Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Epílogo •

Austin Williams

No puedo dejar de temblar. No desde aquella noche; cuando vi el cadáver de Jackson a mi lado, logré sentir su sangre mezclarse con la mía. Sentí su olor y note cómo esta me castigaba mentalmente por haberlo traicionado. Pensé que moriría aquella noche, por la herida que tenía, los paramédicos tampoco me saben explicar el milagro que ocurrió para que yo no muriese.

Para mí no fue un milagro, simplemente el infierno ya tiene muchos monstruos como para necesitar otro bastardo allí abajo. De todas formas, me alegré de no haber muerto, de una forma algo retorcida, pero sí, me alegré.

Sin embargo, la felicidad de seguir vivo se esfumó a los segundos de ver a mi alrededor y presenciar cómo la muerte había teñido esa enorme habitación. Mi cuerpo se siente extraño, más de lo habitual. Mi cabeza duele por la falta de sueño que he estado padeciendo hace casi un mes, mi corazón también duele, pero este dolor es peor que el de mi cabeza y más profundo que la herida dejada por Jackson. Es sofocante, casi tortuoso, y puedo pensar que este tipo de dolor sentía constantemente Elisabeth tras perder a alguien valioso para ella.

Elisabeth Jones. Su nombre resuena como eco en mi cabeza.

El nombre de la victima era olvidado en los medios, ellos solo hablaban de lo ocurrido en la famosa fiesta del empresario Adam Jones

Todos ellos buscan personas que nunca las conocieron para dar testimonios falsos y delirantes sobre el caso. Adam nunca salía a desmentir nada, el solo decía no estar listo para hablar del tema, al igual que su idiota amigo, Daniel Li. Ellos fueron los principales sospechosos al inicio de la investigación, pero, como era sabido, los descartaron por no tener suficientes evidencias. La verdadera razón era obvia, ambos habían pagado para salir de las listas de sospechosos.

A medida que transcurrían los días, más rápido se olvidan de ella. Nadie de la policía buscaba hacer justicia de verdad, tan solo iban en círculo persiguiendo sus colas e ignorando las pocas pistas que tenían. Era molesto, pero me encontraba muy cansado y ocupado para encargarme de esas idioteces.

Sin embargo, no niego que al pensar en ello, al pensar en ella, un enorme hueco crece en mi pecho. Me agobia, me mata más lento que la herida que tengo en mi abdomen. Y, por desgracia, la única persona que lograba calmar el caos que había en mí ya no estaba en este mundo. Hay veces que cierro mis ojos y puedo ver el rostro de Jackson. Este se encuentra pálido, con sus ojos cerrados, pero con una clara mueca de enfado en ella. Ni siquiera muerto podía evitar tener ese rostro intimidante. Pensar en él me trae recuerdos, tanto malos como buenos, y los recuerdos buenos son los más dolorosos.

—Hijo, con permiso. —El llamado de mi padre me hace quitar la vista perdida que tenía en el espejo. Él entra, pero yo no me muevo de mi lugar—. Ya es hora de irnos...

Tan solo asiento, volviendo a perder mi vista en la nada. No quería ir, no podía. Mis malditos sentimientos por mi hermano menor siguen en mí, aunque quiera creer que no. No puedo ser un idiota que aparenta no poder sentir, porque lo hago. De una manera poco ortodoxa, pero sí aprecio a las personas que estuvieron conmigo por un tiempo, las quiero e intento protegerlas con mi vida si es necesario.

Sacudo mi cabeza y me olvido de este hecho. Me giro y noto que papá aún no había pasado a mi habitación, él solo me mira con lástima desde el umbral de la puerta.

Suspira con pesar, mientras camina hacia mí.

—Austin, lo que hizo tu hermano fue...

Aprieto mis dientes mientras dejo fluir el enfado por todo mi cuerpo.

—¡Hoffman ya no es mi hermano, él ya no es un Williams! —grito con todas mis fuerzas y mi dolor, viéndolo a la cara, observando lo desdichado que se encuentra—. Ese maldito enfermo no merece tener un funeral, mucho menos merece que nosotros vayamos.

—Lo sé, Austin. Lo comprendo y lo entiendo, pero así lo quiere Clara, hay que hacerlo por ella.

—¿Tú sabías lo que ella hacía con Jackson? —El comentario se me escapa de la boca.

—Sí.

—¿Y?

—No soy el mejor esposo, ni mucho menos el mejor padre. Ella solo está conmigo por el negocio y por su único hijo. O sea, tú. Jackson ya no importa, está muerto y lo merece.

Mi labio tiembla, no quería llorar, ya no podía soportar derramar más lágrimas por aquel idiota desalmado. El suspiro que largo sale con un temblor, uno temblor lleno de dolor, uno suspiro por donde se quería escapar mi alma.

Ignorando ese hecho, camino hacia la ventana y clavo mi vista en la casa Jones.

Desde la distancia parecía vacía y desolada, la nieve poco a poco bajaba a las nubes y esta cubría algunas partes de su jardín descuidado. Parece una mansión abandonada, a excepción de que tiene una ventana abierta de par en par: el cuarto de Elisabeth. Su cortina parece querer salir volando por el frío viento; intento ver quién está allí adentro, pero la distancia no me favorece a la vista.

—Esto es mi culpa, ¿verdad? Aquí el único culpable soy yo. Si no fuera por mí, todo esto no hubiera pasado; yo fui quien la mató.

Comento con distracción y oigo un suspiro de su parte.

—No digas eso, Austin. Nosotros tenemos la misma culpa que tú, nosotros decidimos adoptar a Jackson, queríamos sacarlo de aquel horrendo orfanato y darle una mejor vida, pero claramente fallamos. Como dije, no somos buenos padres, pero lo intentábamos.

—Ella morirá, ¿verdad? —Apoyo mi frente en el espejo congelado de la ventana, siento cómo me enfría mi caliente frente—. Ya nadie se molesta por atrapar al culpable, Bred aún sigue desaparecido y la muerte de Jackson nos ha dejado con grandes problemas. Todo esto es una completa mierda.

—No te agobies por eso, esa niña está en buenas manos. Con respecto a Bred, es muy escurridizo, pero no se salvará de ser encontrado por mis hombres. Ya no tenemos nada que hacer aquí, Jackson siempre fue una bomba latente, era cuestión de tiempo antes que explotara.

Levanto mi vista y observo los ojos oscuros de papá, interpretando las palabras no dichas en esta situación.

Hay que encargarse de los problemas personalmente. Uno a uno caerán y los Williams triunfarán. Un extraño lema que solía decir papá y abuelo.

—Vamos, hay que ir a ese maldito funeral, y así nos podremos largar de esta ciudad de mierda.

«Hay que avanzar sin mirar atrás, sin importar que se deje, y nunca dejes que alguien se interponga en tu camino».

Ese era mi propio lema. Uno que me había enseñado el padre Roger. Siempre estuve de acuerdo con esa frase, pero, en el momento en que Elisabeth Jones se metió en mi camino, esa frase nunca volvió a tener sentido para mi. Porque ella jamás se movería del camino, siempre se mantendría firme a mi lado, ayudándome con sus recuerdos a seguir adelante.              

###

Pocas personas asistieron al funeral. Nosotros los Williams y la familia Iresel, junto a la amiga de Ruby, Sofía. Nadie lloraba, a excepción de Clara al momento de ver la tierra siendo tirada en el pozo en donde estaba el ataúd de Jackson.

Todo parecía desolado y moribundo, nadie hablaba o intentaba dar el pésame, claramente sabiendo que no lo necesitábamos. Todos mirando con neutralidad esta espeluznante situación, en un completo silencio, sin hacer nada. Y eso era lo que se merecía Jackson Hoffman: la nada misma.

Apenas terminaron, fui el primero en abandonar ese lugar. Ya se me hacía tarde para mi última parada de la noche, y, sin importar qué pasara, me iría a despedir de ella.

El hospital de noche tiene otra pinta, unas vibras diferentes. La muerte te rodea al momento de entrar a la sala de terapia intensiva, los pasillos blancos te hacen recordar a un cielo divino, mientras que el sonido de las máquinas que la ayudan a respirar me dan una sensación de aflicción total.

Llego a su habitación, sin poder abrir la puerta al momento de mi llegada. Me tomo mi tiempo, pienso las palabras que quiero decirle, no tan cursis como las que le dije la última vez que hablamos, pero iguales de genuinas e importantes. Doy una última calada de aire, obligando a mi corazón que dejase de latir tan rápido. Mis manos pican por el sudor al momento de tocar el frío picaporte, mi mente se tortura por al oir el chirrido que prudece esta. Quedo frente a su cama y a su cuerpo inmóvil.

