• ¿Caminos separados? •
Jackson Williams
El golpe de la realidad me trae con fuerza a mi habitación, oscura y solitaria.
"¡Jackson, vete!"
El grito desesperado que soltó mi madre no sale de mi cabeza, aún estando despierto.
Detesto enfermarme, ya que, si esto ocurre, suelo dormir más de lo necesario. Y si duermo, las pesadillas atormentan mi mente. La imagen de mamá en el suelo persiste en mis ojos. Recuerdo que ella tenía demasiada sangre en su rostro debido a los múltiples golpes que papá le propinaba cada vez que podía. Ella me imploraba que corriera lejos de ese lugar para que no presencie las golpizas, pero no podía moverme. Tal vez por el shock y el miedo, así que pasaba unos diez minutos ahí parado. Sin moverme; con mis ojos bien abiertos, mirando cómo él la golpeaba sin piedad hasta el punto de dejarla inconsciente, recostada en su sangre, con su cara rota mientras sus lágrimas caían de sus hinchados y rojos ojos.
Esa imagen no se va. Aunque intente pensar otra cosa diferente, no se va de mi mente. Me perturba de una manera cruel, más cruel de lo que yo puedo llegar a ser con alguna víctima.
Quito el sudor de mi frente, mi espada también suda y siento la manta algo mojada debajo de mí. Me toco la cara, siento que la fiebre no baja, toco mi cuello y este sigue igual de húmedo por el sudor que recorre mi cara. Esto es asquerosamente molesto.
Me levanto de la cama, siento el mareo al instante de levantar mi cabeza, por lo que tengo que sentarme para evitar caerme al suelo. Mi vista se dirige a la puerta, esperando que alguno de ellos entre al oírme maldecir o toser por milésima vez, pero ninguno de los dos entra. Mi espera es larga, molesta y aburrida.
Hasta se me pasa por la cabeza llamarla a Isa. Pero esto solo fue para peor, ya que ella sigue con su absurdo enojo de niña preadolescente. En mi defensa, no sabía que tener sexo con su hermana me causaría tantos problema. Cansado de estar sentado esperando por alguien que no vendrá, decido levantarme con más cuidado e ir al baño para ducharme y así quitar el sudor que recorre mi cuerpo.
Ya dentro de este, abro la regadera y siento las gotas de agua fría que rebota contra el suelo. Me quito la única prenda que uso para dormir, la tiro al suelo y me adentro a la frescura del agua que tira la regadera.
Esta helada sensación me deja con los hombros tensos por un momento al tener el cuerpo muy caliente por la fiebre. Aprieto los dientes por el frío, pero este leve congelamiento me dura poco, pronto voy sintiendo cómo mi cuerpo se relaja y el calor va menguando. Cierro los ojos, intentando pensar en algo relajado, pero me sale muy mal y termino pensando en la horrenda casa de Misisipi.
Recuerdo con claridad la horrenda casa en la que vivíamos. Esos rojos ladrillos estaban desteñidos por donde se lo viera, con manchas de humedad, hongos y demás mierdas que hacían que fuera inhabitable para cualquier ser humano.
Debido a una metida de pata en el negocio de Gregory, no tuvimos más opciones que escondernos en ese pueblo casi abandonado. Empezamos a vivir como indigentes para la vista de muchos, pero era una gran fachada, como lo es toda esta estúpida familia.
Pasamos algunos años así, y, aunque ese estilo de vida no era lo mejor del mundo, nunca pasamos hambre, dormíamos en una cama moderadamente decente e íbamos al colegio. Uno muy mierda, por cierto.
Éramos una familia de cinco integrantes, hasta que pasó lo ocurrido con ella y terminamos siendo cuatro desconocidos viviendo juntos en una casa que no se sostenía sola.
Luego el dolor pasó, o los demás fingieron que ya había pasado, así que preparamos todo para mudarnos a California. Ahorramos mucho, el negocio no iba de lo más favorable, pero nos alcanzaba para iniciar una nueva vida. Austin y yo fuimos los únicos que no cambiamos nuestros nombres al volver a hacernos los pasaportes. En mi caso, mi nombre es lo único genuino que he podido conservar desde mi ida de la cabaña del bosque. Luego conocimos a Bred, estaba metido en mejores negocios, así que él nos ofreció su ayuda. Bueno, en realidad, se lo hizo a Gregory, ya que nosotros solo nos metemos en esos negocios cuando se nos ordena. Lo detesto, eso es obvio. Pero no niego que si no fuera por su ayuda, jamás la hubiera conocido.
