• Secretos •
Incomodidad. Esta palabra resume bastante bien todo esto. Jackson camina a mi lado, pero no dice nada. Tampoco se me ocurre algo para avivar una conversación, así que prefiero guardar mis palabras y seguir el camino en silencio. Noto cómo sus ojos me miran de vez en cuando, como si quisiera saber o decir algo. Aunque aquellos ojos claros también me tiran las vibras de querer abrir mis pensamientos con una sola mirada. Gracias al cielo sus miradas extrañas se terminan, la sala de Literatura aparece ante nosotros y el agradable olor a café nos inunda por completo y toma toda la atención del pelinegro.
—¿Acaso les permiten tomar café en clases? —Jackson habla con asombro y me hace sonreír un poco— ... Adoro el café... —murmura lentamente, como si el pensamiento se le hubiese escapado de la mente.
—Sí. Este año tenemos a la profesora Perla, ella se esmera mucho en que sus alumnos la pasen de maravilla en sus clases. Piensa que el café nos ayuda a entrar en el mundo literario, llenando nuestras mentes con tranquilidad, además de ayudarnos a explorar un nuevo mundo al leer un libro... —digo las mismas palabras que nos dijo la profesora el año pasado.
—Eso es genial... —Esta vez no emite tanta emoción en su habla, pero sí veo cómo olfatea el aire al entrar en la sala—. Oye, Isabella, ¿puedo sentarme contigo? Es que no sé muy bien de qué va esta asignatura, mi otra escuela no la tenía...
Me tenso al oír su petición, el asombro también me invade al saber que en su antigua escuela no había una asignatura tan simple como Literatura. Ignoro ese hecho, tal vez era una mentira y solo quería sentarse conmigo; eso era ya muy extraño. Jamás me sentaba con nadie porque Caín no me lo permitía, y, aunque en esta clase no había ningún amigo de él, no me gusta arriesgarme a que alguien le comente que me vio con otro chico.
—Bueno, sí. Supongo que está bien... —Sonrío con nerviosismo. Mi corazón da un brinco al verlo directamente a los ojos.
Creo que nunca hemos tenido una mirada tan directa. Es ciertamente intimidante el ver sus ojos carentes de brillo y emoción. Ambos nos sentamos cerca de la puerta, noto las miradas de algunos, pero intento ignorarlas al ver a la señorita Perla entrar a la sala y comenzar la clase.
—¡Buenos días, chicos! —La alegre voz de la señorita Perla llena el lugar—. Noto una nueva cara por aquí, ¿te importaría presentarte, muchacho? —La profesora observa directamente a Jackson, esperando su respuesta.
—Un gusto para todos, mi nombre es Jackson. Espero que nos llevemos bien... —habla sin muchos ánimos, pero su voz sale fuerte y clara. Esto produce cierto eco en el salón.
La profesora, junto a los demás alumnos, le dan la bienvenida a Jackson. Ella le sonríe abiertamente mostrando su dentadura prominente, algo amarilla y llena de alegría.
—¿Esa mujer no deja de sonreír o qué? —cuestionó él.
—Bueno, supongo que ella es algo hippie...
—No jodas, ¿en serio? —responde irónicamente—. Creo que me di cuenta cuando la vi entrar con un vestido cinco talles más grande que ella, unas sandalias horrendas y unos lentes verde fluorescentes. —Me dedica una sonrisa burlona, la vergüenza toma mi rostro.
Es la primera vez que lo veo sonreír. Demasiadas primeras veces para un solo día.
—Lo comentaba por si no lo sabías... —Me justifico y vuelvo mi atención a la profesora, algo apenada.
Intento relajarme al apoyarme en mi silla y me olvido por completo de los enormes moretones que tengo. Al sentir la punzada, el ardor y todo ese dolor; no puedo evitar soltar un gemido bajo por aquel espantoso sufrimiento.
—¿Qué te ocurre? —Jackson me observa con extrañeza. Mi interior se remueve y unas inesperadas lágrimas salen de mí, haciéndome sobresaltar más.
«El maquillaje. Los moretones».
Sin importar el dolor, me muevo con velocidad hasta buscar un pequeño espejo que guardaba dentro de mi bolso. Con cuidado, tomo un pañuelo y comienzo a secar las lágrimas dolorosas que han escapado de mi rostro. Me obligo a no mostrar ninguna mueca de dolor, mientras, por el espejo veo reflejado el rostro confundido de Jackson.
