• Sin amor •
Jackson Williams
Los nervios que transmite mi hermano me provocan una sensación de molestia. La incomodidad me invade de arriba abajo y siento que mis propios nervios se ponen de punta con tan solo ver la extraña actitud de Austin. Mi intento por saber la razón de su mal humor es totalmente en vano, ya que él se encuentra en su propio mundo, murmurando, viendo de reojo a cualquiera que se le acerque y apretando su mandíbula con fuerza como si fuese a gritar de enojo.
Ya sentados en nuestra mesa, busco su mirada para lograr llamar su atención, pero Austin solo mira fijamente al escenario y no aparta su mirada por nada.
—¡Mucho gusto, mis queridos compañeros! —La voz de Adam Jones me obliga a girar mi rostro—. Gracias a todos ustedes por haber venido a la fiesta por el contrato de asociación de la empresa Jones y la empresa Smarck de los Williams. —Todo su séquito aplaude con fervor—. Es un honor que todos ustedes estén en esta increíble noche...
Dejo de oír el falso discurso de ese hombre para prestar más atención a Austin, quien ya comienza a perder la poca paciencia que tiene.
Aprieta sus puños con fuerza y frunce notoriamente su ceño.
—Maldito imbécil, me voy, no tengo ganas de verle lamer los huevos de nuestro padre... —Se levanta de su silla y se va hacia la salida de atrás.
Intento levantarme para seguirle el paso, pero la mano de Clara toca la mía y eso me provoca girar de inmediato hacia ella.
—Es mejor que te quedes aquí, él solo está algo molesto.
—¿Sabes algo que yo no?
«Eso es imposible», me auto respondo.
—Tranquilízate y siéntate, Jack —suplica con voz cansada, pero con brillo aún en sus ojos. Obedezco como muy pocas veces hago, y me quedo atento a la puerta por donde se ha ido.
—Muchas gracias, Jones. Es todo un honor que mi empresa se asocie con la empresa de usted, ¡espero que trabajemos muy bien entre todos! —vocifera Gregory y nuevos aplausos aparecen.
—Muchas gracias, Gregory. Así será, te lo puedo asegurar —le responde Adam y se dan un rápido apretón de mano—. Ahora, un anuncio muy importante. —Todas las voces se callan para prestar atención—. ¡Quiero darle la bienvenida al nuevo vicepresidente de la empresa Jones! ¡Mi viejo colega Daniel Li, que se ha ganado este puesto trabajando tan arduamente en las empresas del exterior!
Todos gritan como si ya conocieran a ese Daniel. El cual es solo un hombre alto y con un traje negro caro, como la mayoria de lo que están sentado detras de nosotros. Este sujeto sube al escenario y les da un apretón de mano a Gregory y al señor Jones luego de decir algunas mentiras dulces mientras los presentes lo aplauden hipnotizados.
Miro a mi alrededor, todos hablan con exaltación sobre este nuevo proyecto, el nuevo vicepresidente y las grandes proezas que pronto hará junto a los Williams; tanta falsedad junta comienza a marear mis sentidos. Además de ver a gente sin importancia, también diviso el deslumbrante vestido de Isabella y cómo ella camina con seguridad hacia el frente, su mirada llena de un brillo sin igual y con una enorme sonrisa. Se lanza a los brazos de aquel sujeto, Daniel, mientras que él la recibe con afecto.
La observo detenidamente, hasta que siento los ojos del hombre que la abraza y este sonríe de lado, lo que me provoca una mueca de repulsión. La abraza con más inclinación, presionando su delgada cintura y besando su mejilla.
—Me voy. —Es lo único que suelto cuando veo a Gregory llegar a nuestra mesa.
—Está bien, ¿Dónde está tu hermano? —Se encoge de hombros al mismo tiempo que se sienta frente a mí.
—Eso me gustaría saber, se ha ido hace rato por la puerta de atrás. ¿Quieres que vaya a ver si su coche sigue aquí? —Él asiente la cabeza y salgo por aquella puerta trasera.
La abro con brusquedad y provoco que estas choquen con la pared que tienen a su costado. Siento el helado viento de la noche por todo mi cuerpo que calma el enojo que grita como bestia salvaje para que la deje salir, pero no puedo, aún no. Mis dientes se presionan entre sí mientras me acerco a una pared, listo para proporcionar un golpe que logre calmar el fuego que tengo en mi pecho, pero una voz sutil logra distraer mi acción y detenerme en seco.
—¿Han visto a Jackson? El hijo menor de la familia Williams... —La voz de Isabella se mezcla con la ventisca helada que pasa por mis oídos.
