• Burbuja rota •
"Los policías no hicieron nada para encontrar a mi hija, y ahora ella está muerta. ¿Qué clase de justicia es esta?", comentó la madre de la joven asesinada por el asesino silencioso. Ya han pasado dos semanas desde la última vez que encontraron el cuerpo de la joven María Smith y del joven Caín Duncan, pero aún no han podido atrapar al demonio nocturno. Todos tememos ser él o la próxima víctima que cae en las garras del as...
—¿Qué haces? —comenta Isabella al voltear hacia mí.
—Deja de mirar esas noticias, no sirve de nada escuchar lo que ya se sabe... ellos siempre dicen lo mismo, cansa que no tengan una novedad importante sobre él —hablo sin importancia mientras dejo el control remoto en la mesa de al ado.
Camino hacia ella y me siento a su lado, el sillón de la sala es espacioso, pero más es el espacio que cada vez me separa de Isabella.
Isabella gira su cuerpo hacía mí y me sonríe divertida; extrañamente, esa sonrisa dulce se me pega y no puedo evitar no devolvérsela.
—¿Qué? —pregunto divertida.
—Bueno, es normal que no tengan nada que decir. Ese asesino juega con la policía, parece ser muy...
—¿Inteligente? —la interrumpo—. Han encontrado a todas sus víctimas; si no han encontrado al asesino, es porque la policía es una mierda. También puede ser que le hayan pagado por dejar pozos sin investigar...
—O tal vez él quiere que las personas encuentren los cadáveres. —Ahora ella me interrumpe. Titubea al decir la última oración.
—¿Por qué haría eso? —Río incrédula.
—¿Por diversión? —Duda, pero sonríe al ver mi reacción.
Mi boca se abre por sorpresa, al igual que mis ojos. Quedo paralizada escuchando la risa divertida de Isabella, salgo de mi estado de shock al escuchar unos pasos bajar por las escaleras.
—¿Ya se llevan bien? —Tanto sus pasos como su voz resuenan con eco en la sala. Observo con cautela por encima de mi hombro, y, al instante, mi interior se remueve.
Nuestros ojos se conectan enseguida, Adam camina unos pasos más y queda frente al sillón en donde estoy con Isabella. No apartamos la vista del otro, en mi caso no puedo evitar mirarlo con todo mi odio; en cambio él me observa con aquellos desagradables y repulsivos sentimientos que tiene.
—Solo fue una pequeña discusión... —murmura Isabella. Se levanta del sillón y yo copio su acción, aún bajo la atenta mirada de Adam.
No me sorprende que él sepa de nuestras peleas, Adam siempre tiene ojos y oídos en todos lados. No hay nada que se le escape al maldito bastardo. Aparto mis ojos lejos de él, veo por la ventana e intento sentir el aire fresco que no se colaba por las ventanas cerradas. Quiero irme, lejos de todo, pero a la vez cerca de la única persona que tengo en este mundo; aunque esa persona poco a poco me comienza a sacar de su corazón. Un enorme suspiro se me escapa mientras que la voz autoritaria de Adam me hace volver a este horrendo lugar.
—Necesito decirles que mañana será la fiesta de la empresa Jones y Smarck. Por desgracia, ya no la puedo aplazar más... —Lo último lo dice mirando a Isabella, ella tensa su mandíbula, pero su labio inferior tiembla un poco.
—Pensaba llevar a Caín... —De nuevo murmura, pero esta vez noto un leve matiz de diversión mezclado con molestia en su voz. Sacude su cabeza un poco y su postura es más tensa—. Y-yo estaré bien, puedo ir por mi cuenta.
Su seguridad flaquea al momento de abrir su boca, pero aún tiene su mentón levantado y espada rígida.
—Lo siento, Isa, pero no queda de otra... —Se lamenta Adam, fingiendo, claramente.
—No tienes que ir si no quieres, Isabella. —Me acerco hacia ella y froto con cuidado su espalda, noto cómo da un paso al costado al sentir mi repentina acción, pero aún así intento sonreírle—. Tampoco sientas pena por ese idiota, Caín se ha ganado lo que le pasó, así que no tiene por qué sentirte culpable por querer liberarte por una noche...
Intento hablar con gracia, ocultando la molestia en cada palabra que sale de mi boca, pero mis acciones son contrarias a las que yo esperaba. Los ojos de Isabella se transforman en unos más claros; la sensibilidad de ellos era tanta que estaba segura de que si me movía, ella lloraría a mares. En pocas palabras, la antigua Isabella estaba volviendo a tomar el control.
—¡Elisabeth! —Su grito me toma desprevenida, al igual que el golpe que le da a mi mano al intentar tocarla—. ¿Por qué eres cruel con Caín? ¡Él hizo mal al hacerme daño, pero no se merecía todo lo que le pasó! Los humanos... los humanos cometen errores... —Su voz se iba apagando con cada palabra que salía de su boca—. Nadie se merece pasar por lo que él pasó.
Al oírle decir lo último, mi pecho se contrae y quema, como una bomba que acababa de explotar y deja un camino de llamas y destrucción que iba directo a Isabella. Todo explota en cuestión de segundos.
—Nadie merece que le pase lo que te ha pasado. ¿Aún no tomas en serio lo que él te ha hecho? ¡¿Es que acaso sigues siendo una estúpida niña encerrada en una burbuja imaginaria?! ¡Deja de ignorar las cosas que él te hizo pasar por años! ¡ de ser una maldita ignorante de una puta vez, Isabella! —grito enfurecida sin lograr contenerme.
Nadie habla. El silencio cargado de tensión cuela por nuestros poros y nos deja tiesos. Incluso Adam se mantiene alejado de esta discusión, observando con cautelosa distancia. Isabella abre su boca para refutar, aunque no logra pronunciar ninguna palabra, pero tal vez es debido a las miles de lágrimas que comienzan a recorrer sus rojas mejillas. Mi pecho arde con más fuerza, las ganas de seguir gritando la verdad amenaza con salir desde lo más profundo de mi garganta. Temiendo que mi juicio se corte, camino lo más rápido que puedo hasta llegar a la salida y dejo a Isabella y a Adam detrás de mí, aún en silencio, procesando todo lo ocurrido.
Apenas abro la puerta, una ventisca fría golpea mi cara, ignoro aquel reconfortante ardor y me alejo aún más de aquella casa. Salgo por completo, comienzo a caminar sin rumbo por las calles del vecindario y me dejo guiar por las corrientes de aire.
«¿Qué mierda acabo de hacer? Quería arreglar las cosas con ella, pero solo he hecho que me odie aún más...».
Mi intención con aquellas palabras no era herirla, solo quería que comprenda que no debe justificar aquellas horrendas acciones. Quería que entienda mi sobreprotección. La había cuidado por años solo para que ella no sufra y ahora entendía que no logré cumplir mi palabra, de nuevo.
Un suspiro tembloroso se desliza fuera de mi garganta, mi labio tiembla y mi corazón se parte en segundos. ¿Quién me logra comprender? Al principio, me negaba rotundamente a reventar aquella burbuja de ignorancia en la que estaba Isabella, pero ahora quiero sacarla de allí para que sepa la verdad y logre comprender lo cruel que es este mundo si no pones tus pies firmes.
Camino algunos pasos más hasta llegar a un banco que se encuentra al lado de un poste de luz, me siento lentamente allí y dejo que el viento remueva mi cabello y enfríe mi cuerpo y mente. Necesito calmarme y pensar las cosas con cautela, no tengo tiempo para lamentar mis acciones pasadas. Si quería que Isabella me perdone y me entienda, necesitaba contarle la verdad de todo; con el riesgo de que todo salga mal.
Mi cabeza empieza a dar vueltas al recordar todo lo sucedido en estas pocas semanas. ¿Cómo es que las cosas están pasando tan rápido? Necesito un respiro de todo, pero, sobre todo, de mis conflictos del pasado. Enumero mis problemas en mi mente, y, de tan solo pesar aquellos nombre, mis ojos se nublan por las lágrimas que amenazan con salir sin mi permiso; sacudo mi cabeza y froto con frustración mi rostro, quito toda evidencia de tristeza o emoción alguna.
La familia Williams, sobre todo sus hijos. Las extrañas actitudes de Isabella. Las peligrosas miradas de Adam. El regreso de Bred, y las rotas promesas que le hice a Jeremy... Son tantas cosas que mi cuerpo y mi mente me ruegan que me detenga e intente procesar todo de a poco; pero no hay tiempo, siento que este se escapa de mis manos y no quiere regresar a mí, lo que me olbiga a avanzar con más apuro.
Un rayo de luz solar golpea mis ojos, los cierro por inercia mientras siento que esa cálida luz abre una ventana a mi mente y provoca que un recuerdo se active de inmediato.
«El cumpleaños de Jeremy es pronto...», me susurro a mí misma.
Mi cuerpo se estremece al recordar aquello, sus diecinueve años están dolorosamente cerca. Pero también su segundo año de fallecimiento. La pequeña luz se deshace por culpa de unas nubes oscuras que la opacan, el frío vuelve a mi rostro, y un nuevo recuerdo viene a mí. Mis fríos labios pegados a los de Bred, su cuerpo se pega con tanta facilidad al mío y sus manos encajan casi a la perfección en mi cuerpo.
¿Me arrepiento? Por supuesto, pero la sensación de necesitarlo aún permanece en mí y me odio por eso.
—¿Qué haces aquí? Puedes pescar un resfriado... —Su grave voz corta el helado viento y va directo a mis oídos, lo que provoca un hormigueo extraño en mi espina dorsal.
Observo por encima de mi hombro para confirmar su horrenda presencia. Sus ojos cargan con unas enormes bolsas negras debajo de ellas, sus labios se encontraban algo cortados por la sequedad y el gorro negro le cubría todo el cabello, lo que le daba un pinta de emo vagabundo creepy.
—¿Me sigues? —digo secante, dejando ver mi clara molestia.
Antes de contestar, lame sus labios y levanta una comisura. —Cualquier persona es mejor víctima que tú...
Frunzo el ceño al oírlo. —¿Entonces qué mierda quieres?
—No lo sé, es divertido verte tan frustrada, Jones —modula lentamente mi apellido mientras su pequeña sonrisa desaparece lentamente—. Espero verte mañana por la noche...
—Púdrete, Williams... —digo lo suficientemente fuerte para que me escuche; como respuesta, logro oír una pequeña risa salir por sus labios mientras se aleja lentamente de mí.
«Jackson Williams, eres un misterio oscuro y peligroso».
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