Sonrío al verla durmiendo con tanta paz en su rostro. Elisabeth estaba conectada a cientos de máquinas que la ayudaban a seguir respirando. Ella estaba intubada, por lo que también tenía muchas mangueras saliendo y entrando por su cuerpo. Parecía un alfiletero, delgada y repleta de diminutos huecos provocados por las agujas que le ponían a diario.

Pero, aun estando en ese estado de palidez total y conectada a miles de artefactos, Elisabeth seguía viéndose tan hermosa como la primera vez que la vi. El cabello corto ya empezaba a crecer con lentitud, sus mejillas se habían vuelto huecas por la falta de sólidos, tenía ojeras enormes; si la veías de cerca, su piel estaba casi gris y fría. Pero no importaba cómo estaba, ella siempre será hermosa para mí.

—Con permiso... —Mi voz se quiebra un poco, así que carraspeo para evitar llorar.

—¡Oh, Austin, pasa! —Me da la bienvenida, se levanta de la silla en la que se encuentra. Lo siento, no sabía que vendrías hoy, ya que esta tarde fue el funeral de... él.

Ella camina hacia mí, me abraza con fuerza, y yo le respondo enseguida.

—Me iré por la mañana, Isabella. Yo solo quería venir a despedirme de ambas antes de irme de la ciudad.

Ambos nos separamos, sonriendo con pesar. Los dos a punto de largarse a llorar y comprendiendo por completo el dolor que sentíamos. Desde lo ocurrido, en el momento en que desperté del shock que sentí por haber sido apuñalado por Jackson, pude frenar el intento de suicidio que estaba por hacer Isabella.

Me abalancé como pude hacia ella y le quité la pistola, la cual se había disparado por accidente, pero sin dañar a nadie más. Ninguno se culpó por nada después de esa noche, ambos nos mantuvimos juntos, intentando no acabar locos por todo lo ocurrido. Compartiendo el dolor, y sabiendo que una gran parte de nosotros había muerto esa noche para nunca más volver.

—No te preocupes, Austin. Yo la cuidare por los dos, ten por seguro eso. —Sonríe, lagrimeando un poco por la emotiva escena, aunque yo tampoco me quedo atrás.

—Sé que lo harás, Isabella. —Le intento sonreír, pero, al hacerlo, lágrimas recorren con rapidez mis mejillas—. Está chica no solo ha dejado un hueco en mi pecho, sino que me ha convertido en una persona que llora a montones. ¿Puedes creerlo? El grandioso Austin Williams llorando por una chica.

Ambos reímos para no volver a llorar, pero sabiendo el profundo dolor que nos ha dejado esta chica en nosotros. Me separo de Isabella y camino hasta la cama en donde se encontraba Elisabeth.

Toco su hundida mejilla y siento el hueso de su pómulo, admiro lo hermosa que es de cerca con sus largas pestañas. Al tocarla, un recuerdo de la noche en la que me internaron por la herida de arma blanca me llega de un fuerte golpe, quebrándome más.

«—Es muerte cerebral. Lo sentimos, no podemos hacer más por ella—».

Fueron las palabras que recibí de una doctora, unas cortas palabras que me cortaron más que la navaja de Jackson.

Isabella se excusa diciendo que saldría por unos análisis y me deja solo junto al cuerpo de Elisabeth. Y al momento que la puerta es cerrada por completo, casi caigo al suelo al sentir mis piernas fallar. Un enorme sollozo sale de mi boca sin poder controlarlo.

—Lo siento, Beth. Por favor, perdóname por no poder ayudarte. —Tapo mi rostro con ambas manos, intentando controlarme, pero sin mucho resultado.

Pasaron unos eternos minutos hasta que por fin logré contenerme. Seco mis lágrimas, restriego mis ojos y me vuelvo a acercarme a ella.

—Pronto me iré, Beth. Siento irme así de repente; sé que me extrañarás, pero no hay remedio, será lo mejor para nosotros... —bromeo, o eso intento, mientras que muerdo mi labios al volver a sentir las lágrimas en mis ojos—. Por Dios, soy tan patético... Me has convertido en lo que siempre he odiado, Beth. Soy un maldito sentimental, lloro por una chica que nunca pudo corresponder mis sentimientos y no he podido tener sexo con nadie más desde tu partida. Estoy haciendo celibato por ti, ¿sabes? —Río y pienso que ella también se está riendo en el lugar en donde esté—. ¿Sabes por qué lo hago? Apuesto a que no, pero lo diré de todas formas. Es porque sé que algún día nos volveremos a ver y no te das una idea de lo ansioso que estoy para que ese momento llegue.