Observo la puerta abierta por completo, pero no puedo verla a ella y estaba seguro de que ella no podía verme a mí.
«¿Estoy imaginando su voz...?».
Trago en seco al pensar en ello y vuelvo a reclamar mi escasa cordura para buscar el auto de mi hermano. Doy varias respiraciones profundas para calmarme e intento olvidar su voz mientras llego al estacionamiento. Lo encuentro, reviso los asientos y lo único que logro distinguir es el horrendo saco que Clara nos obligó a poner esta noche.
Ya cansado de estar parado congelándome todos los malditos huesos, decido seguir mi camino en busca de la salida de este horrendo hotel para poder pedir un taxi. Tardo más de lo que debería, pero llego a una puerta en donde el cartel de exit me espera con letras brillantes en color rojo. Pero antes de cruzarlas, unos extraños ruidos llaman mi atención más que la salida. Camino unos cuantos pasos más hasta llegar a otra puerta, esta se encuentra cerrada, pero escucho y siento cómo se mueve de una forma no muy común para ser un objeto inanimado. Al acercarme más, escucho una inconfundible voz y me aparto tan rápido como llegan sus asquerosos jadeos a mi oído.
«Austin, maldito degenerado...», es lo único que pienso al saber dónde y con quién se encuentra haciendo esas cosas.
Camino lejos de esa inolvidable escena y llego casi corriendo a la entrada principal del hotel. Pero, nuevamente, su voz detiene mi paso apresurado.
—¡Jackson! —Miro detrás de mi hombro y ella corre hasta llegar a mí.
—¿Qué haces aquí? —le digo mientras sigo mi camino.
—Es que no encuentro a Eli, esta noche ha desaparecido mucho, me tiene algo preocupada... —La verdadera preocupación sale de ella, lo cual llama por completo mi atención.
—De seguro la está pasando de maravilla, te sugiero que no la esperes. —Suelto con ironía y molestia.
—¿A qué te refieres? —Ella me toma del brazo, me frena y me voltea hacia ella.
Río al verla tan seria.
—No es nada.
—¿Te estás burlando de mí? —Su frente se arruga y yo agrando aún más mi comisura.
—Claro que sí.
—Eres un imbécil —pronuncia con genuina molestia y se aleja de mí. Quito cualquier emoción de mi rostro y voy tras ella.
—Espera, Isabella. —La freno tomando su cintura, lo que provoca que su cuerpo choque contra el mío. Ella queda quieta por algunos segundos, con sus ojos claros muy abiertos y notando cómo sus mejillas se tiñen de un rojo perfecto.
Esto es nuevo para mí, por lo que también es incómodo, y no logro evitar sentir cómo la corbata del traje ahoga y opaca mi respiración.
—No suelo ser así con ellas... —pronuncio sin querer y hago que Isabella salga de su trance.
—¿Ellas? —responde indignada.
—No es lo que piensas... —maldigo por haber pensado en mis víctimas.
—Entonces dime la verdad.
—El que confía sus secretos a otra persona se convierte en esclavo de ella.
—Yo sé guardar un secreto. —Su voz se vuelve un leve susurro con tono de decepción.
—¿Cómo murió tu madre? —cuestiono de la nada.
—Murió de un ataque al corazón. ─Trago mis ganas de sonreír—. ¿A qué viene esa repentina pregunta?
—¿Me creerías si te dijera que fue por mera curiosidad? —Ella recuesta su frente en mi pecho y, sin saber por qué, apoyo mi mentón en su coronilla.
—No. —Corta la paz que se había creado—. No te conozco mucho, pero sé que eres de las personas que buscan algo cada vez que hacen una pregunta y ocultan todo cuando otro cuestiona...
Aquella verdad provoca que todo mi interior salte de una forma inexplicable, presiono más mi mentón en su cabeza y aprieto su cintura, haciendo que ella suelte un leve grito de sorpresa, pero de inmediato se acerca más a mí.
—¿Isabella?
—¿Podemos irnos, Jackson? —me dice en un susurro.
—¿Estás segura de esto? —cuestiono por última vez. Ella tan solo asiente, y, sin decirme más, tomo su mano y comienzo a salir por la enorme puerta de cristal.
Mientras Isa se encarga de llamar al taxi, yo aprovecho para tomar mi teléfono y mandar un mensaje a Gregory.
—Me iré a casa, pediré un taxi.
Enviado: 23:34 Fecha: 19-09-2020
Mis ojos recaen en la fecha, aquel espantoso día se acerca demasiado rápido y eso solo significa una cosa: el infierno estaba llegando a mi puerta.
—¿Vamos? —Isabella toma mi mano y me guía al taxi sin esperar respuesta.
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