Sin embargo, todo se fue a la mierda cuando llegamos a la ciudad. Conocimos a los Jones, o, más bien, a las Jones, y todo lo malo se empezó a acumular detrás de nosotros. Ahora, pensándolo desde una mente más fría, no sé cómo hice para involucrarme tanto con esa chica. No recuerdo haberlo hecho con nadie más, ni siquiera con alguna víctima del pasado. ¿Qué tipo de sentimiento retorcido es este?
No sé cómo frenarlo, solo sé que me da cierta ansiedad verla, estar cerca de ella, y me vuelvo alguien completamente diferente al hablar con ella.
"No te involucres".
La frase de mi hermano resuena en mi cabeza, esto me provoca sonreír con amargura, sabiendo muy bien que esa advertencia me llegó muy tarde.
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Salgo del baño y me seco el cabello con una toalla pequeña, a la vez que busco otro bóxer para ponerme. Al momento de terminar de cambiarme, logro oír perfectamente el portazo que dan abajo.
Frunzo el ceño, confundido debido a esto, no creo que sea Gregory o Clara. Por lo que lo más probable es que Austin regresó de la casa de Ruby. Eso me deja pensando en si Austin en verdad está interesado en Elisabeth o si solo es otro de sus grandes caprichos. Antes de responder esa duda, nuevamente escucho ruidos, ahora son pisadas pesadas que se dirigen a mi cuarto. Y, por último, mi puerta se abre de otro portazo y veo a un Austin rojo de la furia que camina hacia mí. Por el desconcierto del momento no logro procesar lo que pasa con rapidez.
—¿Qué...?
—¡¿Por qué mierda te has acostado con Elisabeth?! —me grita al mismo tiempo que siento su puño impactar con mi nariz.
Gimo por el dolor que me proporciona, caigo de culo al suelo y sostengo mi nariz que sangra.
—¡Contestame! —Me exige en otro grito.
Pero yo no digo nada. Aún no logro procesar lo ocurrido. Me encuentro en shock, me siento dolido y algo enojado.
Por un momento es el silencio el que reina en el lugar, lo es hasta que por fin encuentro mi voz y puedo pronunciar con algo de incredulidad mis palabras.
—Me acabas de golpear...
Parece estúpido decir esto, pero, al momento de hacerlo, Austin queda igual de petrificado que yo al darse cuenta de lo que acababa de pasar: Austin me acaba de golpear. En serio lo hizo. Él, mi hermano de otra madre, la persona que me ha acompañado hasta el mismo infierno incontables veces, me acaba de golpear. Lo hizo por estar enojado conmigo, y su enojo deriva de un sentimiento que tiene por una chica.
¿Tan lejos se ha ido este juego para que ambos nos tratemos así? ¿Es que acaso preferimos a esas chicas sobre nuestra hermandad?
Sus hombros suben y bajan, el enojo sigue en él, pero también veo un tipo de dolor en sus ojos.
—¡¿Qué demonios les ocurre a ambos?! —La voz de Gregory entra antes que su cuerpo.
Entra junto a Clara, que está detrás de él intentando calmar su enojo bestial. Yo no digo nada, a diferencia de Austin, que se olvida de lo que acaba de hacer para volver al punto de partida de su enojo.
—¡Este hijo de puta se ha acostado con Elisabeth!
La paciencia se esfuma, al igual que mi control.
—¡Tú también te has acostado con ella!
—Eso es diferente —habla entre dientes.
—¿En que es diferente? —Me levanto del suelo para caminar hacia él—. ¿Acaso te crees especial? ¿En verdad piensas que ella gusta de ti o alguna de esas mierdas? —Río en su cara y noto cómo el enojo se resbala de su cuerpo—. Dejame decirte, hermano mayor, que esa perra se me ha tirado encima. ¿Y qué crees?, le ha encantado. Así que no te sorprendas si me ves cogiendo con ella en esta habitación...
Apenas logro decir esa última palabra que ya siento los puñetazos intensos de él en mi rostro. Caemos al suelo, Austin arriba de mí, con sus ojos rojos, los dientes apretados y su mirada nublada por el enojo.
—¡Austin! —Clara le grita, pero este no se detiene—. ¡Gregory, haz algo, por favor!
Gregory tarda en acatar esa orden, pero pronto se escucha un imponente grito que nos deja congelados a ambos.
—¡Deténganse los dos ahora mismo!
Los puños de Austin frenan en mitad del camino. Vuelvo a abrir mis ojos y ya siento el dolor que me dejan sus golpes. Mi cara punza a causa de sus golpes, me duele la boca y la nariz; creo que he mordido mi propia lengua y su sabor amargo pasa por mi garganta. Si fuera otro tipo de situación, me hubiera gustado. Pero en este momento, el desagrado me invade, y no solo por los golpes.
