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Capítulo 26

Cuando la perdí

El azabache besó a la morena, pues está aún tenía sangre en sus labios.

-{Si no fuera por mi precaria ropa y la suya estaría desnuda... estoy casi desnuda frente a el... estoy temblando... tengo miedo... pero el... es el único que quisiera abrazar en un momento así, pero si lo abrazo sentiría mi cuerpo... y no sé si... sería correcto} -se abrazaba a si misma la morena mientras pensaba aquello.

El azabache se separó del beso y vio cuan avergonzada estaba la morena.

-María, no te avergüenzes -besó su ojo- Te estoy sanando -besó su mejilla- Si no lo hago tardarás meses en hacerlo -besó su frente- Y no quiero que feas cicatrices arruinen tu rostro -tomo su mano derecha y comenzó a besarla.

-{¿Sanarme? ¿Con besos? ¿Esta seguro? ¿Esto es lo que llaman amor?} -aunque su piel fuera bastante morena podía sentir como se sonrojaba por todos los besos del azabache.

-Quiero que no pienses mucho ¿Si? Tus pensamientos me desconcentran -ahora tomo su mano izquierda y comenzó a besarla.

-{¿Cómo?} -arqueo una ceja tras escuchar aquello.

-La saliva de los vampiros tiene propiedades curativas, no quiero ser vulgar y lamer te, me acomodo mejor a darte besos para que sanes -levanto un poco sus ropas húmedas- Tienes raspones también en tus piernas. Deja me sanarte y... no te muevas mucho -le dió una mirada seductora.

El azabache comenzó a besar los muslos de la chica, está solo se cubrió el rostro con sus manos por la vergüenza, al hacerlo notó que su rostro ya no estaba herido sino como nuevo, se extraño muchísimo por aquello.

-{¿Vampiro? ¿Qué es un vampiro?} -pensó la morena mientras veía como sanaban sus heridas.

-{Es la primera vez en toda la noche que ella piensa eso ¿Nunca lo notó?} -levanto la cabeza después de haber terminado.

-¿Qué es un vampiro? Y... ¿Por qué eres uno? -preguntó la chica nerviosa.

-Un vampiro... es aquel que toma la sangre de los humanos para hacerse joven e inmortal... soy uno... porque...{casi muero ese día}... fue para salvar mi vida... -explicaba con palabras comprensibles.

-... ¿Desde cuándo? ¿Eres inmortal? ¿Nunca morirás? ¿Siempre tendrás ese rostro? {Tan atractivo} -la morena preguntaba más.

-Desde los catorce años deje de ser humano para consumir sangre, eso fue en mil ochocientos tres... he crecido un poco desde ese entonces, pero ya no voy a envejecer... -le miraba, no desafiante aunque sus ojos brillarán en la oscuridad.

-¿No te da miedo? ¿Sigues creyendo en Dios? ¿No está mal tomar sangre humana? -la morena no estaba asustada, sino más bien curiosa.

-Esas preguntas son bastante bien elaboradas... y complicadas de responder... sobre todo porque aún no comprenderias -le acaricio la cabeza.

-{Un vampiro puede sanar, puede ser muy fuerte...} ¿Qué más hace un vampiro? -le miro curiosa.

-¿No le dirás a nadie? -ahora su mano tomo su mejilla.

-Soy una mujer sin marido y por el momento sin un hombre... no me va a escuchar nadie de todas formas -dijo en un tono deprimente.

-{Tiene un punto, no debí desconfiar}... un vampiro... puede leer la mente... es decir, se lo que estás pensando, en este y todo momento, no solo tu si no que otras personas también. Tenemos habilidades como, superfuerza -fue al closet y rompió una de las puertas con facilidad aunque después la coloco torpemente- Oído agudizado -señalo su oreja- Y una gran visión, digamos que puedo ver en la oscuridad {incluso puedo ver tu sistema circulatorio pero eso solo cuando tu sangre corre rápido} -termino de explicar.

-{Un vampiro puede sanar, ayudar... un vampiro es fuerte} ¿Sabes lo que estoy pensando?  -pregunto la morena y el azabache asintió- {Te amo y quiero estar contigo siempre...} -lo miro a los ojos esperando su reacción.

-{¿Qué? ¿Ella... realmente... piensa eso?} -el azabache se sonrojo y la tomo de ambas mejillas- Ahora dilo.