—No pensé que eras de esas chicas que les importara tanto el maquillaje...
—¡N-no lo soy! Es que tengo un pequeño moretón en mi mejilla y-y no quiero que nadie lo vea... —Muerdo mi lengua al terminar de decir tal estupidez. No qué me está pasando, mis nervios estaban a su máximo nivel.
—¿Moretones...? Está bien, supongo. —Lo observo por algunos segundos, parece algo perdido y murmura algo en voz baja.
—¡Muy bien, chicos! He estado pensando en hacer un pequeño trabajo con algún compañero, será para poder conocer la asignatura y ver los temas que daremos en este período... —De inmediato, todos los alumnos empiezan a abuchear a la profesora y a su idea—. Dejaré estos libros por aquí, escojan uno y luego escriban las preguntas.
—Isabella, ¿te molestaría hacerlo conmigo? —La repentina voz de Jackson me toma por sorpresa, al igual que su invitación.
Siento un extraño calor en mi rostro, mis manos ya empiezan a hormiguear y mi corazón late sin frenos. Esto es lo que Jackson está despertando en mí y no lo entiendo, me da miedo pero también intriga el porqué de su repentina cercanía hacia mí. Hay algo extraño en Jackson, también en Austin pero con este era diferente, así lo sentía yo. Ambos irradiaban un aura magnética que te atrae y no te deja apartar tu vista o vida de los Williams. Y no solo yo lo creía así, había estado escuchando a muchas chicas, profesoras, e incluso chicos que piensan lo mismo.
—Sí, claro... —"Hacerlo con él". Mi corazón da un enorme golpe contra mi pecho para hacerme reaccionar—. ¡Digo, claro! hagamos el trabajo juntos...
Mis ánimos se vienen abajo cuando noto que mi celular suena. La vibración no cesa, por lo que decido ver quién me llama con tanta urgencia y determinación. Mi sonrisa se borra, cada moretón y marca que él me ha dejado dan una punzada de dolor; como si se estuvieran preparando para una segunda ronda de golpes sin frenos.
Llamada entrante de Caín
Él había vuelto a su casa por unos días, por la noche me exigió que lo vaya a ver. Pero me negué; algo muy raro, ya que nunca le digo que no, pero Elisabeth ya sabía la verdad. Jamás me dejaría poner un pie en la casa de los Duncan, y mucho menos permitiría que Caín se aproxime a mí.
Entiendo que su enojo se incrementa el doble al hacer esto, anoche me estuvo llamando por casi dos horas seguidas, la cobardía me ganó y apagué mi celular. Aún no encuentro el valor para leer los miles de mensajes que me ha dejado.
—¿No atenderás? —Jackson ojea mi celular y frunce un poco la nariz, parece molesto—. Se ve importante...
El timbre suena, casi opacando su última frase, creo que noto algo de ironía y burla en ella.
—No, no tengo tiempo. —Comienzo a guardar mis cosas mientras pienso alguna mentira para decirle a Caín—. ¿Quieres escoger el libro que vamos a leer? Tengo que irme al baño.
No me atrevo a mirar atrás, solo camino con velocidad y dejo a Jackson con la palabra en la boca.
El almuerzo parece eterno, la ansiedad que me ha producido las llamadas de Caín no me permiten comer, pero tampoco era algo importante para mí. Elisabeth se había ido a preparar para su segunda y última clase y me había dejado sola.
Teodoro se encuentra con su gran grupo de amigos, junto con Ruby, pero no me apetece nada llamar la atención de los amigos de Caín. Eran muy populares y muy sociables, y yo solo estaba con ellos cuando se encontraban solos.
Al notar que faltan veinte minutos para la próxima clase, comienzo a caminar sin rumbo, tomo mi celular y lo enciendo nuevamente. Las llamadas y mensajes por fin pararon, me permito respirar con alivio. Me encuentro fuera de la escuela; al ver el panorama, me doy cuenta de que no hay nadie, solo está mi alma en pena caminando por el patio solitario. Las tonalidades de verde y azul son abundantes; colores aburridos y simples para mis ojos. No me paro a admirar un lugar ya memorizado, busco algo nuevo y sigo caminando. Aburrida, me meto en el estacionamiento y vuelvo a revisar mi celular; el miedo de ver su nombre sigue en mi cabeza.
—Isabella... —Al oír mi nombre levanto mi vista y la sangre se me va del cuerpo en apenas un microsegundo.
Su golpe no tarda en llegar, la palma abierta impacta en mi mejilla, la misma que ya tiene un moretón recién curado. Él me agarra del cabello y me obliga a caminar juntos, el cuero cabelludo arde como el mismo infierno, el ardor va en aumento al intentar zafarse de su agarre. Las lágrimas no tardan en ser derramadas.
—¡Detente! ¡Por favor! —grito con todas mis fuerzas, me ignora, sigue llevándome aún más adentro del estacionamiento y la campana que dicta el final del receso por fin suena.
Caigo en la horrenda realidad, el pensamiento es fugaz y doloroso: "Nadie vendrá a tu rescate".
Caín suelta mi cabello y me empuja contra una pared. Mi cabeza y espalda son golpeadas con tanta fuerza que me desoriento por algunos segundos.
—¡¿Por qué no me contestabas los putos mensajes y llamadas?! —grita con fuerza en mi oído y me deja con un zumbido que tarda en desaparecer.
Su respiración acelerada choca contra mi húmedo rostro, sorbo mi nariz e intento no largar un grito, mi espalda me duele demasiado, ya casi no puedo sostenerme y caigo de rodillas al suelo.
Esto ocurre al mismo tiempo que una figura negra pasa por mi costado con tanta velocidad que me cuesta caer en cuenta de lo ocurrido. De un momento a otro, Caín ya no se encuentra frente a mí, ahora él está en el suelo luchando contra Jackson. Él lo ha tacleado de una forma tan brusca que lo hizo caer al suelo lejos de mí y no le dio tiempo a reaccionar. Jackson se posiciona arriba de Caín, y su puño comienza a elevarse y a golpear su rostro confundido. Lo golpea una y otra y otra vez. No hay frenos en sus brutales golpes, no hay piedad. Y un Jackson casi inhumano parece tener el control de su cuerpo.
—¡¿Qué haces, Jackson?! —Por fin reacciono y corro hacia él—. ¡Detente, por favor, lo matarás! —ruego. Luego de algunos golpes más, Jackson se separa de él por sí solo; con su mirada perdida y respiración acelerada.
Observo el rostro cubierto de sangre de mi novio. Mi estómago da giros provocando unas náuseas casi incontrolables. Me arrodillo junto a él temblorosamente, pero soy apartada de un empujón por Caín.
—¡No me toques, maldita zorra! —Tose sangre y sostiene su nariz, que parece torcida—. ¡Lo pagarás muy caro, Isabella. Y tú también, maldito enfermo! —nos grita, gruñe como un animal mientras se levanta del suelo para irse.
Sin poder ni querer evitarlo, un enorme sollozo sale de mi boca, veo a Caín caminar en zigzag hasta llegar a su auto, su camisa gris manchada de su sangre y su bello rostro casi roto e irreconocible. Mi corazón siente un dolor peor que las golpizas de Caín, pensé que ya no había nada más que romperse en mi interior; pero me equivoqué, como siempre.
«¿Cómo permití que esto pasara? ahora todo empeorará, lo he arruinado todo...».
—¿Te encuentras bien? —Jackson me pregunta, su respiración sigue muy agitada—. ¿Quieres que llame a tu hermana? —Al momento de decir eso, me levanto del suelo, ignorando todo dolor, y voy hacia él.
—N-no. No lo hagas, Jackson, por favor, no lo hagas —suplico sin importarme lo mal que se ve esta situación.
Sus ojos avellanados me observaban sin decir nada. Noto que tiene algunas gotas de sangre que se deslizan con lentitud por su mejilla. Busco alguna emoción en sus ojos que me digan algo, pero no la hay. No hay emociones. No encuentro preocupación, miedo o gozo en ellos. No hay nada. El miedo crece en mi pecho y doy dos pasos hacia atrás.
—No... no se lo diré a nadie, no te preocupes. —Su voz sale en un pequeño hilo grave, lenta y cargada, con una carencia de emoción nunca antes vista por mí—. Este será nuestro secreto, Isabella.
Antes de poder decir algo, Jackson no dice nada más y se va. Camina por el enorme pasillo de autos y se pierde en el laberinto del estacionamiento. Me deja sola, con miedo, angustia y con el terror de lo que pasará.
©
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro