• Pesadillas •
El fuego quema todo a su paso y mata todo lo que se cruce en su camino sin piedad ni rencor.
La muerte se encuentra detrás de la puerta frágil de madera, y la desesperación invade todo el cálido ambiente. Las llamas naranjas y rojas envuelven cada rincón de la casa. El humo es denso, pesado y asfixiante; casi no logro respirar correctamente, pero aún así sigo mi camino. Deambulo por la casa, arrastrando los pies, sin lograr entender lo que pasa a mi alrededor, con la vista perdida entre las maderas quemadas y el fuego ardiente.
-Mamá... -murmuro, pero mi voz se pierde entre los sonidos de los muebles quemándose.
El miedo golpea mi pequeño corazón. Las lágrimas brotan y caen en el ardiente suelo. ¿Por qué mamá no viene por mí? Lloro, y me aferro más al pequeño oso de felpa. Detengo mis pasos, la puerta de salida estaba prendida fuego de pies a cabeza. Aguardo unos segundos, mis ojos viajan al suelo, la madera quema mis pies con más intensidad y es casi imposible no sollozar por el dolor que siento.
Observo mis manos, dejo caer el oso en el suelo. Elevo mis ojos un poco para poder ver lo que tengo al frente, lo veo con más intensidad debido al brillo que produce el fuego. La sangre resplandece por la luz, pequeñas gotas caen al caliente suelo y su cuerpo moribundo parece estar partido en varias partes.
Retuerzo mis manos en la remera rota que llevo e intento calmarme. Recojo el oso del suelo y vuelvo a mi andar en busca de mamá. Necesito encontrarla. La encontraré y nos podremos ir de aquí. Podremos ser felices juntos. Doy la vuelta a la casa con lentitud y tranquilidad. Mi cuerpo pequeño apenas logra moverse por el miedo, pero me obligo a dar uno y otro paso.
-Hijo... -Mi cuerpo reacciona rápido y volteo hacia ella-. Apresúrate y sal de aquí, él ya no nos dañará. Ahora serás libre..
La luz del fuego ilumina sus ojos verdes. Su sonrisa es pequeña pero cálida como el fuego que hay detrás de mí y miles de gotas de sangre adornan su pálida piel.
Doy un paso hacia ella, luego otro y por último salgo corriendo para poder abrazarla con todas las fuerzas que me quedaban.
-¡L-levántate! ¡Mamá, levántate y vámonos!
Grito tan fuerte y mi garganta arde, lloro y suplico; sollozo a su lado y me retuerzo junto a su cuerpo; pero todo es en vano, ella ya no se mueve.
Ella me ha dejado en el infierno.
Los ojos se abren por la sorpresa; tan rápido como me despierto, pego un salto fuera de la cama al mismo tiempo que lanzo y pataleo las sábanas que me cubrían del frío. Vuelvo a soltar sollozos a la vez que las lágrimas sale por mis mejillas. Sorbo los mocos que también caen mientras aprieto con fuerza las sábanas. Respiro con irregularidad, cierro los ojos con fuerza e intento frenar las mil y una voces que se estaban creando en mi cabeza.
-Jack... -Mis ojos se abren por la sorpresa. No me había percatado de Austin. Él se encuentra parado, completamente anonadado.
Sorbo mi nariz, bajo la vista al oír sus pasos rápidos, tenso mi mandíbula e intento calmarme lo mejor que puedo. Abrazo mis rodillas con fuerza, como si mamá me estuviera correspondiendo el abrazo del sueño, y hundo mi cabeza.
-Estoy bien...
-No digas esa mierda. -Austin se sienta en el suelo, al lado de mis pies y me observa ofendido-. Cuando una persona dice "Estoy bien" es claro que está como la mierda. Y yo no quiero que tú estés así...
Paso las manos por mi cara y quito todo rastro de lágrimas y tristeza que podía llegar a tener.
-Ya, que profundo eres. -Me levanto y me siento en la punta de la cama-. ¿Podemos no hablar de esto?, por favor...
Muevo mi rostro para mostrarle que no tengo las suficientes ganas ni fuerzas para charlar sobre el asunto.
-Bien... -Lo veo hacer una mueca que aparenta ser una sonrisa, pero en sus ojos no hay nada de eso.
-¿Qué haces aquí?
-Fui a ver a las Jones. Quería ver si las cosas iban bien por allí, y saber si Isabella había dicho alguna cosa innecesaria acerca de ti. Por el momento no ha dicho nada comprometedor, pero Elisabeth...
-Ella se quedará callada. El novio de su hermana la golpeaba y maltrataba, dudo mucho de que le importe lo que le ha pasado a él; además, Isabella es tan sospechosa del caso como yo. No hay de qué preocuparse, hermano mayor.
-Bueno, si lo dices así, parece que todo está en orden... -Austin masajea su barbilla en modo pensante mientras suelta un suspiro pesado.
Un silencio se crea entre nosotros. El sonido del reloj que tengo en mi mesa de noche es lo único que lo corta. Mis párpados pesan, pero me obligo a mantenerlos abiertos. Lo último que quiero es volver a tener aquellas pesadillas.
"Pesadillas", no sé si esta es una buena forma de llamarlas; ya que todo lo que sueño son tan solo recuerdos dolorosos de mi pasado en la cabaña del bosque.
Los recuerdos vivientes siempre son los mismos: mamá siendo golpeada, papá humillándola al punto de volverla loca, y a mí de pequeño durmiendo en la tierra y escondido en algún agujero oscuro para no ser víctima de sus abusos.