-Didier... te amo y quiero estar contigo siempre -la morena tomo las manos del chico- ¿Cómo me vuelvo vampiro?... si quiero estar contigo siempre... no creo que quieras cargarme cuando esté llena de arrugas... eso y si llego a esa edad.

-¿Realmente quieres ser como yo? -se extraño por aquello- Tendría que morder te.

-Y... ¿Qué pasa si me muerdes? ¿Duele? -preguntó un poco nerviosa.

-Si te muerdo... morirás por un tiempo... pero luego despertarás... dolerá un poco pero también sentirás... placer -susurro lo último acercándose a su oído- ¿Aún así quieres?  

-... está bien... si... si quiero... -dijo sosteniendo le la mirada a pesar de estar avergonzada.

-Bien... pero... primero vístete, será un sueño largo -le dijo dándole nuevas ropas.

Tras darle espacio la morena volvió vestida, tenía nueva ropa seca, aún traía consigo la gabardina del hombre, cuando volvió con el se la regreso, volvió a sentarse en el sofá junto a su lado, el azabache la abrazo, era la primera vez que hacía aquello, pues las únicas veces que la llegó a tocar fue únicamente para que lo tomara del brazo. La morena correspondió a su abrazo, el cuerpo de el no daba mucho calor, pero con el de ella podía sentirse un poco cálida. Cuando aún era oscuro la morena fue despertada con unos cálidos besos y unas suaves caricias que recorrían todo su cuerpo. Al abrir los ojos se encontró con los del azabache, que aunque fueran rojos y brillarán en la oscuridad sentía una mirada de pasión en lugar de sentirse amenazada.

-¿Me quedé dormida? -habló entre jadeos, pues el azabache la seguía besando.

-No, yo te he dejado dormir, son las 5:30 de la madrugada es un buen momento para empezar, pero antes de morderte el cuello quiero que sientas calidez -continúo besándola.

El azabache la tenía abrazada de la cintura con su mano izquierda mientras que con la derecha recorría su cuerpo con caricias, la morena tenía sus manos en su cuello, se dió la libertad de tocar y acariciar su cabeza, noto que su cabello rizado era muy suave. El azabache paso a darle pequeños besos en el cuello y finalmente se detuvo ahí.

-¿Estas lista? -ahora la mano derecha la tenía en su espalda, sabía que se movería así que eso la detendría.

-Tengo mucho miedo... por eso de morir... pero... confío en ti Didier... -se abrazo más a su cuello por cualquier cosa.

El azabache la mordió, enterró sus colmillos en su cuello, la morena se sentía extraña, sentía como todo el cuerpo le dolía, nunca le había picado un alacrán o mordido una serpiente, pero supuso que así se debía sentir el veneno correr por su cuerpo. Comenzó a temblar y se aferraba más al azabache pues sabía que en cualquier momento terminaría por desfallecer, a pesar de estar sintiendo dolor sentía su cuerpo caliente ¿Era esto lo que llamaban placer? Al tener tan cerca al azabache percibía mejor su masculino olor, tenía en cuenta su marcado cuerpo aunque nunca lo había visto y comenzaba a desearlo de una manera impura.

-{Detente... sigue.... detente... sigue... estoy muy confundida} Didier... Didier... Didier... Didier... -entre jadeos decía su nombre.

La fuerza de la morena comenzaba a desvanecerse, su agarre se volvía más débil y el azabache tenía en cuenta eso, pronto moriría, para cuando dejo de moverse le susurro una promesa.

-Te veo en dos años... -fueron las últimas palabras que escucho la morena por parte del azabache.

1810

La morena despertó sentía frío y entumecido el cuerpo, sus ropas eran las mismas que cuando durmió...¿Cuánto tiempo durmió? ¿Realmente habían pasado dos años? ¿Dónde estaba ahora? Vio a su alrededor y noto que la habitación era igual de grande, pero los sofás ya no estaban y ella estaba dentro del gran closet con la puerta rota, la puerta de la entrada estaba repleta de plantas, todo el lugar estaba cubierto de polvo y ella tenía demasiada hambre.

Al lugar irrumpieron hombres con armas, estos estaban heridos y la sangre de sus heridas era perfectamente detectada por la morena.

-¿Cómo es que esos campesinos nos derrotaron? ¡Nosotros tenemos armas de fuego y ellos simples machetes! -habló uno de ellos con acento español.

-La guerra apenas comienza y le daremos la lección de que nadie se revela ante el imperio español -habló uno que tenía bastante herido un brazo.

-Me temo que no será así -la morena decidió intervenir, estaba sentada en el closet que la cubrió por su descanso y captó la atención de los hombres.

-¡Otra india! -los seis hombres apuntaron sus armas rápidamente a pesar de estar heridos.

-Odio esa palabra... tan denigrante... y los odio a ustedes... se que es una palabra fuerte para una dama, pero es la verdad... y me temo que ahora su camino ha terminado -los miró desafiante, aunque era la primera vez que se dirigía así a un hombre.

-¿¡Nos está amenazando una simple mujer india?! -los hombres se mostraban realmente ofendidos.

A pesar de que los seis dispararon al mismo tiempo ninguna bala la hirió, en un abrir y cerrar de ojos, los hombres tenían destrozados sus cuellos mientras la morena tenía la boca llena de sangre, incluso ella se aterró de la escena, pues en ningún momento planeo aquello y tampoco supo en que momento paso todo.

-Yo... yo... ¿Hice eso? -miraba aterrada los cuerpos abiertos.

-Bien dicen que las damas comen muy poco -al lugar llegó el azabache, tenía las mismas ropas que hace dos años, aunque obviamente eran ropas nuevas.

-¡Didier! -correria a abrazarlo pero vio el desastre provocado y se sintió apenada- Yo... yo...

-La vez que yo desperté me devoré a cincuenta personas, el que tú te hayas comido seis me parece muy poco -se acercaba pasando sin cuidado los cadáveres, cuando finalmente llegó a ella la tomo de las mejillas- Debes comer más.

-Tengo mucha hambre... al igual cuando vivía con mis padres, pero...¿Cuántas personas debo...? -no la dejo terminar puesto que la besó, tanto por el reencuentro como por la sangre que aún tenía en los labios.

-Vas a tener que comer mucho, pero mucho más que seis personas -acariciaba sus mejillas, la morena notó que sus ojos habían cambiado de color, ahora eran de un agradable color verde- Que extraño...

-¿Qué? ¿Qué ocurre Didier? -se preocupo por aquello.

-Has conservado tu tono de piel, normalmente cuando regresan los que han sido convertidos, lo hacen muy pálidos, pero tú has conservado ese color -la tomo de la cintura para besarla nuevamente- Que alegría, tu color me encanta -recorrió un mechón de su cabello para volver a besarla- Te pongo en contexto, tu país finalmente se va a liberar de los españoles ¿Quieres ayudarlos?

-¿Cómo lo haría? Soy una mujer... no puedo participar en la guerra... y ahora siendo vampiro... no puedo estar por el día libremente -dudo en aquello.

-Entonces devora a tus enemigos, a los enemigos del país, esa es una buena forma de ayudar ¿Qué dices? ¿Ayudarás en la independencia del Imperio Mexicano? -le invitaba formalmente a salir del lugar.

La independencia del país sucedió como es conocido, la Nueva España paso a ser el Imperio Mexicano, las guerras durante el día marcaron acontecimientos importantes en la historia de ambos países, aunque por las noches, aquellas en la que pocos humanos seguían despiertos, los vampiros de ambos bandos devoraban a sus enemigos.

El tiempo fue pasando, la gubernatura del país era poco importante para las criaturas de la oscuridad, pues estás solo estaban interesadas a quien temer y respetar, en el bando de hombres lobo se había alzado un hombre de mayor edad, con los años se convertiría en el líder de todas las manadas. Mientras que en el bando de los vampiros eran obvios sus líderes dependiendo del rango que eran, pero aquel que se dió a respetar, se trataba del francés Didier Vinsonneau, siempre organizando grandes cazas y dando los cadáveres a los hombres lobo, era un acto de paz en ese entonces, claro si el cadáver estaba lo suficientemente fresco para comer bien.
Pronto pasaron los años y devoraba tanto a paisanos como extranjeros, de todas las edades y de ambos géneros. Aunque su reputación era maravillosa la situación con su pareja no tanto, puesto que después de la independencia se negaba a ingerir más sangre, eso enfurecía al azabache puesto que hacer eso significaría que constantemente estuviera débil y sus habilidades no destacarían.

1907

El sol ya se estaba ocultando pronto el frío y la noche envolvería el lugar, aunque el nuevo hogar de la pareja estaba ubicado en un lugar donde el sol no entrara con tanta fuerza directamente. Eso de tener un hogar le molestaba al azabache puesto que antes de la morena el andaba libremente por todo el país como un nómada devorando y asesinando a quien le molestara en el camino. Tuvo que conseguir un lugar para dejar a la morena cuando se debilitara puesto que lo hacía seguido, está únicamente salía del hogar para salvar a aquellas mujeres con la misma experiencia que ella, ser robadas a menor edad. Esta acción le molestaba también al azabache, puesto que por su debilidad se metía en problemas con los hombres que se robaban a las mujeres y el tenía que matarlos para que no la matarán, más de una vez tuvo que interferir.

El cuarto en el que se encontraban estaba bastante caluroso a pesar de las temperaturas corporales de ambos, el ruido de la madera y los jadeos también llenaban el lugar, ya se habían acostumbrado ambos a tener relaciones de manera un poco fuerte.

-{Quiero... Más... ah...} Ah... ah... ah -la morena estaba siendo apretada del cuello, trataba de bajar su voz aunque estuvieran en un lugar bastante alejado y después de tantos años aún le daba pena su tono de voz en el acto.

-Sabes que no hay nadie alrededor, puedes gemir con toda libertad -el azabache la tenía agarrada del cuello con la mano derecha mientras que la izquierda tomaba la pierna izquierda de la morena, daba fuertes embestidas y no le molestaba el ruido que hacía en la cama con tal movimiento.

-{No... que pena... ¿Si alguien escucha mis gritos que va a pensar? No quiero... gritar pero el...} Ah... ah... ah... Didier... Didier... {Más...}... Duele... Didier... -trataba de detenerle pero el azabache la embestía con más dureza.

-No trates de ocultar tus sentimientos María... sabes que aún puedo leer tu mente, así que se lo que quieres -dejo de ahorcarla para tomar mejor ambas piernas- Hablando de eso, quiero que dejes de rescatar gente.

-Pero... debo... quiero hacerlo -trataba de hablar.

-Ya se que quieres, pero te estás poniendo débil, no tomas sangre desde la independencia, tengo que estarte alimentando yo a la fuerza. Así que si quieres seguir rescatando gente tendrás que volver a beber sangre -el ritmo seguía siendo el mismo.

-No beberé sangre... -se oponía firmemente.

-¡Tienes que hacerlo! ¿¡Te quieres morir?! -con sus uñas rasgo las piernas de la morena.

-No... porque... si muero... si muero ahora ya no te veré más... y no quiero hacerlo... pero no volveré a tomar sangre, estaré bien sin ella y además seguiré salvando gente... -su voz se escuchaba entrecortada pero trataba de ser firme.

-María... aunque quieras salvar gente, no puedes, el mundo tarde o temprano se volverá peor ¿Qué pasará cuando en un rescate te desmayes? Van a matarlas todo por tu {estúpida} amabilidad -se encorvo para estar más cerca del rostro de la mujer- Obedece me -sus verdes ojos brillaron en advertencia.

-Didier... yo... -fue interrumpida ya que un gemido por parte de ella interrumpió la conversación.

Quién interrumpió el momento fue el rubio de ojos azules, este entro sin previo aviso por la ventana abierta del cuarto, no era su intención hacerlo pues el también se sorprendió y avergonzó por entrar así, salió cuanto antes.

-Lo siento, lo siento, debí usar la puerta, mi error, yo jamás estuve aquí... sigan en lo suyo -decía desde el otro lado de la puerta.

-¡MARCEL! -grito con furia el azabache.

-¡Didier! Ah~ -el gemido de la morena fue lo último que se escuchó.

En un momento salió el azabache vestido, no tenía tan bien acomodada la ropa pero lo hizo para darle una paliza al rubio.

-¿¡Por qué demonios entras así?! ¡No sabes cómo odio que me interrumpan cuando estoy con María! -le tomo del cuello.

-Yo sé yo sé... pero debía decirte algo importante -trataba de hablar, el agarre del de ojos verdes era fuerte.

-¿Qué es eso tan importante que vienes a interrumpir me en este momento? -le siguió apretando a pesar de la dificultad para hablar del rubio.

-Amini... los Amini regresaron... ya mataron a la manada de perros a los que les dábamos los cadáveres secos -trataba de zafarse, ahora le comenzaba a faltar el aire.

-Eso es imposible, si matamos una docena el mes pasado -lanzo el rubio al suelo y después se sacudió las manos- Desde la independencia que aparecieron los Amini solo nos han causado molestias, ojalá los españoles los hubieran matado a todos cuando conquistaron aquí -bufó después de decir aquello- Alista a los hombres, vamos a matar a esta docena también -le ordenó al rubio.

-Si, está bien -se dirigió a la puerta- ¿Me alcanzas allá? -lo dijo por lo informal que estaba.

-Yo te alcanzo, ahora vete -le ordenó molesto.

Se dirigió al cuarto de vuelta para acomodarse mejor la ropa, notó que la morena también se estaba vistiendo, miraba encantado su moreno cuerpo lleno de heridas y cicatrices, todas eran ocasionadas por el, desde que la convirtió en vampiro el único que puede tocarla es el, incluso el único que puede hacerle daño es el. La sorprendió tomándola de los hombros y mordiendo la en la cuello.

-Mi sangre ya no es buena... no te va a gustar hacer eso... para... -trataba de decirle.

-Sabes que no me importa, verte sangrar -araño un poco su hombro- Verte gemir -le robo un beso- Verte sudar -toco su pecho aún desnudo- Verte llorar -lamió la recién mordida de su cuello- Todo eso ocasionado por mi y solo por mí es lo que me gusta más... eres mía María.

-Y tu mío Didier -se giro para abrazarlo- Te amo tanto y sabes que atesoro estas cicatrices como prueba de tu amor... nunca me dejes Didier.

-Nunca lo haré, por eso te hiciste vampiro ¿No? Para estar juntos por siempre -la beso rápidamente- ya debo irme, tengo asuntos que arreglar.

Termino de acomodarse la ropa y salió del lugar.

1908

La morena seguía sin obedecer al azabache, puesto que siguió rescatando gente, además había escuchado que en el país habría disputa nuevamente, hace mucho no había sabido de otro conflicto desde la independencia y la batalla de Puebla en mil ochocientos sesenta y dos.
Este rescate consistía en lo mismo, rescatar a una joven que había sido robada, solo que cuando llegó al lugar notó que no solo era una, sino que había varias muchachas secuestradas, hasta una niña de ocho años había y el secuestrador se trataba de un extranjero, sus hombres parecían estar bastante armados así que la morena tenía que hacer el menor ruido posible.

Una vez adentro calmo a las jóvenes, logro sacarlas por un punto ciego hasta para el propio dueño, tuvo que romper una pared con su fuerza para liberar las, aquello provocó ruido, se sacrificó a quedarse en lo que ellas escapaban, no le importó aquello puesto que ya les había explicado el plan.

Al lugar llegaron hombres armados, se preguntaban que hacia una mujer joven quien tenía detrás suyo una pared destrozada.

-¡Alto! ¿¡A dónde crees que vas?! -grito el que parecía ser el líder.

-Les suplico que no me disparen... matar es pecado {Que hipócrita de mi parte} -levanto las manos y enseguida se escuchó su estómago gruñir- {No no no, no ahora}

-JA Ja ja vamos ¡De vuelta a tu lugar! -ordeno el hombre.

-¡Patrón! ¡No están las mujeres! -llego corriendo otro hombre.

-¿¡Qué?! -grito el líder.

-Ella debió ser la responsable -respondió un hombre que estaba al lado del líder.

-¡Maten la! -ordeno el líder.

La morena no tuvo más opción que enfrentarse, aunque no fue como cuando comenzó, ahora se movía menos rápido y las balas llegaron a herirla, solo pudo desarmar y romperle el brazo a los más cercanos a ella. Para su suerte el azabache había llegado a defenderla, traía consigo un arma así que disparo a los demás hombres, los que fueron llegando se cubrieron para no morir tan rápido.

-¡Con un demonio! ¡María! ¡Te dije que no hicieras esto! -le grito el azabache al ver que los humanos se habían ocultado.

-{¿Qué estás haciendo aquí?} Lo siento yo... -fue interrumpida.

-Estaba por aquí matando a unos Amini, pero como no me puedes obedecer tuve que venir a rescatarte otra vez, pero escúchame bien, si no tragas la sangre de estos humanos te voy a... -había levantado la mano pero un disparo lo distrajo- ¡Malditos humanos! -no se quedaría junto a la morena y decidió ir a matarlos directamente.

Por el área pasaron entre los árboles aquellos cazadores nombrados Amini, no pretendían interferir en la pelea, pero el simple hecho de pasar puso furioso al azabache.

-¡Dispara les! -grito el azabache a la morena.

-¿¡A quién?! -grito ella mirando a todos lados.

-¡Arriba! ¡Los Amini! ¡Toma una arma y dispara les! -ordenaba mientras seguía matando a los humanos.

-... -levanto el arma y miro como los cazadores pasaban entre los árboles velozmente, únicamente podía ver sus ropas moverse con el viento- ¡No puedo hacerlo! -dijo con decepción bajando la mirada.

-¡ERES UNA INÚTIL MARÍA! -tiro el arma que traía consigo y se estaba dirigiendo a la castaña- ¡No me puedes obedecer! ¡Tenías que disparar! ¡Tenías que quedarte en casa! ¿¡Por qué no me logras obedecer?! ¿¡Por qué no me obedeces?! -llegó hasta ella y la tomo del cuello- ¿¡Por qué no me quieres obedecer?! ¡Respóndeme!

-No sé disparar... -trataba de decir, pues su miedo quería apoderarse de ella.

-¿¡No sabes disparar?! ¿¡Y el día que te enseñe?! ¡Eh! ¿¡No me estabas poniendo atención?! ¿¡O no quisiste disparar por tu estúpida bondad?! ¡Esa maldita bondad te va a matar un día! -la soltó del cuello para tomarla del cabello y llevarla casi a rastras a los cadáveres de los hombres.

-{¿Qué estás haciendo? Para por favor...} Didier... Didier... Didier... -trataba de zafarse- Espera ¿Qué...? -fue interrumpida.

-¡Vas a tragar te esa sangre! Pero como eres una inútil tengo que obligarte a hacerlo ¡Traga! -jalo hasta el suelo la cabeza de la morena colocándola en la sangre que se había encharcado de varios hombres, notó que ponía resistencia y la hundía más- ¡Traga te la maldita sangre! ¡Traga te la toda! -no le molestó dejarla un tiempo ahí pues sabía que no podía morir ahogada, al sacarla notó que tenía ya sangre en la boca- ¡Si la escupes voy a repetir la misma acción!

-¡No quiero esto! ¡Didier! Didier... Didier... perdóname... perdóname... perdóname por favor... yo -tragó la sangre que tenía en la boca para seguir suplicando- No volveré a desobedecer te... por favor... perdóname.

-Más te vale... -le miro con superioridad y le brindo una bofetada, una fuerte que la mando algo lejos de él- No hagas que me arrepienta del estar juntos por siempre -sus ojos se veían amenazantes- Tal vez el día que te mueras dejes de ser un fastidio.

El tiempo continúo y la morena ya no rescataba gente, puesto que vio que durante la organización de la Revolución ya se estaba tomando en cuenta a la mujer, había de hecho mujeres que participarían en el conflicto, le llenaba de orgullo que comenzarán a tomar en cuenta a las mujeres. Aunque a parte del conflicto interno, se libraba seguido batallas entre criaturas de la oscuridad y cazadores, aunque en cada batalla las criaturas perdieran miembros, los cazadores ganaban nuevamente experiencia y respeto, también se les veía en números un poco más grandes, esto tenía que parar puesto que ambos bandos no podían seguir existiendo en el mismo mundo, uno se tenía que ir.

1910

La Revolución del país había iniciado, el conflicto interno era únicamente ocupación del los humanos, las criaturas está vez no pensaron en intervenir puesto que tenían sus propios asuntos pendientes, pronto cometerían genocidio a la raza que tanta guerra les dió en el último siglo, uno de los reconocidos vampiros Didier Vinsonneau se había ganado un rencoroso enemigo, puesto que lo encontró con las manos en la sangre de uno de sus compañeros, el no asesinó a aquel cazador, pero en su momento tampoco intento negarlo, aquel día daría fin a la vida de muchos Amini... bueno, el resto de sus hombres lo hizo, ya que de todos los Amini que iban a combatir ese día, para cuando casi se acercara el amanecer solo quedaba uno, su nombre no fue reconocido hasta que este asesino a la mujer de uno de los vampiros más temidos, también se hicieron rumores de que llegó a asesinar al mismo Didier Vinsonneau pero eso se aclaró años después.

La batalla entre cazador y vampiro era feroz, ambos rebasaban sus límites, incluso el cazador parecía que pronto agotaría todos sus recursos, pero pronto un arma secreta pondría en ventaja al cazador, ya que en un momento de clara victoria para el azabache este en realidad fue saboteado, tuvo oportunidad de moder lo pero en su boca fue puesta una esfera que minimizó todas sus habilidades.

-Y así terminará tu vida, asqueroso asesino, morirás a manos mías, Didier Vinsonneau -el cazador de corto cabello gris, con puntas castañas oscuras, un rostro que demostraba una tez blanca y ojos azules completamente llenos de ira.

-¿Qué... me... hiciste? -se soltó a toser mientras trataba de no perderlo de vista.

-¿Por qué te he de decir? ¡Muere por la incertidumbre!... aunque... morirás de otra cosa de todos modos -de entre sus ropas saco una lanza, la punta la tenía en forma de media luna- Los míos tienen armas poderosas para asesinar a monstruos como tú, pero yo me animé a crear está -golpeo un poco la base del arma contra el suelo y la media luna se abrió y cerró un poco.

-¿Qué... es... eso? ¿Qué... es... esa... arma...? {No voy a morir por un simple humano... no puedo morir así...} ¡Un humano no va a asesinarme! -aunque paro de toser ahora se sentía débil y se colocó en posición de ataque.

-¿¡Crees que no puedo asesinar te?! ¡Asesinar te es en lo único en que he pensado desde que asesinas te a mi compañero! ¡MUERE DESGRACIADO! -no pudo controlarse y corrió rápidamente hacia el azabache empuñando la lanza.

-¡Didier! -una voz femenina entró a escena.

-¡MARÍA NO! -el grito desesperado del azabache también entró.

El pelo gris estaba segado por la ira así que no contaba que alguien más entraría y se metiera entre ellos, por ende termino atravesando, con ello asesinando a una mujer morena con ropas de pueblo, su humilde vestimenta de colores modestos había sido manchada con su propia sangre, el pecho de la chica había sido atravesado por la lanza, esta misma por dentro del cuerpo atravesaba tanto el corazón como el cerebro de la morena. El objetivo del arma era hacer esa acción y que el arma saliera de golpe con ambos órganos en las puntas de la media luna. Pero el pelo gris al ver su error quería mostrar piedad y sacarlo del pecho sin destrozarle el rostro, tras hacerlo quedó en shock por la equivocacion, puesto que los ojos de la morena eran de un claro color humano, unos ojos castaños color miel.

-¡NO! ¡MARÍA! -el azabache estaba alejado, pues cuando la morena entro a escena está lo aventó con todas sus fuerzas para que no fuera asesinado- No no no no no no no no no no no no ¡María! ¡María! ¡Te dije que no fueras a interferir! ¡María! -corrio a atrapar el cuerpo de la mujer a pesar de su notoria debilidad.

-Didier... Je t'aime (Te amo) -las últimas palabras de la morena se fueron con el color de sus ojos y el último suspiro.

-María... -quedó en shock el sonido de su corazón ya no existía y su cuerpo se volvió helado.

-No no no... esto no debía pasar... ¡Ella no debía interferir! -ahora estaba en negación por asesinar a una inocente, por instinto sabía que era una vampiro pero igual la detectaba de inocente- ¡Ella no debía interferir! ¡Esto era entre tu y yo!

El azabache ahora cegado, de un movimiento alejo al pelo gris, pues con sus garras de metal le arrancó el ojo izquierdo. El pelo gris trataba de detener la hemorragia, no debía morir todavía y no podía morir enfrente del vampiro que asesinó a su mejor amigo.

-Vas a pagar por esto -sentencio el pelo gris antes de irse.

El azabache quedó con el cuerpo de la morena en sus brazos, quería esperar al sol y morir junto a ella, pero su karma apenas iniciaba.

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Próxima publicación: 17/11/2022

Horario: 19:00 a 20:00 horas.

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