Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Monica •

Elisabeth Jones

—Resiste un poco más, Beth. Prometo que nuestra espera será recompensada. Todo terminará pronto, y podremos ser felices juntos...

Vuelvo a reproducir sus palabras en mi cabeza una vez más, intentando calmar los nervios que poco a poco se iban expandiendo por todo mi cuerpo. Por fin el día ha llegado. No puedo permitir que mi ansiedad me juegue una mala pasada, por lo que necesito pensar todo con la mente fría. El gran día llegó, por fin dejaré el nido de demonios y podré irme lejos de ellos. Aunque también esté lejos de mi hermana.

No niego que eso me entristece, pero iba a buscar la forma de volver a estar juntas, aunque todavía no tengo una clara idea de cómo lo haré. Por el momento, necesito concentrarme en la idea de que esta noche escaparé de la ciudad con Jeremy. Lo planeamos todo a la perfección, por lo que no hay nada que pueda salir mal. Jeremy, Bred y yo nos iremos al anochecer, dejaremos nuestras vidas y empezaremos una nueva. Los tres juntos, como siempre ha sido y será. Tan solo quedaba un cabo suelto que podía impedir irnos en paz, pero de eso me voy a encargar sola.

Su muerte ya se ha postergado demasiado. Me habían advertido que ese tipo de veneno es lento pero eficaz, aunque nunca pensé que fuera tan tardío. Me ha llevado meses ponerla en el estado en el que está, pero por fin su final se acerca, y mi inicio de una buena vida comenzará tan pronto como ella deje de respirar.

No me siento culpable en lo absoluto. Sé que esto está mal, pero ella me ha hecho cosas peores. En lo único que sí me siento culpable es en que no puedo darle el mismo trato que ella me ha dado a mí durante todos estos años.

No puedo golpearla hasta dejarla desmayada. No puedo obligarla a estar con hombres mayores. No puedo llevarla al sótano y dejarla días ahí abajo, sin agua ni comida, solo con la oscuridad como su compañero y confidente. Simplemente no puedo hacerlo. No creo que yo pueda hacerlo, soy alguien débil, pero determinada a la hora de querer algo. Y yo quiero mi libertad.

—Elisabeth... —Escucho el canturreo de mi nombre detrás de mí que me hace alterar en el acto. Me levanto de la silla y doy una media vuelta, quedamos frente a frente. —Lo siento, ¿te has asustado?

Niego repetitivamente mientras me mantengo erguida y con la vista fija en él. Tal y como Daniel me ha enseñado. Él me da una sonrisa de boca cerrada, mueve su cabeza de arriba abajo, y me da permiso para responder a su pregunta.

—No. No me he asustado.

—Eso es bueno. Muy bueno... —Camina hacia mí dando pasos lentos y cortos, cruelmente cortos y lentos. —Tu madre te llama, mi niña.

Él alarga su mano, yo no me muevo. Dejo que sus dedos se pasen por mis mejillas, sintiendo lo frías que están, y sintiendo todo mi cuerpo estremecerse por su simple tacto. Creo que nunca me podré acostumbrar a ser tocada por un demonio. Se encuentra concentrado en tocar cada parte de mi cara. Mis mejillas, labios, frente y cabello. Yo siento que cada vez pierdo el control de estar parada frente a él, fingiendo que esta cercanía no me afecta, por lo que me arriesgo y respondo:

—Entiendo, ahora mismo iré a verla.

Daniel sale de su trance, deja de mirar mi piel para poder verme directamente a los ojos. Puedo ver llamas plateadas en sus cuencas, que me quitan el aliento en segundos.

Borra su sonrisa; al hacerlo, siento que mi corazón deja de latir por el susto que me provoca que él ya no esté feliz, por el simple hecho de haber respondido cuando no debía. Pero parece que hoy sí es mi día de suerte. Los dioses por fin oyen mis plegarias y alejan a Daniel de mí. Este da dos pasos hacia atras, y se acomoda su elegante traje negro. Me vuelve a regalar una pequeña sonrisa.

—Bien. Mejor ve con ella. Sabes que es más impaciente que yo.

Me doy cuenta de que estoy respirando con demasiada velocidad. Siento mis hombros subir y bajar, mi corazón palpita excesivamente rápido y el sudor ya está presente por todo mi cuerpo.

Daniel me da una última mirada y se jacta del estado en el que me ha dejado con una sola mirada suya. Sonríe abiertamente, victorioso al verme sufrir; por último, me da la espalda y se aleja de mí. Aquella acción me permite respirar y casi caigo al suelo al sentir el peso de todo mi cuerpo en dos piernas de gelatina.

Me sostengo de la mesa que tengo al lado, este susto me ha hecho perder el apetito, por lo que dejo de lado el desayuno y me encamino escaleras arriba. A la habitación de Mónica.

A propósito camino más lento de lo que debería, aún sintiendo el temor infundido de Daniel. No creo soportar el miedo que me da mi propia madre. Doy unos pequeños golpecitos y aguardo a que ella me de permiso de entrar.

Últimamente se estaba volviendo algo recurrente visitarla por la mañana, justo en el momento en el que Isabella se va a sus clases de chelo, cuando Adam está en su trabajo y Daniel se encuentra relativamente ocupado.

No era de mi agrado tener que verla, pero no puedo hacer mucho si es una orden directa de la reina de los demonios. Ya que después de todo, yo solo soy su juguete. Llego a la última puerta que hay en el segundo piso. La habitación que Adam le dio a su querida y enferma esposa para que pueda estar con comodidad. Doy dos golpes a su puerta, esperando su cínica invitación.

—Pasa... —Su voz carrasposa apenas llega a traspasar la gruesa puerta.

Doy una última respiración para calmarme y me adentro a un infierno diferente. Tanto el ambiente como el olor cambia apenas abro la puerta, y, al cerrarla, todo da un giro abrupto. El olor a encerrado era evidente, y esto era debido a que los médicos prohibieron abrir las ventanas de la habitación para procurar que Mónica siga respirando.

Sus defensas han bajado tanto que el simple aire la puede matar. Su corazón falla con cada día que pasa acostada en esta lujosa cama. Los doctores le han diagnosticado una neumonía avanzada, a pesar de que al principio dijeron que solo era una gripe común. El ambiente es moribundo, triste y escalofriante. Un ambiente que le queda perfecto a Mónica Jones. Observo por fin su cama de dos plazas, las máquinas que la ayudan a seguir respirando, su cuerpo demacrado y su horrenda sonrisa que tiene al verme entrar a su cuarto.

—¿Ocurre algo? —Ignoro el hecho de estar asustada de pies a cabeza para poder verla de frente.

Sus comisuras se elevan en un intento de sonrisa.

—Tan solo quería ver a mi hija, ¿es eso algo tan extraño para ti?

—¿Ahora soy tu hija? —No logro contener mi indignación y enojo al verla divertida. —¿Qué mierda quieres de mí, Mónica?

La pregunta flota entre ambas por algunos segundos tensos. Ella tose con fuerza y dolor, pero de todas formas sonríe al responder.

—Ver cómo te desmoronas. Eso es lo único que quiero, Elisabeth Jones.

Como si un espíritu de ira me poseyera, camino hasta su cama y quedo a un lado de su cuerpo. Le quito las válvulas que la ayudan a seguir respirando, alargo mi mano y apago el monitor que da aviso si esto llegara a pasar. Luego me agacho un poco y noto cómo ella sabe muy bien lo que haré, pero aun así, aun sabiendo mi próxima acción, Mónica no deja de sonreír por nada.

En cuestión de segundos, mis manos rodean su cuello y aprietan esta parte huesuda y fría que tiene. Siento cómo intenta tragar saliva, lucha por respirar mientras me observa a los ojos. Sus horrendos ojos azules no me abandonan en ningún segundo, a diferencia de su espeluznante sonrisa, la cual va decayendo con cada segundo que su cuerpo no recibe oxígeno.

Sus delgadas manos no tardan en intentar quitarme de encima, pero me resisto. Aunque sus débiles golpes y sus rasguños arden y duelen, no me contengo y aprieto más su cuello. Mónica aprieta sus labios, intentando no dejar escapar el poco aire que le queda. Sus ojos ya se empiezan a poner rojos y cristalinos, además de que su rostro se vuelve de un color rojo y morado y comienzan a verse algunas venas hinchadas en su cuello y frente.

—¡¿Por qué?! Se supone que eres mi madre... —grito entre sollozos, aún ahorcándola—. Se supone que las madres protegen a sus hijas de lo malo, no las regalan a las personas malvadas por pura diversión... —Mis lágrimas caían en su rostro pálido, estas se mezclaban con las suyas, las cualen salían de sus ojos ya cubiertos por pequeñas venas rojas.

—Tú no... —Intenta hablar con su último aliento, pero no detengo mi ahorcamiento. Ya era muy tarde para redimirse—. Tú no podrás protegerla por siempre...

###

Se supone que el desayuno es la comida más importante de todas, ya que nos da energía para empezar el día. En mi caso, necesito algo más que jugo y huevos revueltos. Y, al momento de oír la voz de Adam, logro reafirmar mi pensamiento.

—Oye, ¿sabes lo que le ocurre a Isabella?

—Se supone que tu eres su padre. Eso tendrías que saberlo tú, ¿no? —No me hace falta mirarlo para saber que no esperaba esta clase de respuesta. Pero poco me importa en el día de hoy, supongo que soñar con la muerte de Mónica me vuelve más temeraria de lo que puedo llegar a ser.

Logro escuchar la risa de Daniel y luego un reproche por parte de Adam.

—Mi niña, hoy iremos de compras. —Su tono meloso me hizo enfurecer aún más. —¿Quieres que vaya por ti a la escuela?

Frunzo el ceño.

—Púdrete...

—Yo sí quiero ir, pero iré con Jackson. Así que nos veremos en el local. —Su voz opaca mi insulto, además de captar la atención de los dos idiotas que tengo frente a mí.

Extrañamente todos compartimos unas miradas. Adam, Daniel y yo. Me limito a fruncir el ceño, totalmente en desacuerdo con su propuesta, pero Isabella me ignora por completo, ni siquiera me mira. Ella tan solo toma asiento a mi lado y comienza a comer su desayuno.

—Anoche llegaste tarde a casa y no has venido después de la escuela. Ese comportamiento no es propio de ti, Isabella.

Adam la regaña y está confundido igual que yo. Mi hermana solo atina a encogerse de hombros mientras devora por completo su desayuno.

Isabella ha estado más apegada a los Williams de lo que me gustaría, y es obvio que está con Jackson de una forma afectiva que sobrepasa a los de un amigo. Va a su casa, habla con ambos hermanos, sale con Clara y con Gregory. Es extraño cómo su actitud ha cambiado en tan poco tiempo que no parece ser la misma persona.

Lo único que sí es agradable saber y ver es que poco a poco se va distanciando de Adam y Daniel, aunque también de mí. Y esto no se molesta en ocultar.

—He estado ocupada con la escuela. Ya sabes, los exámenes se acercan y no puedo permitirme desaprobar ninguno. Además, la fiesta de cumpleaños me tiene muy ocupada, por suerte la señora Clara me ha ayudado bastante con esto.

Nos informa todo esto con un tono de poca importancia mientras mastica su comida y toma todo el jugo de su vaso.

—Vamos, Isabella. Es hora de irnos. —Indico en voz alta al ver cómo el rostro de Adam cambia con rapidez.

Me parece genial su cambio de actitud, pero aún es tan estúpida como para darse cuenta de que así no se le habla a un demonio cruel como lo es Adam. Y sí, Isabella es su hija favorita, pero esto no la salvará si sigue comportándose de este modo.