-¿Necesitas nuevos medicamentos para dormir? -Su pregunta sale de la nada y hace que mi cuerpo se tense.
-Fue una pesadilla, nada del otro mundo.
-No. Eso fue un recuerdo, no intentes negar lo que es...
-Para mí siempre será un sueño, solo una maldita pesadilla. Eso es lo que es para mí-. Detengo cualquier tipo de sermón que estaba seguro que me daría.
Aprieto mis manos con fuerza, observo mis puños cerrados, la oscuridad de la noche no me deja ver con claridad, pero, al abrirlas, las imágenes de mis sueños aparecen ante mí. Mis manos cubiertas de sangre, de la sangre de mi padre.
-Solo intento ayudarte. -Oigo la voz dolida de mi hermano.
-Entonces sigue el juego. No te metas en mi cabeza, y no interfieras con mis planes.
Es lo único que le digo. Me levanto de la cama, me dirijo al baño, y cierro la puerta detrás de mí y reposo mi espalda en ella por algunos segundos. Me quito la ropa de dormir, voy a la regadera y enciendo el agua caliente.
Al meterme bajo el agua, cierro los ojos y dejo que el agua quite todo tipo de malestar de mi cuerpo. Paso la mano por mi abdomen y me dejo llevar por la tranquilidad que me produce estar bajo el agua. Las yemas de mis dedos tocan un pequeño bulto de piel cicatrizada. La vieja herida no debe medir más de cinco centímetros, pero casi me había costado la vida. Como si la herida fuera un botón de encendido, unos pequeños y cortos recuerdos aparecen frente a mí.
Nueve años atrás
-Ah, pequeño Jack. Sabes que no es correcto mentirle a las personas... -Su falsa pena hace que mi estómago se remueva y su voz áspera llena cada rincón de aquella pequeña habitación.
-L-lo-lo siento, por favor, padre. ¡No me haga nada, por favor! -grito, suplico. Miles de lágrimas son derramadas y mojan de inmediato la gruesa tela que cubría mis ojos.
-Lo lamento, Jack. Pero al señor no le gustan las mentiras... -Una carcajada sale disparada de su boca. Mi cabeza da miles de vueltas al oírla, hasta que sus manos me toman de la cabeza y es ahí cuando siento que muero, otra vez.
El padre entierra un artefacto extraño, duro, pesado y muy caliente en mi parte izquierda del abdomen. Aquella repentina acción me deja tenso. Por algunos segundos no siento nada, pero ese "nada" se convierte en un "todo". Y mis gritos de dolor y desespero lo demuestran, los alaridos nunca cesan, me dejan aturdido, pero el dolor sigue allí, jamás se va. Aún persiste en mí ser.
Uno, dos, tres, y cuatro golpes le doy a la pared frente a mí. Gruño con la boca cerrada, tratando de que no se salga el grito de furia que está guardando mi garganta. ¿Qué tipo de cambios hubo desde mi partida de la cabaña al orfanato?
En cualquiera de las dos, he sufrido hasta pensar que la muerte me tomaría. Fui abusado en ambos lugares, golpeado y torturado. Todo es igual, los demonios siempre estaban conmigo. Mi cuerpo tiembla de la ira y de la frustración. Cierro el grifo mientras me preparo para salir del baño. El sueño se ha desvanecido por completo, al igual que la figura de mi hermano, que ya no se encuentra en mi habitación.
Escucho una vibración cerca de mi cama, con pesadez voy hacia ella y noto que tiene una llamada pendiente de un número no registrado. Dudo, pero al final presiono el botón verde.
-¿Hola? -digo sin muchos ánimos.
-¡H-Hola, soy Isabella! -Su casi grito me hace fruncir el ceño-. Saqué tu número de teléfono del celular de mi hermana, espero que no te moleste que lo haya hecho...
-Da igual. ¿Para qué llamas? -Mi humor no está para jugar con ella esta noche.
-Bueno... quería, yo quería saber cómo te encontrabas... Además, quiero darte las gracias por haberme defendido de Caín. -Al hacer mención de aquel nombre, su voz se funde con un matiz de tristeza.
Mi silencio dura poco.
-No es para tanto. Ese idiota se lo merecía; además, ni siquiera pudo tocarme -alardeo, una melodiosa risa borra por completo la sonrisa que tengo.
-Creo que tu ego es demasiado grande para esta conversación, solo pasaba a darte las gracias, nos vemos-otra risa sale de su boca, puedo oír su voz más relajada.
-Oye, antes de que te vayas, te quería decir algo-camino hacia la ventana y me acerco a ella, puedo notar la enorme mención de los Jones con claridad, además de una ventana iluminada.
-¿Ah, sí? ¿Qué es? -pregunta dudosa, pero también noto un matiz de picardía.
-Sueña conmigo, Isa... -Escucho un grito ahogado de su parte y de inmediato cuelga la llamada.
Una risa sale de mí, quedo mirando mi celular por algunos segundos, de nuevo poso mis ojos hasta la ventana. La habitación, anteriormente alumbrada, se encontraba apagada y parece vacía. Sonrío y vuelvo a mi cama. Pero no a dormir, sino a pensar en mi próxima jugada.
Notita
Capítulo corto para reflexionar sobre el pasado de nuestro niño Jack.
¿Qué piensan de eso?
El pobre sufrió mucho a manos de muchas personas malas, al punto de que él también se volvió así.
Se convirtió en lo que deseaba destruir :c
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