Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Crueles palabras •

Elisabeth Jones

Mis pisadas son dolorosamente duras. Cada pequeño movimiento que hace mi cuerpo, me provoca sentir las secuelas de la noche anterior que me cobra factura. Muerdo mi labio inferior al sentir los tirones que producen mis cansados músculos de las piernas. El cansancio que me abraza es cada vez más insoportable, ya no logro recordar cuándo fue la última vez que dormí más de cuatro horas seguidas. Empujo a quien se ponga en mi camino, nadie objeta nada en voz alta, pero sí observo sus miradas negativas en mí, que poca importancia cobran en mi conciencia. Avivo mis pasos al instante de escuchar su voz grotesca detrás de mí.

—¡Amo tus calzones rosados, Elisabeth Jones!

Freno en seco sosteniendo mi parte de atrás de la falda.

—¡Austin Williams! —grito en protesta y asusto a los que están a mi alrededor.

Giro mi cuerpo, voy por él. Lo tomo de su camisa arrugada, y, sin mucha dificultad, lo llevo hasta un aula vacía.

—Oye, Oye. Tranquila... —Ríe Austin mientras me deja arrastrarlo hasta adentro de la habitación.

A los segundos de entrar al cuarto, siento sus enormes brazos envolver mi cintura con algo de fuerza excesiva.

Este movimiento brusco me produce un dolor punzante en la cintura, lo que me provoca poner una mueca notoria de molestia en mi rostro. Austin la capta enseguida y borra su burlona sonrisa para poner un rostro sombrío como reemplazo.

—¿Qué te sucede? —Su agarre se suaviza, al igual que sus facciones.

Quedamos frente a frente, yo tomo sus antebrazos y los aprieto al notar cómo sus ojos se apagan. No sé en qué está pensando, pero algo en mí quiere saberlo. Quiero confirmar mis pensamientos y creo que esta es la oportunidad. Doy un paso hacia atrás, él me sigue. Doy el siguiente y Austin capta mi indirecta. Ambos nos guiamos hasta llegar al escritorio del profesor, sin apartar nuestros ojos ni nuestro tacto. La mirada que tiene me transmite su inquietud. Él también quiere saber algo, o tal vez ya lo sabe y solo busca mi afirmación o negación.

«¿Se lo diré?, ¿le dejaré saber lo que en verdad ocurrió?».

—¿Qué te ha hecho?

El matiz de la desdicha es claro en su susurrante voz. Los ojos azules deslumbran un destello de algo irreconocible para mí. No logro recordar si alguna vez, en este corto pero cansador trayecto que hemos conocido, lo he visto mirarme de esta manera. Aunque, ahora que lo pienso bien, en la fiesta de Adam hubo un brillo como este; pero fue opacado rápidamente por el enojo y la pasión del momento. Doy un largo suspiro que me libera de los errores cometidos esa noche. Austin sigue esperando una respuesta, no creo estar lista para decirlo en voz alta.

—Nada, no ha hecho nada...

—No te atrevas a mentirme en la cara, Beth. —Su advertencia carga el enojo tan poco característico de él.

—Él es tu hermano, ¿acaso ustedes no se cuentan todo?

—¿Tú lo haces con Isabella?

Touche.

Quedo boquiabierta por un instante, esto le produce cierta gracia a Austin, que esboza una leve sonrisa de victoria.

—¿Te importa? —Lo empujo un poco y él se aleja de mí y me libera de su suave agarre—. Responde, Austin. ¿Te importa lo suficiente la situación? ¿Yo te importo? ¿En verdad quieres saber lo que ocurrió?

Repito y aguardo. Pero, como supuse, no hay respuesta alguna que él pueda darme. Por lo menos no una verdadera. Él se queda estático, mirándome algo desconcertado, sin saber qué decir o hacer. No amaga con aclarar o refutar algo con respecto a la charla, pero no importa. Su silencio es todo lo que necesito para entender su verdadero motivo del porqué preguntaba e insistía tanto.

—¿Es que acaso no quieres que Jackson se acerque a tu juguete favorito? Es eso, ¿no, Austin? Soy solo un juguete para ti. Y es solo por eso que jamás cambiaré mi opinión con respecto a ti. Eres y serás un maldito demonio.

Escupo con veneno y sin remordimiento cada palabra que siento. Las dejo salir sin pensarlo dos veces, aún sabiendo que me arrepentiré. Sus ojos por fin abandonan mi cuerpo. Ahora miran al suelo. Está dudando, se niega a decir algo. Estoy más que segura de que quiere huir de esta conversación. ¿Pero a qué le teme tanto? No logro descifrar esta incógnita. Una pequeña risa sale de mis labios al verlo cabizbajo. Su ya largo cabello rubio es como una cortina que me impide ver con claridad su rostro, pero sí veo bien lo tenso que se encuentra todo su cuerpo. Me dispongo a marcharme, esta reacción es todo lo que necesito para entender sus estúpidas y caprichosas acciones.

—Elisabeth, aguarda... —Se apresura a seguir al instante de verme pasar por su lado.

—Aléjate de mí, Austin. Te pido solo eso... —No lo miro a la cara. No necesito darme vuelta y ver su rostro, ni sus ojos, ni sus estúpidos labios. Lo único que necesito es alejarme de ese maldito imán.

La campana suena y rompe el silencio que se había creado en ese instante. Los miles de voces de los alumnos son todo lo que logro oír, y, aún de espaldas, cierro mis ojos con fuerza para poder recomponerme.

—¿Qué te hace pensar que no me importas...?

Su voz sale algo alta, ya que hay demasiado ruido a nuestro alrededor. Lentamente abro mis ojos, estos miran al frente, y, por alguna extraña razón, observan todo con un brillo cristalino, como si estuviera a punto de llorar.

—Los demonios no se enamoran.

Es lo único que digo antes de abrir esa puerta y marcharme lejos de él. Esto es lo que necesito, ¿verdad? Alejarme de este extraño idiota que está convirtiendo mi mundo en una bola mayor de caos. No es sano estar con Austin. Sin importar lo liberador que sea para mí, esto no es algo que se acerca al cariño. Y no quiero volver a tener una relación tóxica e hiriente; ya he tenido suficiente de esa mierda con un viejo amigo.

La culpa de lo ocurrido con Jackson me carcome tan pronto como paso por el salón de arte. El rostro de mi hermana se hace presente, sus bellos ojos son algo que no logro ver por la vergüenza que siento en ese momento. ¿Me arrepiento de haberlo hecho con Jackson? Por supuesto. Pero, algo muy dentro de mi cabeza sigue dando cuerda a estos mezclados sentimientos que tengo. ¿Es odio? Estoy segura de que sí.

Jackson Williams intentó matarme. Pero yo le he permitido hacerlo y fallé rotundamente en eso, así que no sé cómo sentirme ante esa revelación que me ha hecho la noche del cementerio. ¿Isabella sabe sobre su enfermedad? ¿Por qué me lo ha dicho a mí? ¿Qué tanto oculta Jackson Williams?

Tengo muchas dudas y ninguna respuesta correcta. Tan solo teorías locas y absurdas que no me llevan a nada.

La noche del cementerio

La ducha calma el malestar de mi cuerpo, pero no el de mi corazón. Tomo algunas pastillas que tengo guardadas para aliviar el dolor que queda en mi cabeza y cintura. También coloco una venda pequeña en mi ceja, ya que el golpe que me dio Jackson fue demasiado duro. Me recuesto en la cama, sin sueño ni ganas de nada. El cansancio mental y físico siguen en mí, pero algo me obliga a no poder pegar un ojo en toda la noche. Y, como si estuvieran esperándome y leyendo mis pensamientos, mi celular vibra varias veces en señal de nuevos mensajes.

Cierta ansiedad se crea en mí al tomarlo y fijar mi vista en aquellos mensajes. Mi pecho sube y baja, las ganas de llorar por la impotencia y el miedo aparecen al instante.

Número privado. Dos mensajes sin leer.

¿Qué pensaría de ti Jeremy si ve cómo te revuelcas con todo el mundo? Das asco.

Solo espero que no estés sintiendo nada por nadie, Elisabeth. Sabes que los demonios no pueden estar con los ángeles, ¿verdad?

Enviado a las 00:23 a.m.

M.O.

Número privado.

Si ustedes se siguen involucrando de esta manera con ellos, terminarán muy mal... Pero, ¿Quiénes serán los culpables de eso? ¿Los Williams o ustedes mismas?

Enviado a las 2:13 a.m. Fecha 26-09-2020

M.O.N

Lágrimas caen sin frenos. Muerdo mi lengua con fuerza para no permitir que ningún sollozo o ruido salga de mí. ¿Quién mierda eres? ¿Por qué me sigues jodiendo de esta forma? ¿Por qué sabes sobre Jeremy y cómo mierda te has enterado de nuestras relaciones personales con los Williams? Quiero respuestas. Las necesito o creo que me volveré completamente loca.

###

—¡Elisabeth! —Su voz grave es la que me trae de vuelta a la horrenda realidad.

Mi vista estaba borrosa por las lágrimas contenidas; al verlo ahí parado, no pude aguantar mucho y dejé caer estas lágrimas dolorosa.

«¿Por qué con él? ¿por qué solo con Bred puedo liberarme de esta forma sin miedo a las consecuencias?».

No me había dado cuenta de lo lejos que me fui; ahora me encuentro fuera de la escuela, en la parte del estacionamiento trasero. Ni siquiera sé cómo he llegado hasta aquí.

Sus pasos son acelerados, llega a mí y no tardo en sentir sus ásperas manos en mis mejillas. Levanta con gentileza mis rostro y me observa desde abajo, con sus ojos marrones perfectos, que aún guardan cierto rencor y, a su vez, cariño por mí.

—¿Qué ocurre, Peque?

—¡Todo, idiota! ¡Todas las malditas cosas me salen mal! —grito harta. Me suelto de sus manos y comienzo a caminar hacia el campus de juego, que ya casi se encontraba vacío.

—¡Oye! ¿Qué mierda te está pasando? Estoy acostumbrado a tus cambios de humor, pero creo que esto ya es demasiado para ti, Elisabeth... —Me regaña como un padre mientras me toma del antebrazo y me obliga a enfrentarlo.

—¡Ya no eres nadie para preguntarme esas cosas! Me abandonaste en mi peor momento, te alejaste y ahora vuelves con unas personas extrañas que no son fiables. ¡Deja de aparentar que te sigo importando, Bred!

Grito, lloro, lo insulto y lo maldigo, pero aún así, a pesar de esas palabras hirientes, Bred sigue frente a mí. No se aparta, no responde con enojo. Él tan solo se acerca lentamente y me envuelve en sus cálidos abrazos. Tal y como hacía en el pasado.

—Siempre me vas a importar, Peque... —Es lo único que me dice en un leve susurro en mi oído.

—Mentiras... —susurro casi inaudible para ambos, pero aprieto más el abrazo en el que estoy envuelta—. Eres un idiota.

—Me has dicho cosas peores. Creo que te falta práctica. —Se encoge de hombros y me regala una leve sonrisa algo apagada.

Él se aleja lentamente de mí, queda recto; me mira desde su posición con unos sentimientos mezclados, no entiendo cómo puede pasar por dos facetas tan diferentes en tan poco tiempo. El odio y el amor que siente por mí son desorbitantes, insanos y algo tenebrosos. Nunca le he llegado a corresponder y siempre lamentaré ese hecho.

—¿Qué haces aquí, Bred? Estoy segura de que no has venido a consolarme...

—Creo que debes ir a un médico, tal vez tus heridas duelen demasiado y creo que tienes fiebre...

—Deja de actuar como mi padre y responde.

—Jamás me comportaría como ese hijo de puta.

—No me refería a eso, idiota...

Un silencio incómodo empieza a florecer entre nosotros. No era mi intención mencionarlo, hay veces que me olvido del odio descomunal que tiene Bred por mi padre. Es un odio más grande y oscuro del que le tengo a Adam.

Bred inhala un poco de aire antes de responder.

—Sobre el beso de la otra vez...

—...Un error.

—¿Qué?

—Que solo ha sido un error. No volverá a ocurrir.

—Solo decía que... —Lo vuelvo a interrumpir.

—Tú sabes que jamás me has atraído de esa forma, Bred. En todos estos años que nos conocimos solo te vi como mi mejor amigo. Eres alguien muy preciado para mí, te he contado cosas que nadie más sabe; siempre serás como un hermano mayor para mí, pero...

—No soy él, ¿verdad? Jamás seré Jeremy... —Ríe un poco, no me mira pero puedo notar sus ojos algo aguados—. Es gracioso que no puedas corresponder mi amor, un amor que lleva en mí años; mucho más tiempo que el de Jeremy. Siempre dijiste que fue él quien te hizo confiar en las personas, ¡pero quién estuvo contigo cada maldita noche sin pegar un ojo por tus llantos y delirios fui yo! ¡Cuidé de ti, te protegí, te hice volver a querer! —grita y cada vez se acerca más a mí—. Te hice quererlo a él...

Una lenta y temblorosa lágrima sale de su ojo derecho, sus labios tiemblan al igual que su voz. Me apunta con un dedo acusador y todo su ser grita de dolor.

—...

No sé qué decir, porque todo lo que me ha dicho es la cruda y fría verdad.

—Yo no mando al corazón, y es algo que debes entender de una vez por todas. Y aunque lo hiciera, siempre lo elegiría a él. Mi corazón siempre le va a pertenecer a Jeremy. Es cruel, lo sé, pero es la verdad.

Me cuesta soltar cada palabra, pero ya no puedo permitir que él mismo se lastime y me culpe a mí. Jamás pedí que Bred me rescate de la oscuridad, pero le agradezco sus esfuerzos y lo quiero. Amo a Bred, pero no es el mismo amor que siento por Jeremy.

—Soy egoísta, Elisabeth. Quiero tenerte...

—Pero no puedes, Bred.

—¿Y Austin?

—No quiero hablar de él...

—Él tiene sentimientos por ti, ¿lo sabes?

—Lo que él siente por mí no es amor.

—¿Entonces por qué te metes con él, Elisbaeth? ¿Por qué con él y no conmigo? —pronuncia dolido, cada palabra que Bred suelta le duele en el alma.

Niego con la cabeza. Otra vez las palabras no salen, y es que en verdad yo no sé por qué aún permito que Austin se me acerque.

—¿Y Jackson? —Mi interior se remueve al oír su nombre en voz alta—. ¿No está él con Isabella?

—No fue nada, yo tampoco sé por qué lo hice.

—Te dije que no me mientas... —Bred niega con su cabeza, decepcionado y asqueado. El hecho de verme reflejado en sus tristes y llorosos ojos me parten en mil pedazos.

—Te lo diré, pero ahora no.

Bufa con burla e ironía.

—El tiempo se está acabando, Elisabeth.

Pronuncia con enojo, me da una última mirada de dolor y luego comienza a alejarse rápidamente de mí. No me atrevo a seguirlo, no tengo el valor de verlo nuevamente en ese estado. Él es egoísta, y yo soy una cobarde. Esas cosas jamás cambiarán. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro