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Capítulo 44

Didier

Francia

A la edad de 7 años.

En las casas de la alta sociedad, las familias estaban refugiadas de la frialdad que había traído la lluvia la noche anterior. Aunque como siempre, los niños les encantaban salir a saltar sobre los charcos que quedaban. Una inocente travesura que adoraban hacer los infantes.

Un pequeño de piel clara y cabellos azabaches rizados se había alejado de su hermano mayor para unirse a los brincos de un grupo de niños con ropa sucia.

-ja ja ja ¿Y ahora a dónde vamos? -preguntó el azabache.

-Vamos a perseguir a las ratas -propuso un niño del grupo.

-Vamos a capturar palomas -propuso otro.

-Hay que hacer enojar a los vendedores para que nos avienten comida dura -propuso un niño de tez clara, ojos azules y cabello lacio rubio.

-{Que extrañas propuestas tienen estos chicos} ¿Qué? -dijo el azabache antes tantas extrañas propuestas.

-¡Hermano! ¡Vuelve ya! ¡Padre nos está llamando! -escuchó la voz de su hermano mayor llamarlo.

-Debo irme, espero vernos mañana -se despidió el azabache.

El resto de niños se despidió amablemente de el.
Tras llegar a casa ambos hermanos fueron reprendidos por su padre.

-¿Por qué salieron? Hace frío afuera, les recuerdo que su madre está cuidando de sus pequeñas hermanas -el padre de ambos hablaba serio pero con un tono bajo.

-Asumo toda la responsabilidad padre, lo siento. No fue intención mía causarle algún daño a mamá o a mis hermanos -el mayor dijo firme.

-Dean, deja de perder el tiempo y vuelve a tus estudios, tienes muchas clases, discutiremos esto luego -le ordenó retirarse y su hijo mayor obedeció- Didier, tendrás un castigo por llegar sucio a casa y ese será, lavar tu ropa y calzado a mano sin ayuda de las sirvientas.

El azabache obedeció y se retiró. Cumplió con su castigo, tras ello continuo con sus estudios para cuando llegó el día siguiente su padre le impuso otro castigo ⇀este era por haber dejado una ventana ligeramente abierta por la que se colaba el frío↼ y fue que el pequeño fuera solo por un encargo sin la ayuda de las sirvientas. No era lejos y tampoco pesado, tampoco exageraba.

Caminaba tranquilamente de regreso a casa cuando de la nada vio un montón de piedras volar en su dirección, instintivamente se agachó, escuchó como algunas rocas chocaron contra el suelo y decidió levantar la mirada, se trataba del grupo que había aparecido el día anterior.

-¡Había alguien atrás de ti! -exclamó un niño.

-¡Si! Llevaba un rato siguiéndote -exclamó otro.

-¿Era tu perro? -hablo el niño rubio que le había llamado la atención el otro día- ¡Lo siento! Es que estaba tan leal a ti.

-¿Había alguien tras mío? ¡Gracias a Dios que lo espantaron! -el azabache miro a todos lados y saco unas monedas de su bolsa- Escuché lo que comentaron ayer, quieren comida ¿No? Pueden comprar un poco con eso.

-No nos van a dar nada, creerán que nos robamos las monedas y nos van a encerrar -habló el rubio y se acercó al azabache- ¿Y si nos compras comida?.

-...-el azabache lo pensó un poco y después habló- De acuerdo, compraré comida y se las daré en agradecimiento, será rápido porque Padre me castigará si llego tarde.

Tras hacer lo prometido se ganó el cariño de aquel grupo, pero aquellos niños dejaron de verse a excepción del rubio que siguió por ahí.

-¡Espera por favor! -llegó el azabache con una bolsa de comida- Toma, es para ti.

-¡Gracias! -tomo de la bolsa un pedazo de pan- Ha pasado ya una semana y me sigues trayendo comida. Solo falta que me traigas la correa y me pongas un apodo.

-¡No digas eso! Se supone que eres mi amigo... oye ¿Y los demás niños? Hace unos dos días que no los veo.

-Ah... ellos murieron -termino la comida y guardo la bolsa en un bolsillo de su ropa.

-¿Cómo? ¿Cuando? ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Como pudo ser posible? ¿¡Y lo dices tan calmado?!.

-Tranquilo, no hagas tantas preguntas. Fue algo natural, la vida de todos los pobres es tan corta, ellos murieron por enfermedades causadas por la suciedad en la que vivimos, así como mis padres -dijo el rubio bastante tranquilo.

-¿Tus padres han fallecido? ¡Lo lamento tanto! ¿Hace cuánto fue? -el azabache se sentía mal por generar tantos malos recuerdos.

-Hace dos años, desde entonces vivo en la calle y sobrevivo como puedo. Oye~ ¿Haz notado algo?.

-¿Qué cosa? ¿Qué eres increíblemente calmado con temas tan fuertes, pero a la vez tan imperativo cuando se trata de jugar? -el azabache estaba realmente preocupado por su quietud.

-Ja ja ja ja lo siento si eso te aterra, pero estoy tan acostumbrado a las malas noticias que ya nada me sorprende. Y no era eso, yo me refería a que llevamos un buen rato viéndonos y ni siquiera sabemos nuestros nombres -dijo el rubio divertido.

-Mi nombre es Didier Vinsonneau -saludo de mano.

-Dime Marcel -correspondió el saludo.

-¿Cuál era tu apellido?.

-¡Quién sabe! Jamás me lo aprendí y menos ahora que vivo en la calle.

-{Tal vez su reacción alegre es una sustitución de la tristeza, pobre chico} Marcel ¿No quieres que vayamos a las tumbas de los niños? Para que te despidas bien.

-{El de seguro no sabe de la gran pila de cadáveres que siempre se junta...} No, no podemos ir a sus tumbas, al cementerio no dejan entrar niños solos ¡Oye! ¡Mejor vamos a jugar! -lo jaló para llevarlo a otro lugar.

-{Si eso lo hace sentir mejor, lo haré, aunque padre me regañé} ¡Está bien! ¡Vamos!.

Aquellos niños crecieron, su amistad con ello creció, ambos se contaban todo, sueños, miedos y problemas. Pronto se convirtieron en jóvenes, mismos que aunque tuvieran vidas muy separadas y diferentes ambos seguían siendo amigos. El rubio continuaba en su lucha diaria por sobrevivir. Mientras que el azabache ya cargaba con la responsabilidad de tener una prometida y hermanas menores que cuidar. Debido a que su hermano mayor ya se había casado con su prometida, teniendo con ella un hijo y se presumía que en unos meses iba a tener otro.
Tantos compromisos familiares habían impedido al azabache que viera a su amigo bastante tiempo.

A la edad de 14 años.

El azabache sentía tanta presión por tantos cambios repentinos en su vida, la ausencia de su hermano mayor le deprimió y el que no viera a su amigo para poder platicar con el también lo desanimaba bastante.

Una noche, bastante trágica, el joven no podía conciliar el sueño, ya que su futuro estaba tan cerca, tanto que no lo dejaba pensar con claridad, pero debía hacerlo y tomar las decisiones correctas. Debía ser responsable como su hermano mayor. Bastante tarde pudo quedarse dormido sus sábanas lo cobijaron sin motivo de volver su sueño cálido si no de solo cubrirlo.
Pronto, los gritos de sus hermanas pequeñas lo despertaron, un fuerte olor a quemado y una intensa luz de fuego lo derribo de la cama asustado, pronto acudió al cuarto de sus hermanas, en su camino se encontró con una escena horrible, digna de sus pesadillas, su casa estaba en llamas, no veía rastro alguno de sus sirvientes, pero no dudaba que ya estuvieran muertos por el fuego aunque rezaba que no fuera así. Recordó que su hermano mayor está ahora con su familia, pero rezaba que viniera en su ayuda.

-{Esto está mal, muy mal... ¿En qué momento paso todo? ¿Quién inicio el incendio? ¿En dónde están mis padres? ¡No tengo tiempo para acobardar me! ¡Debo salvar a mis hermanas!} ¡Annette! ¡Babette! ¡Niñas! -el azabache derribó la puerta de un golpe y encontró a sus hermanas abrazadas, en sus pequeñas miradas se les veía completamente blancas del miedo.

-¡Hermano! ¡Didier! -ambas dijeron al unisonó.

El azabache tomo a ambas hermanas entre sus brazos y las cubrió con sábanas para que el humo no le calará en sus pulmones. Salían de la habitación, y de camino a la planta baja estaba la habitación de sus padres, el azabache trató de abrir la puerta pero esta estaba estancada. Decidió bajar a sus hermanas e indicarles que se acercaran al inicio de las escaleras ya que de abrir la puerta, podría haber más fuego o haber algo perturbador.

Después de varios golpes pudo abrir la puerta... desafortunadamente sus padres estaban muertos en cama... sus cuerpos estaban siendo consumidos por el fuego. Un grito ahogado fue silenciado por sus labios, tuvo que armarse de valor para soportar aquella escena e ir por sus hermanas.

-¿Qué pasó hermano? -dijo Annette.

-¿Dónde están mamá y papá? -dijo Babette.

-Ellos... no están en casa... de seguro salieron antes del incendio y ahora han ido por ayuda. Vamos -tomo a sus hermanas entre sus brazos para salir de su casa.

Bajaba con dificultad las escaleras debido al temblor de sus piernas, el terror que sentía después de presenciar aquella escena lo había dejado bastante mal, pero no debía mostrar debilidad. Pasar sobre el fuego era bastante difícil, aunque el ambiente era ardiente la sangre del azabache estaba helada, no quería morir calcinado y mucho menos que murieran sus hermanas. Para desgracia suya, la entrada principal estaba bloqueada, el cuerpo de alguien que desconocía yacía bloqueando la, para su fortuna sus hermanas no vieron aquello y decidió salir por otro lado.

-¿Qué ocurre? ¿Todavía no llegamos? -hablaron ambas al unisonó.

-Tranquilas niñas, debemos tomar otro camino, la entrada principal está bloqueada. Pero descuiden saldremos pron...-fue interrumpido por un extraño ruido.

-¿¡Qué fue eso?! -dijeron ambas niñas.

-{¡No sé! ¡No sé! ¡Hasta yo tengo miedo! ¡No sé qué hacer!} ¡Silencio! Bajen la cabeza y respiren lento -silenció a sus hermanas para pensar mejor.

Extrañado, notó que en esta parte trasera de la casa estaba un gran candelabro a punto de caer, la cuerda que lo sostenía pronto desaparecería debido al fuego. Apresuró el paso para acercarse a la salida, pero un desequilibrio le hizo tropezar cayendo fuertemente con sus hermanas, tendría que lanzar las lejos de él ya que el candelabro podría aplastar sus pequeños cuerpos, pero un horrible dolor en la pierna lo hizo dejar de pensar con claridad, el candelabro había caído, aplastando su pierna derecha...
Para su desgracia, no fue únicamente eso lo que aplastó el candelabro.
Cuando el azabache busco la mirada de sus hermanas... estás no estaban, sus pequeños rostros ahora estaban irreconocibles de tan horrible accidente.

-¡¡¡AAAAHHHHHH!!! -gritó de manera aterrada el azabache por aquello- ¡POR FAVOR! alguien... ayuda... por favor... hermano... sálvame... -se fue apagando su voz.

Sus inhalaciones de humo se hicieron constante por la mayoría de imágenes grotescas que tuvo que presenciar. Más aparte que su mayor miedo se estaba volviendo realidad, pronto moriría quemado, el insoportable ardor que reventara sus globos oculares, calcinara sus órganos y fundirá su piel... todo aquello, pasará por todo aquello sin poder hacer algo al respecto ya que su pierna estaba atrapada bajo el candelabro.

Las imágenes siguientes fueron confusas en su cabeza, pues de principio solo veía la puerta en llamas, después vio una sombra parada, luego comenzó a sentir un terrible frío y para finalizar no sabía cómo había llegado a los brazos de una mujer con unos brillantes ojos amarillos.

-Cariño ¿Quieres vivir? -la mujer lo tenía sostenido de la espalda con la mano derecha mientras que con la izquierda le acariciaba la mejilla.

-Por favor... ayuda... ayúdame... -temblaba su voz y su cuerpo tras haber pasado por una horrible experiencia.

Pero lo siguiente que sintió, fue peor.
Aquella mujer le mordió el cuello, sentía como si un potente veneno le recorriera todo el cuerpo, quería detenerla, pero no tenía fuerzas, con el dolor del veneno también venía un extraño placer, el azabache se negaba a aceptar aquel sentimiento. Poco a poco su vista se fue apagando y lo último que escuchó fueron las palabras de aquella mujer.

-Nos vemos en dos años...-se fueron alejando hasta quedar en un sepulcral silencio.

A la edad de 16 años.

El azabache despertaba confundido, sentía un tanto frío el cuerpo, decidió mirarse detenidamente frente a un espejo que encontró en esa solitaria habitación. Veía que había crecido un poco en estatura y su cabello estaba un tanto largo, tanto como para cubrirle ambos ojos. Se llevó un mechón de cabello tras la oreja y noto que traía ropas nuevas, bastante diferentes a la última vez que estuvo conciente, por último notó un cambio de color en sus ojos, estos ya no eran del color de su padre, estos eran de un color al igual que la sangre.

-¿Qué es esto? ¿Por qué me veo así? ¿Qué está pasando? -hablo con voz temblorosa.

-Bienvenido a la vida. De nuevo. -sonrío recargado en el marco de una puerta cercana cierto rubio que conocía.

-¡Marcel! Dios mío, gracias a Dios que te vuelvo a ver ¿Dónde haz estado? ¿En dónde te habías metido? Dos años que no te veía.

-En realidad fueron cuatro contando los dos que dormiste -abrío los ojos dando a notar que el también los tenía rojos.

-Marcel... tus ojos han cambiando...

-Al igual que los tuyos y no solo los ojos, si no tu vida entera.

-¿Qué ha pasado? Todo se volvió tan confuso desde que...-recordó por desgracia, el horrible accidente de sus hermanas- Desde esa noche... pareció una pesadilla.

-Por desgracia... no la fue... ese día realmente pasó y tus padres y hermanas... lamentablemente fallecieron... lo siento.

-... Morí ese día...

-Pero... se te dió otra segunda oportunidad, hice que se te diera otra oportunidad, una oportunidad que no puedes desperdiciar. Te doy la bienvenida a la vida eterna.

-¿Estamos muertos? -preguntó un tanto depresivo.

-Ah... no, estamos vivos... pero si morimos... pero ya no vamos a morir... ¡Ay ya me habían explicado! -se golpeó así mismo en la cabeza por olvidarlo.

-El día que morí dos veces...-dijo en un tono bastante depresivo.

-Si... pero, te lo repito... ya no vas a morir apartir de aquí -se acerco a el para tomarlo del hombro- Eres mi amigo... por eso te he dado la oportunidad de serlo eternamente -le sonrió para animarlo.

El azabache se lanzó a abrazarlo, todo era muy confuso para el y que estuviera ahí alguien que conociera hacia menos difícil la situación. Aunque pronto un fuerte ruido en su estómago interrumpió aquella escena.

-Tengo hambre...-dijo un poco apenado.

-Es normal, ven vamos a comer -lo tomo del brazo para llevarlo a otra habitación.

El rubio llevo al azabache a una habitación que parecía ser la cocina, el lugar estaba repleto de comida, el olor era exquisito y solo le provocaba más hambre al azabache.
Comió todo lo que pudo, más de lo que comía antes pero seguía sintiendo hambre.

-No puedo entenderlo... he rayado en el límite y aún así tengo hambre ¿Qué me pasa? ¿Debo comerme los platos para saciar me? -le miró confundido y el rubio solo se carcajeo.

-No, los platos no -señaló a uno de los cocineros.

-¿¡Tengo que cometer canibalismo?! -preguntó aterrado.

-No hay que comer su carne, solo su sangre.

-¡Eso es pecado! -le respondió asustado.

-Pues si no cometes ese pecado... te matarán.

-¿Quiénes? ¿Ellos? ¿Los cocineros?.

-Los humanos odian a los vampiros.

-¿Humanos? ¿De que hablas? ¡Nosotros somos humanos!.

-¡Ya no! -dijo sonriendo- Desde que el maldito veneno corrió por nuestras venas, ya jamás seremos humanos de nuevo. Jamás.

-Y... ¿Qué es un vampiro? -preguntó con temor.

-Una criatura que come sangre humana. Para vivir eternamente, ser fuerte y bello -dijo con vanidad lo último.

-No hay manera...-dijo incrédulo.

-¿No quieres?.

-No hay manera de que pueda tomar sangre...

-Mira -señaló al hombre y este se había cortado al estar haciendo la comida.

El estómago del azabache rugió y ardía de hambre, no creía que pudiera detectar el aroma de la sangre tan a la perfección, e incluso escuchaba el latir de aquel hombre. En un abrir y cerrar de ojos, estaba el cuerpo de ese pobre hombre en el suelo, con el cuello abierto.

-Yo... hice... ¿Eso? -estaba aterrado.

-¡Si! -dijo emocionado el rubio.

-¿Qué hice? -miró sus manos cubiertas de sangre.

-Te alimentaste -dijo el rubio y miro como de otra puerta entraron otros tres hombres, estos se vieron asustados al ver al azabache manchado de sangre- Adelante Bon Appetit.

Aquella noche fue una masacre, cincuenta cocineros fueron asesinados, más algunos sirvientes que se comió el rubio.
Pronto la dueña de la servidumbre los hecho fuera de su hogar, no por estar molesta, si no porque ya estaban listos para estar en el mundo, en el nuevo mundo oscuro.
Aunque con esa nueva vida, el azabache no pudo acercarse a su hermano, pues ahora sabía que estaba enfermo y que pronto moriría, dejando a su esposa viuda y sus dos sobrinos sin padre. Le era imposible entender porque alguien tan fuerte estaba apunto de morir, aunque con la temible fecha cercana se dió cuenta que se había debilitado por la terrible perdida de toda su familia.

A la edad de 18 años.

El azabache estaba triste, aquella noche sería la última de su hermano y lo único que podía hacer era escuchar como su débil corazón comenzaba a detenerse como un reloj viejo, no se podía acercar ni siquiera a la ventana puesto que su esposa no abandonaba la habitación por nada del mundo, ni aunque sus brazos estuvieran adormecido por el peso de sus dos hijos dormidos.

-Que terrible... perdona hermano... morirás solo... sin tus hermanos o tus padres, únicamente tus hijos y tu esposa... aunque está última sufrirá más... -en pocos segundos escuchó los últimos latidos del corazón de su hermano.

Pronto escucho los frenéticos pensamientos de culpa de su esposa y sus leves llantos.
El azabache no tenía más que hacer en ese lugar, decidió marcharse y vagar por el país.

-Lo lamento... -dijo el rubio caminando a un lado suyo.

-¿Por qué? -preguntó el azabache.

-Pues... el fallecimiento de tu hermano...

-... -aceleró el paso para que no le viera la mirada- No deberías lamentar te, no fue tu culpa.

-Se que no es mi culpa, pero es doloroso perder a la familia.

-Es doloroso si, pero era inevitable -dijo con una voz sería- Por lo visto ya no tenemos nada que hacer aquí.

-¿Quieres irte del país? {Es entendible, con la perdida de tu hermano no quieres estar aquí} Podemos ir a España, no me importaría robarme a una princesa y... un minuto ¿Qué hay de Isabelle?.

-¿Isabelle? A estas alturas debe ya de estar casada y con hijos o fuera del país...-se quedó callado por un momento pero después habló- Aunque... no me importaría ver cómo está. Marcel, ve a España y diviértete yo te alcanzaré después.

A la edad de 20 años.

El azabache había encontrado a su prometida, aquella niña de cabello castaño tan claro, de hermosos ojos color azules se había convertido en una señorita. Misma que tras la "muerte" de su último prometido la habían emparejado con alguien más de apellido importante. Aunque esto no le importaba al azabache y decidió visitar a su prometida cada noche, de manera incógnita iba para dedicarle poemas, canciones y frases románticas. Pronto nuevamente retomaron su romance aunque la chica comenzó a detenerlo.

-Didier... esto está mal... pronto he de casarme y si le falto al respeto a mi marido...-ambos estaban tomados de las manos- Me temo que debemos detenernos aquí.

-Isabelle sabes perfectamente que no quieres eso...-le acaricio la mejilla.

-Pero... yo soy una señorita decente -lo detuvo, sabía que trataba de seducir la.

-Por supuesto que eres una señorita decente, pero -la besó y desplazó sus dedos por su cabello- Me gusta tu sinceridad.

-¡Quiero decir que debemos dejar de vernos! Mi madre ya se ha dado cuenta que me duermo a altas horas de la noche y si le dice a mi padre estaré en problemas -volvió a recibir un beso en los labios, está lo alejo- Debemos ser sinceros y dejar de faltarnos al respeto.

-Esta bien, si quieres sinceridad, te daré sinceridad -se recorrió el cabello hacia atrás dejando ver mejor sus ojos de color carmesí- Soy un vampiro.

La chica de ojos azules palideció ante aquella revelación, no había notado los ojos del azabache desde su reencuentro porque este llegaba con parte del rostro cubierto y porque siempre llegaba de noche, ahora sabía porque.

-¿E-eres un vampiro?.

-Querias sinceridad, te la he dado.

-No... no puede ser... {Eres un pecador} significa que... -no la dejó terminar.

-¿Morí en el incendio? Si, con toda mi familia a excepción de mi hermano mayor {¿Por qué piensa eso de mi?} -le molestó el pensamiento de la chica.

-Oh Dios... {Es un pecador... los vampiros toman sangre y eso es contra la ley de Dios... pecador... pecador} pobre... de ti -le acarició la mejilla.

-Dios... hace tiempo que no lo veo -tomo la mano de la chica notando que estaba temblorosa y fría.

-¿A qué te refieres? -su corazón comenzó a latir rápido por aquel agarre.

-Dios... me refiero a que hace un buen tiempo no lo veo ni el me ve, deje de rezar hace tiempo -sonrío.

-¿Por qué dices eso? {Mentiroso... mentiroso pecador...} -sonrío asustada.

-Me di cuenta -apretó la mano de la chica- De que a Dios deje de importarle hace mucho... dejó que murieran mis padres, dejó que mis hermanas las gemelas murieran de manera horrible, dejó que mi hermano mayor muriera de tristeza y sobre todo, me dejó morir dos veces.

-Has pasado por tanto... {Mentiroso... pecador... pecador} lo siento... -la chica estaba realmente pálida- Pero...¿Cómo que moriste dos veces?.

-Morí quemado y luego envenenado. Ninguna de las dos fue agradable. Pero no hay nada más desagradable que una mentirosa -le miró molesto y le apretó más la mano.

-¡Basta! ¿¡De que hablas?! ¡Suéltame! -trataba de zafarse de su agarre.

-Sabes, creí que admiraba tu sinceridad. Pero veo que me equivoqué -procedió a tomarla de la cintura bruscamente para acercarla.

-¡No! ¡Didier! -trataba de alejarse pero la diferencia de fuerza era clara.

El azabache llevo a la cama a la chica de ojos azules dónde la sometió y con violencia le despojó de sus prendas.

-Tus pensamientos difieren con lo que dices -la tomo de los brazos con una mano mientras que con la otra levantaba su vestido- ¡Supongo que eso de "señorita" es una mentira!.

-¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Por favor! ¡Suéltame! ¡Ahhhhhhh! ¡Ahhhh! -gritaba, lloraba y pataleaba pero nada de sus esfuerzos detenía al azabache, pronto sintió un bulto de parte de el- ¡No lo hagas!.

-¡Has Sido deshonesta conmigo! ¡No tengo porque obedecer te! -procedió a besarla de manera brusca, mordiendo la en los labios.

-¡DETENTE! ¡ESTOY EMBARAZADA!.

Aquella revelación fue impactante, todo este tiempo la chica había mentido, la cualidad que más le gustaba al azabache ahora era la que más odiaba y misma que ella había deshonrado.

La noche era lenta, pero faltaban algunas horas para el amanecer, el azabache se despidió de su antigua prometida. La miró en la cama, su hermoso vestido ahora roto por la violencia de su lujuria, su fino y delicado cuello destrozado por la violencia de sus celos, aquellos ojos hermosos estaban aterrados, sin vida, casi en blanco, la perfecta cama ahora era un desastre por todas las manchas de sangre.
Cerró la puerta de su habitación y bajo la escalera, misma que también estaban cubiertas de sangre, la familia de la de ojos azules había Sido asesinada, por la violencia de la rabia, pronto iría por el nuevo prometido de la de ojos azules.

Tras un año de haber dejado atrás todo su pasado, el rubio había regresado y le tenía nuevas noticias junto con un emocionante viaje. Viajar al nuevo continente.

Año 1910.

El azabache estaba apunto de morir, nuevamente y está vez desconocía la causa, no sabría cómo bautizar a esta "tercera muerte" el cazador frente a el de título "Amini" que le causó un gran dolor de cabeza desde que los suyos aparecieron, sería el responsable. Su respiración era entre cortada, pronto moriría si no hacía algo rápido.

Pero la rabia de ser asesinado por un débil humano le dañaba y le impedía pensar con claridad. Para su...¿Suerte? Lastima para el. Alguien actuó más rápido.

-¡Didier! -la mujer de la que se había enamorado durante un siglo entró en escena.

Aquella mujer mexicana de hermosa piel canela, largo cabello negro y hermosos ojos que aún daban un toque humano a pesar de ahora ser un vampiro, había actuado, entrando a la batalla sin que se le hubiera dado orden o permiso. Pero no para pelear, si no para sacrificarse por su amor.

-¡MARÍA! ¡NO! -fue arrojado con fuerza lo bastante lejos para ser alejado del peligro.

Aquello ocasionó que el azabache tuviera una vista impactante... la mujer que amó, siendo asesinada, aquella que trato de forma horrible, a pesar de su mal trato que el siempre tuvo con ella, ella decidió sacrificarse.

-{Amaba la cualidad de honestidad de Isabelle... pero eso la mató por ser una deshonesta... amaba la habilidad de bondad de María... pero eso la mató... María... te dije que tú estúpida bondad te iba a matar un día... María... María...} ¡No no no no no no! ¡María!.

La rabia guiada por la terrible perdida le hizo ganarse otro enemigo al azabache, su lúgubre camino a la soledad fue acompañado por bestias que intentaron matarlo, simples lobos trataron de matarlo, pero estos solo lograron causarle heridas en los brazos.
Durante su camino depresivo intento quitarse la vida tragándose un vidrio roto, cosa que no dió resultado y únicamente ocasionó daño a sus dientes.
Con el avanzar de los años ya no le importaba vivir, pero tampoco moría fácilmente, sus cicatrices no se podían regenerar, su vista se estaba haciendo borrosa, no pretendía levantarse del suelo de su habitación.
Aunque aquello fue un problema, puesto que una noche fue su segundo intento de suicidio, aquella noche entraron unos ladrones a robar su casa, este no opuso resistencia y les invito a dispararle, pero únicamente lo hicieron en la pierna ya que el rubio entró para asesinarlos.

Las crecientes cicatrices comenzaban a preocuparle a su compañero y por años lo intento llevar a un doctor, pero el azabache se negaba a recibir ayuda.
Por años estuvo con esas cicatrices, por años estuvo con la misma ropa desde su última batalla, por años estuvo con las mismas ganas de morir. Pero un día, el rubio se armó de valor y lo arrastró a un doctor ⇀literalmente↼ mientras recibía la ayuda comprendió el cariño y afecto que a pesar de tantos años le seguía teniendo el rubio. Así que decidió levantar se por su amigo.

Año 2020.

Una nueva etapa había comenzado para el azabache, se había cortado el cabello ⇀ya que lo tenía bastante largo↼ y se dió la libertad de copiar un estilo "moderno" con ropa oscura, piercings y tatuajes, aunque le faltaba lo último.
Sus heridas físicas y un poco emocionales ya las estaba tratando, con esfuerzo tratando de sanar, aunque para cerrar por completo su pasado debía visitar un lugar.

Un deprimente cementerio atormentando por la lluvia era el escenario para dejar atrás el pasado. Estaba frente a la tumba del cazador, del Amini. Según su antiguo enemigo, el azabache era el acusado de la muerte del chico.

-Odio verte aquí, Hola Yoltic -dijo el nombre del cazador.

Mismo que se dió a la tarea de investigar cuando en un principio lo acusaron, el no fue el responsable, pero jamás le creyeron.

-Se que no soy nadie para estar frente a tu tumba, pero tú y yo sabemos que no te asesine -escuchó crujir los árboles que estaban cerca de la tumba- Por favor... perdóname... aunque yo no haya Sido el responsable.

Su disculpa se vio interrumpida, ya que una raíz salió del árbol más cercano a él y lo tomo de las piernas, bruscamente lo comenzó a golpear contra el piso. El azabache trataba de liberarse pero sin la ayuda de sus uñas de metal le era más difícil. Ahora la raíz paso a arrojarlo con violencia contra una fuente, misma que quedó destruida. El azabache no podía gritar de dolor porque seguía en shock de que todo aquello estuviera pasando. Por último, la raíz paso a golpearlo repetidas veces en una pared cercana a la tumba para finalizar lo arrojó fuera del cementerio.

-No... sabía... que... los... Amini... podían... poner... eso... en... sus... tumbas -se levanto y con ello todo su cuerpo crujió- Supongo... que eso fue un "Fuera de mi vista".

Caminaba un tanto adolorido por la lluvia, el chico estaba cubierto por una chamarra y una sombrilla, el fuerte aire hizo que poco a poco se secara su ropa. Aunque su andar se vio detenido, escuchaba un débil corazón latir y un leve sollozo, como el de una niña.

-¿Cómo es posible? Hace años que perdí la habilidad de tener el oído tan agudo -dijo para si, pero levantó la mirada ya que un auto a toda velocidad había traído viento mojado consigo- ¿Qué hace esa niña ahí? -vio como una chica castaña cubierta por una ligera sábana café estaba de rodillas llorando fuera del cementerio.

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Próxima publicación: 16/03/2023

Horario: 19:00 a 21:00 horas.

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