Ella por fin posa sus ojos en mí y escanea los míos por un breve tiempo. Deja de verme para levantarse de la mesa y salir sin despedirse de nadie. Suelto un suspiro de rendimiento total. Si ella sigue así, ni yo ni Daniel podremos frenar los impulsos desquiciados de Adam.

###

 Ambas salimos de la puerta que nos lleva a la calle, ninguna se dirige la palabra o intenta hacer el esfuerzo por cortar el ambiente tenso que se ha creado al momento de quedar solas. Además de ver nuestro auto listo para llevarnos a la escuela, puedo ver el auto rojo de Austin, que está apoyado en su capó con el celular en la mano.

No lo había visto desde la noche que recibimos la llamada del número privado. Esa misma noche Austin se despidió de mí y me dijo que vuelva a casa y que él trataría de averiguar quién fue el responsable de esa llamada. Yo no se lo pedí, él fue quien se ofreció y lo hizo de una forma seria. No dijo ninguna broma o me mostró que estaba jugando conmigo. Ciertamente fue algo aterrador no ver el rostro relajado que suele tener. La única vez que lo vi así fue el día en que se enteró de los abusos que Adam me hacía.

Parece que Austin capta mi mirada. Fija sus ojos en mí y luego puedo ver cómo sonríe mostrando los dientes. Una sonrisa repleta de diversión, la cual casi se me pega. Y le hubiera devuelto su maldita sonrisa pegajosa sino fuera por el hecho de que él no me estaba mirando, ni tampoco me sonreía. Él solo observaba a Isabella, que estaba con su celular respondiendo unos mensajes a mi lado.

—Elisabeth, ve tú sola a la escuela. Nos vemos ahí —pronuncia con distracción al momento de dar un paso hacia delante y caminar hasta donde estaba Austin.

Isabella no espera mi respuesta, cruza la calle con una espalda firme y rígida. Camina hasta quedar frente a Austin, que ríe por algo que le dice ella al momento de quedar frente a él. Luego se levanta del capó para dar un paso más hacia donde está Isabella, la toma de la cintura y le acerca demasiado su rostro.

Por la posición en la que se encuentran, Isabella dándome la espalda y Austin pegada a ella, no puedo ver si es un beso o no. Pero poco me importa. O eso me obligo a pensar mientras camino hacia auto, dándole la orden al chofer para que me lleve a la escuela lo más rápido posible.

Golpeo levemente la parte trasera de mi coronilla con la cabecera del asiento del auto, cierro los ojos con fuerza y me obligo a respirar hondo, intentando olvidar la escena que mis ojos acaban de presenciar. Cansada, tomo mi celular para pasar el pesar que siente mi cuerpo y me doy cuenta de que tengo un nuevo mensaje de este extraño y oculto número.

Este me petrifica más que cualquier otro mensaje suyo, y mi desconcierto viene al momento de leer la firma que tiene este último mensaje. Por fin completa todas las letras que me ha dado desde su primer mensaje.

—¿Qué se siente ser traicionada, Elisabeth? Apuesto a que eso te ha dolido, pero tú también has dañado a muchas personas, así que te lo mereces. Las víctimas también pueden convertirse en demonios, recuerda esto.

Enviado a las 7:45 h Fecha 17-09-20

M. O. N. I. C. A




























𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗖𝗢𝗡𝗦𝗘𝗚𝗨𝗜𝗥 𝗘𝗟 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 "𝗖𝗨𝗟𝗣𝗔𝗕𝗟𝗘" 𝗘𝗡 𝗣𝗔𝗣𝗘𝗟

El libro CULPABLE está en PREVENTAS en la página oficial de la Editorial Tinta Libre: «http://www.tintalibre.com.ar/book/1207/Culpable»

Aún no está disponible para otros países que no sea ARGENTINA, pero pronto lo estará.
RECUERDE: En presentas estará más barato que cuando salga oficialmente.
Si eres de ARGENTINA y lo quieres conseguir ouedes hablarme por privado si llegas a tener alguna duda o si quieres el link de la preventa.
MÁS INFORMACIÓN EN MI INSTAGRAM: @darinavdt

©

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro