• Confidencial •
Adam sigue hablando, yo solo observo cómo sus labios se mueven, pero no articula palabra alguna. En mi mente solo hay una cosa que me importa y es destruir a Caín Duncan. Le perdoné la vida la vez pasada, la primera vez que descubrí que él la golpeó, pero no soy una persona bondadosa o benevolente.
Yo no doy segundas oportunidades.
Mi última opción era Adam. Entendía que eso era un arma de doble filo, que tal vez se me volverían las cartas y saliera perjudicada, pero no tengo otra opción; aunque no quiero admitirlo, necesito la ayuda de ese hijo de perra.
«Es por el bien de ella, siempre será por el bien de ella», me repito una y otra vez.
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-¿Ya sabes cuando irás al cementerio? -Su voz se torna grave, pasiva y llena de odio-. No tengo todo el tiempo del mundo para que me digas la fecha para ir a ver a ese muerto con gusanos.
-Aún no lo sé. Si el plan sale bien, y eso es lo que espero, el domingo iré allí-respondo mordiéndome la lengua para evitar responder aquella provocación.
Me siento nerviosa y creo que mi voz me delata. El corazón late con tanta velocidad que pienso que Adam escucha el sonido de este, golpeando contra mi pecho. Sus ojos azules me observan con intensidad y analizan cada parte de mi rostro.
-En realidad no me importa, pero ¿qué mierda te sucede? ¿Ahora qué es lo que quieres?-se acomoda en su asiento, su mentón elevado y sus ojos fijos en mí me dicen lo poco interesado que está. En parte, eso es bueno para mí.
-¿Qué es lo que harías por Isabella?-mi pregunta lo toma por sorpresa. Las palabras quedan en el aire, mientras que los nervios aumentan con cada segundo.
Adam achina sus ojos, pensando en la pregunta que le hice.
-Bueno, dejo vivir a su hermana solo para verla feliz. ¿Acaso eso no te dice lo que llegaría a hacer por mi única hija?-marca las últimas dos palabras. El asco crece en mi interior al oír decir tal mentira.
«Mentiroso. A ustedes les gusta verme sufrir, verme desdichada y a punto de romperme en un millón de pedazos; es esa la verdadera razón por la que estoy viva...».
-Hay que retrasar la fecha de la fiesta. -cambio de tema. Mi orden le hace abrir su boca, la indignación es visible y cierta burla en sus ojos me hacen dar un paso hacia atrás. Demasiadas emociones para un demonio como él.
-¿Qué mierda te sucede, mocosa? Tú no das órdenes aquí, eso ya deberías saberlo. -su sonrisa torcida se vuelve tensa y a sus ojos se le desvanece la gracia.
-Es solo un consejo, Adam. Isabella no está del todo bien, y ya que tú la quieres proteger, te doy la opción de posponer una fiesta innecesaria para que ella pueda estar en paz unos días.
Hablo claro, con fluidez y con calma. Él me escucha atentamente, sin mostrar mucho interés, pero analizando cada palabra que digo.
-Habla claro. ¿Ocurre algo con Isabella?-se rinde ante la intriga, frunciendo su ceño.
-Hay que hacer algo con Caín.
-¿Por qué?
-Él maltrata a Isabella. La ha estado golpeando, no sé bien por cuanto tiempo, pero lo hace. Adam, hay que hacer algo ahora mismo-ordeno furiosa, apretando mis puños con tanta fuerza que mis uñas logran lastimarme.
No hay respuesta por su parte. El tenso silencio del ambiente corta mi piel como si fuera una tijera, pero no importa. Ya lo he soltado, y lo único que puedo hacer es esperar su respuesta. Él siempre ha sido un hombre lleno de odio, es obsesivo con todo lo que le pertenece. Eso también hace peso en el por qué me mantiene con vida.
Si él no me puede destruir, no dejará que nadie lo haga.
-¿Caín la...?
-No. De eso sí estoy segura, ella me lo hubiera dicho y yo misma lo hubiese matado -Adam suelta un suspiro repentino, me observa y habla.
-Si llegas a mentirme, ni siquiera Isabella te salvará de esto.
-No miento, he visto los moretones. Los tiene por todos lados. En sus brazos, piernas, hasta en la cara-la rabia consume cada parte de mi cuerpo al decirlo en voz alta, hasta él se nota rojo de la ira-. Manda a alguien para que le haga algo, no podemos vernos involucrados en alto así. Que hagan parecer que solo fue un accidente.
-Sí. Isabella no sufriría mucho si sabe que fue por un accidente... tal vez de auto, ese idiota no sabe manejar tan bien -habla para sí mismo, concentrado en buscar una opción.
Inhalo por mi boca para poder calmar mi corazón.
Adam sigue divagando por el aire, buscando el plan perfecto para llevar a cabo. No será fácil matarlo, ya que su familia tiene cierto poder en el ámbito policial y; si algo se nos escapa, todo podría desmoronarse.
Una vez que todo está listo, me doy vuelta y comienzo a caminar fuera de su oficina.
-Espera, Elisabeth-freno en seco y me volteo para verlo-. Esto no cambia nada para ti. Esto es por Isabella.
-Siempre es por Isabella-recuerdo con pesar, sonriendo, aunque sea con falsedad.
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-Señoritas, su coche está listo para llevarlas a la escuela-. Nos informa nuestro chofer.
-Muy bien, ya he terminado de comer... -murmura Isabella. Veo su plato semi vacío; no era mucho, pero no puedo pedir mucho, es su nuevo primer día.
No digo nada, solo la sigo en silencio hasta llegar al auto. No le he dirigido la palabra en toda la mañana debido a que ella sigue fingiendo que todo está en orden; que no ha pasado nada, eso me molesta y hace que mi humor empeore.
Su afán de querer vivir en su burbuja perfecta me hace hervir la sangre.
-Oye, Eli..., h-hoy iremos al psicólogo, ¿verdad? -susurra con nerviosismo en mi oído para que el chofer no nos escuche. Logrando asustarme por el repentino acercamiento.
-Sí. Hoy salgo antes, así que te estaré esperando afuera-respondo tajante, tomando distancia.
-Está bien... -un rastro de tristeza se plasma en su rostro al ver que la sigo ignorando.
Hoy será un día pesado. No solo por el hecho de que Isabella estará toda la tarde con el psicólogo, mientras que yo tengo que estar pendiente del celular para saber los planes de Adam y así ponerle fin a Caín. Esto también se debe al hecho de que acabo de ver a los hermanos Williams pavoneándose ante la atenta mirada de muchos en la escuela, caminando hacia nosotros con tranquilidad y cierta diversión.
-Muy buen día, hermosuras... -Austin saluda, Jackson solo da un asentimiento de cabeza en forma de saludo.
-¿Qué quieres?-corto su alegría, logrando que su sonrisa flaquee.
-Elisabeth, no seas grosera. Buenos días, chicos.
-Hoy las tenemos en nuestras primeras clases, así que pensé en que nos podríamos acompañar-frunzo mis cejas al oír a Austin.
-Yo tengo Literatura contigo, Isabella -habla por primera vez Jackson, mirando a mi gemela con neutralidad.
-¿Y tú cómo sabes nuestras clases? -tomo a Isabella del brazo y la traigo más hacia mí.
-El chico, Teodoro, nos lo ha dicho. Fue pura casualidad... -Austin se encoge de hombro, sus ojos me siguen a todos lados y encienden las alertas en todo el cuerpo.
La campana suena y los alumnos se apresuran a ir a sus clases.
-Bueno, señoritas. Es hora de irnos, a no ser que quieras hacer otra parada, Beth... -una sonrisa llena de lascivia aparece en su rostro, no oculto el asco en la mía.
-Si sigues así, te volveré a golpear y esta vez te dejaré estéril-advierto con horror genuino y él se ríe en mi cara.
Sin dar despedidas ni otras palabras, me dirijo a la clase asignada. Escucho una risa y pasos detrás de mí que me ponen nuevamente en alerta.
-Hoy saldré temprano, igual que tú... pensé que sería buena idea ir a tomar algo después de clases. ¿Te parece?
Freno mis pasos, habíamos llegado al salón, lo veo a los ojos y las palabras salen con urgencia.
-Escúchame, Austin. Yo jamás saldré contigo, ¿lo entiendes?. Odio a todos los hombres, me prometí no volver a estar con uno, y tú no serás la excepción. No soy yo, eres tú... ¿Okey?
Al terminar, su rostro sigue teniendo ese matiz de burla, pero sus ojos se han tornado más oscuros y fríos que hace un momento. Incluso su mandíbula se tensa y frunce su nariz.
Ignoro ese hecho, entro al salón y me siento al final de todo. Noto cómo Austin entra luego de algunos segundos, pero se sienta al otro lado de la sala; un suspiro de alivio sale de mí.
Pero la paz nunca dura mucho tiempo.
Mi celular suena, lo enciendo con aburrimiento, pero ese sentimiento se desvanece con rapidez y es reemplazado por la furia. Mis manos tiemblan, el sudor frío no tarda en llegar y mis ojos siguen clavados en el mensaje.
Número desconocido.
-Supongo que él debió de ser muy importante para ti, Beth. Pero él ya no está aquí, solo somos tú y yo. No pretendas escapar de mí.
Recibido a las 8:30 Am.
Mi mirada va directo a Austin, él ya está mirándome con una sonrisa que muestra su clara victoria. Siento cómo mi interior se revuelve, y las ganas de vomitar aumentan. Mi vista se torna un tanto borrosa, voy sintiendo un extraño vértigo aún estando sentada y mis oídos zumban demasiado.
Es imposible que él sepa de la muerte de Jeremy, ¿verdad?
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