• Verdad •
El viento choca con mi descubierto rostro, dándole así un pequeño ardor a mis mejillas y nariz. Estornudo por la picazón que aquella sensación me deja y sigo mi camino fuera de la casa.
El otoño le pisa los talones a California, los árboles comienzan a tornarse de un color marrón y anaranjado, dándole una vista pintoresca a la ciudad. El viento choca de nuevo con mi cuerpo, doy una calada de aire y este me llena los pulmones y le da cierta calma a todo mi tenso cuerpo.
«Calma. Eso es lo que necesito».
Suspiro cansado. No estoy vestido de una manera muy apropiado para el frío mañanero. Deambulo por la calle, me tomo mi tiempo para observar las casas de los vecinos. Algunas pequeñas, otras grandes, algunas con juguetes de niños en el césped y otras sin ellos. Intento despejar los miles de pensamientos que invaden mi mente. Aunque no ayudaba mucho tener la preocupación que sentía en mi estómago, era fácil de entender aquel sentimiento.
Jackson se había pasado de la raya. Una raya que yo dibujé hace años cuando sus demonios apenas iban despertando, solo para protegerlo a él.
Ese maldito idiota actuó por su cuenta y se ganó un llamado a declarar ante la policía. Sus huellas fueron encontradas en el rostro de Caín, al igual que las grabaciones de la escuela cuando él lo había golpeado. Ese idiota dejó muchos hoyos llenos de posibles evidencias, los cuales casi lo llevan a su destrucción.
En una situación normal, yo era quien se encargaba de rellenar aquellos pozos para que él no se hundiera en ellos; pero esta vez Jackson no me involucró en la jugada. Me dejó solo, sin entender sus motivos, sin poder ayudarlo. "Ayudarlo" ese era mi único propósito, aunque esta ayuda no era muy ortodoxa que digamos.
Tenía suerte de que la justicia de aquí era mucho más mierda que en Misisipi. Y también estaba claro que el dinero lo solucionaba todo, ya que el supervisor del caso aceptó dejar las evidencias como "inconclusas" por tan solo una pequeña cifra de dinero.
La justicia y la política no sirven si es el dinero quien controla el mundo, ¿verdad? Aún así mi enojo no solo venía por Jackson y por su estúpida decisión de matar al ex de Isabella Jones. No, mi enojo también se expandía al hijo de puta que comenzó con todo esto. Estas extrañas acciones de Jackson me hizo recordar al verdadero responsable de todo este caos. El maldito padre Roger. Tan solo pensar en aquel nombre hace que mi estómago y cabeza se tuerzan en un remolino caótico. Me gustaría volver el tiempo atrás, cuando aún estábamos bajo su extraño cuidado, para poder volver y darle el mismo sufrimiento, dolor y agonía que él nos hizo pasar por tantos años.
Un rayo de luz se escapa de la nube que ocultaba el sol y provoca una calidez en mi rostro, a la vez que sigo imaginando las mil maneras de torturar al padre Roger.
—¿Un paseo mañanero? —Su voz me baja de la nube de pensamientos. De inmediato pongo toda mi atención en aquella dulce y tentadora melodía.
—Me gustan los mañaneros, ¿a ti no? —Le sonrío por encima de mi hombro y veo con claridad el asco en sus bellos ojos bicolor.
—Me repugnas... —Rueda sus ojos y pasa por mi lado, los míos se clavan en su excelente cuerpo de inmediato.
—Una nueva palabra para mi diccionario —contesto distraídamente, siguiendo los movimientos de su cadera.
—Cierto. Tu cerebro de mono no tiene un vocabulario tan avanzado... —Ahora es ella quien me observa por encima de su hombro, sin sonreír, sin demostrar nada en su rostro y ojos.
—¿Sales a caminar por este vecindario desierto? —Paso por su lado y camino a la par de ella sintiendo el roce de su fino abrigo—. ¿Acaso tus padres no te enseñaron a no caminar sola por lugares vacíos? Los demonios no tienen hora de salida...
Elisabeth frena sus pasos y queda algunos detrás de mí, por lo que volteo hacia ella y el vacío de sus ojos se hace aún más grande.
—Mi padre abriría personalmente la puerta y me entregaría a los demonios... —Su indiferencia desaparece, y ahora noto un claro rencor en las facciones de su bello rostro.
—¿Problemas familiares, Beth?
Ella lame su labio inferior. Mis ojos siguen esa erótica acción, y no puedo evitar pensar qué tan fuerte sería el golpe de Elisabeth si la llego a besar aquí.
—Si haces lo que creo que estás pensando, te volveré a golpear en tus huevos y te dejaré estéril. —Sus ojos se achinan en señal de advertencia.
Río ante su respuesta que estoy seguro de que cumpliría sin chistar. Seguimos caminando en un completo silencio; no es incómodo, pero tampoco lo contrario.
—¿Cómo se encuentra Jackson? —No logro procesar aquella pregunta con rapidez.
—¿Qué?... —Detengo mis pasos y ella hace lo mismo, pestañeo varias veces antes de reaccionar—. ¿Por qué preguntas por él? —No oculto la molestia en mi pregunta.
—Los celos son malos, Austin. —Intenta sonar cómica, pero ella aún aguarda por la respuesta.
—¿Por qué preguntas? —repito, esta vez más serio.
Ella no dice nada. Su mirada es un abismo negro que me arrastra cada vez más a ella. Sus extraños ojos doble color me miran con auténtica intriga y cierto enojo, que ya me estoy acostumbrando a ver en ellos.
—¿No te parece curioso que, al mismo tiempo que Caín saliera de la escuela en su auto, Jackson se fuera detrás de él? Como si lo estuviera persiguiendo... Además, ¿el auto de Jackson no tiene una abolladura en su parte trasera...?
—¿Acaso estás insinuando que mi hermano chocó con el auto de Caín? —le interrumpo, ya muy enojado por su extraño interés en el caso.
—¿Quién dijo que el auto de Caín chocó? Que nosotros sepamos, la policía aún no ha encontrado su vehículo... —Todo se detiene al oírla hablar. Una pequeña sonrisa aparece en sus pálidos labios, al igual que cierta victoria en sus ojos.
«Esta perra es demasiado astuta, y yo estúpido por caer en sus juegos».
—Isabella también me comentó que Jackson parecía fuera de sí. Se puede ver claramente en las cámaras de vigilancia su arranque de ira, y ese arrebato de ira casi mata a Caín. Si no es que lo mató después...
Lo último lo dice en un murmullo delicado, casi inaudible, como si fuera un secreto nuestro. De inmediato, mi cuerpo se mueve por su cuenta, de una zancada llego a ella y la tomo del brazo obligándola a acercarse más a mí. Quedó casi pegada a mi cuerpo.
—Hacer una acusación como esa es muy grave, Beth. Te sugiero que no andes diciendo esas idioteces en voz alta, o te podría ir muy mal... —aclaro muy cerca de su oído. Ella intenta zafarse de mi agarre, pero la aprisiono con más fuerza.
—¿Es eso una amenaza? —Ahora es ella quien me habla al oído, su voz susurra y manda una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
—Sí. —No titubeo al contestar—. Jackson es... él es especial. Él no es culpable de nada. —Al decir esas palabras, aprieto con más fuerza su brazo hasta que veo una mueca en su rostro.
—Eso no es lo que en verdad piensas, ¿o sí?
Suelto su brazo, ella da dos pasos para atrás y una ráfaga de viento cruza entre nosotros. Su largo cabello claro revolotea de un lado a otro mientras sus ojos no se separan de los míos.
Antes de hacer alguna otra locura, doy una media vuelta y comienzo a caminar, y me alejo de la chica que comienza a mover mi mundo de una forma muy caótica.
—Deja de huir de la verdad y afronta los hechos de una vez. —Escucho que exclama detrás de mí.
—¿Aún no me conoces, Beth? —digo lo suficientemente bajo para no ser escuchado—. Yo huyo de todo...
—¡Estoy en casa! —Quito mi chaqueta al entrar, siento cómo el clima cambia drásticamente, ya que el frío se desvanece apenas cierro la puerta y el calor es quien da la bienvenida.
—¡Austin, cariño! —La voz de mi madre provoca el freno de mis pasos, justo antes de subir las escaleras—. Tu padre está preguntando por ti, él se encuentra en su oficina...
La voz de ella se mezcla con una melodía vieja de la radio mientras tararea a su ritmo.
—Está bien...
Sigo mi camino, paso por la habitación de Jackson y, solo por curiosidad, abro lentamente su puerta. Su cuerpo se encontraba durmiendo en una extraña e incómoda posición. Frunzo mi ceño al verlo y cierro su puerta. Supongo que tendré que retrasar la charla que quería tener con él.
Doy unos pasos más. La doble puerta de la oficina acapara mi vista, la golpeo tres veces y entro.
—Padre, ¿me has llamado? —Noto cómo él me ve por encima de sus lentes. Mi padre afirma y sigue escribiendo algo, aguardo parado mientras observo la nueva decoración de su escritorio y pared.
Fotos de su otra familia predominan en la pared derecha, los rostros de aquella familia parecen perseguirme como en las películas de terror, por lo que aparto de inmediato mi vista.
Me acerco un poco más a su escritorio. Noto tres fotos conocidas. Una de Jackson y yo en Misisipi, de pequeños; otra de él con mi madre en su noche de bodas, y, por último, una foto de Julia. Esta última tiene un rosario de oro colgado en su marco, una punzada extraña impacta en mi pecho al verla.
—Esto casi se sale de nuestro control... —Su voz me obliga a bajar de mis pensamientos. Mi padre quita sus lentes mientras que se masajea los ojos con cansancio.
—¿Hablas de Jackson? —Me apresuro a defenderlo—. Sabes que él es un misterio, hay veces que no puede controlar sus...
—No solo hablo de Jackson, Austin. Ya me he acostumbrado a vivir con una bomba en mi familia... —Aprieto mis labios al escuchar cómo se refiere a Jackson—. Estoy hablando del negocio que dejamos en Misisipi. Bred ya me ha traído los informes, y la cosa no pinta nada bien...
—¿Necesitas que me encargue de ello? Puedo viajar ahora mismo.
—No. No quiero que vuelvas a ese lugar. Pero sí quiero que te encargues de que tu hermano no deje más hoyos, ¿entiendes? Tuvimos suerte de poder pagarle al oficial a cargo de su caso, pero no quiero más problemas con los policías; no pienso volver a mudarme de ciudad.
Entendía su enojo con Jackson, pero no me sentaba bien que él hable así de mi hermano. Su relación con Jackson jamás fue la mejor, y mucho no mejoró desde lo ocurrido con Julia; pero quería, rogaba que mi padre le tuviera algún tipo de afecto a mi hermano.
—Cuídate y también cuida a los demás, su voz me despabila.
—¿Qué harás con los Jones? —pregunto de inmediato con demasiada curiosidad.
—¿Pretendes encargarte de la empresa legal? ¿O es que acaso ya te has metido con una de sus hijas? —Sus ojos detonan molestia pero también cierta diversión.
—Una de ellas se está involucrando mucho en el caso de Caín. Sabe ciertas cosas que la policía no... —Todo rastro de diversión desaparece de mi padre y deja una mueca de total disgusto.
—¿Qué tanto?
—Lo suficiente para reabrir el caso.
Chasquea su lengua con disgusto.
—Vigila a esa chica, y encárgate del asunto si ves que no sale como es debido.
—Entiendo.
Luego de despedirme de él, me dirijo fuera de la oficina, camino hasta mi habitación, en donde mis ojos van directo a la ventana; y la enorme mansión Jones capta toda mi atención.
«¿Cuáles son tus verdades, Beth? ¿Qué tanto tengo que excavar en ti para saberlas?».
Nadie: ...
Absolutamente nadie: ...
Wey, ni tu perro: ...
Yo haciendo me memes para promocionar la historia:
Niegenmelo xD
¡VOTEN Y COMENTE POR ESTE MAL CHISTE! (҂⌣̀_⌣́)
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