Abro los ojos y, al hacerlo, veo el rostro de Austin. Este se encontraba con algo de sangre salpicada, con una mueca de espanto y con culpabilidad en sus ojos. Luego, Gregory lo jala de su camisa, lo saca de arriba de mí y lo tira hacia el otro lado. Clara acude a mí primero, limpia algo de mi sangre con la manga de su bata azul y mancha su fina tela enseguida. Ninguno de los cuatro habla, tan solo se logra oír las respiraciones de los tres agitadas, y algunos lloriqueos de Clara.
—Les he pedido una sola cosa. Una maldita cosa... —Comienza a hablar Gregory con los dientes apretados y un notable cansancio en su voz—. Y no pudieron cumplirla. Esto me demuestra una vez más lo equivocado que estuve al adoptarlos aquel día.
No respondo nada, por mi parte no me afecta. Lo que sí logra remover mi estómago es la reacción que tiene Austin al oírle decir esto. Ya que no se reprime y muestra una enorme tristeza y dolor en su cara al mirar a su "padre" con tanto dolor que me es difícil seguir viéndolo.
—¡Gregory, no digas esas cosas! —Pide horrorizada Clara a mi lado.
—¡Tú cierra la boca! —La corta, lo que me provoca una mueca de disgusto—. ¡Esto es tanto tu culpa como la de ellos! No eres capaz ni de criar unos hijos decentes, es por tu culpa que no han podido superar sus traumas.
—¡D-detente, papá! —Su voz tiembla. Austin se levanta del suelo y se sostiene del antebrazo de Gregory—. No le hables de esa forma a mamá, por favor. No es su culpa...
No sé qué rostro tiene Austin ahora, ya que se ha puesto delante de Gregory y me impide verlo. Lo que puedo ver adecuadamente son las incontables muecas que hace Gregory, que oscilan entre enojo, tristeza y decepción en tan pocos segundos que es confuso.
No lo culpo. La voz con la que habla Austin puede poner vulnerable a cualquiera. Su súplica es dolorosa, y debe implorar perdón con sus ojos, de esto estoy seguro. Gregory suspira mientras golpea un poco el hombro de Austin, totalmente rendido.
—A la mañana hablaremos de las consecuencias de sus actos. Ahora ya es tarde, así que vamos a dormir. —Es lo único que comunica antes de darle una último vistazo a mi hermano y salir por la puerta, olvidándose por completo de mí.
—Por la mañana estará mejor, ya saben que esto de las compañías lo tienen estresado, así que pórtense bien, niños... —Clara intenta calmar el ambiente tenso que dejó Gregory.
Nadie responde, por lo que ella suspira cansada y luego se levanta del suelo, alejándose un poco de mí.
—Jackson, mejor lavate la cara y duerme un poco. Parece que la fiebre ha bajado, pero si sigues así, te llevaré a un hospital.
Asiento varias veces, esa amenaza es todo lo que necesito para olvidarme por completo del dolor de la cara. Clara se despide y nos da las buenas noches. Sigue el camino a su habitación y nos deja completamente solos.
—Jackson.
—Austin.
—La hemos cagado, ¿verdad?
—A lo grande, hermano mayor.
Aún dándome la espalda, asiente dos veces con la cabeza. No dice nada más, tan solo se aleja. Lo hace con lentitud, como si todavía no creyera lo que acababa de pasar y estuviera en un tipo de shock. No me opongo a su ida. No sé qué tipo de cosa decir o hacer para arreglar esta situación. Ni siquiera sé si aún podemos arreglarlo. Esto va más allá de tener o no tener sentimientos por las gemelas Jones.
Nos estamos comportando como adolescentes enamorados normales, y ese es el problema. Nosotros no somos normales, o, por lo menos, es eso lo que nos han dado a entender toda nuestra vida. Cambiar nuestros métodos es algo nuevo y molesto, estamos conociendo una parte de nosotros que jamás se nos ocurrió que teníamos. Es simplemente muy abrumador. No reconozco al chico que se aleja de mí, como sé que él no reconoce al que deja atrás.
Austin me está abandonado. Me deja detrás de él, en un camino sin salida, en el cual no sé por dónde irme. No sé si tengo que avanzar junto a él, o si es mejor retroceder y volver a lo que era antes.
«¿Y cómo era antes?».
Ya no recuerdo mucho, pero creo que es mejor preguntarles a las voces y dejar que ellas vuelvan a tomar el control de todo.
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