pasando; pero la vibración de mi teléfono en la mesa de noche me estaba volviendo loca. Estiré mi mano sin ganas y la dejé caer sobre el móvil, miré la pantalla y un número desconocido estaba llamando. Una mezcla de sorpresa y miedo me invadió, mi número solo lo tenía mi madre y mi psiquiatra.
«¿Debería contestar?»
Mi indecisión acabó por hacerme perder la llamada.
«¿Quién podría ser?»
Volvió a llamar, ésta vez no dudé y contesté.
-¿Hola? ¿Quién es?
-Muy mal Gretel, no deberías contestar llamadas de números desconocidos -sonrió.
-¿Eres tú? ¿Axel?
-Parece que te gustó mi voz, la recordaste muy bien. Lo sé soy inolvidable.
-¿Cómo conseguiste mi número?
-pregunté nerviosa.
-A veces ir a terapia tiene beneficios. Llamé para hacerte una pregunta.
-Soy yo quién debería hacer muchas preguntas, ¿no crees?
-¿Sabes que creo? Que eres demasiado lista, puedes intentar engañarme por teléfono; es mejor si te hago la pregunta en persona.
-No pienso volver a verte, así que nunca lo sabrás.
-¿Estás segura? ¿Y si negociamos? Tu me respondes mi pregunta y yo respondo una tuya.
-Es tentador, pero no me interesa. Adiós.
-¡Espera! Saldrás de una duda si solo abres tu ventana.
Mi corazón se detuvo un instante, miré hacia la ventana, me levanté lentamente, caminé hasta ella, corrí las cortinas despacio, miré a la calle a través del cristal y no había nadie; suspiré aliviada.
-¿Hola? ¿Estás ahí?
-Sí, aquí estoy, pensé que estabas afuera. ¿Por qué me dijiste que saldría de una duda si abría la ventana?
-¿Ves? ya estás segura de que no estoy ahí
-sonrió de forma malvada.
-No estoy para tus juegos. Acaba de hacer tu pregunta para que pueda irme a dormir.
-Está bien, abre la ventana.
-¿Es en serio?
Dos toques en el cristal me asustaron e hicieron que mi teléfono se cayera, él de veras estaba ahí. Estaba observandome fijamente con aquella mirada intensa que hacía que mis piernas se aflojaran, su sonrisa torcida estaba llena de satisfacción, tenía la camisa abierta dejando a la vista su marcado pecho, era demasiado sexy. Leía sus labios que me decían una y otra vez: "Abre"; y yo no sabía que hacer.
Nerviosa tomé el teléfono otra vez.
-¿Qué haces aquí? ¡Vete! -dije con la voz entrecortada mirándolo fijamente.
-Necesito que me dejes entrar, prometo que no te haré daño. Palabra de honor de un asesino -dijo poniendo la palma de su mano en el cristal.
-¿Estas loco? ¿Piensas que soy estúpida o qué?
-Realmente... lo creo; pero solo quiero hablar contigo y no puedo esperar a mañana -se mordió el labio inferior y volví a sentir mi piel erizarse como la primera vez que lo vi.
Mi cordura me abandonó por un instante, caminé despacio a la ventana y la abrí. Entró la brisa y me dejó sentir su aroma, olía demasiado bien. Colgó su teléfono y entró a mi habitación sin decir una palabra; yo me quedé parada en el mismo sitio replanteandome mi decisión.
-¿Por qué me importas? -preguntó tirándose a mi cama como si lo hubiera hecho otras veces.
-¿Qué? -me giré y caminé hacia él.
-Esa es mi pregunta, ¡responde!
-¿Cómo podría importarte si a penas me acabas de conocer?
-¿Eso crees? Llevo un año detrás de tí, te sigo a todas partes, leo tus cartas depresivas, incluso maté por tí. Eso significa que me importas, solo que no entiendo el por qué.
-Espera, ¿estás diciendo que mataste a alguien por mí y que me sigues hace un año? ¿Por que?
-Al principio, solo seguí una orden, solo tenía que vigilarte un día; pero me obsecioné contigo y terminaba buscándote siempre -se sentó en la cama, apoyó sus codos en las piernas y agachó su cabeza sobre sus manos -. Solo, necesito dejar de pensar en tí -dijo entre dientes y me miró fijamente.
-No estoy entendiendo nada
-suspiré y me senté junto a él.
-Yo tampoco. Se supone que soy un psicópata -empezó a reírse -. No debería de sentir nada -su expresión cambió, parecía triste y confuso.
-No podré darte una respuesta, así que tienes que irte -me puse de pie, pero tomó mi mano con fuerza y me llevó hacia él haciéndome caer sobre sus piernas.
Mi corazón comenzó a latir de prisa, colocó una mano en mi cintura y la otra paseó por mi espalda hasta agarrar mi nuca con fuerza, provocando que todo mi cuerpo se estremeciera. Su rostro estaba muy cerca del mío, su respiración y su aliento impulsaron a que mis labios se saborearan por el deseo de probar los suyos.
-Desearía poder hacer contigo lo que quisiera -me susurró al oído con esa voz que me volvía loca -. Lástima que no seas de esas chicas que les gusta el cliché de acostarse con un chico malo la primera noche.
Tragué en seco al sentir como su entrepierna se abultaba. Un suave beso en el cuello me hizo perder la poca cordura que me quedaba, dejé escapar un corto jadeo que lo impulsó a besarme.
En ese momento olvidé todo, nos besamos con tanta pasión y locura, como si no hubiese un mañana. Me dejó caer en la cama y aprisionó mis manos contra el suave colchón sin dejar de besarme. Sentir su erección me provocaba unas ganas inexplicables de que mi virginidad desapareciera.
-¿Quieres que me detenga? -dijo con la respiración agitada.
-No -contesté sin dudarlo.
Nuestros labios no querían soltarse. Comenzó a recorrer mi cuerpo hasta llegar a la parte más húmeda, yo no paraba de jadear. Comenzó a mover sus dedos suavemente sobre mi ropa interior, sintiendo lo mojada que estaba, eso lo volvió más loco. Introdujo sus dedos en mi boca y los chupé con gusto, volvió a mi zona baja y ésta vez introdujo su dedo medio con delicadeza, me besaba mientras jugaba con su dedo hasta que hizo que me corriera.
-Es injusto que quiera ser bueno contigo -dijo poniéndose de pie, con el ceño fruncido, apretando sus labios y sosteniendo su paquete como si tuviera un dolor.
-No lo puedo creer. ¿En qué estaba pensando?
-Solo no pienses demasiado. Disfrutaste, así que eso no puede ser malo, todo lo contrario.
-¡Cállate!
-Acuéstate y relájate, me iré cuando te duermas.
-Vete ahora, sí no, no podré dormir.
-Debes acostumbrarte a que las órdenes las doy yo -dijo acercándose a mí otra vez con una mirada intimidante y una ceja levantada.
Me acomodé en la cama, con una tranquilidad y una confianza que jamás había tenido. Él estaba de pie junto a la ventana, sonriendo mientras me miraba. Mis ojos comenzaron a luchar por cerrarse hasta que me quedé dormida, con la certeza de que él seguía ahí, cuidándome.
La luz de la mañana llenó mi rostro e hizo que me despertara, era tarde y lo que sucedió aquella noche parecía un sueño.
Miré hacia la ventana y sonreí, mi primera experiencia con un chico había estado de lujo aunque no hubiese llegado tan lejos.
Salí de mi habitación fui hasta la cocina, mi madre no estaba allí, era tarde así que fui a su habitación a despertarla.
Abrí la puerta y la vi tendida en la cama, sus sábanas blancas se habían tornado rojas. Un grito intentó salir de mi garganta, pero me faltó el aire para sacarlo. Corrí hasta ella decesperada, agarré sus hombros y la sacudí bruscamente esperando que reaccionara sin ningún éxito. Estaba muerta, la habían apuñalado directamente en el corazón mientras dormía. Intentaba llorar pero el nudo horrible en mi garganta me lo impedía, era demasiado dolor con el cual no sabía lidiar.
Sobre su mesa de noche había un cuchillo lleno de sangre y debajo una nota.
Tuve que hacerlo, sabía demasiadas cosas que tú no debes saber, aún. A demás, era la única forma que tenía para lograr que me odies, no soy bueno para tí y jamás lo seré. Si quieres venganza, búscame en el bosque, la dirección está en un mensaje en tu móvil.
Con "amor":
AxelDavis
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