Confieso en un susurro, sonriéndole, jugando con su flequillo, tocando cada fibra de su liso cabello casi rubio. Pasando mis dedos por cada parte de su hermoso rostro.

—Hay algo que quiero decirte, lo iba a hacer en tu cumpleaños, pero ya sabemos cómo terminó aquello.

Me acerco a ella para poder besar su mejilla con lentitud, ya que su boca tenía un tubo para que logre respirar. Me acerco a su oído, le susurro como si fuera un secreto súper confidencial el cual solo nosotros dos podemos saber.

—En verdad te quiero mucho, Beth. Me di cuenta de esto al momento de verte salir de tu habitación con esa pequeña sonrisa sincera y ese brillo tenue en tus ojos. En verdad me gustas mucho, así que te has equivocado. Los demonios sí pueden enamorarse. Y aunque tú no llegaste a amarme, sé que me querías, aunque sea un poco, o eso me gusta pensar. Solo espero que Jeremy y tú estén felices en el lugar en donde estén, porque lo mereces. Mereces tener un final feliz, mi querida Beth. Aunque este final no sea conmigo.

Trago el nudo que siento en mi garganta y vuelvo a besar su mejilla, dejo una lágrima en esta, la cual se desliza con rapidez hasta caer en el colchón de la cama. Me despido de ella, prometiéndole que algún día nos volveremos a ver. Pase lo que pase, ella estará conmigo, sin importar si es en esta vida o en la otra. Yo iba a tener mi final feliz también y estaría a su lado.

Salgo de la sala de emergencia, y me siento sin aliento en este espacioso lugar. Camino con apuro hasta llegar a la salida, sintiendo que mi mundo se cae detrás de mí, siento cómo mi vida se acaba con cada paso que doy lejos de ella. Pero su voz urgente y sus pasos se detienen antes de lograr salir del hospital.

—¡Austin, espera! —Isabella corre hacia mí, tiene un papel en su mano, el cual arruga al llegar—. Quería pedirte algo..., pero no quiero que pienses que...

—Isabella. —La interrumpo. Ella me observa con ojos expectantes, parecía tener prisa por decirme algo, pero se calla y se relaja al oírme pronunciar mis palabras—. Mataré a Adam y a Daniel...

Un silencio nos rodea. Incluso las máquinas de los pacientes a nuestro alrededor parecen detenerse al momento de mi confesión. Ella inhala y exhala, cerrando sus ojos por un momento, procesando mis palabras, dándome su aprobación con una media sonrisa.

—Es por ella. Por Elisabeth.

—Por Elisabeth —confirmo con una sonrisa medio caída.

Ella suspira algo aliviada.

—Hazles pagar por todo su sufrimiento, Austin. —Me ordena con sus ojos oscuros y llenos de orgullo—. Nos veremos pronto, Austin.

—Hasta pronto, Isabella...

###

Sus gritos y llantos inundan cada rincón del orfanato abandonado, escupe sangre, lágrimas, mocos y demás fluidos corporales. Hasta puedo decir que se ha orinado encima por el dolor de sentir cómo le extraigo un pedazo de su cuerpo con unas pinzas oxidadas.

—¡Maldito hijo de puta! ¡Detente de una vez! —Su mano derecha grita, implorándome que pare al ver a su amigo en tal estado.

Lo golpeo en la nariz ya rota, este esfuerzo me produce un leve quejido de dolor por la herida aún no cicatrizada que tengo, pero este sonido queda totalmente apagado por los inigualables gritos de Adam Jones.

—No se desespere, señor Li. Aún nos queda mucho tiempo para jugar. Y para usted tengo juegos muy divertidos, he visto que le gusta meterle cosas grandes a niñas pequeñas; así que pienso hacerle esas mismas cosas con usted. —Daniel abre sus ojos con total horror, pronto se le escucha gritar para que lo libere, pero simplemente lo vuelvo a golpear, pero esta vez con un martillo en sus pelotas.

Río con total diversión, viendo y gozando cada llanto derramado, cada dolor que es pagado. Pero aún falta, aún queda mucho para vengar a mi querida Beth.

—Muy bien, señor Jones. ¿Seguimos? —Sonrío y río a carcajadas mientras lo veo llorar e intentar hablar, aunque fracasa al instante, ya que le acababa de sacar su propia lengua de su asquerosa boca.

«Uno a uno caerán, porque es por ella. Siempre será ella».

FIN DE DEMONS #1

CULPABLE: Una realidad oscura y siniestra

Primer libro de la tetralogía Demons.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro