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Capítulo -15- Escape

Zack Jones

Era imposible que el experimento de Lamdon funcionara conmigo. El suero de la verdad que nos puso para conseguir nuestras confesiones sí era efectivo pero el otro no; y eso él no podía soportarlo.

Todos estábamos conectados entre sí, dentro y fuera del hospital; y de otra forma que sólo yo sabía.

Salimos de prisión gracias él. Estudió nuestros casos y justificó nuestras acciones demostrando que no estábamos sanos mentalmente y que nuestro lugar era un hospital psiquiátrico; era lo mismo que hacía su madre.

Al principio todo marchaba normal, estábamos en la planta de máxima seguridad con los pacientes peligrosos; hasta que un mes después, desperté fuera de lugar. Recuerdo que se abrió la puerta de mi habitación, intenté levantarme de la cama pero Lamdon se apresuró y me inyectó algo en el cuello que me dejó inconsciente en menos de un minuto.

Desperté en una sala aterradora, miré a mi derecha y habían al rededor de cinco personas atadas a la cama inconscientes. Las luces incandescentes provocaban que mis ojos doliesen, un goteo constante que caía en un charco en el suelo perturbaba el silencio y me volvía loco, haciéndome recordar cada escena sangrienta que fabriqué con mis propias manos.


La más dolorosa fue cuando maté a mis padres y ni si quiera sabía que lo había hecho. Obligué a mi madre a escribirme una nota de despedida, culpándose de el desastre que yo había cometido con mi padre y con Patty; luego la ahogué con su almohada, manchando su cuerpo con toda la sangre que tenía encima. Lo vi en las cámaras de seguridad de su habitación; así descubrí que tenía dos personalidades, descubrí el castigo de no saber nunca quién eres realmente.

Seguía torturandome en mi mente, sin entender lo que estaba sucediendo cuando un estruendo de una puerta metálica abriéndose me hizo reaccionar.

-¿Qué mierda es ésto Lamdon? ¿Por qué me tienes aquí?

-¿Por qué estás despierto? -dijo luego de caminar hacia mí apresurado y se aseguró de que estuviera recibiendo el suero.

-No lo sé, solo quiero saber por qué estoy aquí.

-Esto no está funcionando contigo. ¿Por qué no funciona? ¡Ah! -gritó como loco y comenzó a dar vueltas en el lugar con las manos en la cabeza sin saber qué hacer.

-¿Estás experimentando con nosotros? -pregunté sin necesidad, era obvio lo que estaba haciendo.

-Deberías callarte y dejarme pensar en una solución -dijo entre dientes con una mirada escalofriante, me recordaba a la bestia en la que me convertía.

Miré detenidamente a mi derecha y no había notado que Theo estaba allí, inconsciente; supe que era él por el tatuaje que tenía en su mano izquierda, una "Z" en mi honor.

-¿Por qué tienes a Theo Baker aquí? Nunca lo vi, pensé que estaba en la cárcel -comencé a mover mis muñecas y mis pies bruscamente en un intento inútil de liberarme.

-¿Estás preocupado por Theo?
-sonrió de forma maliciosa -. A Theo ya no le preocupas Zack. ¿Sabías que él es mi paciente "0"? Él es la razón por la cual ustedes están aquí.

-¿Qué hiciste con él? ¡Suéltalo! -seguía sacudiendo mi cuerpo decesperado.

-Nada que no halla hecho con los demás, no te preocupes -dijo preparando una jeringa sin dejar de sonreír con aquel rostro malévolo lleno de satisfacción.

-Lamdon... te juro que si le has hecho daño a Theo voy a acabar con tu maldita vida -un brote de rabia descontrolada invadió mi pecho -. Solo espero qué no hallas metido a Axel en ésto.

-Zack, Zack -soltó una carcajada que aumentó mi rabia y caminó hacia mí con la jeringa en la mano -. ¿Sabes que día es hoy? Al menos, ¿sabes que año es? ¿Qué es lo último que recuerdas de Axel y de Theo?

Mi mente se convirtió en un remolino, no lograba recordar nada claramente; solo sus nombres y que eran importantes para mí. Recordaba el día que Axel me encontró tirado de rodillas en el bosque después de haber matado a tanta gente; me llevo a un lugar seguro, se dio cuenta de mi doble personalidad y lo aceptó. Él me acompañaba a todas partes, cuando dejaba de ser una bestia y no recordaba nada, me contaba las atrocidades que hacíamos juntos por justicia.

Pasé cuatro meses junto a él con mi personalidad malvada, así descubrimos a Theo; uno más para hacer más fácil nuestro trabajo de ángeles de la muerte. Su habilidad para jaquear cualquier sistema nos daba acceso a los archivos de la policía y lográbamos conseguir toda la información necesaria para dar con todos los marcados por la clave de sol de sangre.

Todo eso lo recordaba perfectamente, pero no me quedaba claro cuánto tiempo había pasado, pensaba que había transcurrido un mes.

-No estoy seguro. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-¿Al menos recuerdas que mataste a Eilen?

-¿Quien es Eilen? -mi cabeza comenzó a doler por la confusión.

-Zack, al final no logro inducirte; pero las inyecciones sí que funcionan -dijo luego de una sonrisa torcida y me inyectó en el cuello aquel líquido que quemaba todo mi cuerpo, haciendo que gritara del dolor insoportable.

Desperté otra vez sin recordar nada prácticamente, todo sucedía como en un bucle, miré a Theo, el tatuaje, intenté desatarme sin saber que hacía allí, escuché la puerta y está vez era Axel.

Corrió hacia mí y sin decir una palabra desató los cinturones de cuero.

-Escucha Zack, se que no entiendes nada ahora pero tienes que irte. ¿Recuerdas el lugar donde nos escondiamos en en bosque?

-Sí, lo recuerdo.

-Ve hasta allí y espérame el tiempo que sea necesario. ¡No puedes salir de allí hasta que yo no aparezca! ¿Queda claro?

-Axel, tienes que ayudar a Theo también.

-Perdimos a Theo, luego te explico todo con detalles; ahora tienes que meterte ahí -señaló un pequeño conducto de ventilación en la parte superior de la pared -. Solo tienes que arrastrarte unos pocos metros para llegar a la salida, dejé un auto ahí para tí.

-¿Que tienes que ver con Lamdon Axel? ¿Qué hizo con nosotros?

-Sólo puedo decirte que está en mis manos. Te lo explicaré todo después, ahora vete.

Me bajé con debilidad de la cama mientras Axel colocaba una camilla y una silla sobre ella para que subiera hasta el conducto.

-Zack, tómate estás pastillas, no podemos arriesgarnos a que salga tu otra personalidad ahora -me ofreció un frasco con antipsicóticos -. Ésto no lo va a evitar pero hay menor posibilidad de que suceda.

Trepé con su ayuda, y me metí con dificultad en el estrecho agujero, por suerte había perdido masa muscular y logré entrar.

-Una mujer te estará esperando, tienes que confiar en ella.

Comencé a gatear decesperado, sentía que me estaba asfixiando. Las dudas y las preguntas hacían reventar mi cabeza.

Los diez minutos que tardé en salir de allí fueron los más largos, me quedé trabado y me hice una herida en cada hombro cuando finalmente salí.

Tomé el auto y me dirigí hacia aquella cabaña, entré y allí estaba ella; la mujer más hermosa que había visto y la que se convertiría en el mayor de mis problemas.

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